martes, marzo 31, 2015

Se acaban diez años de Brújula “con Alsina”

La vida es cambio. Todos lo sabemos, nos cueste asumirlo más o menos. Nosotros mismos, mental y biológicamente, no somos los mismos que hace meses o años. Nuestras células de la piel se han caído y renovado, y nuestros pensamientos, ojalá, también hayan seguido una pauta de cambio, mejor y progreso, aunque esto en ocasiones sea más difícil que ver volver a crecer el pelo. Las cosas que nos gustan también cambian, las modas las alteran, y uno debe estar preparado para ello. Sabía que, tarde o temprano Carlos Alsina dejaría la tarde noche para ir la primera división de la mañana. De forma un tanto abrupta, ese cambio ya es realidad.

Durante estos diez años, con permiso del omnipresente y tedioso fútbol, he pasado las tardes y noches entre semana con Alsina, con su programa de radio de actualidad y comentario económico y político. Sí, se que hay muchos programas similares a esa hora, y que son también buenos, pero lo cierto es que, poco a poco, y partiendo de un formato tradicional, Alsina ha logrado hacer “otra cosa” en la franja de las tertulias nocturnas. Con un plantel de colaboradores excepcionales, variopintos y que tenían la política como asunto secundario en su existencia, Alsina ha logrado el milagro de que, en este país, no te diera vergüenza escuchar un programa de opinión política ni, atención, que supieras de antemano lo que el presentador opinaba del asunto del día y sus palabras confirmasen tus prejuicios. Vivimos en un país infantiloide, lleno de irresponsabilidad, en el que las culpas se miden en función de en qué bando estemos, siendo nimias si las hacen “los nuestros” y de lesa humanidad si las hacen “los de enfrente”. Recurrimos a los argumentarios que hacen circular los gabinetes ideológicos de los partidos en torno a los que orbitan instituciones, medios de comunicación y todo el entramado social, y antes de opinar sobre cualquier cosa preguntamos qué dicen “los míos” para, con palabras propias, repetir machaconamente ese discurso. Televisiones, radios y medios en general han acabado convirtiéndose en trincheras más o menos fortificadas desde las que lanzar mensajes como si fueran granadas de mano para que impacten en la trinchera contraria, y todo desde la razón más absoluta y sin dudar un instante de que estamos en el bando acertado. Sí, sí, tedioso e infantil. Y en este panorama surgió hace una década un presentador de radio que, a la hora en la que la batalla se recrudecía, decidió ir por libre, y dejar que sus oyentes pensasen y opinasen como quisieran, que no pretendía adoctrinar ni formar, sino informar, que se tomaba la política como algo importante, sí, pero no eso trascendente que quieren hacer ver muchos, subidos a pedestales pero sitos en el fondo de sus miserias. Un presentador que dedicaba tiempo, a sabiendas de que eso costaba audiencia, gustosa al parecer de las trincheras, a noticias que no importaban a casi nadie, que una vez abrió el programa y dedicó veinte minutos de monólogo a un Ébola que empezaba a ser conocido en Europa pero que ya llevaba matadas a miles de personas en África, como él nos lo había contado hacía ya meses. Con un estilo amable, propenso a la ironía, serio cuando tocaba, Alsina ha ido construyendo en esta década una radio distinta a todas las que se hacen en España, y que ha encontrado a un público fiel, que podía discrepar o no de lo que opinaba el presentador y sus colaboradores, pero que sabía que en todo momento estaba siendo tratado con inteligencia, con mimo y como si fuera lo que realmente es y casi nadie aprecia, un ciudadano poseedor de derechos y deberes. Y esto, créanme, en un país donde cualquiera que tiene algo de poder y relevancia considera que los demás son sus súbditos, es merecedor de todos los elogios posibles.

La marcha de Carlos Herrera ha dejado un hueco por la mañana que le va a corresponder cubrir a Alsina y a Juan ramón Lucas. Con ellos se irán muchos colaboradores y secciones míticas, y ya no anochecerá nevando en Pekín, y, quizás, en serie te lo digo que ni a cien millas de Manhattan encontraremos una fauna semanal, pero la Brújula sigue. A Alsina sólo podré oírle en algunos poadcast que sea capaz de recuperar tras el trabajo, pero la radio, ese maravilloso invento, siempre estará ahí, para acompañarnos, entretenernos e informarnos. Y los seguidores del programa, agradecidos, lanzamos el grito de guerra que nos recordará siempre las glorias pasadas y la esperanza de las que vendrán

¡¡Larga vida a La Cultureta!!

lunes, marzo 30, 2015

Tocando el cielo con Bach y Herreweghe

La música de Bach es infinita. Incluso muchos a los que no les gusta la música clásica conocen piezas suyas e, inconscientemente, las han tarareado alguna vez. Su producción es inmensa y abarca todo lo imaginable en su época, y puede programarse en cualquier momento, pero es obvio que muchas de sus piezas religiosas se colocan en estos tiempos de Semana Santa, en especial oratorios, cantatas y pasiones. Dos son las pasiones suyas que nos han llegado completas, la de San Mateo y la de San Juan. Esta última fue ayer interpretada en el Auditorio Nacional.

La ocasión era muy especial, no solo por la obra, un conjunto de corales, arias y recitativos inmensos, de cerca de dos horas de puro sonido, sino por el intérprete, el conjunto belga Collegium vocale de Gante, con su orquesta, y todos dirigidos por Phillipe Herreweghe, un mito en lo que hace a la dirección musical, especialmente antigua, pero no solo. Con un trabajo incansable a lo largo de décadas, en las que ha tocado todos los registros posible,s y ha salido del mundo de la antigua para interpretar a compositores más modernos, Herreweghe ha logrado erigirse como una figura mítica. No hay melómano que no tenga un disco suyo en casa, y estando como está, ya mayor, las oportunidades para verlo empiezan a escasear. En mi caso ayer fue la primera vez en mi vida que pude verle, al mando de su conjunto, una pequeña orquesta y modesto coro, de entorno a las veinte personas, pero que sonaban con una fuerza y precisión arrolladoras. Inicios, finales, silencios, clavados completamente sin un atisbo de duda, matización o riesgo. Arias en las que, bien el tenor, soprano o bajo, el que toque, lidia con una subsección de la orquesta, en ocasiones apenas un chelo, violín y el órgano positivo, de tal manera que, además de la obligada coordinación que requiere toda orquesta, la virtuosidad de cada músico debe manifestarse en todo su esplendor, y consiguiente riesgo. Es en esos momentos delicados donde más se está cerca del peligro, donde un ligerísimo error, el más mínimo, puede darlo todo al traste, y donde yo me suelo poner muy nervioso al ver cómo se la juegan, y sufren, los intérpretes. Pero ayer no había sensación de nervio alguno, y si de total maestría. A medida que la obra avanzaba, y con ella su intensidad, camino al clímax de la crucifixión (en estas obras se teatralizaba algo en su tiempo y la música expresa muy bien algunas de las escenas bíblicas) el público presente en la sala iba, íbamos, cayendo en el silencio total. Ni toses ni carraspeos, sólo un silencio en el que una música poderosa, de belleza absoluta, nos envolvía con cuidado, como lo hace una madre a su bebe cuando lo arrulla, y como ese niño que se siente seguro, la felicidad se extendía por doquier. Fragmentos corales y recitativos, con poca presencia de solos en el conjunto de la obra, caminaban con una determinación absoluta hacia su destino, y desde su puesto central, sin atril ni batuta, con movimientos pequeños y tratando de no esforzarse, Herreweghe comandaba todo con precisión. Cuando llegó el coro del “Ruht Wohl” el descanse en paz, penúltima de las piezas, de una intensidad sobrecogedora, no pude evitar ponerme a llorar, y no fui el único, ni mucho menos. En mi entorno personas de edad diversa, y de historias distintas, derramábamos lágrimas de emoción ante la misma música, la misma belleza, el mismo sentimiento.

Al acabar la pieza la ovación fue absoluta, por parte de un Auditorio repleto y entregado, que había estado recogido como si de una sola persona se tratase. Muchos minutos de aplausos enfervorizados se dedicaron tanto al director como a los instrumentistas, solistas y coro, que realizaron una labor espléndida. En medio del estruendo las voces que oía a mi alrededor eran unánimes, y “maravilla” era la palabra que más se repetía en todo momento. Un momento de éxtasis y alegría colectiva, y todo ello gracias a Bach y a unos de sus más insignes intérpretes.

viernes, marzo 27, 2015

“Tener la voluntad de destruir el avión”

Lo reconozco, hay veces, no pocas, en las que vivir en la ignorancia, o incluso la duda, resulta sumamente gratificante. No saber por qué pasan las cosas nos evita preguntas más complejas y dudas que pueden reconcomernos durante mucho tiempo, sobre todo cuando carecen de respuesta. Comentaba los días pasados que tardaríamos mucho tiempo en saber lo que pasó en el accidente de avión de los Alpes, meses, quizás años. Y me equivoqué del todo. Y a la luz de lo que hemos conocido cuánto lamento mi error, porque la verdad ha resultado ser mucho más amarga de lo que nos pudiéramos haber imaginado. Empezando porque no es un accidente.

Hoy todas las webs y portadas se cubren con la imagen de un chaval sentado en la barandilla del mirador sito en el lado norte del puente del Golden Gate de San Francisco. Como un turista cualquiera, el joven mira a la cámara con la imponente silueta de las torres del puente de fondo y el inicio de la ciudad de San Francisco en el horizonte. Destila juventud, alegría y futuro por todos los poros, parece una persona feliz, y es imposible saber a partir de esa imagen qué es lo que le gusta, apasiona, hace disfrutar o temer. Es una persona más entre otros millones que a lo largo de los años han pasado por esa baranda de piedra. Yo mismo estuve ahí en 2002, y creo que tengo una foto muy parecida, aunque con más entradas de las que muestra el joven retratado en la foto que ahora todos vemos. Andreas Lubitz, que así se llama nuestro hombre, ya por entonces quería volar, y no se si lo había conseguido o no, pero por lo que cuentan las crónicas esa pasión le desbordaba, era su ilusión preferida, lo que más ansiaba lograr. Quizás llegó a San Francisco como turista, o puede que en unas prácticas de vuelo, o copilotando él mismo la aeronave, no lo se. Se hizo esa foto ahí y es seguro que cuando la vieron sus padres y familiares les hizo mucha ilusión, por lo lejos que había llegado su hijo y por lo feliz que estaba habiendo logrado culminar su sueño de volar. A los 28 años y con unas 600 horas de vuelo, como piloto de Lufthansa, Andreas estaba en los inicios de una prometedora carrera de piloto comercial que podría llevarle muy lejos, tanto en lo físico como en lo profesional y, desde luego, en lo económico. A una edad en la que el mileurismo empieza a ser un objetivo inalcanzable para muchos jóvenes, la sonrisa que muestra Andreas en San Francisco esconde una historia que, hasta ayer por la mañana era de pleno éxito profesional, y quién sabe si personal, dado que nada sabíamos de él. Una carrera truncada de manera trágica en una montaña de los Alpes el pasado martes, en la que su mirada, como la de los 149 acompañantes que con él volaban, se apagó para siempre de camino a un Dusseldorf al que nunca llegaron. Hasta ayer por la mañana la historia de Andreas era, como la del resto de víctimas, una imagen, un recordatorio, y una pequeña biografía de apenas un par de líneas junto a la del resto de víctimas. “joven copiloto, expediente brillante, 28 años, formado siempre en Lufthansa, de carácter alegre, apasionado por su trabajo y por volar” y poco más. Su historia estaba detrás de otras, como la de los españoles para nosotros, o la de los dieciséis críos de intercambio de la escuela, que nos conmovieron a todos, y no ocupaba un lugar especialmente relevante. Era importante saber lo que le había pasado en los instantes previos, dada su posición de copiloto en la cabina, pero Andreas no protagonizaba ningún titular ni portada. Hasta ayer al mediodía.

La rueda de prensa del fiscal de Marsella, un prodigio en lo que hace a sencillez, comunicación, claridad y contundencia, fue tan impactante como si en la foto de Andreas se hubiera colapsado el puente del Golden Gate. Donde antes aparecía el joven vitalista y prometedor, ahora se muestra el retrato de un demente, de un asesino, de un psicótico, de un perturbado, de un enfermo, no se qué calificativo usar, que responde a las preguntas que trataban de averiguar qué es lo que sucedió en el Airbus 320 de Lufthansa la mañana del martes 24 de Marzo, pero que a su vez deja sin contestar, y agranda hasta el infinito, la angustiosa pregunta que todas las víctimas, a las que asesino, sus familiares y el resto del mundo gritamos desde ayer de manera constante. ¿POR QUÉ?

jueves, marzo 26, 2015

Un accidente y los medios de comunicación

Señalaba ayer noche el gran Ignacio Camacho en la Brújula de Onda Cero algunas enormes verdades sobre esta sociedad postmoderna en la que vivimos, que resulta ser zarandeada hasta el extremo por sucesos como el del accidente de avión. Una de ellas, que daría para muchas reflexiones pero que sólo voy a citar, es la falacia en la que vivimos al pensar que el error no existe, que todo es perfecto y que los accidentes son imposibles. Eso, que es completamente falso, fruto de una sociedad sobreprotectora como la actual, nos deja vacíos ante hechos dramáticos como el sucedido el martes.

Otro asunto, sobre el que quiero explayarme algo más, es el papel de los medios de comunicación ante estas catástrofes. Los medios, es su labor y viven de ello, desean sobre todo tres cosas. Saberlo todo, ya, y ser los primeros en contarlo. Viven en la prisa continua, infinita, y sucesos como el del accidente son, curiosamente, el lado opuesto. Son hechos complejos, de muy difícil investigación, donde múltiples factores convergen hasta provocar el desastre y, una vez sucedido, las pistas que podían conducir a desentrañar esos factores están, en muchas ocasiones, tan destruidas como el propio avión. La crisis económica fue un buen ejemplo de situación compleja en la que el periodista, muchas veces carente de modales, trata de estrujar al técnico para que en un par de rápidos titulares le explique todo lo sucedido, nombre a los culpables y detalle las soluciones. La respuesta “no se” que el técnico debe pronunciar cuando realmente no sabe, hace que el profesional quede como un aparente inútil y el avezado periodista ya tienen ante sí a otra víctima con la que cebarse y fabricar gruesos titulares. Este vicio, convertido por no pocos en espectáculo, ha acabado por desprestigiar a gran parte de la profesión periodística, que a veces no se da cuenta de los límites que no debe superar. Es muy probable que cuando se sepan las causas que han originado este desastre hay pasado ya suficiente tiempo como para que este accidente de avión no figure en titular ni crónica alguna, y por tanto el veredicto sea desconocido por casi todos. Y luego está el papel de las víctimas, a las que por encima de todo se debe respetar, acompañar, y nunca violentar. Algo hemos aprendido en España con los años, desde una época en la que a la víctima no la respetaba nadie, y menos la prensa. Sin embargo se siguen produciendo situaciones vergonzosas en las que los profesionales de la comunicación hacen lo que no es debido ¿Quién les ordena que persigan por las terminales de los aeropuertos a familiares destrozados, deshechos, que no entienden nada, y que no quieren estar ahí? ¿Por qué esas escenas de carreras, de micrófonos que, como astas afiladas, penetran en el alma rota de los familiares en busca de un hilillo de morbo que dispare la audiencia? No es el comportamiento general, lo se, pero aunque sea menor, este y otros ejemplos similares deben ser perseguidos, sobre todo por los profesionales de los medios, que saben que es en el respeto, en su seriedad y su integridad donde se encuentra el capital que les permite congregar a una audiencia en torno a sí, y tener credibilidad ante ella. Eso, que es muy difícil de lograr, es muy fácil de destruir. Y repito que hemos aprendido mucho desde una época infame, por la que muchos, desde los gobernantes a los reporteros gráficos, pasando por tantas y tantas profesiones, debieran pedir perdón a los familiares de tantas víctimas, de accidentes y atentados terroristas, a los que trataron como cosas útiles para sus fines, cuando no como objetos molestos.

Y en la era de la comunicación total, el papel de las redes sociales también entra en juego y, como siempre, desata la polémica. En este caso por la actuación, canallesca y depravada, de algunos sujetos que no tienen nada mejor que hacer que escribir ofensivamente sobre las víctimas del accidente por su origen o por cualquier otro motivo. En esto debemos ser tajantes. Internet no tiene la culpa de que unos imbéciles y desalmados la utilicen para su obsceno deleite. Sobre ellos debe caer la ley, pero sobre todo la más absoluta repulsa social, el mayor de los desprecios posibles.

miércoles, marzo 25, 2015

Cuando del cielo no llegan respuestas

Siempre tratamos de encontrar respuestas a nuestros problemas, es nuestra naturaleza, nuestro instinto. Necesitamos que nos digan cómo han sucedido las cosas que nos han pasado, a nosotros o a nuestros seres queridos. En esa certeza de saber encontramos consuelo, justificación, culpa o causa, nos permite fabricar justificaciones y encontrar culpables, sean ciertos o no, pero eso nos llena. Lo más angustioso que puede sucedernos ante un desastre o tragedia es esa maldita pregunta que no deja de darnos vueltas por la cabeza y que, sin respuesta, nos martillea incesantemente. ¿Por qué?

Ante un desastre aéreo como el sucedido ayer en los Alpes franceses, con 150 muertos y todas las incógnitas abiertas, esa pregunta es la que ronda a todos los que están implicados en el desastre, y a los que lo observamos desde la distancia física pero la cercanía emocional. Tendremos ahora en los medios de comunicación un reguero de expertos que, cautos como deben ser, tratarán de explicarnos qué es lo que ellos creen que ha podido ir mal, qué les parece extraño de este suceso y cómo tratar de evitarlo en un futuro, pero una de las respuestas que a buen seguro ofrecen, que es cierta, pero que nos deja a todos sumidos en el desconcierto, es que la complejidad del fenómeno aéreo hace que cuando se produce un accidente como este sean muchas las causas que, en su conjunto, llevan al fatal desenlace, no una sola, no un error aislado de un tripulante, no un pequeño fallo técnico de una sonda o una pieza, sino, en el caso de que algo así hubiera sucedido, toda la secuencia de acontecimientos posteriores que han acabado desencadenando el estrellato del avión. Todo el trabajo de pilotos y técnicos, en tierra y en vuelo, tiene como misión principal que el avión llegue a su destino y el pasaje lo haga en su total integridad, y si el final de un vuelo se da en el risco de una montaña es que algo ha pasado que nadie, de todas esas personas que trabajan día a día, pudo prever o evitar. Y por ello los accidentes aéreos, a parte del impacto emocional que suponen por la enorme dimensión que implican en víctimas y familiares, son tan horrendos. Porque normalmente no hay una explicación sencilla, comprensible y que pueda ser utilizada para servir de asidero a las familias de las víctimas. Los accidentes de tráfico, igualmente crueles, pueden ser muy complejos, pero muchas veces hay una causa, normalmente un error humano, que precipita el desastre. Pero en el caso de los aviones todo es mucho más difícil de entender. Y eso aumenta enormemente la sensación de duelo y congoja de quienes han visto arrebatados a los suyos en medio del cielo. ¿Cuál es el consuelo que se les puede ofrecer? ¿Cuál el apoyo o ayuda? Hay psicólogos expertos que acuden a los lugares donde se encuentran estos familiares para ayudarles en este proceso, para acompañarles y que, al menos, se sientan rodeados en medio de su pena, pero una vez que los focos de los medios se apagan y la noticia acaba saliendo de las portadas, cuando como en todas las pérdidas la pena sigue, en este caso también permanece el desconocimiento del porqué, el silencio, que resuena en el cielo, de lo que pudo pasar para que esa desgracia sucediera. Y ante eso no se me ocurre qué poder hacer o decir.

A medida que se vayan conociendo los nombres de los pasajeros nos enfrentaremos al terrible reguero, habitual en estos casos, de anónimas historias particulares, de casualidades, de vidas distintas y ajenas que, tras infinitos avatares, convergieron un 24 de Marzo en un vuelo de Barcelona a Dusseldorf, donde todas ellas encontraron su final. También sabremos de aquellos que, por la causa que fuera, acabaron por no coger el avión, y se han salvado. Y ellos se preguntan en alto, en nombre de los que ahora ya están en lo alto, y no pueden hacerlo, la eterna y maldita pregunta. Por qué.

martes, marzo 24, 2015

El final de UPyD

Las victorias tienen muchos padres, las derrotas, ninguno. Este viejo aforismo se aplica a rajatabla en política, y tras una noche electoral en la que unos ganan y otros pierden se trata, por parte de todos, de vender la imagen de que la derrota no es cierta, y cada vez es menos el público que compra ese averiado discurso. Tres son los grandes perdedores del Domingo en Andalucía. Una IU fagocitada por podemos, que aguanta a duras penas en su bastión andaluz, pero que va camino de la irrelevancia, y un PP que se pegó un enorme castañazo y que, fiel a la táctica Rajoy, se encamina sin cambio alguno hacia los arrecifes de Mayo, probablemente, acabará embarrancado.

Y UPyD. La derrota es, digamos, relativa, porque nada tenían y nada obtienen, pero el fracaso es total. Me da mucha pena UPyD. Nació como una formación novedosa, fruto del hartazgo de muchos intelectuales con la deriva de los partidos clásicos ante el nacionalismo, tras haber vivido en carne propia el fanatismo etarra, y representó una primera esperanza de cambio en la política española. Encabezada siempre por Rosa Diez, que optó a la secretaría general del PSOE en el Congreso en el que ZP fue elegido para ese cargo, supo rodearse de figuras notables, no muy conocidas en un principio, pero de una solvencia e integridad intachables. Álvaro Anchuelo, Irene Lozano, Francisco Sosa Wagner, Fernando Maura, Tony Cantó, y muchos más, representaron un soplo de aire fresco que, en las primeras elecciones a las que se fueron presentando, logró representación y tocó un techo bajo que indicó hasta qué punto el partido sí era viable pero no lo suficiente como para convertirse en bisagra. Fuerte en Madrid, carecía de representación en muchos otros territorios, y aunque su programa era novedoso y transversal, su escaso acceso a los medios, la opacidad a la que muchos de esos medios le forzaron y la omnipresencia de Rosa Díez en todo momento mostraron las primeras fallas en el proyecto del partido. A medida que la crisis se profundizaba y el hartazgo y penuria de los españoles iba a más UPyD estaba en el momento y posición perfecta para canalizar esa frustración, para ofrecer el discurso, que estaba en los genes de muchos de sus miembros, y capitalizar el descontento. Pero no fue así. Bien porque Rosa Díez no supo hacerlo o no lo permitió, o porque el partido no logró articular el discurso, fueron otros los que se situaron a la vanguardia de las demandas de la sociedad española. Primero Pablo Iglesias y podemos, los más aplicados de la clase, los más listos, pero poseedores de un discurso de rabia y venganza, carente de soluciones, que sin embargo han movilizado a gran parte del país detrás suyo y, querámoslo o no, han sido la gran novedad política española de los últimos treinta años. Por otro lado Albert Rivera, el más inteligente, que ha sabido seducir a muchos votantes frustrados por la situación, pero que buscan más soluciones que ahorcar culpables en la plaza pública. Es Rivera quien suplanta el discurso de UPyD, como lo hace Iglesias con el de IU, pero de una manera mucho menos conspiranoica, sin reventar a la formación por dentro como han estado trabajando los miembros de Podemos. Hubo un momento en el que parecía lógica, y necesaria, la fusión entre un Ciudadanos emergente y una UPyD estancada. Tras los resultados del Domingo ese debate, ya marginal, es estéril. UPyD ha pasado, en la práctica, al cajón de las siglas olvidadas y, salvo inteligente decisión por parte de sus cuadros, se arriesga a desaparecer en medio de una larga y penosa agonía.

La dimisión, hecha efectiva ayer, de varios dirigentes de la formación, indica hasta qué punto el proceso de descomposición del partido “de Rosa Diéz” ha llegado al punto terminal. Pero no olvidemos los servicios prestados. Fue UPyD quien denunció la gestión de Bankia y la causante, bendita, de que sus dirigentes ahora estén inmersos en un proceso judicial que les va a costar caro, y son muchos otros los casos en los que la labor, tenaz y callada de UPyD ha regenerado la democracia de verdad. En cierto modo, como le pasó a Blackberry, UPyD nació demasiado pronto, cuando el mercado aún no estaba preparado para acceder al Iphone de Ciudadanos.

lunes, marzo 23, 2015

Susana Díaz gana sus elecciones

Fue una decisión personal, casi un capricho, no el adelantar las elecciones, sino el ponerlas solitarias en un día en el que Susana se jugase el todo por el todo. Aupada a la Junta por el dedo de Griñán, sabedora de que nunca había sido votada en elección alguna, y con ganas de legitimarse de cara a su poder local y, no lo duden, sus ambiciones nacionales, Susana se la jugó, adelantó la primera y convocó unas elecciones en las que, por primera vez, se podría medir el convulso estado electoral del país. Ayer se celebraron con una participación más alta que en ocasiones anteriores, y claramente las ganó ella, y no Pedro Sánchez. Jugada redonda.

Repitiendo los 47 escaños que sacó en los comicios de hace tres años, que le llevaron a la segunda posición, el resultado hoy se antoja fabuloso. Tras casi una legislatura llena de sobresaltos, recortes implantados también por la Junta, corrupción y escándalos judiciales a mansalva, Susana sale como la lideresa auténtica de la región y como la jefa política de un PSOE en horas bajas, que al menos sabe que en sus cuarteles de invierno siempre sopla el cálido viento del sur. Esta victoria, bastante descontada ya, dejaba como incógnitas principales los resultados del resto de formaciones, en donde ha habido un poco de todo. Del PP se esperaba una clara y dura derrota. Venía de 55 escaños y ha tocado suelo en los 33, con un candidato, Moreno Bonilla, carente de carisma y ganas, incapaz de sobrevivir a la ola que se le venía encima, que daba pena verlo en campaña y más ayer, siendo el único cargo del partido que salió a comparecer, tras el silencio clamoroso y cobarde de la directiva nacional, que se limitó a ordenarle a Pablo Casado que hiciera un triste comunicado. De los nuevos, que era su primera vez, luces y sombras. Luces para Ciudadanos, que saliendo de la nada, no teniendo claro en navidades qué es lo que iba a hacer, consiguió ayer nueve meritorios escaños, emergiendo como fuerza de poder real. El discurso que realizó Albert Rivera fue el más valiente de toda la noche. Y sombras para Podemos, no tanto por su resultado, dado que los 15 escaños conseguidos son muchos, partiendo de la nada, sino porque si uno pone sus expectativas en los cielos, el lograr despegar sabe a muy poco. Cierto es que Andalucía es una de las regiones en las que ambas formaciones poseen una implantación menor, pero no lo es menos que la sensación que se respiraba ayer en muchos ambientes era de desinfle en lo que hace al fenómeno Podemos, de que sí están ahí, de que van a contar mucho, pero que no son, en realidad, una alternativa sólida de gobierno. Y todo esto se debe en parte a las expectativas que ellos mismos han creado. La soberbia y altanería con la que Iglesias y el resto de los dirigentes de la formación se mueven por la vida hacen que el choque con la realidad sea muy amargo. Una actitud más modesta y comedida les vendría muy bien para, entre otras cosas, darse cuenta de que un resultado como el obtenido es muy bueno. Eso sí, si consideras a todos los demás como menores, infames y basurilla, y ellos te ganan, es lógico que te sientas enfadado. Y más si te deja tu novia esa misma noche, en una jugada que, sinceramente, no entiendo, y que no tiene un elevado componente político (o sí, sobre todo en Madrid) pero que consiguió que ayer las redes sociales, en las que Podemos ha basado gran parte de su campaña, se rieran bastante de ellos. Deben hacérselo mirar.

¿Lecciones a futuro? Muchas, aunque Andalucía es un territorio que ofrece resultados muy distintos a los nacionales. Los grandes perdedores de ayer fueron Rajoy y Sánchez, que ven sus liderazgos comprometidos. Si quieren ser malos, las ganadoras son Susana Díaz y Soraya Sáez de Santamaría. En dos meses se celebran las municipales y autonómicas y todo parece indicar que el PP se va a enfrentar a unos arrecifes que destrozarán gran parte del poder que aún posee, con un PSOE que tratará de salvar los muebles. Y tanto Podemos como Ciudadanos tienen margen para poder crecer mucho, mientras que parece que IU y UPyD caminan hacia la irrelevancia. El panorama, ahora sí con datos reales, se abre.

viernes, marzo 20, 2015

El islamismo eclipsa Túnez

Esta mañana, horario europeo, tendrá lugar un eclipse de sol, que será total en zonas costeras del mar del norte y del atlántico, y que será visto como parcial desde la mayor parte de nuestro continente. Concretamente en España el máximo de ocultación, algo superior al 70%, se dará en Galicia, siendo de un 66% en el centro peninsular y de poco más del 60 en el extremo mediterráneo de Andalucía. Las abundantes nubes que dejarán hoy un día revuelto harán aún más complejo el seguimiento de este bello espectáculo natural.

Quizás sea una metáfora muy forzada, pero la sombra que proyecta el eclipse puede valer para describir lo sucedido el pasado Miércoles en Túnez, donde un atentado islamista, que tiene todo el aspecto de haber sido organizado por milicias asociadas a DAESH, causó la muerte a 22 personas, 17 de ellas turistas de muy diversas nacionalidades, dos españoles. Un comando de asalto, no está claro que tras intentar atentar contra el Parlamento o de manera simultánea, asaltó el museo del Bardo, que contiene valiosos mosaicos de la era romana (y que yo no conocía) y dispararon contra todo lo que se movía, independientemente de la edad, procedencia o estado físico. Ese atentado, terrible, es, además del obvio intento de sembrar el terror allá donde los yihadistas pretenden, un golpe muy duro a la democracia de Túnez, el primer país en el que hace unos años prendió la mecha de lo que se denominó primavera árabe, y que ha acabado, tras revueltas, guerras y violencia sin fin, en un invierno islamista que se ha hecho fuerte en muchos países y regiones. Lo que en su momento se vio con optimismo e ilusión ha resultado ser, más que una frustración, una pesadilla hecha realidad. Sólo Túnez, precisamente, ha logrado hasta el momento encauzar su situación política y construir una transición en la que, con sus inevitables altibajos y tensiones, la democracia pueda crecer y asentarse. La nueva constitución, muy moderna y avanzada para un país musulmán, la celebración de elecciones libres en las que los partidos moderados han vencido varias veces al islamismo radical, la creación de un gobierno estable... Túnez es un valioso ejemplo de cómo se pueden hacer bien las cosas, y merece todo nuestro apoyo y elogio. Pero además de merecerlo, ahora lo necesita de verdad. La principal industria de Túnez es el turismo, representa en torno al 6 – 7% del PIB, y el golpe del miércoles pretendía herir en lo más profundo de ese sector. Eso malditos islamistas también saben que Túnez va por buen camino, y que frente a la pesadilla coránica de su reino de terror, Túnez representa una alternativa real, moderna, viable y conciliadora para los musulmanes, y por eso, por ser una competencia muy dura, debe ser derribada. Tenemos que tener muy claro que, pese a que el objetivo directo del atentado hayan sido turistas occidentales, lo que realmente buscaban sus autores era dañar a Túnez, sabotear su transición, arruinar su economía y llevarla a un colapso que sirva como magma incendiario en el que al fanatismo yihadista pueda crecer. No debemos permitirlo, no podemos dejar a Túnez a su suerte, rodeada de vecinos que, como Libia, empiezan a ser territorios plenamente yihadistas. Debemos acudir en su ayuda y socorro.

Así, el yihadismo proyectó su sombra ocultando el sol de la transición tunecina, dejando a sus habitantes sumidos en la oscuridad y el terror. Ahora hay decenas de familias que, en España y otros países, lloran a los muertos y no se creen que algunos de los suyos hayan sobrevivido, y una nación, la tunecina, que ayer ante las cámaras de televisión, pedía perdón por lo que había pasado, que no entiende nada y que, también, es víctima de ese terrorismo asesino que va contra todos nosotros, y que en este 2015 ha emprendido una campaña de fiereza e intensidad nunca vista.

miércoles, marzo 18, 2015

Los huesos del santo Cervantes

Hay que ser muy cautos en todo este asunto, porque la tecnología y el conocimiento histórico llegan hasta donde pueden, y no más allá, pero con lo que sabemos hasta hoy, es muy probable que alguno de los restos hallados en una fosa común sita bajo uno de los altares del convento de las Trinitarias de la calle huertas, en pleno centro de Madrid, correspondan a Miguel de Cervantes, un nombre que es un mito mucho más allá de la literatura, y que evoca una época en sí mismo. Los restos, fragmentados y mezclados con otros, no permiten alcanzar una seguridad plena, pero evidencias las hay, y muchas.

Alguna vez dijo Pérez Reverte (segundo día que sales aquí, Arturo) que en lo que se llama hoy en día el barrio de las letras vivieron, a lo largo del siglo XVII, las más doradas plumas de occidente, y quizás las de todo el mundo en esa época. Cervantes, Lope de Vega, Quevedo, Góngora… la lista es amplia y la denominación de “siglo de oro” no es ninguna exageración. Y en contraste con esa riqueza, pasear hoy en día por ese barrio supone pisar las mismas calles, en algunos casos ver los mismos edificios, pero no tener prácticamente referencia alguna ni de quienes allí vivieron ni lo que hicieron. Algunas placas pequeñas, sitas en esquineros nada agraciados, informan al viajero que posee una curiosidad ávida que le lleva a consultarlas. Creo que la casa de Lope de Vega es lo único visitable de esa calle. Imaginar lo que Francia o Reino Unido hubieran hecho con el lugar de residencia de compatriotas semejantes lleva a estados de melancolía, y no digamos el espectáculo que los norteamericanos serían capaces de fabricar, hasta el punto, no lo duden, de que todos tendríamos en casa sudaderas o camisetas con inscripciones alusivas al respecto. Aquí, nada de nada. Ni hay información ni, hasta hace pocos años, interés por rescatarla. Una desidia general hacia todo lo relacionado con la cultura, unida a la indolencia de unas administraciones a las que el tema ni les interesa ni, no nos engañemos, les da votos, ha contribuido al olvido y a que siglos de historia permanezcan, como los huesos cervantinos, mezclados con restos variados, indolentes y en general, sucios. El descubrimiento anunciado ayer, y confiemos que el acuerdo para que la capilla de las Trinitarias pueda ser visitable, abre la oportunidad a que, por fin, podamos convertir ese barrio de las letras en un homenaje vivo, que no un muerto monumento, a los que allí vivieron y engrandecieron no esas calles, sino las almas de quienes, desde entonces, tenemos el placer y oportunidad de leerlos. ¿Será quizás esa capilla, esos restos sucios, el inicio de algo más? Ojalá, pero para ello el esfuerzo que se ha realizado en la búsqueda e identificación de los restos debe continuar. Es más, ahora viene lo difícil, el hacer un estudio, diseñar un recorrido expositivo, dotarlo de contenidos, personal y atractivo, lograr que se convierta en un centro de vista pero en el que el visitante no pase sólo como un borrego ante unos restos que, probablemente, sean estéticamente desagradables, si es que se exponen. Lo que viene ahora es un trabajo a largo plazo de recuperación y de otorgar valor a la zona, y eso no se puede hacer sin dinero, voluntad y tiempo.

Hace unos días algunos especulaban sobre qué hacer si, en efecto, los restos eran cervantinos, y planteaban la idea de erigir un monumento grandioso, o trasladarlos a otro lugar donde poder honrarlos como es debido. Yo soy de los que opinan de que, donde se han encontrado, allí deben permanecer. Si en su momento, como sociedad, les hubiéramos otorgado el honor debido ahora la tumba de Cervantes sería como cualquiera de las que lucen en Westminster o el Panteón de París. No fue así. Es más digno que sea esa humilde capilla el lugar en el que los restos permanezcan, y no que un falso monumento, erigido como expiación de una mala conciencia, convierta a Cervantes en un fetiche. Él es mucho más que eso.

martes, marzo 17, 2015

Arturo Pérez Reverte y el amor a la novela

La presentación de un libro siempre es un bello acto para los amantes de las letras, y ayer tuvo lugar uno de esos encuentros de belleza sin par. En torno a una mesa con tres copas, una de ellas en homenaje a su amigo Rafael de Cózar, recientemente fallecido, Arturo Pérez Reverte y Juan Eslava Galán desgranaron una conversación sobre un montón de asuntos con la excusa de la presentación del último libro del de Cartagena, la novela “Hombres buenos” que trata de la aventura de unos miembros de la RAE que, en pleno siglo XVIII, viajan a París para conseguir un ejemplar de la Enciclopedia, que en España está, como no proscrita.

De entre las muchas verdades y reflexiones que allí se dijeron, me voy a quedar con dos referidas al mundo de la novela y su creación, una novedosa y otra escuchada ya en varias ocasiones. La novedosa es que Pérez Reverte, al contrario que otros autores, que afirman sufrir y pasarlo mal en el proceso de la escritura, considera ese momento el más gozoso de los instantes, la fuente de felicidad que, junto con el mar y otra que no quiso desvelar, sacian su vida de alegría. El escribir, y la necesidad de leer mucho para documentarse llevan a Arturo a una especie de trance en el que su historia le absorbe, y él se deja absorber por ella, llevando así una doble o triple vida, la propia y la de los personajes que bullen en su cabeza y deambulan en las escenas que va componiendo. “Escribo para vivir varias vidas” llegó a decir en un momento, y se deleitaba al describir el placer que le supone, en esos meses o años de creación, el estar en un mundo paralelo, en el que la realidad que observas y sientes se tamiza por el filtro de la historia que creas, y las calles que pisas y las miradas que observas pueden llegar a ser fragmentos de tu historia. Y ese vivir en el mundo paralelo para él es su paraíso. La otra idea, ya escuchada en otros autores, es cómo el devenir de la historia te puede llevar a donde tú nunca hubieras imaginado. Arturo, como muchos otros autores, planifica sus novelas, crea unas tramas, urde unas intrigas y va construyendo el artefacto novelesco usando reglas y estructuras conocidas en la profesión, pero en muchas ocasiones lo que uno ha tejido con mimo y firmeza se puede destejer o, más interesante aún, anudar de manera imprevista, los personajes cobran una fuerza o camino no previsto, y entonces el autor, en conversación con ellos, a veces discusión, debe decidir qué hacer, hacia dónde tirar. Confiesa Reverte que en esta última novela, que mezcla la trema histórica con la vivencia actual del escritor que la compone, esta última línea narrativa se le ocurrió muy avanzada ya la escritura de la principal, porque echaba algo en falta, necesitaba otra voz acompañante, y surgió el personaje del escritor, que es y no es él. Muchos son los autores que confiesan que, llegado un momento, asisten a la creación de su obra más como copartícipes que como dioses, se sientan ante el teclado y piensan eso de “a ver qué me hacéis hoy, personajes míos, que sorpresas me traéis” y eso es un gesto de modestia para un creador que, en principio, pudiera parecer el autor perfecto de una obra, y que muchas veces, la mayoría, no es sino el organizador, el que ha permitido que la historia surja, pero que también se ha visto transformado, y en ocasiones trastornado, por ella.

En la fila para firmar libros hablé largo y tendido con una chica joven de Cartagena, estudiante de filología española, y en el metro camino a casa un señor mayor, que trabajó con Reverte en la radio en los setenta y ochenta, que estaba dos filas delante de mí, me reconoció como asistente. En ambos casos pude tener agradables, densas y deliciosas conversaciones en las que el punto de unión de los tres, distintos y desconocidos hasta ese momento, era la creación de Arturo, su obra, su ejemplo y criterio moral de vida, y el amor que sentimos hacia las letras, las historias, las novelas y los mundos que en ellos se encierran, y que el autor siempre nos acaba regalando.

lunes, marzo 16, 2015

Cuatro años y un día de la guerra de Siria

¿Se acuerdan ustedes de las primaveras árabes? Hace unos años vimos con emoción y esperanza cómo se generalizaban revueltas en numerosos países árabes y del Magreb por parte de unas poblaciones que reclamaban una libertad de la que carecen. Fue Túnez el primero de los países en donde prendió la mecha de aquella, lo parecía, esperanza. Años después sólo en Túnez se puede hablar de un avance democrático, ya que el resto de países donde se produjeron las revueltas o se han quedado como estaban o han caído en el invierno del islamismo.

Y luego está Siria. Si hay un lugar que ejemplifica eso de que todo lo que puede ir mal así irá, es Siria. Hoy se inaugura el quinto año de lo que empezó siendo una guerra de un movimiento popular contra la tiranía de Bashar Al Asad y ha degenerado en un enfrentamiento de todos contra todos en lo que antaño fue un país. Ahora mismo, por lo menos, hay cuatro grupos identificados en la batalla. Están las tropas de Asad, que controlan la mayor parte del armamento, la capital y más o menos la mitad del país. Muchos pensábamos que caerían antes, pero entre su resistencia, al división de sus oponentes y el respaldo internacional otorgado por Rusia e Irán, aguantan sobre los escombros de la nación. En frente se encuentra una oposición moderada, por usar un término genérico, que no logra consolidar sus avances, controla parcialmente algunas ciudades y corredores de comunicación y, sobre todo, no posee identidad ni organización ni liderazgo. Su futuro es incierto. También están los kurdos, librando su propia batalla contra unos y otros en busca de una autonomía a su región, que han visto en la guerra la oportunidad perfecta para lograrlo, y que en el norte del país controlan zonas que será difícil que les sean arrebatadas. Y en último, pero no en menor lugar, están los islamistas. Integrados en un principio en el bando moderado que se enfrentaba a Asad, se dieron cuenta al poco tiempo del poder que podían alcanzar si empezaban una guerra por su cuenta, y así lo hicieron. Ese ha sido uno de los gérmenes principales que ha acabado dando lugar a lo que ahora conocemos como Daesh, el Estado Islámico, esa pesadilla que controla territorios de Siria e Irak, esclaviza y extermina poblaciones, y destruye el patrimonio y el arte. En la guerra su planteamiento es sencillo, ya que se enfrenta a todos, y todos también van contra él. A este lío debemos sumar las misiones aéreas de la coalición internacional que, en su lucha contra Daesh, bombardea posiciones islamistas en territorio sirio, sin contar con el permiso o colaboración de las autoridades de Damasco, actuando por tanto en esta guerra, aunque sea contra una de las partes. Tras cuatro años de enfrentamientos los frentes están bastante quietos, ninguna de las partes parece avanzar demasiado y lo único claro es que, ante el peligro de Daesh, la posición internacional de Asad se fortalece, por lo que su estrategia de aguantar puede otorgarle el (repugnante) botín de convertirse otra vez en aliado de occidente para combatir a un enemigo aún más cruel y sanguinario. Si, como me temo, acabaremos viendo a Asad estrechando las manos de los líderes internacionales, el resultado global de esta guerra será el más deprimente y nauseabundo de los que uno pudiera imaginarse.

Y en estos años, obviamente, muertos, muchos muertos. Se estiman en unos 220.000, aunque es difícil precisarlo porque no sabemos qué pasa en gran parte del país. Siria, como tal, ya no existe. Se cuentan por millones los habitantes que han huido de sus ciudades y son ahora refugiados, exiliados o parias en medio de la nada. El destrozo del patrimonio es inmenso, con joyas como la ciudad de Alepo convertidas en tristes escombros, y la situación no tiene visos de mejorar a corto plazo. Siria, hoy en día, encarna el más crudo de los horrores imaginables y el absoluto fracaso de todos nosotros a la hora de frenar esa guerra.

viernes, marzo 13, 2015

Agua en Ganímedes, Agua en Marte

Muchos son los que han dicho, desde tiempo inmemorial, que hemos bautizado de manera errónea al planeta en el que vivimos. La Tierra es un nombre que refleja muy bien el lugar en el que vivimos, pero nuestro mundo está cubierto en tres cuartas partes por agua. Si se nos mira desde el espacio se nos ve azules, con manchas verdes y terrosas de los continentes y motas blancas de la nubosidad que pueda estar en un momento dado circulando por la atmósfera. Es el agua lo que nos caracteriza y ha permitido nuestra existencia. Buscarla, por tanto, es imprescindible para averiguar si otros mundos pueden albergar vida o algo similar.

Y últimamente nuestra búsqueda ofrece resultados fascinantes. Dos noticias recientes ponen el foco en esa agua, en los límites de nuestro sistema solar, y en momentos temporales muy distintos. LA NASA confirmó hace semanas que en un tiempo muy remoto, de miles de millones de años, Marte tuvo un océano de agua líquida sobre su superficie, de gran dimensión y poca profundidad, algo así como un Mediterráneo, y que permaneció muchos millones de años en el planeta. En aquellos tiempos la Tierra era un infierno en formación, y el agua que existía estaba en forma gaseosa y no depositada sobre una superficie torturada por la emergencia de volcanes y placas tectónicas en proceso de solidificación. Y entonces Marte podría ser algo muy parecido a lo que entendemos hoy en día por un planeta habitable, con todas las reservas posibles en esa expresión. Pero es indudable que la imagen de un planeta con océanos líquidos y tiempo, mucho tiempo, hace que si no en la superficie de ese mundo, surja en la cabeza del estudioso o lector de la noticia la imagen de vida brotando en sus orillas. ¿Fue esto así? Y si llegó a existir, ¿qué ha pasado con esa vida? ¿A dónde se fue? Mismas preguntas se pueden hacer respecto al agua, aunque en ese caso la respuesta es más sencilla. Parte puede quedar congelada en los polos, junto al hielo seco (CO2 congelado) otra parte puede permanecer bajo la superficie del planeta, en acuíferos o pozos subterráneos, y la mayor parte, me temo, se ha perdido. La atmósfera marciana es tan liviana y su presión tan baja que el agua hierve nada más aparecer en la actual superficie, con lo que asciende y, disociada su molécula, sus componentes escapan de un planeta que, ni por gravedad ni densidad atmosférica, es capaz de retenerlos. Para despejar todas las dudas sólo hay un camino, que es investigar, mandar sondas, misiones a Marte, que horaden la superficie y extraigan muestras, que como si fuera un campo de fracking, trepanen la corteza del planeta y nos ofrezcan una imagen de lo que existe bajo la actual, rojiza y yerma superficie marciana. Eso requiere inversión, tiempo y ganas, factores ambos que dependen en exclusiva de nuestra fuerza de voluntad. La otra noticia espacial referida al agua nos lleva algo más lejos en la distancia, nada en dimensiones estelares, pero al tiempo presente. Tenemos que salir de Marte, cruzar el cinturón de asteroides y llegar a Júpiter, el coloso de nuestro sistema solar, en torno al cual orbitan montones de satélites que recrean un sistema en miniatura. En la más grade de ella, Ganimedes, el telescopio Hubble, de manera indirecta, ha encontrado agua bajo su superficie. Y las estimaciones sobre cuánta son asombrosas. Se habla de un océano subterráneo que podría contener más agua que toda la que hay en la Tierra. Sí, sí. Agua en cantidades inimaginables, protegida por la corteza de la luna, sometida a no se sabe qué condiciones, pero que está ahí, quieta, estable e inviolada desde a saber cuándo. Otra posible puerta a cualquier tipo de fantasía se abre sin salir de nuestro “barrio” planetario.

Las lunas de Júpiter y Saturno, en especial la citada Ganimedes, Encelado e Io, han sido mundos muy interesantes para los astrónomos, mostrando características geológicas y formaciones que los hacen muy interesantes de cara a misiones espaciales que, por su lejanía y escasa tecnología propia, las hacen costosas y muy dilatada en el tiempo. Sin embargo, como en el caso marciano, saber que existe agua en esos planetoides hace más necesario que nunca el ir allí, el visitarlos, a sabiendas que, habiendo el preciado líquido, podemos subsistir y obtener energía de él. La exploración espacial no deja de abrir ventanas que nos ofrecen maravillas sin fin. No dejemos nunca de perseguirlas!!!!

jueves, marzo 12, 2015

El Euro cada vez vale menos

Este Lunes comenzó el programa de compras de deuda del BCE, cuyo objetivo directo, recordemos, es estimular el crédito para lograr crecimiento económico y generar algo de inflación que luche contra la anemia de precios que se vive en la eurozona. El tiempo dirá si todos estos objetivos, que sólo se materializan en el medio plazo, se alcanzarán o no. Lo cierto es que una de las derivadas más lógicas de esa actuación, y que se produce a alta velocidad, que es la debilidad del euro, lleva ya meses poniéndose de manifiesto, y a lo largo de estas últimas semanas con una gran fuerza.

Ayer nuestra moneda cerró en 1,057 dólares, viniendo desde el entorno del 1,4 que se registraba pasado el verano. Este desplome, ¿es bueno o malo? Como todo en estos asuntos, depende en qué lado de la barrera nos encontremos. Obviamente para el comercio y demás relaciones entre países de la eurozona es neutral, pero no en todo lo demás. Por la parte mala, las importaciones de productos de fuera de la zona euro se encarecen, lo que afecta sobre todo al petróleo, de tal manera que esta bajada del euro está compensando parte de la ganancia derivada del derrumbe del precio del crudo. Algunas gasolineras ya han subido sus precios desde principios de año, y vuelve la polémica de los cohetes de subida y las plumas de bajada en lo que hace a la gasolina. También resulta mucho más caro viajar a países con monedas ahora muy fuertes, caso de EEUU o Reino Unido, por ejemplo, así que lo de irse a Nueva York a las rebajas y usar esa expresión que se asociaba a los españoles del “give me two” para todo se acabó. Sin embargo, creo que las consecuencias positivas son superiores para toda la eurozona y, en el caso particular de España, aún más. En medio de la presunta salida de la crisis, que ha forzado a muchas empresas a ponerse a exportar como locas, esta bajada del euro es un chute de competitividad en vena, que les abre mercados y posiciona nuestros productos por encima de los de los competidores. Abaratar el euro también supone, en cierto modo, abaratar el país. Invertir en España es cada vez más barato para un inversor extranjero (pongamos chino o norteamericano) que quiera poner aquí un negocio o comprar vivienda, terrenos o fábricas. Para ellos España es ahora un lugar donde poder plantearse chollos, por el elevado rendimiento de su moneda, y puede ayudar mucho a deshacerse de ese enorme stock de vivienda que sigue ahí esperando un comprador, cuyo precio, bajo ya de por sí tras el estallido de la burbuja, se convierte en un reclamo de ganga para todo aquel que venga de fuera para buscar una residencia, temporal o definitiva. Y para un país de destino turístico mundial es evidente que la bajada de la moneda, que nos abarata, nos viene bien. Reino Unido es uno de nuestros principales clientes a la hora de consumir hoteles, playas, sol y gambas, y este año los precios de los paquetes turísticos para los londinenses habrán caído en porcentajes de dos dígitos, por lo que es fácil suponer que aún vendrán más y más gastarán. Otra interesante derivada que, al menos yo, no había contemplado, es que las emisiones financieras de deuda ahora son más rentables si se nominan en euros que en monedas más fuertes, además de que pueden acabar siendo objeto del ansia de compra de Draghi. Estas emisiones, principalmente de empresas privadas multinacionales, están creciendo mucho de unos meses a esta parte, y contribuyen a dinamizar los mercados financieros de la eurozona, les otorgan mayor liquidez y profundidad, y generan beneficios para todos.

Por ello, visto en conjunto, la devaluación del euro nos viene bien como medida de estímulo y palanca para fortalecer el crecimiento económico, y será de un efecto más intenso en todos aquellos negocios ligados a la exportación a países no euro. La oportunidad que existe ahora de conquistar mercado en China, EEUU, Japón o Canadá, por mencionar algunos destinos, es enorme y, a buen seguro, será aprovechada por las empresas españolas. En lo que hace a cuál va a ser el valor de equilibrio de la cotización eurodólar, quién sabe. Estamos tan cerca ya de la paridad que se ve como un destino lógico. Creo que el mínimo se alcanzó en 2002 en el entorno de los 0,8 dólares por euro, pero saber si alcanzaremos esa cota o no es, créanme, imposible.

miércoles, marzo 11, 2015

Once años del 11M

Despierta Madrid en una fresca pero agradable mañana de primavera, sin una sola nube que obstaculice el lucimiento de un sol que cada día que pasa reina con mayor fuerza en el cielo. La visibilidad es magnífica, sólo alterada en el fondo por las trazas de la cuasi perpetua contaminación, y por delante se presenta un día agradable y tranquilo bajo el que los humanos que vivimos aquí desarrollaremos nuestras vidas. Hace once años el amanecer no era así. Una densa niebla lo cubría todo, la temperatura era mucho más invernal y desde mi ventana apenas podía ver poco más allá del suelo y la avenida anexa a mi edificio.

Y todo eso antes de que no quisiéramos ver lo que tampoco podíamos, de que las noticias que llegaban por la web hablaban de algo, de sorpresa, de miedo, de atentado, que inicialmente era aparatoso y localizado y que poco a poco se fue convirtiendo en múltiple, salvaje e indiscriminado. Mi recuerdo de esa mañana de marzo está asociado a la imperturbable niebla que no empezó a levantar hasta el mediodía, cuando ya nadie quería estar de pie. La sensación de estar aislado físicamente, de ser una isla en la ciudad, como islas eran cada una de las personas que se iban enterando de lo que estaba pasando, o que se quedaban aislados en medios de transporte que, afectados o no por los atentados, detenían su curso por precaución, por miedo, y convertían el bullicio tradicional de una ciudad, que en este caso puede ser ensordecedor, en silencio de angustia y congoja. Ese silencio es otra de las sensaciones que me vienen a la cabeza al recordar ese día, silencio en el viaje de vuelta a casa, silencio en un metro muy despoblado, en una tarde en la que pocos nos quedamos a trabajar, porque en proporción a la ciudad pocos conocían a víctimas o allegados afectados por la explosión, pero casi todos tenían ganas de largarse a casa, de saber que sus seres queridos estaban bien, de darles un abrazo para confirmarlo y, quizás también, para agarrarse a ellos, para sujetarse y encontrar un asidero en el que poder engancharse a una vida que esa mañana se había demostrado cruel, despiadada y fugaz. En el metro yo leía, no recuerdo qué, pero también miraba a mi alrededor, y veía las mismas caras en todas partes, las mismas que había contemplado en la oficina y, seguramente, lucía yo mismo. Caras de pena, de espanto, de rabia y, sobre todo, de incomprensión, de no entender nada. En Madrid, una ciudad dura como pocas, que había vivido atentados terroristas de envergadura con muchos muertos, lo del 11M fue una experiencia traumática, y las caras de todos denotaban la sensación de inabarcable horror que nos angustiaba, que nos hacía dudar de todo. Del compañero de asiento, de la mochila del excursionista, de la llegada del tren a la estación, de las maletas de viaje de quienes venían o viajaban al aeropuerto por un vuelo de destino incierto… Todo era duda, provocada por ese miedo atroz. Supongo que al llegar a sus casas mucha gente dejó ese miedo colgado en los hombros de aquellos a quienes abrazaron, y ese gesto liberó mucha angustia, acumulada durante todo el día. A buen seguro que en pocas ocasiones los abrazos han sido más necesarios y reparadores. Pese a ello, muchos sueños de esa noche acabaron en pesadillas, y nuevos abrazos en lechos de miedo, no de amor.

Como me gustan los trenes, a veces voy a playas de vías para verlos maniobrar, discurrir por los brillantes raíles o, simplemente, ver cómo pasan raudos. Las vías, por su paralelismo, y como camino, son una de las expresiones que más metáforas pueden generar, pero desde el 11M veo esas vías con un brillo diferente. Ya era consciente desde tiempo atrás que por ellas se pueden encarrillar sueños de reencuentros o pesadillas que acaban en campos de concentración. Desde ese día fui consciente de que las vías, o eso que llamamos vías en nuestra existencia, puede ser también el lugar en el que nuestra vida se extinga, bien por la fatalidad o el cruel designio de algunos malvados. Los raíles brillan, pero el balasto hiere.

martes, marzo 10, 2015

Sinsentidos electorales en España

Quizás hoy lean ustedes crónicas sobre el debate electoral celebrado a trío con motivo de las próximas elecciones andaluzas, o resúmenes de quién lo hizo mejor o peor, o fue la sorpresa o la decepción, o si las hubo. Puede que uno de cada diez millones de españoles esté pendiente de lo que este humilde relator pueda contarle del debate, por lo que ya advierto a esa masa desatada de fans de que nada puedo decir al respecto, porque en el país en el que vivimos, con decenas de canales de TDT llenos de videntes, predicadores, teletienda y basuras similares, no se pudo ver esa confrontación. Así de simple, y cutre.

Estamos todo el día hablando de reformar los grandes pilares sobre los que se asienta nuestra convivencia política y no nos damos cuenta de que el edificio que tratamos de remodelar tiene montones de parches, que están ahí desde el principio, y que arreglarlos no cuesta nada pero aportaría mucha luz y aire fresco a las campañas. Voy a fijarme en dos aspectos tontos, pero que me parecen relevantes. Uno es la obligación que tienen los medios públicos de informar en función de la representatividad en las pasadas elecciones, tasando los tiempos en proporción a los resultados obtenidos. Eso hace que siempre, antes de cada bloque informativo, el presentador de turno diga esa coletilla relativa a la Junta Electoral que suena a soniquete de derrota, con la ley absurda aplastando el periodismo. Esto no sólo limita la capacidad del medio y del profesional de la información, sino que es tan absurdo que, en ocasiones como en las que nos encontramos, coarta directamente la libertad de expresión. En la campaña andaluza hay tres fuerzas (UPyD, Ciudadanos y Podemos) de las cuales es casi seguro que las dos últimas obtendrán buenos resultados, pero no se puede informar de sus actos de campaña en los medios públicos ¿por qué? Porque en las anteriores elecciones no tuvieron representación. Ayer me comentaron que la Junta electoral Andaluza parece haber alcanzado un acuerdo provisional para permitir que se pueda hablar de UPyD y Podemos, pero todo es absurdo. Los medios deben guiarse por criterios profesionales y la ley no puede tasar ni de quién ni de qué ni cuánto se puede informar. Otra norma electoral tonta es la que prohíbe la publicación de encuestas electorales en la última semana de campaña. Sí, en el caso de las andaluzas este Domingo 15 será el último en el que se podrán publicar sondeos de voto. A partir del Lunes 16 todas las encuestas que se hagan serán secretas. ¿Por qué? Quizás el legislador, movido por un afán paternalista carente de sentido, consideraba que esos sondeos iban a distorsionar el sentido del votante cuando ya estaba muy cerca el día de la elección, no parándose a pensar que el votante es el soberano y puede decidir si quiere distorsionarse con un sondeo o un copazo de Gin-tonic. Además, en tiempos de internet, la prohibición no sólo es absurda, sino completamente inútil. Los resultados de encuestas y sondeos se conocen muy rápido, y se publican en webs radicadas fuera de España, pero que están a igual distancia de clikcs de ordenador que la intranet de su oficina, por lo que la violación de la ley es constante y consentida. Es el colmo del absurdo. Fíjense que en ambos casos, y por motivos paternalistas, son, después del votante, los medios de comunicación los principales perjudicados. ¿Miedo a la libertad de expresión e información? Seguro que algo así había, dada la fragilidad del momento en el que se redactaron e impusieron estas normas.

Cambiarlas, como creo que se debiera hacer ya, no exige ni una reforma constitucional ni un referéndum ni nada por el estilo. Supongo que estarán recogidas en el texto de la Ley Orgánica de Régimen Electoral, y por la mayoría absoluta de la cámara, que es como se cambia una Ley Orgánica, se puede modificar. Y como nadie lo propone ni le importa, parece, en las cuatro campañas de este año viviremos estos, y otros, absurdos producidos por una norma que el uso, la tecnología y la madurez social han dejado completamente orillada en el arcén de la historia. Pero desde ahí sigue entorpeciendo el tráfico de ideas y votos. Ya es hora de cambiarla de una vez.

lunes, marzo 09, 2015

Festín de cuervos en el PP de Madrid

Se que no es nada original utilizar conceptos sacados de Juego de Tronos para describir la actualidad política, por lo que no abusaré de ellos. Sin embargo pocos títulos de la saga me parecen más expresivos que el que he utilizado hoy para definir lo que pasa en el PP de Madrid. Algunos hubieran preferido la expresión de “Choque de reyes” segundo de los libros, pero eso exigiría que algunos de los contendientes en esta particular batalla fuera rey de algo, y pese a lo que puedan creer, especialmente una de las implicadas, me temo que ya sólo son regentes, sin corona, y con el exilio más cerca de lo que puedan suponer.

El viernes se hicieron públicos los candidatos a las elecciones locales en Madrid, cuyo ticket, usando la expresión norteamericana (siempre igual, copiamos las tonterías de los nombres y no la profundidad de los procedimientos) está compuesto por dos mujeres. Para la comunidad, Cristina Cifuentes, actual delegada del gobierno, joven, con adquirida notoriedad pública por sus actuaciones, buenas y malas, y por una desgracia personal involuntaria (su accidente de moto) Presenta un perfil renovador y socialmente alejado de lo que es el votante clásico del PP. Sustituye a un Ignacio González abrasado por el fuego amigo, que tras estar tres años comiéndose el marrón de gestionar la miseria que le dejó su jefa Esperanza ha sido descabalgado por los propios, por el llamado fuego amigo, usando para ello la historia del ático, que huele muy mal, pero que durante mucho tiempo ha estado dormida en los laureles, hasta que alguien en la jefatura del PP, sin la elegancia y el valor necesario para destituir si así lo creía conveniente, ha dado el visto bueno para que el actual presidente arda en la hoguera. Para el ayuntamiento se ha nombrado a Esperanza Aguirre, la lideresa del partido, una figura polémica donde las haya, y para mi, actualmente una triste caricatura de lo que un día pretendió ser. Altanera, chulesca, rodeada del fango de la corrupción por todas partes, oportunamente desaparecida durante los años de recortes, reaparecida para encabezar una lista tras anunciar que dejaba la política, Esperanza representa lo conocido y ya superado. Posee un tirón innegable en ciertas bases del partido, y quizás sea la garantía de un núcleo duro de voto que permita al perder sobrevivir al tsunami electoral que se prevé en la capital, pero su imagen se deteriora cada día que pasa, y las declaraciones que realiza sin parar no hacen sino acrecentar su figura paródica. Este mismo fin de semana hemos visto como, nada más ser nombrada, sus primeros movimientos han sido contra el partido, para reclamar su poder y dejar claro que ni Rajoy ni nadie le van a manejar. Espe, que lleva conspirando en la sombra y plena luz del día contra Rajoy desde que puede, ve como Mariano se encarga de que todos sus rivales acaben cayendo, y confía ser la excepción a esa regla. Su estilo, chulesco, lanzado y desabrido, contrasta con la indolencia que caracteriza a Rajoy. Curiosamente ambos han llegado muy lejos con estrategias tan distintas, incompatibles. Está por ver quién ganará finalmente esta batalla. De momento, Lunes, Espe gana el duelo del fin de semana.

Y todo esto en un Madrid, donde el poder del PP ha sido absoluto durante décadas, y delante de todos los medios de comunicación, que magnifican cualquier cosa que pase en las calles de esta villa. Cada patada o navajazo que se dan los miembros del PP es una nueva portada en los medios y una sangría de votos para sus expectativas electorales, ya debilitadas por el hartazgo social y el daño de la crisis. Los opositores, todos los demás, sólo tienen una cosa en común, que es echar al PP del ayuntamiento y la comunidad, y el PP sabe que, o gana ambos por mayoría absoluta o los pierde. Y con días como estos parece claro que el principal esfuerzo del PP de cara a estas elecciones, en Madrid, es para perderlas de calle.

viernes, marzo 06, 2015

Rajoy y la riada del Ebro

Hoy, tras el tradicional consejo de ministros, Rajoy emprenderá viaje para conocer en persona las consecuencias de la crecida del Ebro, que ha anegado pueblos, cultivos y enseres a lo largo de Navarra y, sobre todo, Aragón. Pedro Sánchez estuvo hace un par de días en esas mismas tierras embarradas y soltó varios “coños” en una demanda de visita del presidente del gobierno a las tierras doloridas, que al final ha encontrado el eco buscado. No está claro si el viaje de Rajoy no estaba previsto y se improvisó tras las declaraciones de Sánchez. La sobrecargada y volátil agenda de Moncloa permite suponer que ambas hipótesis pueden ser ciertas.

¿Cuándo una catástrofe de este tipo se convierte en arma electoral y permite ser usada como tal? O si quieren replantearse la pregunta, ¿Cuándo es justo que un político visite una zona afectada por un desastre de este tipo? Partiendo de la premisa de que en este caso, pese a los destrozos, no ha habido víctimas directas causadas por la riada, es fácil deducir que en medio del clima antipolítico que vivimos Rajoy sería asaetado hiciera lo que hiciese. Si hubiese visitado la zona con el agua alta, en fundado en botas de barro e impermeable, se le acusaría de buscar una foto para ocultar su gestión. Ahora, que va ya con el agua retirada, se le acusa de tardanza e ir a remolque de los acontecimientos. Y ambas críticas esconden algo de verdad. Estas situaciones son difíciles de gestionar para el gobernante, porque, valga el símil, la opinión pública funciona como una presa, que acumula tensión hasta que, llegado un punto, no puede más y, rebosada, la suelta. Si se acude después de ese punto de ruptura no habrá manera de librarse de críticas, mientras que si se acude antes es probable que la noticia no haya copado las suficientes portadas y entradas de televisión como para generar el rédito o mérito necesario. Algunos comparan esta inacción de Rajoy con la que ya mostró el PP en el asunto del Prestige, primera de las causas que originó en aquel entonces el divorcio entre la sociedad española y el partido. No son exactamente comparables, entre otras cosas por el factor humano que sí tuvo mucho que ver en aquel caso y nada en este, pero es verdad que en aquel entonces el PP mostró una falta de reflejos y sensibilidad que, en cierto modo, se ha instalado en sus genes a la hora de gestionar este tipo de sucesos. Se recuerda en debates y tertulias como, gracias a unas inundaciones, el canciller alemán Gerhard Schroeder logró una reelección, embutido en sus botas e impermeable, lleno de barro y agua, en primera línea de la crecida, en medio de una campaña electoral que pintaba muy mal para él. Mi opinión en este caso es que, aun siendo difícil calibrar el momento, Rajoy sí debiera haber ido antes, aunque sea para mostrar una imagen de proximidad, dado que como es sabido la presencia de autoridades en estos escenarios lo único que supone es entorpecer la labor de los profesionales y lugareños que tratan de arreglar los daños causados. Seguro que le iban a recibir no precisamente obsequiándole frutas de Aragón ni mantos de flores como el de la Virgen del Pilar, pero en el cargo y sueldo está el aguante de la bronca. Sánchez en este caso ha estado muy rápido, y más allá de si su visita ha sido oportuna u oportunista, y los “coños” que se ha dejado en el camino, ha puesto sobre la mesa la imagen, ya muy conocida, del fantasma de la Moncloa, de ese sujeto, se llame como se llame, que acaba encerrado en el Palacio y que no sale de ahí para nada, pase lo que pase.

Ese llamado síndrome ha afectado a todos los que hasta ahora han sido presidentes del gobierno, con más intensidad a medida que han pasado más tiempo en el poder. En el caso de Rajoy, personaje extraño donde los haya (su gestión de las candidaturas en Madrid da para escribir varias tesis psicológicas) se junta ese conocido síntoma con una forma de ser que muestra desapego a lo que le rodea, un desapego que no se si es indiferencia, temor o prudencia, pero que lastra enormemente su imagen pública, ya destrozada por la gestión de la crisis. Los que le conocen comentan que Rajoy, de cerca, es mucho más agradable de cómo le vemos en el día a día. No se qué Rajoy veremos en el barrizal del Ebro, ni si aprovechará para enterrar allí a algunos presuntos candidatos. En unas horas, se supone, lo sabremos.

jueves, marzo 05, 2015

Se nos ha ido la mano con el Smartphone

Se celebra estos días en Barcelona el Mobile World Congress, encuentro bienal, el más importante del mundo, sobre telefonía móvil y conectividad. Las cifras del evento son apabullantes, como lo es el efecto sobre la economía de la ciudad, volcada esta semana en la feria, que le retorna una actividad de negocio y servicios de varios cientos de millones de euros. En sí misma la feria es un magnífico negocio, y no les cuento nada de lo que allí se expone y vende, lo más avanzado en un campo que ha revolucionado nuestras vidas como pocos imaginaban hace apenas unos años.

Sí, el Smartphone, el móvil que llevamos encima en todo momento, nos ha vencido, nos ha ganado. En ocasiones sospecho que somos el vehículo que le permite moverse al aparato, no sus usuarios. El paisaje urbano y social se ha transformado de una manera radical en apenas cinco años desde la irrupción de los modelos táctiles, potentísimos ordenadores que caben en nuestra mano y que pueden ser usados para casi cualquier cosa, incluso para hacer llamadas, aunque eso sea lo de menos. Las relaciones sociales, los vínculos de amistad, el ocio, el disfrute, todo se ha puesto patas arriba gracias al uso compulsivo, desatado, que hacemos de esos dispositivos. En todo momento nos cruzamos con personas a las que ya no veremos la cara porque la tienen fija en la pantalla, cada vez más generosa, de su Smart. Con o sin auriculares, su atención está fija en los mensajes, juegos y demás aplicaciones que inundan los escritorios virtuales, y el contacto personal se diluye. Entrar al metro, esperar en un banco, pasear por la calle, se convierte en un ejercicio rutinario y silencioso de cientos de personas abstraídas, abducidas por su móvil, calladas, con sus miradas fijas y gargantas silenciosas. Recuerdo cuando uno lo pasaba mal si, mirando a una chica en el metro, ella te pillaba, y la vergüenza me poseía. Ahora eso no sucede porque ella, como casi cualquier otra, no mira a nadie, sólo a su pantalla, y no hay peligro de que pueda mirar a un pobre incauto como yo mirándola, porque realmente viaja sola. Las reuniones de amigos, las comidas, cualquier tipo de encuentro acaba derivando en un momento en el que uno de los asistentes saca su Smart y empieza a mostrar cosas a los demás, y a partir de ahí desenfunda cada uno el suyo y la reunión se convierte en un mero cruce de dedos nerviosos sobre la pantalla, reflejos de imágenes y sonidos de unos vídeos tomados o bajados de la red, chistes facilones y otras gracias similares. No es raro ver a grupos de personas comiendo juntas que, en un momento dado, se encuentran tecleando al unísono, chateando con otras personas que no están allí, manteniendo un silencio sepulcral en torno a una mesa plenamente ocupada pero, en el fondo, vacía. Nos pasamos gran parte del día en reuniones con personas a las que no hacemos caso, porque en esos momentos nos escribimos con otras a las que, cuando veamos, tampoco haremos caso porque nos mandaremos mensajes con terceras o cuartas.. y así hasta el infinito. La atención que prestamos a todo lo que no sea el móvil ha decaído de una manera excepcional, empezando por el citado comportamiento referido a nuestras compañías, y de ahí en adelante todo lo demás. Libros, películas, televisión, música, pintura, charlar, cualquier cosa en la que usted piense que requiera un cierto grado de concentración y continuidad es invadida por la pantalla que nunca cesa de emitir mensajes o contenidos, y al final ahí es a donde va nuestra vista y atención.

No quiero tirar del viejo recurso de que antes de los Smart todo era mejor. Ni es cierto ni tiene sentido planteárselo, pero debiéramos hacer una reflexión sobre hasta qué punto estamos enganchados a ellos. Ayer, en una repetición de una escena mil veces vista, en el vagón del metro de camino a casa tras el trabajo, mientras leía, eran apenas cinco las personas que no usaban su móvil, y muchas, muchísimas más, las que no dejaban de teclear con él. Y sí, no miraba en aquel instante a ninguna chica en concreto, aunque como siempre alguna muy guapa viajaba en el tren, pero de haberlo hecho la probabilidad de que hubiera podido verle los ojos hubiera sido, prácticamente, cero.

miércoles, marzo 04, 2015

Las agrietadas relaciones EEUU Israel

Estamos viviendo estos días la puesta en escena de una situación inédita, o eso me parece, en el siempre complejo mundo de las relaciones internacionales. En ese ámbito, donde las alianzas y amistades son el fruto de intereses contrapuestos, había unas pocas reglas que solían ser fijas y ayudaban, cada vez menos, a entenderse en medio del convulso panorama. Una de ellas, quizás la más fija, era que la relación entre EEUU e Israel era plena, fuerte e indisoluble. Todo lo que Israel hiciera sería respaldado por Washington, y viceversa, y así por los siglos de los siglos amén, o como se diga en hebreo.

En los últimos años esta norma ha empezado a quebrarse. La reacción cada vez más virulenta y carente de sentido estratégico de Israel cada vez que es atacada por todos sus vecinos le ha granjeado mala imagen en todo el mundo, y EEUU sabe que esa mala imagen acaba dándole de rebote. El enquistado conflicto de oriente próximo y medio, cada vez más desquiciado, ha acabado por hartar a todos los presidentes norteamericanos que, en su segundo mandato, han tratado de “doctorarse” con la forja de un acuerdo de paz en la zona, que no ha servido para casi nada. En este contexto, las negociaciones sobre el proceso nuclear entre Irán y el resto de potencias, especialmente EEUU, han puesto de los nervios a los dirigentes israelíes, que tachan de traición de su aliado el mero establecimiento de un diálogo con la nación chiita, enemiga declarada de Israel. La llegada a Teherán de un dirigente más pragmático, como es el caso de Rouhani, ha ayudado a aliviar la tensión que se producía cada vez que el pirado de Ahmadineyad amenazaba con extender al mundo un holocausto que negaba para aquellos que ya lo sufrieron en el pasado. Este proceso negociador con Irán ha recibido un fuerte espaldarazo tras el surgimiento del islamismo radical de DAESH, de confesión sunita. La colaboración de las tropas y armamento chií en la lucha contra esos fanáticos es fundamental, e Irán es hoy en día uno de los principales socios de la coalición internacional que lucha en las arenas e Irak y Siria contra los combatientes del mal llamado Estado Islámico. Esto evidentemente saca a Irán del rincón de los parias, le da mucho poder en su zona de influencia y pone de los nervios a las sunitas monarquías del golfo, vecinas del país persa, que ven con temor e ira que Teherán adquiera un papel tan relevante. La bajada del precio del petróleo de estos meses es, en parte, un arma que Arabia Saudí trata de utilizar para arruinar a un Irán que es tan ineficiente que depende de la exportación de petróleo caro para importar la gasolina que necesita. Curiosamente, en estos días hay más sintonía entre el gobierno de Jerusalén y el de Rihad, que se parecen en que ambos detentan poder, pero en nada más, respecto a la compartida animadversión hacia EEUU, el socio fiel, que bascula demasiado hacia un Teherán cada vez más poderoso. Muchas son las voces que acusan a irán de jugar a un doble juego en lo que hace a las conversaciones nucleares, y tratar de ganar tiempo en ellas hasta que su programa esté tan desarrollado que sea imparable. No lo se, pero en este juego a tantas bandas todo es posible.

Y es en este contexto, y a dos semanas de unas inciertas elecciones en Israel, cuando invitado por el Congreso norteamericano, en manos de los republicanos, y utilizado por estos para darle un porrazo en la cabeza al presidente Obama, el primer ministro israelí Netanyahu pronunció ayer un duro discurso ante la cámara en la que denunció ese doble juego iraní, ese error estratégico que, a su juicio, comete EEUU, y vino a declarar que no se ve comprometido con la política de su aliado y que se reserva el derecho a actuar unilateralmente si así lo considera oportuno. Como había pocas variables en el tablero, aquí tienen ustedes una más, en este caso completamente nueva.