viernes, mayo 30, 2014

El sonido de la guerra en Ucrania


¿A qué suena la guerra? Nuestra memoria visual de casi todo está condicionada por las películas que hemos visto, en las que los tiros duran poco, la música de fondo es más o menos constante y los soldados, que sufren más o menos, acaban victoriosos sobre un terreno arrasado en medio de fanfarrias, violines desatados y mucha emotividad. Hay excepciones, como la primera parte de “Salvar al soldado Ryan” o la segunda película de “Cartas sobre Iwo Jima” por ejemplo, donde la batalla aturde en su realidad, pero son excepciones.

Ayer, en medio de la guerra desatada que se vive en Ucrania, un grupo de milicianos prorusos lograron abatir un helicóptero de las fuerzas ucranianas que, tras ser alcanzado, se precipitó al suelo en medio de gran des llamas y explotó tras el impacto, acabando con la vida de sus catorce ocupantes, en el supuesto de que no hubieran fallecido antes de estrellarse. Uno de ellos era un general del ejército de Kiev, y hasta donde sabemos es la primera vez que se informa de la muerte de un alto cargo del mando ucraniano desde que comenzaron los combates. En este vídeo pueden ver la secuencia que transcurre desde que el helicóptero es alcanzado hasta que cae al suelo. La calidad de la imagen no es muy buena, y la toma oscila mucho, pero su valor como documento gráfico es enorme. Pero si lo ven, quiero sobre todo que se fijen en el sonido, que es muy nítido y revelador. Nos encontramos en medio de un campo o bosque, seguramente en las afueras de la localidad de Slaviansk, en medio de un grupo de milicianos rusos. No se oye nada, ni el típico rumor de fondo proveniente de una ciudad o actividad humana, hay un gran silencio, pero que es roto de manera continua por el disparo de armas ligeras y morteros, y por explosiones diversas. Fíjense a lo que suena la guerra de verdad. No hay música, no hay fanfarrias, no hay banda sonora que poder cantar o sentir mientras se dispara al enemigo, apenas se oyen voces de quienes disparan, o son disparados, que ambas cosas pueden ser. No, sólo domina el ruido de las armas. Un ruido seco, como de un golpe de martillo sobre una piedra, un ruido duro, nada amortiguado. Da igual el calibre del arma o la munición empleada, el sonido aturde, e infunde miedo sólo de escucharlo. Nada es capaz de frenar esas explosiones secas que llevan la palabra muerte por el aire. Se respira miedo, pese a que quienes graban la escena deben estar eufóricos al ver el resultado de la acción de ataque que han perpetrado, ellos u otro de sus grupos, contra el helicóptero que, silencioso, cae envuelto en llamas y humo. Del helicóptero citado sólo vemos las consecuencias de la acción, pero no oímos nada. Podemos imaginarnos la angustia y los diversos ruidos que se producirían en su interior a medida que el suelo se aproximaba a su cabina, la escena de un campo agigantado precipitándose sobre los ojos de los aún supervivientes que estuvieran dentro del aparato, sabedores de una muerte segura y casi instantánea en apenas unos segundos. Pero ni vemos sus caras ni oímos sus voces. Sólo nos lo imaginamos. Lo único que oímos es nuevas ráfagas de disparos y explosiones, el incesante tableteo de las armas que no se callan, y la guerra, que todo lo llena, en medio de un paraje de verde intenso y, aparentemente, ideal para el esparcimiento. El vídeo se acaba y llega el silencio a nuestros oídos, pero sabemos que mucho antes de grabarlo y mucho después, el único sonido que surgiría de ese campo sería el de la guerra. Y que ahora mismo, mientras escribo esto, mientras lo leen, el único sonido en ese bosque y sus alrededores volverá a ser, nuevamente, el del miedo provocado por las armas.

Leyendo ahora algunos de los muchos y buenos libros editados con motivo del centenario de la Primera Guerra Mundial asombra ver como la contienda fue recibida con emoción y alborozo por gran parte de la población de las naciones beligerantes, que la sintieron como una experiencia emocionante, atractiva, una forma de excitarse para huir de un mundo demasiado aburrido y convencional, una manera de mostrar su valentía y ejercitar el código de honor. No tardó mucho en desvanecerse esa ilusa sensación en medio del horror de la trinchera en la que se convirtió el centro de Europa. Y todos los que allí fueron, y los que en cualquier otra han estado, saben a lo que suena una guerra, y no hay sonido que les produzca mayor horror y espanto.

Subo el fin de semana a Elorrio, y me cojo el Lunes festivo. Si todo va bien, hasta el Martes 3 de Junio.

jueves, mayo 29, 2014

“Podemos” y el voto protesta


La gran sorpresa electoral del pasado Domingo, sin duda alguna, ha sido el éxito de “Podemos” la formación creada, encabezada, dirigida, liderada, controlada, encarnada y sustentada en Pablo Iglesias, mediático profesos de políticas de la Complutense de Madrid, asiduo a tertulias televisivas, donde ha adquirido enorme notoriedad y recibido el clamor popular de una buena parte de los espectadores. Las encuestas les otorgaban presencia en la cámara de Bruselas con un escaño seguro, las más arriesgadas les llevaban a la franja del 1 – 2. Los cinco escaños que ha obtenido no se los esperaba nadie, ni ellos. Para mi fue una enorme sorpresa.

La ideología de podemos es, pese a que parezca novedosa, un refrito de las cosas más viejas del mundo, especialmente en lo que hace al marxismo comunismo. Su programa es un refrito de la antigua alternativa KAS que Batasuna propugnaba en los ochenta, un marxismo leninismo de corte soviético, basado en la nacionalización de todo lo existente, mezclado con toques bolivarianos que, como se puede ver hoy en día en Venezuela, son capaces de destruir un país si se ponen en práctica, aunque el país ya estuviera bastante destrozado antes de implantarlas. Son de una ingenuidad profunda, cargada de demagogia e impregnadas de una visión de la economía y de la sociedad muy equivocada y plantean recetas que se han mostrado fracasadas para atajar los problemas económicos del presente. Pero eso no es lo fundamental. De hecho “Podemos” seguramente hubiera sacado un resultado igual de bueno si se hubiera presentado a las elecciones sin programa electoral, con una hoja en blanco, sin alternativas. Lo básico es que son nuevos, y que encarnar la alternativa a lo que muchos llaman “la casta”, el político profesional, que amparado en las siglas del PP y del PSOE (y PNV, CiU y muchos otros) lleva instalado en el poder unas tres décadas. Podemos supone una forma de ataque a esa casta, una vía para destruirla, para desbancarla del asiento del poder en el que lleva instalada ya tanto tiempo, y eso es lo que le ha servido como plataforma de recolección de votos. El mensaje mediático de su líder, de izquierda cuasirevolucionaria, ha tenido su influjo, pero es la idea esa de que “Podemos” es la única herramienta capaz de luchar contra la clase política la que ha calado en gran parte de la sociedad, que está hastiada de corrupción, de engaños, de medias tintas y de falsedades, que busca un liderazgo en la política y sólo encuentra mediocridad y palabras vacías. Sumen a todo esto que Pablo Iglesias y sus colaboradores no son tontos, ni mucho menos, y han hecho una magnífica campaña electoral, explotando las redes sociales, la tecnología, y todo aquello que las maquinarias de los grandes partidos desprecian, y el resultado está ahí. En torno al millón cuatrocientos mil votos, tercera fuerza política del país en varias comunidades, entre ellas la de Madrid, desbancando a una IU que se ha visto muy superada por su flanco izquierdo, dejando a UPYD con unos buenos resultados pero, ni mucho menos, los que hubiera esperado sin la presencia de este fenómeno. Desde el PP y el PSOE se minusvalora lo conseguido por las huestes de Iglesias, pero harían bien en mirarlo con cuidado. Esa formación ha obtenido votos que en el pasado fueron a cualquier otra, quizás más de izquierdas, sí, pero seguro que algún votante del PP de anteriores comicios les ha votado. Y ha logrado que electores abstencionistas por vocación, que nunca han votado a nadie, se movilicen y les apoyen. Parte del movimiento 15M ha encontrado en “Podemos” la plataforma de enganche político ideal, y seguramente se han movilizado para votarles. Por tanto, no creo que “Podemos” sea flor de un día, ni mucho menos.

En todo caso, su presencia en las elecciones es una muy buena noticia, porque da la razón a los que decimos que la única manera de cambiar las cosas en democracia es con los votos. La protesta por protesta no conduce a nada. Aunque les cueste reconocerlo, “Podemos” se ha integrado en el sistema que tanto critica, quizás con la idea de reventarlo desde dentro, pero con su gesto lo legitima como la vía única para poder modificarlo. A partir de ahora esta formación se enfrentará, cada vez más, a la vida política real, a la necesidad de llegar a acuerdos, a la presión mediática y social, a pasar del idealismo a la realidad y los números, y veremos a ver qué tal responde. En todo caso su presencia animará mucho el panorama político nacional. Bienvenidos, a ver de lo que sois capaces.

miércoles, mayo 28, 2014

Europa vuelve a enfrentarse a su pasado


Se dice muchas veces que Oriente Medio es un lugar que genera mucha más historia de la que puede absorber, y este desborde del pasado es lo que origina las tragedias del presente. Igual sensación produce nuestra vieja Europa, donde no hay esquina que se proclame ancestral ni tradición eterna ni, malo, derecho legítimo frente a cualquier otro. La historia del continente está plagada de guerras por el poder del mismo, por la eliminación de adversarios y por la búsqueda de una homogeneidad de lengua, estirpe y religión que nos ha llevado al borde del suicidio colectivo demasiadas veces. Para evitarlo, entre otras cosas, pero también, se creó la UE.

Y las elecciones de este pasado Domingo han vuelto a mostrar que los fantasmas del pasado, enterrados, parecen querer volver a despertarse. Siempre ha habido movimientos xenófobos, racistas y ultranacionalistas (de eso en España sabemos mucho) y Ucrania nos muestra hoy mismo sus peores consecuencias, pero quizás fue el Domingo cuando, al ver sus magníficos resultados en muchos países de la Unión cuando muchos empezaron a tomar nota del problema, de su profunda y gran dimensión. Sin embargo, en este caso no es tan simple como sumar todo lo que sea euroescepticismo para darnos una imagen de cuánto pesan estas ideologías en el continente, ya que lo que une a todas ellas es, precisamente, el rechazo a la UE, a un ente supranacional que les corte las alas de poder dentro de los terruños que consideran como propios y exclusivos. A partir de ahí las diferencias son notables, basadas sobre todo en la raíz de sus nacionalismos excluyentes. Si, Dios no lo quiera, Francia estuviera gobernada por el Frente Nacional de Marine Le Pen y Reino Unido por el UKIP de Niguell Farage, (mucho más probable lo primero que lo segundo) las relaciones entre ambos países serían muy malas. Adoptarían políticas proteccionistas con el fin de empobrecer al vecino, logrando así empobrecerse también ellos, se lanzarían acusaciones mutuas sobre todo y los insultos se sucederían a uno y otro lado del Canal de la Mancha. De momento ese escenario no se va a dar, pero el que ya ha sucedido es lo suficientemente grave para que pensemos en cómo combatirlo. Como antes señalaba, estas fuerzas tienen, pese a sus diferencias, un claro enemigo común, la idea de una Europa integrada, unida y operativa, y contra ese enemigo van a lanzar todas sus fuerzas, que son muchas. En frente ¿qué tenemos? Mucha desidia por parte de las autoridades nacionales, bastante incapacidad por parte de los rectores de la UE, nombrados a dedo de manera más o menos oscura por los gobiernos nacionales, y una población que pasa bastante del asunto, a la que Bruselas le parece un nido de víboras chupópteras y que ve en la UE otro frontón al que arrojar su indignación frente a la crisis económica que, de manera distinta pero intensa, se vive en todo el continente. Es decir, los enemigos de la UE actúan coordinados y firmes, y los supuestos defensores están, estamos, divididos, dudosos, vacilantes y callados, como poco. Librar la batalla por la Unión en estas condiciones se antoja difícil, muy difícil. La falta de ilusión en el proyecto, sacudido por la crisis económica y política, ha generado una gran desafección por el concepto mismo de Europa y vivimos una etapa calve en la que, como no se produzca un avance claro hacia la integración, corremos el riesgo de una involución que destruya mucho de lo ya caminado en común. No es posible una situación de impasse que dure mucho tiempo, porque nos acabaría llevando inevitablemente al segundo de los escenarios. Debemos construir antes de que algunos destruyan lo creado.

No soy un ingenuo idealista. La UE tiene enormes problemas y defectos de funcionamiento, que debieran ser corregidas antes que después, pero es el resultado de un experimento único en el mundo, el único conocido en el que naciones soberanas, y mucho, deciden cuasifederarse en un organismo colectivo que las rige, que no es un estado ni un tratado internacional, sino una mezcla confusa de todo ello. No hay una guía para construir lo que estamos creando en Europa, no sabemos cuál es el destino final, pero sí estoy seguro de que es la mejor de las ideas que han surgido en este continente en muchos siglos, y de su éxito o fracaso nos vendrá condicionada la prosperidad o la irrelevancia de una Europa que, en un mundo globalizado, cada vez cuenta menos.

martes, mayo 27, 2014

Rubalcaba (parece que) se va


Poco a poco las consecuencias de las elecciones del Domingo empiezan a pasar factura entre los partidos perdedores. En el PP tratan de hacer como que han ganado y ya está, a sabiendas de que no es así. De momento tienen la posición más cómoda de todas y los recursos a mano para poder salvarse, pero no está claro que vayan a mover un dedo para hacerlo. Si se empeñan en seguir así se estrellarán, como claman algunas voces en el partido, desatendidas por una mayoría acomodada y una dirección ramplona y cortoplacista en extremo que resulta ser la menos adecuada en estos momentos de zozobra. Ellos sabrán lo que hacen.

En el PSOE la cosa es distinta, también su situación. La derrota electoral ha sido sangrante, otra más, y cada vez que el partido concurre a unos comicios nacionales cosecha un resultado que es históricamente negativo. Una secuencia de fracasos que no hay organización que la resista. Por eso la decisión que ayer hizo pública Rubalcaba de convocar un congreso extraordinario para el 19 y 20 de Julio, al que no se presentará a repetir cargo de secretario General, no cogió por sorpresa a muchos. Algo había que hacer. Algo había que cambiar. La duda es si el congreso es la mejor vía para hacerlo, si eso supone que las primarias abiertas para seleccionar al candidato a la presidencia del gobierno quedan olvidadas en una esquina y si esta es la definitiva y última actuación de un Rubalcaba que ha sido casi todo en la política española, menos lo que más hubiera deseado ser, presidente del gobierno. En su larguísima carrera pública, que empieza a mediados de los ochenta, Rubalcaba lo ha sido todo. Ministro de varias ramas, vicepresidente, el hombre con fama de ser el mejor informado de España, dueño de míticos recursos para espiar y conocer lo que pasaba en los entresijos del poder, amigo de las conspiraciones, calificado como Rasputín por sus enemigos, temido por sus amigos y compañeros, Rubalcaba ha creado un mito en torno a su propia figura política que resulta muy incómodo a la hora de analizar realmente cuál ha sido su desempeño en los cargos que ha ocupado. Con fama de eficiente, trabajador y disciplinado, es evidente que el ansia de poder ha sido una de sus constantes, como por otra parte les sucede a todos los que entran en política. Su lengua, magnífica y afilada, ha tejido muchos de los mejores discursos que se han lanzado en el Congreso estos años, y su capacidad de trabajo en la sombra es indiscutible. En los días del 11 al 14 de Marzo demostró su inmensa capacidad como agitador político, vio la debilidad del enemigo, y atacó con saña por la herida abierta de un PP que se desangraba políticamente a medida que la confusión del atentado iba dando paso a una cruda realidad. Su papel en estos últimos años al frente del PSOE, como secretario general, ha evidenciado que, como a alguno le leí hace tiempo, Rubalcaba es el mejor número dos del mundo pero un mal número uno. Leal, servicial y eficaz para servir al líder, su propio liderazgo ha tenido enormes carencias, empezando por encarnar en su propia persona la imagen del fracasado gobierno de ZP, y la negación a admitirlo. Durante estos años ha tratado de salvar el trago de la oposición al PP pensando que era un tiempo corto, un accidente, que la crisis que les sacó del poder y arruinó España sería algo transitorio, y que volverían en breve a ocupar el poder quienes lo ostentaron en el momento del hundimiento. Craso error. Nadie en España va a volver a confiar en la generación y rostros que, dirigidos por un Zapatero errado hasta el fondo, no vieron ni supieron ni, probablemente, quisieron, asumir que el engaño en el que habían vivido durante varios años tocaba a su fin. Por ello, la decisión de ayer de Rubalcaba de dejarlo, que muchos desconfiados no creen sea cierta hasta que lo vean, tiene toda la lógica del mundo y es el primero de los muchos pasos que debe dar el PSOE para su renovación.

¿Hacia dónde? ¿Con qué liderazgo? ¿Qué ideología? Esas y otras muchas son las preguntas profundas, que tardarán tiempo en ser contestadas pero, inevitablemente, deben ser cubiertas. Ahora mismo el partido está deshecho, sin poder, influencia y dinero. Conserva su feudo andaluz, como cuartel de invierno donde sanar sus heridas, pero carece de proyección nacional y de figuras líderes. El Congreso debiera servir para empezar a aclarar el campo de trabajo, poniendo al frente del partido a nuevas personas que no provengan de la etapa ZP, pero aun así eso sería también el principio de la reconstrucción de un PSOE que, atrapado por su pasado y por el empuje de una izquierda desatada al grito de “podemos” debe encontrar su sitio centrado en la sociedad española. Ojalá lo consiga, lo necesitamos.

lunes, mayo 26, 2014

Europa y España, patas arriba tras las elecciones


Pocas veces una jornada electoral genera tantos titulares como los que se produjeron ayer por la noche con motivo de los comicios europeos. En general, las encuestas acertaron, y se confirmaron las victorias de los extremistas en Francia, Dinamarca y Reino Unido. El caso galo, con un desplome absoluto del PS y de la imagen del gobierno de Hollande, es especial. La imagen de Marine Le Pen como triunfadora de la noche se ha convertido en la pesadilla perfecta en la que, para muchos, se ha transformado el sueño de Europa. Más allá de la abstención y las particularidades de estas elecciones, su triunfo es una mala noticia.

En España las encuestas han acertado… muy relativamente. Sí en quién sería el partido ganador y el segundo, PP y PSOE respectivamente, pero han fallado en todo lo demás. La participación, que se estimaba batiría un récord histórico de bajada, superó por poco a la de los anteriores comicios, situándose en un triste 45,84% que, para lo que son estas elecciones y el contexto de la UE, no nos deja en muy mal lugar. Tres son las noticias de la noche. Por un lado el descenso del bipartidismo, dado que PP y PSOE juntos no alcanzan el 50% de los sufragios, hecho que, si no me equivoco, no se había producido nunca. Esto se debe, segunda noticia, al crecimiento disparado de los minoritarios, tanto IU como UPyD, que suben en votos y escaños, pero evidentemente la sorpresa la da la formación “Podemos” de Pablo Iglesias, politólogo tertuliano de continua aparición televisiva, que con un discurso de izquierdas muy clásico, demagógico y de poco fuste real ha logrado un resultado fantástico. Consigue cerca de 1.245.00 votos, que le otorgan cinco escaños (las encuestas, como mucho, le daban horquillas de 1 a 2) se coloca como la cuarta fuerza política a nivel nacional y, en varias comunidades autónomicas, como por ejemplo Madrid, es la tercera, superando a una Izquierda Unida que, pese a su ascenso, debe estar rabiando por dentro por el destrozo que le ha hecho el melenudo Iglesias. Cierto es que Podemos ha conseguido reclutar voto nuevo, tradicionalmente abstencionista, convirtiéndose en cierto modo en el heredero político del movimiento 15M, que en estas fechas cumple el tercer aniversario desde su fundación, pero no lo es menos que parte del electorado tradicional de IU, sobre todo en sus franja más juveniles, se ha debido de pasar a las huestes de Podemos, en busca de un discurso fresco, novedoso (pese a su planteamiento ideológico propio del siglo XIX) y a convertido a Iglesias en la revelación de la jornada. Sus registros son apabullantes y, más allá de los efectos de la ley electoral, inexistentes en este caso, muy presentes en elecciones autonómicas y nacionales, el fenómeno “Podemos” va a empezar a dar mucho que hablar a partir de hoy. La tercera noticia relevante es, en el plano autonómico, los buenos resultados de ERC en Cataluña, que por primera vez desde la época republicana, gana unas elecciones, dejando a CiU al borde de los caballos y mostrando a Artur Más, nuevamente, que cuando uno desata el genio independentista el premio se lo llevan los independentistas de toda la vida, no los pactistas que esperan sacar rédito del negocio. CiU va a tener que reflexionar y cambiar mucho de táctica si no quiere verse superada del todo y perder el omnímodo poder económico y social que detenta en Cataluña, que es lo que le garantiza su supervivencia política. En el País Vasco también Bildu consigue buenos resultados, y renueva su presión sobre un PNV cada vez más acorralado en Vizcaya y con una perspectiva de futuro compleja, basada en una militancia de cada vez mayor edad frente al empuje juvenil y soberanista de los exbatasunos.

Y el PP y el PSOE, que hoy analizan los resultados de manera interna, salen perjudicados. El PSOE, con unos resultados desastrosos, se hunde en toda España y sólo Andalucía se mantiene como un bastión inexpugnable, gracias a Susana Diez. Todo lo demás son malas noticias que exigen el ruede de cabezas. El PP gana, sí, pero con una enorme sangría, sus feudos clásicos se debilitan, se hunde en Andalucía, se vuelve irrelevante en Cataluña y su mayoría absoluta electoral entra en tiempo de descuento, dado que es imposible que vuelva a repetirse. En Ferraz, medio muertos, y en Génova, heridos, tienen mucho que reflexionar para poder controlar las heridas que ahora les afligen

viernes, mayo 23, 2014

El Domingo, elecciones europeas. A votar!!!


Hoy se acaba la campaña electoral de las europeas que, como muchos señalan, lo mejor que se puede decir de ella es que termina. Sosa, soez, llena de dislates, deja como mejor poso un debate a dos entre PP y PSOE que debiera ser visto en todas las escuelas de técnica política para aprender lo que nunca jamás debe hacerse. Más allá de todo esto los discursos han sido simplones y en ellos no se han tratado los grandes temas que condicionan el futuro de Europa. La competitividad, la salida de la crisis, el euroescepticismo, la inmigración, la demografía, el envejecimiento, la energía, Ucrania… nada se ha dicho estos días al respecto.

Con motivo de los comicios, el Real Instituto Elcano ha hecho una encuesta en la que los ciudadanos españoles valoran algunos aspectos de la UE, y el resultado es bastante triste. Desconocimiento generalizado, mayoría absoluta, entre los que no saben casi nada de las instituciones europeas, ni de políticas como la Agraria Común, la principal de todas ellas, y ni se dice nada sobre los Fondos Estructurales, en lo que yo trabajo. Con estos mimbres no es extraño que la mitad de los encuestados opinen que el cesto europeo no es importante, y con ello estas elecciones, por lo que no hay que ser un genio para suponer que el principal ganador de las elecciones del Domingo va a ser la abstención, en algún grado consciente, en la mayoría de los casos fruto de la desidia y hartazgo. Es en este marasmo de indiferencia es en el que han crecido formaciones xenófobas y ultras, que amenazan con sacar resultados magníficos en estas, las primeras elecciones europeas en las que el Parlamento comunitario adquiere poderes que empiezan a convertirle en una cámara no sólo de opinión, también de decisión. Pues vamos a llenar muchos escaños de euroescépticos, abiertamente contrarios a la UE y grupos de ideologías ultra que recuperan discursos que muchos consideraban ya derrotados pero que, horror, vuelven. Especialmente importantes van a ser, en este aspecto, los resultados en Hungría, Francia y Reino Unido. Hungría, porque las formaciones que sostienen al gobierno de Viktor Orban ya han demostrado su carácter reaccionario y ultranacionalista a lo largo de estos últimos años de gobierno, donde diversas reformas legales empiezan a constreñir el ejercicio de las libertades civiles en el país. Una previsible victoria de sus huestes reforzaría esas políticas. Con ser un caso grave, Hungría es una minucia, seamos sinceros, frente a Francia y Reino Unido. En esos dos países las encuestas apuntan a que los partidos ganadores sean formaciones ultras, el Frente Nacional de la familia Le Pen al otro lado de los Pirineos y el UKIP, formación nacionalista británica a ultranza, encabezada por Niguell Farage, en el Reino Unido. Y recuerden, no hablamos de que queden bien en los comicios, no sino de que ganen!!! Agrupando formaciones de este tipo algunos sondeos apuntan a que una quinta parte del parlamento comunitario puede estar formado por eurodiputados de corte antieuropeo, por llamarlos de una manera suave. A la hora de la verdad es difícil que, provenientes de distintas formaciones, puedan colaborar conjuntamente, porque sus bases ideológicas están teñidas de un profundo y arcaico nacionalismo, valga la redundancia, que hacen ver al resto de formaciones como rivales, y no digamos si son de naciones distintas, En todo caso conseguirían escaño, poder y altavoz para que sus reivindicaciones, infames, puedan ser escuchadas en todo el continente. Y no me valdrá el argumento de que, al ser estas unas elecciones “de juguete” la victoria de estas formaciones es un sarampión que en unos meses se va. No, sus resultados son una fiel medida de la descomposición de la política tradicional que amenaza la estabilidad de muchos de los países europeos, e indicador de una grave enfermedad que no se pasará en poco tiempo.

En España, afortunadamente, no concurren formaciones semejantes o, si lo hacen, tienen una relevancia nula. Sí tenemos la emergencia ante estos comicios del “tertuliano indignado” que al mando de algunas formaciones pueden lograr conseguir escaño en Bruselas. No sería la primera vez, recordemos que Ruiz Mateos fue eurodiputado. Más allá de eso, la alta abstención, la dispersión de voto y la pérdida de peso de las formaciones mayoritarias, PP y PSOE, condicionará los resultados del Domingo. Vayan todos a votar, ejerzan su derecho, háganlo en libertad y conciencia, y sepan que todas las elecciones, todas, son importantes. Estas también.

jueves, mayo 22, 2014

El mal uso de Twitter y las redes sociales


Tras el asesinato de la Presidenta de la Diputación Provincial de León, Isabel Carrasco, se ha levantado una polémica muy fuerte sobre las expresiones, insultos, comentarios ofensivos y, en general, barbaridades que se han llegado a publicar en las redes sociales. Por su carácter instantáneo, pegado a la actualidad y lleno de usuarios, ha sido Twitter el lugar donde más mensajes de este tipo se han visto, y esa red social ha sido el blanco de las críticas más gruesas, emitidas por muchos que han sido insultados, o por otros que, aprovechando el momento, han visto la oportunidad para controlar una red que parece salvaje.

Uno de los problemas que tenemos todos en el uso de internet es que no somos conscientes de que todo lo que en ella ponemos deja de estar bajo nuestro control, y se puede extender hacia el infinito. En conversaciones de bar, tertulias de amigos o charlas de café se suelen oír burradas de grandes dimensiones, celebraciones de la muerte de alguien o cosas muy serias que, por las características físicas del lugar y modo en el que se expresan, no salen de ahí. Sin embargo, escribir una frase en un blog, un tweet o cualquier otra red es una manera de colgar algo en una plaza pública a la que todo el mundo (y en este caso mundo es, literalmente, mundo, cientos, miles de millones de personas) puede acceder, ver y leer, y que nadie va a eliminar hasta que nosotros lo hagamos, si lo hacemos. Y eso nos pasa a todos. Hay días en los que uno está más afortunado que otros, y lo que escribe puede ser más o menos lúcido, pero si uno insulta, agrede, ofende, se mofa de la desgracia ajena o pide castigo, muerte y tortura para otra persona a través de una de esas redes estará haciendo algo muy peligroso, que puede ser delito o no, que puede ser denunciable por parte de quien se sienta agredido, o no, pero que es moralmente reprochable y que debe ser perseguido, al menos en forma de crítica, por el resto de usuarios de la red. En este sentido Internet no ha creado más energúmenos de los que había antes del surgimiento de la red, lo que ha hecho es dotarles de una plataforma que los hace más visibles, dado que siempre han estado ahí. Por ejemplo, en pueblos del País Vasco muchas personas jaleaban y celebraban los atentados de ETA en una época en la que internet ni existía ni se imaginaba, y muchos lectores de edad adulta recordarán como otros tantos españoles festejaron el atentado que mató a Carrero Blanco. ¿Qué sucedía entonces? Que esas celebraciones, reprobables, no pasaban del ámbito íntimo y local, y por mucho que un mal nacido gritase “ETA mátalos” no se enteraba nadie más allá del radio del alcance de su voz. La televisión, que empezó a fijarse muy tarde en el colectivo social que apoyaba al terrorismo, fue la primera que mostró esos comportamientos en público, que hizo que muchos los vieran y oyeran en su hogar. Y se cambió la ley para poder perseguirlos, como ahora sucede. Por eso no es necesario cambiar normas ni crear leyes nuevas para internet y el uso de las redes. Si alguien injuria por Twitter es como si injuriase a través de un vídeo o de una entrevista en la radio. Internet sólo es una plataforma, que bien usada es maravillosa pero que, mal usada, puede ser devastadora. Como los martillos, que son útiles para clavar clavos y hacer un mueble o mortíferos en caso de ser utilizados para reventar cráneos. Son las manos de quien coge el martillo, y los dedos de quien teclea en el ordenador, los que le dan el uso al objeto y a la red. Seamos conscientes de ello en todo momento.

Dicen que uno es libre en sus pensamientos y esclavo de sus palabras. Añadiría que también, reo de lo que escriba. Seamos todos conscientes de la potencia que tiene twitter, y en general internet, y antes de escribir lo que pensamos, pensemos lo que vamos a escribir. La inmensa mayoría de los usuarios de las redes son personas normales, que ni ofenden ni insultan ni agreden ni amenazan. Que nosotros, esa inmensidad, sigamos en nuestros cabales, denunciemos a los que utilizan la red de todos con fines ilícitos, vergonzosos  y humillantes, y que los delitos, tanto en la red como en la “realidad” sean castigados por la ley y, sobre todo, por el desprecio social, que es la más efectiva de las penas posibles.

miércoles, mayo 21, 2014

La Expomanga, los frikis y la libertad


Cuando OOM y yo quedamos el sábado en el Lago de la Casa de Campo para hacer el paseo ciclista nos topamos con que la parada de metro estaba repleta de gente que acudía al expomanga 2014, feria centrada en el cómic y mundo manga pero que incluye muchas otras formas de participación relacionadas con las series televisivas y cosas por el estilo. De camino a la feria, que se celebrara en los cercanos recintos de IFEMA, acudían cientos de personas disfrazadas (cosplay en el argot) de personajes de videojuegos, de la guerra de las galaxias, de juego de tronos, de superhéroes, mangas, otakus, góticas… de todo.

De unos años a esta parte se ha disparado el fenómeno del fan de una franquicia cultural, sea serie, película, cómic, da igual el formato, cada vez son más las personas que gastan tiempo y dinero en caracterizarse como los personajes que siguen y admiran, que acuden a convenciones como la del expomanga o similares, para encontrarse con otros miles que comparten su afición y que, en un proceso que podríamos denominar de “salida del armario” se atreven a hacer pública su pasión y a no esconderse de vergüenza ante los que les rodean, que en muchos casos consideran ese comportamiento como infantil y absurdo. Por decirlo de una manera, el friquismo empieza a vivirse no sólo en la intimidad. Y ya les advierto que eso me parece muy bien. No me van a ver vestido de Ben Kenobi, Jaime Lannister, o del Gran Héroe Americano, porque nunca me ha gustado disfrazarme, pintarme o vestirme de manera rara, pero me parece muy bien que haya gente que lo haga, que disfrute con ello, que se junte con otros que lo disfrutan igualmente, y que se atrevan a salir así a la calle. ¿Por qué no? Al día siguiente, comentándolo en el trabajo, la mayoría de los que me rodeaban veían estos comportamientos con malos ojos, y no era raro oír expresiones de algunos, que son padres de niños pequeños, afirmando que preferían ver a sus hijos fumando porros en un parque o de botellón que vestidos de esa manera. Dando por sentado que ambos comportamientos, el botellón y el disfraz, no tienen por qué ser incompatibles, me extrañaba la visión peyorativa que me rodeaba a la hora de juzgar estas aficiones. Series como The Big Bang Theory han permitido que muchas personas conozcan las interiores del comportamiento friki y nerd (más centrado en el mundo de la tecnología) pero no han conseguido que sean vistos como aficiones respetables. Sin embargo todo el mundo ve normal que miles de personas salgan a las calles vestidas de los colores que enarbola un equipo de fútbol y monten una juerga tremenda si su equipo mete algún gol más que el contrario. Salir con las camisetas, bufandas, trompetas, gorros y demás parafernalia es correcto si se hace de algo, el fútbol, que no sólo es socialmente aceptado, sino fomentado, desde los medios de comunicación y las estructuras sociales. Qué ilusión les hace a muchos padres ver a sus hijos vestidos del equipo de sus colores y, al parecer, que repelús les entra si un día su hijo se fabrica una imitación de un sable Jedi o se pone un kimono ajustado con pelucas de colores. Eso es intolerable, ridículo e infantil, pero lo del fútbol no… Pues que quieren que les diga, a mi me gusta lo primero y, como ya saben, nada de lo relacionado con el fútbol, pero si uno quiere ir de otaku por la calle y otro llevar las insignias de las copas ganadas por su club, que lo hagan. El que quiera compartirá una u otra vestimenta, pero ¿por qué una es más respetable que otra? ¿Quién lo dicta? ¿Quién lo juzga? Eso es la libertad, y ejercerla es gratificante.

En el fondo a mi, que soy una persona tímida, apocada, supongo que bastante acomplejada y que ya no me voy a quitar el sombrero de cortado chico de pueblo por mucho que viva en la capital, la visión del expomanga y de los fieles que a él acudían me daba envidia, por muchas razones, pero desde luego, y no la menor, por el arrojo y ganas de vivir la vida que mostraban los que allí acudían, que seguramente habrán pasado como todos, días buenos y días malos a lo largo de las semanas pasadas, pero que en la confección de su disfraz han enjuagado parte de ese dolor, y lo han superado. Y salían del metro satisfechos, felices, ilusionados, indiferentes a críticas y comentarios. ¿No es envidiable? No es motivo de orgullo…. Friki?

martes, mayo 20, 2014

En el debate electoral seis no son multitud


Ayer tuvo lugar en TVE el segundo debate de las elecciones europeas (adiós lectores, adiós, snifff) esta vez en formato múltiple, con representación de las seis formaciones (coaligadas con otras o no) que consiguieron escaño en los comicios de hace cinco años. Por el PP y PSOE acudieron los números dos de las candidaturas, Esteban González Pons y Ramón Jaúregui respectivamente, y les acompañaron Willy Meyer por IU, Francisco Sosa Wagner por UPyD, Ramón Tremosa por CiU y Josep María Terricabras por ERC. Presentó María Casado, que dejó muy claro al principio que ella era poco más que una figurante dado que todo el formato estaba pactado (amañado dirían algunos) entre las formaciones participantes.

Empezando por el final, situaría este encuentro entre los dos que se celebraron la semana pasada. No llegó al nivel que ofrecieron los candidatos europeos, entre otras cosas porque aquello era mucho más parecido al concepto real de debate que somos capaces de imaginar, pero estuvo muy por encima del “espectáculo” que ofrecieron los números uno del PP y PSOE, Cañete y Valenciano, que sólo sirvió para dejar en ridículo a los estrategas de ambos partidos y provocar graves heridas electorales al candidato del PP, que posteriormente él mismo se encargaría de extender hasta el casi suicidio político. Volvamos al encuentro de ayer. Al haber mucha gente las intervenciones debían ser breves, de un minuto para cada uno, y los tiempos se respetaron. Debo destacar que en este debate sí se habló de Europa, no de manera monográfica, desde luego, pero sí era un asunto al que se refirieron casi todos los candidatos, incluido un Esteban Pons del PP que trataba en todo momento de orillar el debate europeo para centrarse en la recuperación de la economía española, estandarte de campaña del PP que, sin dejar de ser cierto, muestra las carencias de la formación a la hora de afrontar estos comicios que, en el fondo, le importan tanto como a casi el resto de los españoles: Nada. Conceptos como austeridad, estabilidad de las cuentas públicas, el MoU, el papel del BCE, las políticas de solidaridad entre estados y muchos otros salieron a la luz, lo que ya es algo reseñable. Sin embargo, el no poder entablar un debate en sentido estricto limitaba las posibilidades de confrontar las diferentes posturas, expuestas en minimonólogos cerrados. Era de esperar que saliese el tema de la propuesta soberanista catalana, lógico teniendo en cuenta que de los seis participantes dos eran nacionalistas catalanes y, pena, fue este el único tema en el que se llegó a alcanzar un cierto debate entre las partes, con los representantes de CiU y ERC actuando al unísono, envueltos en un nacionalismo arrebatado y, como siempre, ciego, mientras que el resto de intervinientes mostraban un discurso inconexo y muy divergente entre sí. El representante de IU trataba de esquivar el asunto echando la culpa al capitalismo, Ramón Jáuregui mostraba la incoherencia que existe en el PSOE, que ante este problema no tiene nada claro lo que debe opinar, sumido en complejos y tremendas disputas en el PSC, Pons apelaba al discurso del sentimiento de unidad entre hermanos, más allá de las siglas, y Sosa Wagner era el único que esgrimía la legalidad para oponerse a la consulta, a la hipotética secesión, y denunciaba el anacronismo del nacionalismo y de todas las posturas excluyentes, no sólo esa, que se presentan el Domingo a las elecciones en distintos países europeos y que, según las encuestas, pueden obtener magníficos (y alarmantes) resultados. Fuera del tema soberanista la economía centró la mayor parte del encuentro, pero en este campo la labor de zapa de Pons, que no me gustó, fue efectiva, y consiguió llevar a Jáuregui y el resto de candidatos, el terreno nacional, por lo que en parte el tema se frustró, en lo que a Europa se refiere. Pons tardó mucho en virar y empezar a salirse del discurso que llevaba escrito (y que no necesita leer) pero en la primera media hora ofreció una imagen muy pobre.

Resultado final. Los “segundones” de PP y PSOE son mucho mejores candidatos y oradores que sus cabezas de lista (un cara a cara entre Pons y Jáuregui hubiera sido mil veces más interesante que lo que vimos la semana pasada) y el resto de candidatos también dieron muestra de saberse los temas que se estaban tratando. Pese a las limitaciones del formato, el encuentro fue interesante, y puede que productivo para el escaso porcentaje de espectadores que lo estábamos presenciando (a ver si llegamos al 5% de cuota). Ya no habrá más debates electorales, salvo uno que se organiza hoy entre Juncker y Schulz en la TV alemana, y los cuatro que votemos el Domingo (yo ya lo he hecho por correo) no volveremos a ver a los candidatos enfrentarse en estos “cuerpo a cuerpo”. El grado de ironía contenido entre las comillas también lo dejo a su elección.

lunes, mayo 19, 2014

Pedalear hasta más no poder (para, y con, OOM)


Creo que ya les conté que hace unos meses por fin me compré una bici, cosa que llevaba tiempo deseando hacer y que, tras la instalación este verano del ascensor en mi escalera se convertía en posible, porque no me animaba a subirla y bajarla por las estrechas escaleras de mi casa. La bici es un placer, pero posee un reverso tenebroso en forma de cuesta, de pendiente, de puerto, que la transforma en un refinado y eficaz instrumento de tortura. Todo lo que de agradable tiene pasear en el llano, y no digamos bajar, se transforma en duro cuando las cuestas aprietan. Si son pocas se toleran, si el paseo se alarga y crecen, te fulminan.

Este Sábado les gané a muchas de ellas, aunque las últimas casi me superan a mi. Ya desde algunas semanas, hablando sobre el tema con OOOM, compañero de trabajo y amigo, habíamos comentado la posibilidad de atrevernos con el anillo ciclista, una vía que bordea toda la ciudad de Madrid, de 64 kilómetros de longitud, con un perfil no muy agresivo, pero sí de tipo rompepiernas, con tramos de subidas, bajadas y repechos cortos que acaban siendo muy agresivos, sin contar aceras, cruces, desvíos y demás incidencias. Finalmente nos propusimos la fecha del pasado sábado para afrontarlo, y a media mañana quedamos en el Lago de la Casa de Campo, uno de los puntos por los que pasa el anillo, y que posee una estación de metro que a ambos nos venía bien. Como sucede con todas las excursiones que acaban siendo duras, al principio poseen un carácter jovial y divertido, los primero kilómetros, aunque piquen hacia arriba, pasan rápidos y fáciles, y le dan a uno la sensación de que la vuelta no es para tanto, que ese reto que le ha agobiado en la mente durante semanas no era excusa suficiente para robar el sueño o generar nerviosismo. Tarde o temprano aparecen las primeras cuestas de verdad, las que permiten alcanzar los PAUs de Montecarmelo y Las Tablas, y las piernas empiezan a decir que se acabó la alegría y comienza el largo tramo de aguante, en el que aún tiran, pero ya sin exceso alguno. Pasan los kilómetros, caen las carreteras radiales, sobre las que el anillo cruza mediante ágiles puentes, y al llegar a la A3, con cerca de dos tercios del recorrido, y tras una bonita bajada, coronamos un pequeño ascenso en el proceso de bordear Vallecas en el que empiezo a sufrir de verdad. Subo el desarrollo, y por primera vez utilizo la “trampa” que suponen los piñones más grandes de una bici de montaña, lo que me permite coronar la cuesta más o menos indemne, pero sabiendo que de ahí en adelante nada va a ser placentero, sino todo lo contrario. El camino sigue descendiendo hasta el parque lineal del Manzanares y el Hospital 12 de octubre, y al poco comienza la travesía de la Avenida de los Poblados, calle infinita que circunda todo Carabanchel y que, picando suavemente hacia arriba, esconde repechos cortos, pero duros, que se me atragantan. Convencido de no bajarme de la bici hasta que no pueda más, tiro de desarrollo, sin llegar a meter el plato enano, y a un ritmo no superior al de un paseante, corono las cimas que acaban llevándonos a la estación de Aluche, punto a partir del que el camino se vuelve plano. Ya muy cansado, se que lo más difícil está hecho, pero queda todavía subir el minipuerto de apenas trescientos metros que permite salvar la A5 para acceder a la casa de campo. En esa subida, con un par de revueltas y que acaba en otro de esos puentes azules de diseño, dejo mis últimas fuerzas, y como en la zona de Carabanchel, oigo a OOM que me anima y empuja con su voz para que pueda llegar hasta arriba. Lo logro, no se muy bien cómo, y desde ese punto, tras un pequeño desvío por error, cogemos el camino que, recto o en bajada, y con un encontronazo con “la fuerza” (OOM sabe de qué hablo) nos acaba llevando nuevamente al Lago, el punto de partida.

El objetivo, bajar de las cuatro horas, lo cumplimos, con un registro de tres y media, y el agotamiento que tengo en el cuerpo, que me duele mucho, refleja el esfuerzo inmenso que realicé, pero como cuando era mucho más joven y me pegaba palizas similares (por kilometraje y perfil mucho más duras) me embarga una satisfacción por haber alcanzado un reto que pensaba imposible. Tras comer en una terraza y descansar, nos fuimos para casa, OOM en metro hacia el sur y yo, en bici, atravesando el centro de Madrid, cruzando Cibeles y Alcalá a un ritmo de paseo, mitigando el dolor de las piernas con el disfrute del reto cumplido.

viernes, mayo 16, 2014

Noche de debates europeos


Anoche tuvieron lugar dos debates sobre las elecciones europeas, muy distintos en formato y fondo, y con un resultado que, en parte, fue exactamente el contrario al que yo habría previsto. Mi intención, por la tarde, era ver ambos, como así hice, y dedicar en el blog de hoy un pequeño espacio al debate europeo a cinco y centrarme en el cara a cara nacional, entre Cañete y Valenciano, pero tras ver ambos programas he decidido hacer exactamente lo contrario, con algo de rabia aflorando en el teclado por la, nuevamente, paliza que el norte de Europa nos ha dado a la hora de cómo hace un programa de este tipo, y cómo en España nos empeñamos en destrozarlo.

El debate europeo tuvo lugar en Bruselas, entre cinco candidatos: El popular Jean-Claude Juncker, luxemburgués, con el que va el PP, el socialdemócrata Martin Schulz, alemán, con el que va el PSOE, el liberal Guy Verhofstad, belga, con el que va UPyD, el izquierdista Alexis Tsipras, griego, con el que va IU y la candidata de los Verdes, Ska Keller, alemana, con la que supongo irá Compromis EQUO. Todos ellos se encontraban de pies con un atril, en línea, frente a la moderadora, una periodista de la que no se nada pero que dio una lección de cómo llevar y dominar a los candidatos. Y detrás púbico, mucho público, que aplaudía o expresaba desagrado en función de lo que oía. Los temas eran propuestos por la moderadora y cada candidato tenía turnos de un minuto, que eran señalados por la presentadora, que así mismo se encargaba de controlar los tiempos, ayudada por un enorme cronómetro sito en la parte superior del escenario. Así, el formato era muy similar al programa “55 segundos” que seguro recuerdan. Tres de los candidatos hablaron en inglés, mientras que Juncker lo hizo en francés y Tsipras en griego. La traducción simultánea funcionó bien y no hubo problemas al respecto. A medida que pasaban los turnos y temas el debate se animó, y contemplaba con sorpresa como lo que suponía que iba a ser un conjunto de monólogos aburridos y traducidos a trozos se convertía en algo muy parecido a lo que pensamos que es un debate. Interpelaciones, alusiones, contrapreguntas, respuestas rápidas, moderadora que controlaba el juego y dejaba jugar… La impresión que me ofrecieron los candidatos, dado que no conozco a ninguno de ellos de manera mediática, como sí pasa con los españoles, fue diversa. Keller, la verde, jugaba con la baza de una imagen muy distinta a la de los otros, y dentro de sus planteamientos, excesivamente buenistas, ofrecía una imagen sólida y coherente. Tsipras, la gran estrella griega, me pareció plano, encorsetado, muy centrado en el “austericidio” y con mensaje de escaso recorrido. Juncker me pareció el candidato más decepcionante de todos. Gris, vacuo, soso, con aspecto de que aquello no iba con él, no dio la imagen de estar en el debate y sí de esperar a que aquello pasara de largo. Ofreció la imagen del eurócrata gris y aburrido, la peor posible. Schulz tuvo momentos lúcidos y se le notaba mucho más suelto y político, si se me permite la expresión, y dio una buena imagen de su partido. A mi modo de ver, el que ganó fue el belga Verhofstad, mucho más apasionado que el resto, aunque incurrió en algunas contradicciones flagrantes y, horror!!!, hizo más de un turno de réplica con una mano en el bolsillo del pantalón. Se mostró como el más locuaz, ingenioso y demostró tener unos recursos de oratoria superiores al resto. En definitiva, el encuentro fue interesante y acabé con la sensación de haber asistido a un auténtico debate, que me gustó mucho más de lo que, a priori, hubiera esperado.

Tras el comenzó el cara a cara Cañete Valenciano, y después del clímax alcanzado en el programa anterior, este fue un continuo cuesta abajo hacia la nada. Con un formato encorsetado, pactado por los dos partidos, en los que la pobre moderadora, una María Casado correcta y tiesa por obligación, no pintaba nada, el encuentro consistía en una sucesión de monólogos cruzados de dos minutos, la mayor parte de ellos leídos, especialmente Cañete, en los que sólo se lanzaron reproches mutuos por el pasado y Europa no existió para nada. Más centrada, porque era su gran oportunidad, quizás única, Valenciano ganó a un Cañete serio, nervioso, muy fuera de su habitual estilo. Pese a ello, ambos ofrecieron una imagen pobre, ramplona y desangelada. Una decepción absoluta.

miércoles, mayo 14, 2014

Y luego dicen que la prensa es cara (para Camille Lepage)


El rostro de Camille Lepage muestra unos ojos espectaculares, que sostienen una mirada fija, escrutadora, inquieta, que parece preguntar más que observar. Con un mechón medio caído de lado su imagen es bella, y pese a su edad, sólo 26 años, transmite una sensación de fuerza y vitalidad enorme, de energía, de ganas de hacer realidad sus propósitos, de comerse el mundo para poder entenderlo, y sólo una desgracia o un malnacido sería capaz de poner fin a la fuerza que anida en esos ojos que todo lo parecen querer ver. Pero lamentablemente eso, la desgracia en forma del mal nacido, es lo que ha sucedido.

A sus 26 años, y cada vez que lo escribo me asombro por la juventud que se alberga en esas edad, Camille es la última de la larga lista de periodistas que han sido asesinadas en los últimos tiempos. Su último destino, el que ha resultado ser el definitivo, ha sido la República Centroafricana, uno de esos países sitos en África que sólo son noticias cuando en ellos se desatan grandes tragedias naturales, algunos de sus nacionales son recogidos de las vallas fronterizas que delimitan nuestro paraíso europeo o, como es este caso, un occidental muere en su territorio. El resto del tiempo viven sumidos en el olvido y, frecuentemente, azotados por guerras de alta intensidad y baja cobertura informativa. Contar lo que allí sucede es caro, peligroso y no vende, no genera audiencia. Las desgracias locales, en las que podemos identificar el paisaje, o cuyas víctimas pudieran ser nosotros mismos, por el color de la piel, la forma de hablar y de vestir, son las que cubren nuestros informativos diarios, y consiguen conmovernos, e incluso nos llevan a sacrificarnos. Las guerras olvidadas, y en África lo son casi todas, no nos causan problema alguno Se producen lejos, en un contexto que nos es tan ajeno como la superficie de Marte, y en ellas participan personas que no nos suenan de nada, en lugares con nombre exótico, que nos hacen pensar más en películas de Safari o en atracciones de parque temático. A veces se producen casualidades que permiten que esa realidad emerja en el minutaje de nuestros informativos, y entonces reaccionamos, nos ponemos serios y llenamos la redes sociales de mensajes de indignación, nos sacamos indignados selfies reclamando justicia y firmamos en una web para que esas atrocidades no se produzcan. Y tras ello, nos olvidamos y seguimos con nuestra vida diaria. Será lo normal, no lo niego, pero cada cierto tiempo algo en mi cabeza me vuelve a recordar que es un comportamiento infame. Los ojos de Camille han sido, esta vez, los que me lo han gritado nuevamente. Son personas como ellas, periodistas locos, mal pagados, apenas sin medios, provenientes de empresas que no dejan de aumentar sus pérdidas y recortar el salario de sus empleados, o directamente freelances que se lanzan a la aventura para conseguir un material con el que poder hacer carrera, los que nos permiten saber que esa realidad olvidada, en este caso en África, sigue allí. Son los misioneros, los únicos occidentales que viven el día a día en esas comunidades, los que a veces logran salir a la luz y cuentan sus experiencias, silenciadas por ser incómodas y reflejar una iglesia que sí cumple el evangelio, y que parece ser dañina tanto para la jerarquía religiosa como para los que día a día denigran el sentimiento de fe. Son los cooperantes que se arriesgan a visitar esas zonas, integrados en médicos del mundo, ingenieros sin fronteras u otras plataformas por el estilo, los que trabajan día a día para tratar de mejorar las condiciones de vida de esas personas que sufren la guerra, la violencia y al pobreza extrema. En definitiva, un pequeño grupo de locos que sacrifican su comodidad, esa de la que usted y yo disfrutamos cada día, para hacer la vida mejor a quienes más lo necesitan, Pudieron escoger los que demandan ayuda al lado nuestro, en nuestras ciudades, pero ellos escogieron irse más lejos, allí donde les llamó su voluntad o fe.

Y todos necesitan que un periodista, el más loco de los locos, vaya y cuente su historia, para que el resto del mundo lo sepa, y pueda valorarlo. Por eso matar al periodista supone silenciar la voz de los que más lo necesitan, y cegarnos los ojos a los que, desde nuestras poltronas, podríamos hacer lago si quisiéramos. Matar a Camille es la manera más efectiva que poseen los asesinos de perpetuar sus infames actos y que se mantengan impunes. Su muerte es ponernos una venda para impedirnos conocer lo que pasa a nuestro alrededor. Que no sea así, que en nombre de Camille haya nuevos periodistas que sigan contándonos lo que allí pasa, y que desde aquí se les apoye, pague, y reconozca su labor. Y luego dicen que la información es gratis!!! Y una mierda, verdad, Camille??????

Mañana es San Isidro, festivo en la ciudad de Madrid. No me cojo puente así que el Viernes 16 aquí estaré, dándole a la tecla.

martes, mayo 13, 2014

Asesinato en León, muerte en la red


Una pasarela peatonal sobre el río Bernesga, una mujer menuda que camina sobre ella y dos más que se le acercan, madre e hija, que sin mediar palabra alguna la acorralan, y disparan a quemarropa, sin otorgar opción alguna a la víctima. Un cuerpo que se desploma, sangre que sale a borbotones de donde antes se alojaba vida y ahora yace la muerte, gotas rojas que se unen a la corriente del río, y las asesinas, que huyen del lugar del crimen, con la confianza de no ser identificadas pero con la sospecha de que, tarde o temprano las atrapen. Confusión, gritos, sirenas, el protocolo moderno de la muerte medicalizada en forma de ambulancias y luces estridentes, ya inútiles ante el cadáver que les aguarda.

El asesinato de la presidenta de la Diputación de León y del PP provincial, Isabel Carrasco, saltó ayer por la tarde a la actualidad de manera tan brusca como lo hicieron los disparos que acabaron con su vida. Todo pasó a un segundo plano, la campaña electoral se suspendió y los partidos políticos se unieron en un coro de solidaridad en torno a una víctima que, en cierto modo, les representa. Aún hay dudas sobre las causas y motivos del ataque, pero todo parece apuntar a una venganza personal por motivo laboral. La hija, detenida ya junto con su madre, fue despedida de la Diputación y llevaba tiempo pleiteando contra la institución provincial. Además se da la circunstancia de que también era militante del PP y participó en las últimas elecciones municipales en las listas de la formación conservadora, creo que por la propia ciudad de León. En todo caso los detalles los tendrá que ir aclarando la policía, que en ello está, pero un móvil de venganza privada es lo que más parece acercarse a la explicación de lo inexplicable que pasó ayer. Y de mientras aún la sangre de Carrasco manaba sobre la pasarela rumbo al río, en la red se empezaban a ver comentarios de personas que jaleaban y celebraban su muerte, que venían a decir que era una cabeza que rodaba ajusticiada por los que sufren la crisis, que llegaba la hora de la venganza hacia los que habían impulsado los recortes, y que en cierto modo esa muerte era justa. Cientos de mensaje de tipo violento, cruel y descarnado, que trataban de encontrar u argumento al asesinato, que lo justificaban, lo exculpaban o lo comprendían. Basura volcada en tuits de pocos caracteres pero mucha mala baba y odio desenfrenado. Empieza a ser tristemente habitual encontrase con personas que, ante desgracias de uno u otro tipo, lanzan mensajes felicitándose por ellas, celebrándolas, cagándose literalmente en los muertos y sus familiares. El anonimato, a veces ni eso, sirve como coartada para poner la mayor burrada que imaginarse uno pueda, y por momentos twitter y otras redes se convierten en la peor versión de nosotros mismos, un espejo que a veces nos devuelve una imagen bella y alegre de nuestra sociedad, pero que en ocasiones como las de ayer nos muestra su lado más vil y repugnante. Esos comportamientos han existido toda la vida, no son nuevos. En mi pueblo y localidades vecinas había muchos que brindaban cuando ETA mataba, y algunos lanzaron cohetes en una villa de la que no quiero acordarme cuando apareció muerto Miguel Ángel Blanco. Indeseables los ha habido toda la vida, sólo que ahora todo el mundo puede oírles. Y eso provoca que su efecto sea aún más devastador, que ensucien sin fin, que sea su pérfido mensaje el que más relevancia adquiera entre el dolor, muchas veces íntimo y silencioso, de una inmensa mayoría de personas que repudian la muerte, condenan todo asesinato y lloran ante los crímenes, sean estos cuales sean.

No olvidemos una de las principales lecciones que nos dejó el terrorismo. Su condena debe ser siempre firme, segura y sin ambages. Palabras del tipo “sí, pero…” sólo contribuyen a legitimar el asesinato. Expresiones como “era así”, “algo habrá hecho”, “ella se lo merecía” y otras infamias por el estilo justifican, alientan y defienden al asesino, al que dispara, al que mata. Y eso nunca. Nada vale la vida de una persona. Ninguna idea merece la pena si se mata por ella, nada justifica un asesinato, nada hay de comprensivo en una ejecución, no hay excusa para los que matan, no debe haber comprensión para sus actos. Todos nuestros esfuerzos deben ser para con la víctima y sus familiares y allegados. Ese debe ser el norte del que nunca debemos apartarnos. Nunca.

lunes, mayo 12, 2014

Lo Hipster triunfa en Eurovisión


Le pasa a Eurovisión lo mismo que a muchos programas de telebasura, que todo el mundo niega verlos y despotrica contra ellos pero, cuando se emiten, alcanzan cotas de audiencia enormes, que los hacen rentables y eternos. Pregunte en su entorno la opinión que les produce a sus conocidos el festival de la canción (casposo será de lo más suave que vayan a oír) y, sin embargo, todos sabrán quién ha ganado, el puesto en el que hemos quedado (nunca los ganadores) y cuáles han sido, entre todas, las actuaciones más horteras, espectaculares o, simplemente, frikys. Y muchos le contestarán con un “twelve points” dicho en inglés macarrónico con pose de presentadora.

Yo no soy fan de Eurovisión, ni del concurso en sí mismo ni de los estilos musicales que por él desfilan, pero no tengo nada en contra del festival y, lo confieso, me divierte ver algunas de las canciones, comentar lo que me parecen y, sobre todo, asistir al complejo y surrealista proceso de votación, en el que casi siempre la geopolítica, la vecindad y los afectos locales entre naciones son los que determinan a quienes se votan. Este año la edición se celebró en Copenhague, en un recinto gigantesco, sito en un antiguo muelle, en un escenario en el que la luz y los efectos especiales se salían y con un despliegue de medios apabullante en todos los sentidos. Vi en directo hasta Alemania, más o menos un tercio de los concursantes, y me reafirmo en que no es mi estilo musical lo que allí se expone. Como no vi actuar a la cantante española no puedo juzgar si lo hizo bien o no, pero esta vez hemos quedado en un honroso puesto 10, cima a la que no llegábamos desde hace mucho tiempo, por lo que se puede considerar un éxito. Dirán algunos que vaya bodrio, dado que España es uno de los países que paga el festival (y por eso no bajamos nunca) no somos capaces de ganarlo ni soltando pasta. Sí vi las dos actuaciones más impactantes, por diversas cuestiones, de las que desfilaron por el escenario. Una fue la austriaca, la ganadora de la edición, en la que un cantante convertido en musa hipster, tribu urbana de moda en este momento, con sus melenas sueltas, barba y figura escultural, cantó una balada simple, efectiva, de manera estática en el escenario, sin acompañamiento, y con el morbo de ver como la cámara le enfocaba mientras medio continente se preguntaba quién era realmente Conchita, nombre artístico del intérprete. La canción, a mi entender, es correcta pero no vale mucho, y no es lo que se dice “festivalera” pero el marketing y la interpretación fueron suficientes para coronar a Austria a la cabeza de la clasificación. La otra actuación de impacto, que lo buscaba, fue la de Polonia, país católico y recatado donde los haya que, como la España de los setenta, quizás dio por inaugurada el sábado su época del destape de manera muy europea. En el escenario un trío de rubias polacas cantaban, es un decir, una canción mala de solemnidad que hablaba de la belleza de las mujeres eslavas, algo indudable, de mientras que el papel de los coros lo ejercía una rubia que hacía como que lavaba unas prensas sobre la orilla de un río, insinuando que el detergente y el suavizante salían de sus pechos, y en el otro extremo otra polaca completamente hormonada y con un sujetador a prueba de bombas desarrollaba una escena propia de una peli porno en la que imitaba, con un grueso palo entre sus manos, el movimiento de la mezcla que se realiza en un cuenco para elaborar mantequilla, o algo similar, mostrando unos pechos aún más ceñidos y voluptuosos que la anterior. La escena caminaba entre el surrealismo y el patetismo, causando asombro, risa y pena a partes iguales. Por no mucho la canción española fue más votada que la polaca, pero varios países le dieron puntos. Entre ellos, oh sorpresa, Italia, seguramente todos ellos votados por un Berlusconi a quien le gustó más la interpretación que la melodía.

A medida que las votaciones avanzaban y Austria se encaramaba a lo alto del pódium el cachondeo en internet iba a más. Destaco dos ideas. Una es que el ogro homófobo de Putin ha tenido su merecido, al ver como Europa corona en su festival a un transexual barbudo, tras lo cual es probable que Rusia, directamente, bombardee Viena para evitar un nuevo episodio por el estilo. El otro, muy agudo, fue el “mensaje de twitter  que Wilkinsom, la marca de cuchillas de afeitar, envió para felicitar a Conchita por su victoria, recordándole que de usarlas también habría ganado dada su buena voz e interpretación, en lo que me parece un uso magnífico, veloz y con mucha guasa, del poder de las redes sociales por parte de una marca.

viernes, mayo 09, 2014

Día de Europa en campaña electoral


Hoy, 9 de Mayo, es el día de Europa, festividad de la Unión que conformamos un gran grupo de países de este viejo y torturado continente, y que permite que desde hace varias décadas no haya guerras en su centro y sector occidental. Como pueden ver ustedes estos días, el sector oriental es otra historia. En España la festividad de hoy estará marcada por el cruel accidente de tráfico sucedido ayer en Extremadura, que se ha saldado con la muerte de cinco chavales que volvían de jugar un partido de futbol sala. Si todas las muertes carecen de sentido, más aun tratándose de jóvenes en el principio de su vida. Horrible tragedia.

Coinciden este día de Europa también con el inicio de la campaña electoral a las elecciones europeas, y sospecho que es nombrar este asunto y lograr que el par de locos que siguen leyéndome desistan y abandonen para siempre. Ya lo siento, pero me temo que estas dos semanas tendré que hacer bastantes referencias a la campaña y las elecciones en sí. Las europeas son unos comicios devaluados, que no son tomados en serio por casi nadie, empezando por quienes se presentan para ganarlos, y se saldan con una participación muy baja. En esta ocasión la duda es si llegaremos a la mitad del censo. Espero que sí, pero temo que no. Nos da la sensación de que no sirven para nada, que si los parlamentarios españoles son unos aprovechados que no resuelven nuestros problemas, los europarlamentarios juegan la liga de campeones de los aprovechados. Quizás en parte sea así, pero es cierto que las decisiones que se toman en Europa afectan, cada vez más, a la vida de los ciudadanos que componemos la Unión, y no hace mucha falta que les recuerde cómo durante este par de años que llevamos de crisis de deuda la soberanía y decisiones españolas han quedado completamente supeditadas a lo que se decidía en Bruselas o Frankfurt, y a lo que se votaba en el parlamento europeo. Pese a todo ello, mucha gente optará por no votar, en un gesto de abatimiento, protesta, cabreo o simplemente desgana, y eso penalizará los resultados de los partidos grandes y puede dar oportunidades a partidos pequeños, fenómenos mediáticos surgidos en su mayoría de la tertulianitis crónica de la TDT, y que se ven favorecidos por el sistema electoral de estas elecciones, único en nuestra democracia. Sí, si quieren el argumento definitivo para votar, estos son sus comicios. En ellos el voto de cada español cuenta lo mismo. Viva en Elorrio, Madrid, Cartagena o Cosuenda, las listas que votaremos en un par de semanas son las mismas para cada partido, y el que más votos obtiene, se lleva los candidatos. No juega ni la concentración de voto ni la distribución provincial o la de la Comunidad Autónoma. En este caso la circunscripción es única, toda España, por lo que en este caso el voto de un pueblo de cien habitantes de Soria cuenta lo mismo que los cien votos de una comunidad de vecinos de Barcelona. Los que, con cierta razón, acusan de que en España tenemos un sistema demasiado proporcional que pondera en exceso la concentración de voto, y sobrerepresenta a las formaciones nacionalistas frente a las nacionales dispersas (caso claro de IU y UPyD) en esta ocasión no tienen argumento. El resultado será muy “puro” y por ello, probablemente, sorpresivo y difícilmente extrapolable a una elección nacional, tanto por el distinto comportamiento y volumen de voto como por la necesidad de introducir, en ese caso, el factor corrector de la concentración, lo que destrozaría los resultados, probablemente muy buenos, que vayan a obtener las formaciones que no sean ni PP ni PSOE.

Si pese a ello no se han convencido, trataré de insistir a lo largo de estas semanas de ir a votar, de que todas las elecciones son importantes, de que el voto es uno de los derechos sagrados de la democracia que más nos ha costado conseguir y que, pese al uso abusivo que puedan hacer de él quienes ahora con tanta amabilidad nos lo piden, encierra una enorme soberanía el acudir a la urna y decidir a quién apoyamos. No ir, no apoyar a nadie, es perder el derecho a la opinión, y dárselo a otros, que pueden tener unas ideas peligrosas (ojo al resultado de los ultras en países como Francia y Reino Unido) y obtener un poder con el que implantarlas. Aunque sea para defenderse de los antieuropeos, vayamos a votar el 25 de Mayo.

jueves, mayo 08, 2014

ADIF, los sobrecostes y las obras paradas


España cada vez me recuerda más al pasaje bíblico de Sodoma y Gomorra. En él, si recuerda, Dios comunica a Abrahám que destruirá las ciudades porque están en un pecado irreversible. El patriarca trata de convencer a Dios, que se muestra generoso en el caso de que le muestre cincuenta inocentes. Abraham los busca y no halla, y a partir de ahí se establece una negociación a la baja entre ambos que culmina con la salvación de Lot, sobrino de Abraham, y su familia, y la incineración de las ciudades, una de las cuales, Sodoma, pasa a la jocosa posteridad y la otra, además de destruida, es olvidada.

Digo esto porque empiezo a pensar que no hay lugar en el que se escarbe en este país y permita encontrar un caso de corrupción. Sobresueldos no declarados, cohechos, precios inflados, sobornos, compra venta de bienes y voluntades, malversación, fraude… en todas partes se repite el mismo esquema que resulta tedioso, absurdo y deprimente. Cada semana tenemos un caso nuevo, de una gravedad similar o superior al que nos obsesionaba la anterior, y que entra en tromba en la actualidad política y mediática, para ser relevado por otro al cabo de pocos días. Cambian las empresas, el sector, el partido político y los nombres, pero en esencia todo es lo mismo. Ahora le ha tocado a ADIF. ADIF es la empresa pública, por simplificar las cosas, que se encarga de la construcción de las líneas de alta velocidad. Diseña los recorridos, aprueba los proyectos, saca los concursos de obra y las paga. Es un gigante tanto en personal como en medios, y su esfuerzo inversor durante estos años ha sido enorme, en parte cofinanciado con fondos europeos, en lo que yo trabajo. Como responsable y gestor de las infraestructuras una vez construidas, su fama es buena, tiene una imagen sólida y de prestigio, y una gran experiencia a la hora de desarrollar soluciones técnicamente válidas en terrenos difíciles, dada la orografía de España y las necesidades de líneas planas que demanda la alta velocidad. Esto le ha permitido presentarse a concursos internacionales, en medio del boom de la alta velocidad que se vive en varias partes del mundo (las que pueden costeársela) y se ha adjudicado contratos muy importantes, como el llamado “AVE de los peregrinos” entre Medina y La Meca, en Arabia Saudí. Pues bien, el último escándalo conocido afecta a ADIF, en forma de sobrecostes injustificados y estrafalarios en varios de los tramos finales de la línea Madrid Barcelona, con unos desvíos presupuestarios enormes, un abuso de la figura del modificado de contrato, que tristemente es tan habitual en la obra pública española, y un presunto soborno por parte de una de las empresas adjudicatarias de los trabajos, la constructora Corsan Corvian, que le habría permitido facturar “extras” por varios millones de euros, soborno mediante a funcionarios y personal de ADIF. El modus operandi de estas corruptelas siempre es el mismo. Se licita la obra por X euros, se la lleva un adjudicatario que rebaja el importe en un gran porcentaje y, una vez comenzada, surgen problemas, reales o no, que acaban provocando que la obra cueste dos o aún más veces X, y entre tanta porción de X apenas se ven algunas dádivas otorgadas a los supervisores del contrato para que no miren donde no deben. Y así todos ganan dinero, unos muchísimo, otros no tanto, pero algo, y el contribuyente, que es quien lo paga todo, pierde, no se entera, y que se joda. Cambien el sector, las empresas, los nombres, pero verán que el funcionamiento es muy similar.

Cuando sale el tema de la corrupción discuto habitualmente con quienes me encuentro, y acabo siendo acusado de todo, cuando digo que ahora no hay más corrupción que antes, siempre ha habido mucha. La diferencia es que ahora nos enteramos, y por eso nos escandalizamos algunos (otros muchos, muchísimos, no, matiz muy importante que no conviene olvidar). En el caso de ADIF el daño que este caso hace a la marca de la empresa y a la imagen del país es enorme, gravísimo, y de difícil arreglo. Súmenle a eso los múltiples casos de faraónicas obras que viven en medio del abandono, pagadas seguramente con idénticos sobrecostes, y el panorama es para llorar. Las tristes consecuencias de la maldita burbuja en la que todos nos subimos, y que todo lo corrompió, pudrió y destruyó a su paso.

miércoles, mayo 07, 2014

El salvajismo impune de Boko Haram


Resulta asombroso el juicio tan sumamente parcial con el que valoramos los hechos según nos son más o menos cercanos. La enfermedad del vecino es una gran tragedia para nosotros pero decenas de muertos en una aldea remota apenas ocupan un suelto en la parte inferior de una columna de periódico. Un atentado en el que muera un occidental blanco adquiere mucha mayor relevancia que el asesinato de decenas, cientos, de asiáticos, negros o de cualquier otra de las poblaciones mundiales. Supongo que será un hecho instintivo, natural hasta cierto punto, útil en una época primitiva de aislamiento de los individuos, pero que genera enormes injusticias en un mundo globalizado como el nuestro.

En Nigeria, ese país sito en África, cerca del golfo de Guinea, con una enorme población que va camino de los doscientos millones de personas y no deja de crecer, y una economía que hace pocas semanas superaba oficialmente a la de Sudáfrica y se convertía en la mayor del continente, en ese país que apenas sabemos ubicar en el mapa, opera desde hace años una secta islamista llamada Boko Haram, que viene a decir más o menos “la educación occidental es pecado”. Los sujetos de este grupo violento se han especializado en crueles y salvajes asesinatos de cristianos, normalmente de forma masiva, con tácticas atroces propias de los nazis, mediante el asalto a colegios o iglesias. En muchas ocasiones han encerrado en ellas a las personas que asistían a clase o a los oficios religiosos y, tras ametrallarlos por las ventanas, han prendido fuego a los edificios para exterminarlos. Operan en el norte del país, buscando la creación de un estado regido por la sharia, la ley islámica, y entre los terroristas islamistas son de los más activos, tristemente, efectivos. Sin embargo sus matanzas apenas han conseguido eco en los medios occidentales. Dado que atacan iglesias, muchos de sus atentados se han perpetrado en Domingo, y no son pocos los que, viendo el telediario, el presentador comentaba de pasada una nueva acción de ese grupo que, habitualmente, leía con dificultad y le sonaba raro, siempre en torno a la mitad pasada del espacio informativo, más o menos en la sección de “breves”. Salvajismo, impunidad y olvido, el caldo perfecto para extender el terror, y que en África se da con excesiva y reiterada frecuencia. Los llamamientos de las víctimas de esta secta a la comunidad internacional para que actúe, o al menos se entere de lo que allí pasa no han servido para nada. Nadie, ni la ONU ni ninguno de los otros organismos existentes, tanto los inútiles como los que sirven para poco, han prestado atención alguna a Nigeria y sus muertes. Negros, pobres en su mayoría, desamparados, cristianos, sin recursos… una población absolutamente prescindible para el interés del espectador medio y que no va a generar ni repulsa ni llanto ni conmoción en caso de ser mostrada en la cámara. Simple indiferencia. Sólo algunos valientes en la tele pública y en la radio (mención especial a Carlos Alsina) han ido contando lo que allí pasa, en medio del silencio de todos los demás. Y ha sido la última acción de esta secta maligna, el secuestro de más de doscientas escolares, todas ellas chicas, la que ha conseguido que parte de la atención internacional gire su cabeza e, indolente, ponga un ojo en Nigeria. Esas niñas estaban en la escuela, estudiando, y Boko Haram considera que estudiar es pecado, y ser mujer también. Por lo tanto las raptó, con el fin de esclavizarlas sexualmente, venderlas como si fueran ganado a quien las compre y, si llega el caso, matarlas, porque su vida no vale nada a ojos de Alá y de los radicales y fanatizados intérpretes de su mensaje. Así de crudo y duro.

Al poner un ojo sobre el país algunos han descubierto a una nación que crece de manera descontrolada, con una demografía salvaje, un gobierno incapaz de hacer frente a las necesidades de sus habitantes, que apenas puede combatir a los islamistas de Boko Haram y que, en el caso de este secuestro, se ha dedicado a mentir y minusvalorar la cifra de niñas secuestradas porque, quizás, eran mujeres, y tampoco valían demasiado a los ojos del propio gobierno, y qué más daba diez que cien. Como es obvio que no se va a organizar una misión internacional de rescate de las niñas ni se van a movilizar cascos azules ni nada por el estilo, su futuro dependerá de la voluntad de sus siniestros captores, y de la presión con la que los medios cubran esta terrible noticia. Si cae en el olvido, ellas también lo harán.

martes, mayo 06, 2014

Ucrania va a la guerra


De mientras media España estaba de puente y yo me lo pasaba bien con mis amigos, en Ucrania la situación se deterioraba cada vez más. El Viernes pudo ser el día de no retorno, el que haya marcado el antes y el después, y no en una de las ciudades del este que más renombre están alcanzando, no, sino en Odesa, ciudad portuaria del mar negro, de nombre que evoca espías, historia profunda y leyendas misteriosas, en la que decenas de personas murieron en un ataque de milicianos proucranianos contra partidarios de Rusia, que acabaron siendo quemados tras provocar los primeros un incendio en el edificio en el que se refugiaron.

Ni está claro lo que pasó ni lo que sucede hoy mismo en el este del país, más que nada por la guerra de propaganda que mantienen los dos bandos y un cierto oscurecimiento informativos, sorteado con problemas mayores por periodistas de determinados países, especialmente EEUU, pero no tanto por los de otros, como los corresponsales españoles, que están haciendo un magnífico trabajo. La situación recuerda un poco a la de la semana pasada, en la que el gobierno de Kiev adoptaba firmes decisiones de reconquista de las zonas rebeldes para acabar siendo apenas unos pocos tanques los que eran movilizados, de los cuales más de la mitad desertaban al llegar a la zona prorusa y se pasaban a los brazos de los amigos de Putin, dejando al gobierno ucraniano en el más absoluto de los ridículos. Si ayer desde Kiev se hablaba de combates y bloqueos en torno a la ciudad de Slaviansk los testigos allí presentes afirmaban que bloqueos había, y tensión y miedo sobraban, pero que ni había muertos ni altercados en la calle. En todo caso parece evidente que la calma, si la hubo real en algún momento, se ha roto del todo en el este del país, que las fuerzas prorusas se han hecho fuertes en las ciudades que lindan con las antiguas tierras de los zares, que no se van a dejar desalojar por las buenas, y que desde el bando liderado por Kiev también está claro que se ha perdido el control de la fuerza. Las unidades regulares (policía y ejército) no parecen actuar al dictado de las órdenes del gobierno, mientras que son los grupos paramilitares asociados a “sector derecho” rama política ultra que mantiene acampadas y posiciones en el Maidan, los que están empezando a tomar posiciones sobre el terreno, llevando a la práctica ejercicios de violencia e intimidación. Eso parece que sucedió en Odesa, donde se enfrentaron los milicianos prorusos y los ultras del sector derecho, siendo estos últimos los que acabaron rodeando a los primeros y, teniéndolos acorralados, decidieron matarlos. En ningún momento parece ser que ni la población civil ni las fuerzas de seguridad ucranianas pudieron (está por ver si quisieron) parar la tragedia que allí se estaba fraguando. En este clima de creciente inseguridad, de toma de las armas por grupos incontrolados y de violencia que puede surgir en cualquier punto o momento es muy difícil analizar hacia donde se encamina el país, más allá de saber que su futuro es un desastre, y que lo que no podemos determinar de ninguna manera es la dimensión del mismo. Un escenario de balcanización empieza a ser cada vez más probable. Como sucedió en la antigua Yugoslavia, se puede desarrollar aquí una guerra “intermedia” de milicianos de uno y otro bando, que tratan de hacerse con localidades y, una vez tomado el control, limpiarlas de enemigos. Un conflicto civil sucio, repugnante, de tintes étnicos, que sería muy difícil de controlar si se desata del todo. Y a día de hoy pocas son las fuerzas que parecen estar interesadas en pararlo.

La diferencia, obvia, con el caso Yugoslavo, es la vecindad de una Rusia eslava y con ganas de recuperar terreno, y que difícilmente iba a permitir que fuerzas paramilitares de signo radical se hicieran con ciudades fronterizas con su territorio. A medida que la escalada militar crezca lo hacen igualmente las posibilidades de que Rusia se involucre con tropas en el terreno para proteger sus lindes y las poblaciones de su mismo corazón y lengua. Eso sería una pesadilla, que empieza a quitar el sueño a media Europa. En este contexto, las elecciones previstas en Ucrania para el 25 de Mayo, coincidiendo con las europeas, y no por casualidad, se antojan ilusorias, y no veo la manera en la que puedan llevarse a cabo en la zona este del país. En su conjunto, la situación pinta mal, muy mal.

lunes, mayo 05, 2014

Teatro, lo tuyo es puro teatro (para IGU)


Este fin de semana he tenido despedida de soltero, mixta y tranquila, y no la mía, antes de que empiecen a preguntarse cosas, sino la de un buen amigo de Elorrio, IGU, todo, corazón, que tanto se merece, y al que hemos agasajado durante estos días con motivo de su boda, que tendrá lugar a mediados de Junio. Alquilamos una casa rural en un pequeño pueblo de la provincia de Zaragoza y como actividad, dado que no había consenso a la hora de realizar pruebas deportivas o con un cierto riesgo físico, optamos por representar un “cluedo en vivo” un teatro en el que se simula el asesinato de uno de los invitados a una fiesta y el novio, entre otras cosas, debe investigar quién ha sido el culpable.

¿Ha hecho usted teatro alguna vez? No, no me refiero al que interpretamos en la vida diaria, llena de falsos cumplidos, besos vacíos y carantoñas engañosas, que ojalá no sea así, pero que todos sabemos que existen y realizamos con mayor frecuencia de la debida. Me refiero a teatro de verdad, de subirse o no a un escenario, pero sí de representar un papel ante un público, de recitar unas líneas ensayadas e interactuar con otros personajes ante la atenta mirada de unos ojos que los ven y tratan de involucrarse en la escena que se desarrolla ante ellos. No estoy seguro, pero creo que la experiencia del sábado, siendo como fue algo de juguete y sin otro público más allá de mis amigos y los que organizaban el juego, ha sido mi primera experiencia de este tipo. Y me lo pasé bien, entre otras cosas porque nos conocíamos todos y la presión era muy pequeña, el objetivo final era divertirse y poco más. Pero subirse de verdad a unas tablas, encarnar un papel y soportar la presión del público, sean pocos o muchos, debe ser una experiencia dura, compleja y de alta tensión. Más allá de que uno pueda cometer errores con el guion que ha tenido que memorizar (y yo no tengo memoria, qué desastre sería!!) lo más difícil es eso que se dice de meterse en la piel del personaje, hacerlo tuyo, o mejor, que él sea tú. Se puede uno poner pelucas, disfraces, caracterizaciones varias, atrezo más o menos elaborado, pero lo más importante es ser creíble, es lograr que la persona que te ve no te vea a ti, sino a quien representas. Que la figura, la persona, el rostro de quien actúa desaparezca, se vuelva transparente, y que sobre la escena emerja un rufián, un asesino, un policía, una huérfana, un borrachuzo, un cura, un rey de Dinamarca… lo que sea. Los buenos actores son los que logran ese milagro de la transparencia, y se convierten en vasijas que, al contrario que las originales, que obligan al líquido a adaptarse a su forma, se contorsionan y moldean para que sean ellas las que, al recibir el líquido, se transformen en lo que el líquido les impone. Cuando una interpretación nos emociona es porque ha logrado ese punto en el que, como espectadores, el personaje nos llega, no el actor, sino el personaje. En ese momento de emoción nos da igual si el que está representando la figura es alguien famoso o conocido, es un rostro popular o se nos antoja completamente ajeno. Es indiferente. Porque para nosotros él ya no es “él” sino el personaje que representa. Y pese a que no soy un experto en la materia, y como sucede en los conciertos, a veces uno logra notar que esa comunión que existe entre el público y el personaje se logra, y se convierte en algo colectivo, en una emoción compartida por un público que se asombra, divierte, ríe, emociona, sufre o malvive la experiencia de un personaje que, ante ellos, se desnuda por completo para mostrarse tal y como el guionista, el autor, lo ha diseñado. Esa es la magia eterna del teatro.

Evidentemente la experiencia del sábado, como juego que fue, tuvo bastante más de divertimento entretenido que de interpretación, por lo que no surgió nada de todo lo anterior, ni era mucho menos el objeto buscado, pero si hubo momentos en los que todos los que allí estábamos nos encontrábamos muy metidos en nuestros personajes, y que la escena, vista desde fuera, sería tan surrealista como divertida, lo cual sería muestra de que mal no lo estaríamos haciendo. En fin, que me da la sensación de que, no sólo por la actuación, IGU se lo ha pasado muy bien, y que el veneno del teatro, que en tantos anida, debe ser conjurado viéndolo, asistiendo a representaciones, apoyando a las compañías y, si alguno se anima a dar el paso, subirse a un escenario, y empezar a recibir el líquido que nos moldeará a su antojo.