martes, junio 30, 2015

Me equivoqué respecto a Grecia

Fíense de mi cuando hagan sus apuestas y les irá mal, muy mal. La semana pasada comentaba que lo más probable era un acuerdo de la UE con Grecia, que era la postura más racional para ambas partes, y que la subida de las bolsas anticipaba ese compromiso, quizás para emplazarse a una nueva negociación a cara de perro dentro de unos meses, pero que al menos eliminaría las incertidumbres de estos días. Me las prometía muy felices, y más ustedes, que a buen seguro están más que hartos de esta historia y querían dejar de oír hablar de ella en esta columna y en cualquier otro sitio de información. Pues lo siento, me equivoqué.

Lo que a lo largo de la semana era un movimiento negociador que partía de una posición de mínimo acuerdo se fue tornando, poco a poco, en un profundo enfrentamiento entre las posturas de ambas partes, con una escalada verbal de reproches personales muy profunda. El mismo vienes las posturas, que estaban ya muy separadas, parecían todavía dispuestas al acuerdo, pero de la tarde del viernes hasta la del domingo todo se ha precipitado de una manera espectacular, no se si prevista, y desde luego, peligrosa. Asistí asombrado, casi en directo, la noche del viernes al sábado, tumbado en el sofá de Elorrio, al anuncio de Tsipras de convocatoria de un referéndum exprés para este próximo domingo, en el que los griegos debían pronunciarse sobre la oferta de los acreedores, que él considera insuficiente, injusta e ilegal. Esa convocatoria era la voladura de los pocos puentes que quedaban entre Atenas y Bruselas, un gesto de desafío, un nuevo órdago por parte de un gobierno que, aunque lo niegue, carece de margen de maniobra. La convocatoria puso todo patas arriba, y el ambiente del sábado era ya mucho más que pesimista. Términos como Grexit, corralito, abandono del euro y similares, que hasta entonces estaban en boca de agoreros y expertos poco valorados empezaron a circular por los mentideros de la Comisión Europea y, en general, todos los organismos internacionales. Las apuestas subían de tono y Grecia, al borde de ese famoso precipicio que siempre se menciona, empezaba a dar el paso decisivo hacia el vacío. La decisión del BCE de mantener la ayuda de emergencia a la banca griega, a través del programa conocido como ELA, pero de no aumentar los importes de dicha ayuda, precipitó las cosas, y abocó a las autoridades a instaurar el corralito en la tarde del domingo, al ser imposible hacer frente a las retiradas masivas de capitales. En un fin de semana de finales de junio, de calor desatado en todo el sur del continente, Bruselas hervía de nervios y temor ante lo que parecía el accidente perfecto. Ayer pudimos ver en las bolsas y otros mercados lo caro que nos ha salido el desencuentro, y hoy se ejecutará, salvo gran sorpresa, el impago de las cantidades debidas por Grecia al FMI derivadas del fin del segundo programa de rescate, que es el que se trataba de prolongar en estas negociaciones. Con el referéndum a cuatro días vista, con la Syriza gobernante propugnando el no a una pregunta compleja, pero que en esencia permite decidir entre aceptar las condiciones de los acreedores o no, y con ello la permanencia en el Euro o no, Grecia se mantiene en un limbo financiero muy peligroso. Su sistema bancario está cerrado, su bolsa no funciona, la economía diaria debe estar empezando a sentir los efectos de este marasmo, ahondando su caída, y en plena temporada turística, los viajeros se ven abocados a llevar billetes abundantes en sus carteras pese a la promesa de que las tarjetas internacionales sí funcionarán en unos cajeros que, a buen seguro, estarán más que vacíos.

Sinceramente, a mi esto me parece un completo y absoluto desastre, para todos los agentes implicados. Desastre para un gobierno griego que sigue jugando como si estuviera en una partida de póker, incapaz de asumir que no puede hacer frente a las promesas que le llevaron al poder porque su economía está quebrada. Desastre para una UE que se enfrenta, ahora de verdad, a que un miembro abandone el hasta ahora irreversible Euro y quién sabe si la propia Unión en sí. Y sobre todo, desastre para los ciudadanos de Grecia, que durante años han tenido gobernantes que les han robado, ahora tienen gobernantes que les mienten, y en todo este tiempo sólo se han empobrecido en un país que, sinceramente, no funciona. Un desastre se mire por donde se mire.

viernes, junio 26, 2015

Pocos lamentarán la marcha de Wert

El nombramiento de Jose Ignacio Wert como Ministro de Educación fue una de las sorpresas de los nombramientos de hace tres años y medio. Sociólogo, experto en encuestas, tertuliano, conocido del gran público por su presencia habitual en medios de comunicación, colaborador d grupo PRISA, no afiliado.. Wert daba un perfil de técnico afable alejado de la política y poseedor de mano izquierda, en muchos sentidos del término. Se esperaba mucho de su gestión, dada la estúpida obsesión que tiene todo gobierno de cambiar para siempre la ley de educación una vez que llega al poder. Su gestión ha sido, como poco, mala.

Wert no ha entendido nunca a lo que se ha enfrentado. En medio de una crisis devastadora, su reforma educativa no ha conseguido aunar a los integrantes del mundo escolar… bueno, lo cierto es que los ha aglutinado a todos en su contra. En un Ministerio que apenas tiene competencias y con un escaso volumen de gasto, cada euro que se recorta en partidas ya de por sí pequeñas, pero muy importantes, genera mucha más contestación que en otros ámbitos sociales. Eliminar una beca puede suponer un ahorro de pocos miles de euros al gobierno, lo mismo que quitar un coche oficial, por poner un ejemplo maniqueo, pero lo primero va a generar mucho más rechazo social que lo segundo. A igualdad económica, lo segundo no es políticamente rentable. Poco a poco Wert ha ido volando todos los puentes que debiera haber tejido, tanto por obligación de cartera como por mero interés político, y ha acabado sólo y desamparado al frente de una cartera devaluada. Su gestión cultural ha estado marcada por la subida del IVA, del 8% al 21%, y por no entender tampoco que es igual de injusta la subida del IVA a un vendedor de chucherías que a un actor, pero a los primeros no los conoce nadie y a los segundos, unidos en una agrupación de intereses, casi todos, por lo que sus protestas serán siempre mucho más influyentes. En general, y esto no es una característica de Wert sino de todos los que han pasado por ese Ministerio, y por cualquier otro cargo público, la cultura es un estorbo que hay que soportar, y los autores son ese incordio que aguantamos porque no queda más remedio. Y un buen ejemplo de esto es cómo, sin ir más lejos, el nuevo ayuntamiento de Madrid pensaba colocar de concejal de cultura a ese zafio chistoso, que mostraba a las claras en sus escritos lo que le importaba el tema, más allá de la remuneración asociada. No se cuál debe ser la política cultural de un gobierno, es un tema de discusión bastante profundo, pero está claro que la de Wert no es un modelo válido. Día tras días veía a Jose María Lasalle, secretario de estado del ramo, hombre muy culto y preocupado por las artes, recibir en la frente los castañazos que iban dirigidos a su superior, poniendo rostro amable y aguantando estoicamente sin poder hacer nada, acatando unas órdenes equivocadas y sin sentidos. Entre errores propios y ajenos, Wert fue cayendo en las encuestas de valoración de ministros, que él mismo elaboraba antes de serlo, hasta ocupar a perpetuidad el último puesto, con una nota que no ha llegado al 2 desde hace ya algunos años. Apartado de la primera línea, con una relación sentimental con la que ha sido su secretaria de estado de educación, con un puesto conseguido por ella en París y otro aspirado por él, también junto al Sena, desde hace semanas solicitaba su dimisión para largarse al nido de amor con vistas a la Torre Eiffel. Ayer consiguió, por fin, que su jefe lo despidiera.

Una reflexión pequeña sobre como Rajoy hace sus crisis de gobierno. Basta una palabra. Mal. Weet quería irse, por lo que nada le costaba a Rajoy la semana pasada, después de haber hablado con el Rey, cesarle y asunto arreglado. Pero no, dejamos las cosas para el final, y hay que hacerlo corriendo, deprisa y mal. De noche, desde una Bruselas donde sólo existe Grecia, teniendo que llamar al Rey para avisarle, y logrando quitar peso en los medios la imputación de Chaves y Griñán, todo un desastre para el PSOE. Por no hacer las cosas cuando se deben, e ir como siempre arrastras, Rajoy ha dado un nuevo ejemplo de cómo no llevar a cabo las cosas y, de paso, no comunicarlas. Error tras error sin capacidad de enmienda.

Subo a Elorrio el fin de semana y me cojo el Lunes. Tengan cuidado con el intenso calor que nos espera y, si todo va bien, hasta el Martes 30.

jueves, junio 25, 2015

Devolver(nos) la extra a los empleados públicos es populismo barato

Empecemos por el principio. Soy personal laboral fijo por oposición, por tanto, no funcionario, pero equivalente en un 90% de las cosas. Y desde luego en que el pagador es el gobierno, en este caso el central. Moncloa, a través del ministerio de turno, da la orden de pago para que yo cobre todos los meses, y en Diciembre de 2012 la orden fue la de no pagar la extra. La situación económica entonces era desesperada, mucho peor de lo que se admitía desde un gobierno desbordado, y se tomaron muchas medidas, esa entre ellas, necesarias, pero sin empatía alguna. Esa, la falta de estilo al desarrollarlas, fue el error de Rajoy, no la ejecución.

Ahora la situación económica es mejor que la pasada, crecemos a buen ritmo y la crisis empieza a debilitarse, pero pese a ello se mantienen muchos de los problemas que nos llevaron al desastre y que, lejos de solucionarse, se han enquistado. El problema ahora para el gobierno no es tanto económico, sino político. Con elecciones generales a la vuelta del verano, una situación electoral volátil, la casi segura pérdida de la mayoría absoluta, y con partidos emergidos que van a ejercer su papel en el Congreso, el equipo de Rajoy empieza a verle las orejas al lobo de la derrota electoral, o de la victoria y posterior pérdida del gobierno, si ustedes lo quieren ver así. ¿Y qué se hace en estos casos? El manual populista dice que hay que tirar de chequera para comprar los votos, para convencer al personal que está dudoso. ZP fue un maestro en este ámbito, con sus medidas como los 400 euros, el cheque bebé, o los planes E, que supusieron un desgarro en las cuentas públicas justo cuando más falta hacía conservarlas, y que además se tradujeron en nulo aporte al crecimiento económico. En parte le funcionó, hasta que la caja quebró. Rajoy, al llegar al gobierno, vendió el discurso de que no hay que gastar más de lo que se ingresa, discurso que tiene lógica pero que, desde un gobierno que es capaz de endeudarse en mercados internacionales, debe ser matizado. En todo caso, gracias a la virulencia de la crisis y a la nula voluntad reformadora del gobierno popular, los déficits públicos han seguido engordando año a año y aún hoy somos incapaces de generar presupuestariamente lo que se llama un superávit primario (más ingresos que gastos, sin tener en cuenta los intereses de la deuda que se posea) que es lo que se le exige, por ejemplo, a Grecia. Con un volumen actual de deuda pública sobre el PIB del 100%, un disparate en todos los sentidos, y con unos tipos de interés que, más allá de lo que suceda con Grecia, tienen pinta de haber tocado suelo, la obligación de todo gobierno responsable debiera ser, en momentos de bonanza como los presentes, ahorrar y tratar de compensar parte de ese inmenso volumen de deuda, reduciéndolo en lo que sea posible, por lo que pueda pasar. La actuación del gobierno debe ser contracíclica, y dure este impulso económico lo que dure, y ya he comentado que tiene unas bases algo contradictorias, aunque afortunadamente el viento de cola del petróleo y el euro nos ayudan mucho, a medida que la demanda y el consumo privado crecen el gobierno debe tratar de ajustar sus cuentas, para que el impacto de su propio recorte sea absorbido por la economía en su conjunto. Pero hay elecciones. ¿Y qué va a hacer el gobierno? Derrochar. Gastar todo lo que pueda, disparar el nivel de inversión, tirar la casa por la ventana, comprar lo que sea, con tal de que el mayor número de votos caigan de su lado. Es decir, populismo barato, de manual. Impresentable.


Dirán ustedes que soy tonto, porque si se reintegra lo que falta de la extra, tres cuartas partes, yo sería uno de los beneficiarios, y ni les cuento lo que opinan mis compañeros de oficina cuando les he expuesto mi opinión, pero es así como lo pienso. Es un error garrafal empezar a tirar de la caja cuando aún está exhausta y empieza a verse algún euro asomando por la puerta. Es una actitud derrochadora, infantil, y que es una de las causas profundas que ha generado esta condenada crisis, el querer gastar sin límite ni control. Pero no tengo duda de que, como en su día ZP lo hizo, Rajoy lo hará, y antes de votar nos habrán ingresado, si no los tres cuartos, una parte importante de los mismos. Y así nos va, repitiendo los errores hasta volver a tropezar en las mismas piedras, para luego emitir las mismas quejas de siempre.

miércoles, junio 24, 2015

Era inevitable que Grecia claudicase

Supongo que muchos de ustedes estarán hartos del tema griego, por lo que al ver el título del artículo de hoy me temo que optarán por largarse a otra parte, física o virtualmente, o en ambos sentidos. Ya lo siento, pero es que la actualidad manda, y créanme si les digo que esta no será la última vez que hable de este asunto, dado que la crisis griega amenaza con ser infinita en duración y volumen de dinero enterrado. Si tienen la sensación de que esta especie de acuerdo alcanzado en Bruselas no es sino un apaño que, dentro de unos meses, se demostrará inútil, comparto su opinión. Porque solución, rápida, sencilla y clara, no existe.

Grecia y al UE han salvado los muebles y, con un pie fuera del bordillo, cayendo por el precipicio, han sido capaces de echarse atrás. La propuesta del Domingo por la tarde del gobierno de Tsipras, que traspasaba las líneas rojas de las pensiones y el IVA, ha sido considerada como una base correcta para alcanzar un acuerdo que desbloquee los tramos pendientes de rescate, que se usarán para devolver tramos anteriores, que vencen en pocos días. Era inevitable que Grecia se rindiera, por usar una expresión clara, tras meses infructuosos de negociaciones, en los que no ha abordado con la seriedad debida la situación económica en la que se encuentra el país. El gobierno Tsipras ha mareado la perdiz durante esos meses, perdiéndolos en la práctica, con una táctica negociadora errónea en mi opinión, que le ha granjeado la enemistad de todos los socios de la UE. Grecia podía haber optado por generar una especie de enfrentamiento o debate entre los países que rigen la UE, Alemania, Holanda y poco más, y lso países rescatados o que están mal, donde se encuentran no sólo los del sur sino otros pequeños, como los bálticos. Todos ellos han sido sometidos a duros planes de ajuste, han visto reducidas sus pensiones y se han apretado el cinturón varios agujeros, cuando los griegos, pese a todo lo sucedido, aún no han hecho muchas de las reformas debidas y necesarias. Pero en vez de jugar esa baza de los bloques, que le hubiera proporcionado una fuerza negociadora, o al menos un prestigio en la UE, Tsipras y Varoufakis han usado la estrategia el niño que en la clase acusa a todos los demás de sus problemas, y logra que tanto el profesor como el resto de compañeros se unan en su ojeriza hacia él. Con tácticas dilatorias, tensiones, declaraciones sin sentido de un VAroufakis que hace tiempo perdió el control de la negociación, y quizás el sentido de la realidad, Grecia ha forzado la negociación hasta un punto en el que muchos de los socios de la UE no verían mal su salida por un puro hartazgo, por cansancio ante su postura carente de realidad. Y llevados a ese precipicio, Grecia sabía que, de arrojarse, la UE lo iba, íbamos, a pasar muy mal, pero que ellos iban a morir económicamente. En el juego de gallina ellos tenían mucho más que perder que el resto, asumiendo que todos perdíamos. Finalmente, al borde, Tsipras ha frenado, y de una manera algo encubierta, se ha rendido. Ofrece reformar el sistema de jubilaciones griego, de una generosidad asombrosa, que permite que retirarse a los sesenta años sea lo más común, con edades de jubilación aún inferiores para ciertos colectivos (como las peluquerías, créanme que no lo entiendo) y cuyas prestaciones son insostenibles para el estado griego y cualquier otra nación en el mundo que no sea una monarquía petrolera del golfo pérsico. Esto era innegociable y no admite discusión. Lo del IVA es más polémico, porque evidentemente su subida ralentizará una economía que no necesita muchas excusas para dejar de crecer como, débilmente, lo hacía hace meses para caer en una nueva recesión. Habrá que ver cuáles son los detalles finales del acuerdo, pero estas dos variables han sido las decisivas para encarrilarlo.

Ahora el que tiene un problema en casa es Tsiparas, para poder lograr que el parlamento de Atenas vote a favor de este compromiso, que destroza gran parte de las (imposibles de cumplir) promesas electorales de Syriza. Dicen los más retorcidos que una de las causas de tensar tanto la cuerda en la negociación era para vender el posterior acuerdo con el aval de que “resistimos hasta donde pudimos” y así lograr que la población y parlamentarios lo avalen. Está por ver. Es probable que los diputados díscolos de la coalición gobernante sean suplidos a la hora de votar Sí por miembros de la oposición, lo que dejará al gobierno en una posición débil. En fin, que tras un apasionante final de temporada, el culebrón griego sigue y sigue.

martes, junio 23, 2015

Charlize Theron está libre

La crónica rosa nos ha inundado en estas últimas semanas. La conmoción que ha causado la presunta relación entre el escritor Premio Nobel, separado por sorpresa tras cincuenta años de matrimonio, y la recientemente enviudada señora de Porcelanosa han llenado portadas y horas de televisión como no se veía desde hace tiempo, saltando de los programas típicos de esas noticias a los de la actualidad normal. A sus casi ochenta años, Vargas Llosa se arriesga a que su fama literaria sea sepultada por las apariciones en el Hola y demás medios del corazón, convirtiéndolo en un personaje más de esa farándula, por lo general, nada digna de aprecio.

Pero he leído mucho menos de otra ruptura sentimental que, para gran parte de la humanidad, concretamente la masculina, resulta ser mucho más importante. Tras cerca de dos años de noviazgo, que se sepa, Sean Penn y Charlize Theron han roto su relación, lo que hace que a las que les guste Penn lo vuelvan a ver como un maduro atractivo disponible y que medio planeta pueda volver a soñar por la noche, el día y en cualquier momento con que posee una infinitesimal posibilidad de que Charlize se cruce en su vida. Theron no es guapa, no, es la absoluta perfección. Más allá de una belleza física deslumbrante, que me hace dudar cuando me miro al espejo de que ella y yo pertenezcamos a la misma especie biológica, Theron ha demostrado con los años ser una actriz de verdad, no un simple y arrebatador cuerpo y rostro que enamora a la cámara. Su belleza, excesiva en algunos casos, puede llegar a destrozar las escenas, como uno de estos días de verano en los que la luz infinita del Sol nos impide ver y ciega. Para evitar eso, Charlize decidió “estropearse” ante la cámara, también a sabiendas de que muchos dirían que si había logrado ser actriz era por sus curvas y rostro, no por su capacidad. Y la verdad es que en sus películas la señora Theron demuestra que sabe interpretar como la mejor, y que es capaz de emocionar, sin necesidad de acudir a su poderío físico, que muchos podrían atribuir al fruto de una simulación informática, por lo irreal que supone. El Óscar que consiguió por Monster lo logró con un papel difícil en el que su rostro salía muy desfigurado, su belleza no jugaba papel alguno en esa película, quedaba completamente cubierta. Y lo ganó merecidamente. En “En el valle de Elah” aparece, en un papel de policía, desbordada madres soltera y despreciada por sus compañeros, con un aspecto normal, pero le basta una mirada para desarmar a cualquier espectador. No hay una sola escena en la que se la pueda ver en plenitud de belleza, pero cada vez que aparece, la pantalla brilla, en medio de la enorme oscuridad que preside todo el relato. Este pasado viernes, cuando llegué a casa, estaba terminando la emisión en un canal de televisión de “Prometeus” la decepcionante precuela de Alien, en la que la presencia de Charlize es prácticamente la mejor excusa para sentarse a ver ese despropósito. Su filmografía, que mezcla títulos “serios” con otros de entretenimiento puro, es sólida, y da la imagen de una actriz versátil y llena de recursos. Pero no nos engañemos, Charlize es el paradigma de la belleza absoluta, de la luz hecha persona, en este caso mujer, que deslumbra a su alrededor. Cada vez que aparece en entrevistas, promociones, actos sociales o similar es una absoluta muestra de hasta qué punto se puede ser guapa, mucho más allá de lo que se pudiera imaginar. Me sucede aquí como a Thomas Mann en “La muerte en Venecia”, cuando Asenbach, arrebatado, contempla a Tadzio desde la distancia, y admite que el lenguaje no es capaz de describir la belleza que contemplan sus ojos, que irradia aquel muchacho, que sólo puede servir para alabarlo, para glorificarlo.

Leo que Charlize ha roto con Penn porque éste le ha sido infiel con otra, lo que a mi entender otorga a Sean Penn el título de mayor gilipollas del planeta Tierra, sin posibilidad de que le sea arrebatado por nadie. Ahora Charlize no tiene pareja, lo que hace que miles de millones de hombres, sin exagerar mucho, alberguemos alguna posibilidad de salir con ella, en lo que me parece la definición más exacta imaginable del concepto matemático de “tender a cero en el infinito”, pero viendo como Vargas Llosa, a una edad de asilo o decrepitud, reverdece en amores y salta de flor en baldosa, la esperanza se mantiene. Dinos Charlize, ¿en quién te fijarás? ¿Qué ojos podrán ser los afortunados de poder contemplar los tuyos, arrebatados?

lunes, junio 22, 2015

La matanza de Charleston también es terrorismo

Ayer reabrió sus puertas la iglesia de Charleston, Carolina del Sur, donde hace unos días tuvo lugar un sangriento ataque terrorista protagonizado por un adolescente de 21 años que, armado, y convencido de su actitud pese a haber estado una hora antes en el servicio religiosos, decidió matar a todos los negros que pudo y, tras realizar su fechoría, huyó, para ser localizado por la policía pocas horas después. El balance, nueve muertos, es aterrador, y al sangre fría, la determinación y el fanatismo que ha mostrado Dylann Roff, que así se llama el joven, aún más.

Ha habido discusión en los medios sobre si se debe calificar de terrorista a una acción así. Yo la verdad es que no veo muchas dudas al respecto, lo es. En un artículo del viernes, creo recordar, el escritor hacía una pregunta comparativa que dejaba clara la situación. Si el autor, en vez de racista blanco, fuera islamista, ¿cómo lo calificaríamos sin lugar a dudas? Dylann es un terrorista que, a escala, ha efectuado un acto muy similar al que realizó el noruego Andres Breibick. Intoxicado por la ideología supremacista blanca, atiborrado de armas por unos padres que no se si pensaban en lo que estaban haciendo, y con un arsenal de odio preparado para ser utilizado, Dylann ha estado meses, años planificando su acción, sacándose fotos y escribiendo en la red un panfleto autojustificativo que, visto ahora, resulta ser un preludio de su matanza. Allí expone su ideología, tóxica, su narcisismo absoluto y su deseo de matar a cuantos más negros pueda y, aparado en el caldeado ambiente que se vive en EEUU sobre la violencia contra los negros, desatar una guerra civil para que los supremacistas puedan acabar con todos los que no lo son. Es horrendo ver cómo alguien tan joven puede pensar todo ese cúmulo de barbaridades, cómo su mente se ha intoxicado, envenenado de esa basura y ha terminado por poseerla, hasta llevarle a matar a sus semejantes. Lo cierto es que este lamentable episodio es el último en una serie de actos de violencia contra las comunidades negras que están dejando este año un balance muy preocupante. El último de la presidencia de Obama es precisamente, el que está viendo renacer un odio entre comunidades como no se veía desde hace muchos años. Fergusson en el verano pasado fue un anticipo de lo que hemos podido ver en Baltimore esta primavera, y ojalá que en el verano no se repitan episodios similares. En el caso del asesinato de Charleston, además, se han revivido fantasmas del pasado norteamericano que muchos pensaban olvidados, sujetos en el fondo del sótano, pero que tratan de revivir. Una de las imágenes de esta tragedia es el capitolio de Charleston, con la bandera del Estado y al de los EEUU a media asta, y muy cerca de ellos, la antigua bandera confederada de los estados sudistas en lo alto de su mástil, desafiante, en un lugar muy inferior al de las otras dos, pero con un gesto de arrogancia que trata de desafiarlas. Obama pidió que se arriase esa bandera, en señal de duelo, pero él no puede mandar hacerlo, no tiene competencias para ello. Y por lo visto, quien si las tiene, no lo consideró conveniente o necesario, quizás porque no vea lo sucedido de la misma forma de como lo estoy describiendo, por ser diplomático. Esa bandera en lo alto ha sido una pesadilla para muchos norteamericanos a lo largo de toda la semana pasada. En su nombre se enfrentaron los estados esclavistas a los norteños yankies, bajo su ondear las plantaciones funcionaban al ritmo de los látigos esclavistas, y su derrota supuso el fin de ese modelo productivo, aunque quedaría aún mucho para el final de la segregación racial. Esa bandera, propia de un museo, ondea hoy en calles y plazas, como queriendo llamar al recuerdo de una época oscura y, pensábamos, derrotada.

Es inevitable que, aunque sea por mero factor estadístico, surjan locos que actúen como lo ha hecho Dylann, pero su acción, y la forma en la que él ha sido educado, nos vuelve a demostrar que el estudio y el recuerdo de los episodios horribles del pasado es la única vacuna que tenemos para evitar que se vuelvan a reproducir. Olvidarlos, trivializarlos, restarles importancia, darlos por superados a la ligera, nos condena, con alta probabilidad, a repetirlos. Dylann pasará el resto de sus días en la cárcel, pero habría que saber quién le inculcó esas ideas, cómo se plantó en él esa semilla del mal, quienes la regaron y abonaron, para que no puedan volver a hacerlo en otra persona, nunca más.

viernes, junio 19, 2015

Si usted fuera griego, ¿qué haría con sus ahorros?

Comentaba ayer que en Bruselas se iba a vivir una dura batalla, conmemorando los doscientos de la de Waterloo. Y me equivoqué, porque el enfrentamiento iba a tener lugar en Luxemburgo, así que aprovecho para autocorregirme. Pero batalla sí que hubo, y acuerdo ninguno. Y un incremento en la virulencia de las palabras de los reunidos que deja bien claro hasta qué punto la situación es difícil para todos. Christine Lagarde, la directora del FMI, fue la más acerada, increpando a Varoufakis en nombre de los “criminales” a los que ella representa, según el ministro griego, y exigió que en las reuniones acudieran personas adultas. Bronca de las gordas.

Y cada día que pasa esto no hace sino complicarse. Las salidas de capital de Grecia siguen, a un ritmo que supera los quinientos millones de euros diarios en lo que hace a depósitos bancarios, las bolsa de Atenas cae, la prima de riesgo helena sube y la tensión en Europa no deja de crecer. Sigo pensando que acabará habiendo un acuerdo, pero la situación empieza a entrar en un estado en el que puede pasar cualquier cosa, lo que muchos llaman un accidente, que precipite las cosas. Hoy los bancos griegos están abiertos, pero en medio de este panorama tan convulso nadie sabe lo que puede suceder el lunes, así que piense usted, querido lector, cómo debe sentirse el griego de la calle en medio de esta tormenta. Trabajados, parado, empresario, estudiante, lo que sea, que posee algunos ahorros en el banco, que su trabajo le ha costado acumularlos, y que empieza a temer seriamente por ellos. Confía en el acuerdo, pero sabe perfectamente que si Grecia abandona el euro su dinero será reconvertido en Dracmas que, al instante, no valdrán nada. La economía del país entrará en una convulsión muy peligrosa y, como mínimo, todos los productos de importación dispararán sus precios. A las 8:05 de la mañana de hoy sabe que el banco abrirá esta mañana (no se cuál es el horario comercial de Atenas, supongamos que a las 9) y sopesa la posibilidad de ir a la sucursal y sacarlo todo, convertirlo en papel moneda que, en caso de desastre, pueda cambiarse fuera del país por otra moneda fuerte o en el interior en el mercado negro que surgiría al instante de la salida. Teme que los rumores de “Grexit” provoquen un corralito para evitar el colapso y sus ahorros queden confiscados. Ya le queda un poco menos, a las 8:08, para decidir qué hacer. Ayer, hablando con unos amigos, todos tenían un miedo similar y, aunque sin confesarlo, daban a entender que irían al banco para sacar su dinero. Tonto el último, era la sensación que les quedó a todos tras su encuentro. Y todos sabían que si ellos, y el resto de atenienses, hacían lo mismo, provocarían ese accidente que sacaría a Grecia de Euro. Si se generan colas en los bancos y las televisiones o internet las difunden el miedo crecerá, y con él la avalancha de clientes que ansiosamente querrán recuperar el dinero, y entonces es cuando surgirá el caos. Será inevitable implantar el corralito temido y con él el sistema financiero heleno entrará en el colapso absoluto, y el país saltaría por los aires. Así que el ciudadano de a pie sabe que si todo el mundo opta por la medida más prudente y racional, que salvaguarde sus ahorros, todos se condenan al desastre. En el fondo cada griego sabe más de teoría de juegos de lo que el propio Varoufakis sospecha, porque ese es exactamente uno de los problemas que abordó el fallecido Nash, cómo las dinámicas de grupo generan resultados agregados muy distintos por los perseguidos por los individuos que las conforman.

Esta es una de las miles de escenas que pueden vivirse hoy en Grecia, y que sin duda afectarán al resto de la UE y el mundo, si me apuran. La convocatoria de una cumbre extraordinaria de jefes de estado de la UE para el Lunes muestra no sólo lo urgente de la situación, sino sobre todo la importancia que este asunto ha adquirido. No hay soluciones bunas ante lo de Grecia, solo malas o muy malas. Pero su salida, expulsión o escape accidentado, serían un desastre absoluto, para ellos y para todos. Y todos lo saben. La cuestión es qué hacer y cómo evitar ese desastre. Nos jugamos muchísimo. Y lo reitero. Todos nos la jugamos.

jueves, junio 18, 2015

Europa, doscientos años después de Waterloo

Hoy se cumple el segundo centenario de la finalización de la batalla de Waterloo. En unos campos verdes en las proximidades de Bruselas, de cuyo nombre nadie puede acordarse, la “grand armé” de un Napoleón retornado fue derrotada por completo por las tropas de la coalición, formada principalmente por Inglaterra y Prusia, encabezadas por el duque de Wellington. Fue el final de las llamadas guerras napoleónicas y el inicio de una época de paz en Europa que fue interrumpida, ya pasada la mitad del siglo XIX, por nuevas guerras franco prusianas, preludio de ínfima dimensión de las batallas infinitas del siglo XX.

Hoy, doscientos años después, el recuerdo de Napoleón sigue vivo, su figura es inmensa, casi tanto como el hospital de los inválidos de París en el que se encuentra enterrado, y los chistes e imitaciones que se hacen de su figura, andares y presunta locura no cesan. Perdió la guerra pero ganó a la historia. Y será hoy en Bruselas, cerca de esos campos de batalla, donde se libre un nuevo enfrentamiento entre europeos, esta vez reunidos en torno a una mesa, donde no se arrojarán bombas ni cañonazos, ni se calvarán dagas o bayonetas, sino que se arrojarán improperios, acusaciones y títulos de deuda. La historia europea, de guerras cruentas sin fin entre continentales e isleños, vive en estos tiempos de paz en que nos ha tocado vivir un agrio enfrentamiento económico, entre acreedores y deudores, entre países ricos y pobres, entre países competitivos y no, entre exportadores importadores, en el marco del euro, una moneda única que, como anillo de poder, une nuestros destinos pero no está claro si para arrojarnos a todos al fuego del infierno de Mordor. Desde Waterloo, y mucho antes, varios han sido los intentos de lograr, sino la unificación europea, sí al menos un acuerdo que permita la convivencia entre los pueblos del continente sin que la guerra perpetua sea el símbolo de este espacio del mundo. La existencia de una potencia dominante durante muchos siglos, primero España, luego Francia, después Alemania, y sus deseos de imponerse a los demás, siempre ha sido fuente de conflictos sin fin, que con los años fueron aumentando de intensidad y virulencia hasta el desastre de las dos guerras civiles europeas del siglo XX, llamadas comúnmente I Y II Guerrea Mundial. Tras ellas, sobre un erial de cenizas y muerte, en un continente arrasado, muchas voces gritaron eso de “nunca más” y surgió el sueño de la unidad europea como alternativa a la pesadilla vivida, y la búsqueda de lazos comunes y de intereses que evitasen una nueva guerra. Visto con perspectiva el experimento ha funcionado muy bien, al menos en lo que hace a la parte occidental del continente. Yugoslavia en los noventa, o Ucrania en estos mismos días muestran que el diablo de la guerra sigue ahí, agazapado, esperando su oportunidad. Mientras tanto, la UE ha ido creciendo en complejidad, en robustez y atando cada vez más a los países en un juego de intereses que los mantenga unidos y, sobre todo, haga cada vez más costosa la separación. Es esa idea, la de la irreversibilidad de la Unión, la del camino siempre hacia adelante, la que hoy se juega en Bruselas, cerca de Waterloo, uno de sus partidos más importantes. Y de cómo salga hoy esa reunión dependerá, querámoslo o no, nuestro futuro en común.

Dice Martin Wolf en su último libro “La gran crisis” (muy recomendable) que la eurozona se ha convertido en un mal matrimonio cuya convivencia no deja de deteriorarse, pero con un posible divorcio que es una catástrofe, como bien saben todas las partes. De cómo arreglar esa convivencia, de hacer posible que sigamos juntos, de eso va la reunión del Eurogrupo de hoy. Grecia, ese cuasi ridículo 2% del PIB de la eurozona, es la señal que nos indicará hasta qué punto queremos seguir unidos en este experimento o, sin embargo, comenzamos a romper los lazos que nos unen y, manteniéndonos muy sujetos, impiden que nos caigamos y peguemos unos a otros. En el fondo, poco ha cambiado en estos doscientos años. Hasta los lugares decisivos siguen estando muy cerca unos de otros.

miércoles, junio 17, 2015

Burbuja de candidatos republicanos en EEUU

En España discutimos sobre si tenemos que hacer primarias en los partidos o no, y de qué tipo debieran ser. El PSOE las ha finiquitado de facto con un aspirante, Pedro Sánchez, que ha contado con miles de avales, y unos mariachis que, con apenas cientos (o un solo aval) han sido una triste comparsa. En el PP ni están ni, pese a lo que ahora se anuncia de cara a la galería, se esperan, y en otras formaciones ya veremos, dado lo raudas que se han vuelto a la hora de usar los argumentos de la “casta” para justificar comportamientos propios que reprochan a todos los que ellas ven como ajenos. Este es el panorama, muy “primario”.

En EEUU, como siempre, para lo bueno y lo malo, nada que ver. De cara a las elecciones presidenciales de noviembre de 2016, dentro de año y medio, el partido demócrata tiene ya una gran aspirante, Hillary Clinton, y es casi seguro que algunos rivales más de poca entidad. Pero en el bando republicano, las primarias amenazan con convertirse en un circo. Han dado ya el paso algunos de los que se consideraban como fijos, tales como el Ted Cruz, el libertario Rand Paul o el joven congresista Marco Rubio. El Lunes lo hizo Jeff Bush, hijo de George, primer presidente, y hermano de George, segundo presidente, y considerado el más listo de la familia. Y ayer saltó al ruedo Donald Trump, el millonario, un hombre hecho a sí mismo, forrado hasta los huesos gracias a sus casinos, hoteles y negocios inmobiliarios, que promete animar al campaña con propuestas psicodélicas como la construcción de un muro que separe a EEUU y Méjico, para así impedir la entrada de inmigrantes. Muro que, por supuesto, debería financiar Méjico. Con la presencia del alocado Trump creo que ya son doce los aspirantes de lo que allí llaman el GOP, siglas de “Great Old Party”, el viejo y gran partido, y la Fox, cadena más prorepublicana que muchos simpatizantes del partido, ya ha anunciado que en los debates admitirá a un máximo de diez, no se si para tratar de clarificar las cosas o porque no le entran más en el los estudios que posee. La disparidad de candidatos es enorme, no sólo por cantidad, sino por ideología. Los hay muy escorados hacia el ala radical del Tea Party y otros, entre los que destaca Jeff Bush, aunque pueda parecerles lo contrario, que son de lo más moderado. La política económica, el papel de un aparentemente en declive EEUU en el mundo y la inmigración son tres de los asuntos que más separan a todos en sus discursos, y uno puede oír cosas razonables, como las propuestas de asimilación de inmigrantes de Bush o la idea de Paul de casi liquidar la Reserva Federal para ir camino a una economía de corte austriaco puro. Visto desde fuera, es un caos absoluto. Lo más probable es que los sucesivos debates y elecciones primarias de los estados, los famosos caucus, vayan cribando los candidatos, eliminando a los que tengan propuestas más extravagantes y menos dinero, no necesariamente en este orden. El caso de Trump es un poco raro, porque tiene muchísimo dinero, pero sincera y afortunadamente, su programa de gobierno, por llamarlo de alguna manera, es un disparate de tales dimensiones que no tiene posibilidades de salir adelante en ninguna elección seria, por lo que sólo se puede esperar de su presencia mucho morbo televisivo, espectáculo mediático y bronca, que subirá las audiencias y, a buen seguro, le hará ganar aún más dinero.

¿Qué va a pasar finalmente? No lo se. Hay muchos analistas que sueñan con un nuevo duelo Clinton Bush el año que viene, lo que sería asombroso, y dejaría claro que en el país de las oportunidades parecen existir dos familias que, para cada partido, suponen la aristocracia de la política, lo que no dejaría de ser curioso y, hasta cierto punto, preocupante. En todo caso pocos espectáculos en el mundo son tan apasionantes y divertidos (y caros) como el de la carrera presidencial: Prepárense para seguirlo, con una cobertura superior a la de nuestros propios comicios, mientras Obama apura sus últimos meses de presidencia, en medio de vicisitudes que, a buen seguro, no llegó nunca a imaginar.

martes, junio 16, 2015

En España el Holocausto no existe

Hay en Madrid un monumento a las víctimas del holocausto. Algo escondido, en el parque Juan Carlos I, por donde están los recintos feriales, posee un diseño moderno pero, curiosamente, resulta elegante, sobrio y emotivo. Se basa en el empleo de traviesas de ferrocarril para construir un espacio de reflexión, en el que, también con traviesas, se escenifica la presencia de figurantes, presos, una madre con un hijo en brazos… todo ello ante unas vigas de hierro que se elevan al cielo como pidiendo perdón, o acusando al Altísimo por haber consentido la barbarie, o como representación de un retablo laico, no se, lo que prefieran.

La polémica de las sandeces dichas por el edil del ayuntamiento de Madrid, que ha dimitido de una concejalía de la que aún no había tomado posesión pero sigue ocupando su escaño, muestra muchas cosas, pero hoy no quiero fijarme en el papel de twitter y la libertad de expresión, sino en la desconexión, absoluta, total, de la historia de España respecto a la de Europa durante el pasado siglo XX, y de lo que allí sucedió. Conmemoramos la semana pasada el treinta aniversario de la firma del tratado de adhesión a la UE, en aquellos tiempos la CEE, y desde entonces nos consideramos europeos. El siglo XX de Europa es, para los españoles, como el de Asia, una experiencia ajena. No estuvimos en la I Guerra Mundial, sufrimos una guerra propia que nos destruyó como país y sociedad, y tras ella, décadas de aislamiento que nos hicieron ver la II Guerra Mundial como un suceso ajeno, y la postguerra europea como algo alucinógeno. Por ello todo lo que sucedió en aquellos tiempos es, para el español medio, algo que le han contado o ha visto en películas, pero de lo que carece de referencias personales. Apenas unos pocos españoles conocieron la tragedia de los campos de concentración, y obviamente muy pocos quedaron para contarlo (y luego alguno se lo inventó, como bien cuenta Javier Cercas en su novela “el impostor”). Nosotros, que expulsamos a los judíos del país mucho antes de que a nadie se le ocurriera, sabemos el significado de Auschwitz más por películas como “La lista de Schlinder” que por vivencia alguna, y eso nos queda lejos, muy lejos. Un comentario chistoso escrito como el que dejó el edil Zapata sobre el holocausto en cualquier otro país europeo hubiera sido suficiente para que las leyes de esos países, que recogen ese supuesto en concreto, le persiguieran. Aquí no, porque para nosotros, holocausto es un término ajeno, con el que se puede frivolizar de una forma mucho más abierta y descarnada. Pregunten en su entorno no sobre el drama de los judíos nazis, no, sino sobre el mero conocimiento de que en Madrid hay un monumento al respecto. Me apuesto lo que quieran, aunque soy muy dado a perder todo tipo de envites, que apenas unos pocos de sus interlocutores sabrán de su existencia, y eso en el caso de que hablen con madrileños. Si el debate se produce fuera de aquí sería casi un milagro que alguno lo conociera. Aunque quién sabe, la vida te da sorpresas todos los días y quizás su interlocutor lo conozca, lo haya visitado, o haya oído hablar de él. En todo caso, prueben a comentarlo a ver qué sucede.

El desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento, reza el aforismo legal, y el no tener experiencia histórica de algo no permite hacer burla de ello. Elevar a comentario público la chabacanería típica de barra de bar en la que todos caemos de vez en cuando no deja de ser estúpido, y refleja muchas cosas de quien lo hace, sí, pero sobre todo de la sociedad en la que ese individuo se mueve. Como Antonio Muñoz Molina ha expresado en apenas cinco líneas de manera perfecta lo que ha supuesto este episodio, les enlazo aquí su opinión y poco más puedo decirles. Eso sí, si algún día tienen un rato, pásense por el monumento. No hace falta que tuiteen en él ni se hagan fotos. Simplemente visítenlo.

lunes, junio 15, 2015

Empiezan a trabajar los nuevos ayuntamientos

El sábado se consumó el cambio radical del poder municipal derivado de las elecciones del 24 de Mayo. Más ocho mil ayuntamientos (demasiados) se constituyeron a lo largo del día y muchos alcaldes fueron fruto de pagos en los que la mayoría absoluta de la votación se deriva de un acuerdo a múltiples bandas, en las que los nuevos partidos emergentes, que ya son una realidad emergida, se han convertido en la clave. Ciudadanos, por un lado, sosteniendo a unos y a otros. El consorcio podemos, por otro, llegando al poder puro, como es el caso de Madrid y Barcelona, siendo en general el líder de muchos de los acuerdos de gobierno.

Para todos ellos, a partir de hoy, se acaban las flores, las promesas y los discursos, y comienza la gestión, el trabajo de verdad. Y muchos deben hacer frente a una caja municipal que está tan quebrada como lo estaba el día de las elecciones. Las promesas cuestan, y en estos tiempos es la disponibilidad financiera, si la hay, la que te permite decidir lo que puedes llegar a ejercer en tu labor política. En los ayuntamientos el problema es aún mayor. Carecen de figuras impositivas de gran fuerza, y su recaudación se basa en tasas, IBIs odiados y las multas aún más repudiadas. Sobreviven con transferencias que les hacen otras instituciones, pero en general, si la financiación autonómica es un carajal que no funciona, la municipal simplemente no se ha tratado de crear, y sobrevive como puede. En los años de bonanza la concejalía de hacienda se mudó a la de urbanismo. El suelo era la principal herramienta de financiación. Cada pelotazo con el terreno suponía enormes ingresos para promotores, concejales y parentela asociada, sí, y un pequeño pellizco iba a las arcas del ayuntamiento. Y así se financiaron obras carentes de sentido, que daban muchos votos, y que generan costes de mantenimiento continuos que no pueden ser afrontados hoy en día. Tras la debacle y el fin del pelotazo, los ayuntamientos se han quedado a dos velas apagadas, apenas pueden hacer frente a los gastos corrientes y su capacidad de inversión es, en muchos casos, nula. Por eso las promesas electorales de reforma, nuevas políticas y nuevos tiempos, que son de agradecer, van a tener que pasar por el duro tamiz de la caja, y ver hasta qué punto son realizables o no. En el caso de Madrid, por ejemplo, con más de 5.000 millones de euros de deuda, fruto de la grandiosa obra de la M30, el presupuesto está hipotecado por décadas, me atrevería a decir. Es fácil mejorar la gestión y, sobre todo, la sensación que producía Ana Botella al frente del consistorio, pero muchas de las políticas municipales sobreviven por pura inercia y voluntad de quienes las desarrollan, no por la fuerza de la caja municipal. El nuevo equipo de Carmena, obligado a pagar los intereses y principal de la deuda, tendrá que hacer encaje de bolillos para llevar a cabo alguna de sus propuestas, y lo saben muy bien. Y varias no verán la luz. Berlín, otro ayuntamiento muy endeudado, puede ser un ejemplo a seguir. Allí la fiebre del emprendimiento, fomentada desde todas las autoridades, y unos alquileres muy baratos, han logrado que se dispare el número de empresas innovadoras “start ups” en la jerga y que su actividad contribuya cada vez más a sanear las cuentas de la ciudad. Es una vía posible de entre muchas que, a la fuerza ahorcan, toca experimentar.

Lo que está calor es que muchos de los alcaldes elegidos el sábado son débiles. Sobreviven con una mayoría inestable cohesionada en su opinión opuesta al PP, pero que en la gestión diaria se van a enfrentar con frecuencia. El caso del concejal Zapata en Madrid, (de cultura le han nombrado al sujeto, glups) y su idea de no renunciar pese a conocérsele varios tuits ofensivos contra distintas víctimas, muestra que las tensiones y problemas no tardan en aflorar, y que en muchos casos las nuevas formaciones acuden a los tópicos de las viejas (conspiración, persecución, etc) a la primera de cambio. Quizás la primera medida de Carmena al frente de su ayuntamiento no sea construir nada, sino cesar al primer impresentable de entre los suyos. Y de ahí en adelante….

viernes, junio 12, 2015

Cristina de Borbón, ex Duquesa de Palma

Lo de que vivimos tiempos aparentemente nuevos se demuestra día a día. Sea por convicción o conveniencia, muchos dirigentes cambian sus formas y modos para adaptarse a la nueva situación. En el caso de los pactos políticos vemos como los gobernantes que están siendo elegidos como presidentes o, mañana alcaldes, firman pactos contra la corrupción con medidas tan obvias como lógicas, pero sólo lo hacen tras verse forzados a ello por la pérdida de la mayoría absoluta. En este caso su cambio obedece a la ley de la supervivencia, para garantizarse el puesto. No denota propósito de enmienda y, en cuanto puedan, me temo, volverán a las andadas.

El caso de la monarquía es diferente. Es la institución de poder más representativa el país, la que, paradójicamente, menos poder tiene, la que no puede ser elegida en ningún caso, y la que, con diferencia, se debe a su prestigio para seguir existiendo. El Rey es útil de mientras sea útil, valga la redundancia, porque la mayor parte de los españoles, entre los que me incluyo, somos monárquicos utilitaristas. No creo en el Rey, pero de mientras haga su papel bien y sea útil al país, que siga. Juan Carlos lo fue, y cuando vio que el viento empezaba a soplar en contra, y tras cometer algunos errores de bulto, optó por la retirada, gesto que le honra mucho más de lo que parece, porque aceptar un cargo cuesta, sí, pero renunciar al mismo cuesta aún más. Felipe VI, nuevo Rey, tomó posesión hace casi un año, en un día caluroso que desembocó en tormenta de tarde, y desde el primer momento puso la ejemplaridad como guía en el desempeño de sus funciones. Sabe que debe ganarse a los ciudadanos, y que si actúa mal, los ciudadanos no le apoyarán. Y además de por interés personal, creo que Felipe VI lo hace por plena convicción. Se lo cree, y eso es lo que transmite. Curiosamente, la prueba de fuego de la ejemplaridad la tiene, sin ir más lejos, en el entorno de su familia. El caso Noos, en el que están involucrados su hermana, la infanta Cristina, y el marido de ésta, el inefable Iñaki Urdangarín, ha supuesto durante estos años un martilleo continuo a la imagen de la monarquía, de la familia y de su representatividad. Durante un tiempo se optó por la táctica, llamémosla, Rajoy, de hacer como si nada pasase para que el tiempo lo diluyera todo y no causase efecto alguno. Esta estrategia es errónea, y acaba volviéndose en contra de quien la utiliza. La marcha de Juan Carlos tuvo varias razones, propias y ajenas, y entre las ajenas destaca el asunto de Cristina. A medida que avanzaba el caso crecían las voces que exigían que el Rey tomara cartas en el asunto y forzase a Cristina a renunciar a sus derechos sucesorios, de utilidad simbólica, dado que es la sexta en el orden de sucesión, pero valioso gesto de reconocimiento de culpa, de asunción de responsabilidad moral, haya finalmente o no condena judicial. Cristina demostró día a día que era toda una “Gollum” incapaz de renunciar a su “tessssoro” poseída por él. La llegada de Felipe VI al trono aumentó la presión sobre la infanta y su entorno, y una de las primeras decisiones tomadas por el monarca fue la redefinición del concepto de “familia real, formado a partir de ese momento por el Rey, su esposa Letizia, y las dos hija. Y nadie más. Cristina se convirtió, en la práctica, en una hermana apartada de los focos y sin ninguna relevancia mediática. Empezó su ostracismo. Le quedaban, sin embargo, dos títulos con los que adornar su figura. El Ducado de Palma, que le permitió hacer algunas bromas obscenas a Urdangarín, y sus derechos sucesorios.

Y ayer, en una decisión sin precedentes, sospecho que dura para él, su hermano, el Rey, le quitó el ducado, que es la única de las dos cosas que le puede quitar. Ella podía renunciar a ambas, pero eligió no hacerlo, mostrando un comportamiento nada ejemplar, y desde luego en ningún caso merecedor de ostentar esas dos prerrogativas. Felipe VI ejerció ayer una enorme autoridad sobre su hermana, su sangre, su familia, y dio un ejemplo a los que ni son capaces de echar a los compañeros de partido, y desde luego aún menos a los familiares enchufados que pueblan los cortijos patrios. Volviendo locos a los periodistas al poco del cierre de las ediciones, Felipe VI se anticipó al aniversario de su coronación poniéndose al frente de la necesaria regeneración, en un gesto duro, muy inteligente, y que le honra.

jueves, junio 11, 2015

Le cuesta, pero cuando llueve en Madrid…

Hace poco, a las dos y media de la mañana de esta noche, llovía con ganas en mi barrio, con una de esas tormentas que son tan aparatosas como bellas. Rayos salpicados de manera caótica, truenos solapados unos con otros, goterones caídos desde lo alto, arrojados más bien, dad la violencia con la que se estampan contra el suelo, barridos en ocasiones por rachas de viento que, como si de un niño jugando con la ducha se tratase, hacen que la lluvia adopte formas de cortina ondeante, de bandera que se mueve al son de la brisa desatada. Y recibiéndolo todo, un suelo yermo, reseco y agostado.

Siempre digo que el cielo de Madrid es uno de los más bellos del mundo, porque así lo pienso. Mi escaso bagaje viajero me impide hacer comparaciones respecto a lugares exóticos, vírgenes o muy apartados de nuestro entorno, pero de lo que conozco, no tengo duda. Su azul es inigualable. Pero a la vez que bello, puede ser de los más crueles del mundo. Bajo ese azul absoluto casi eterno bulle una inmensa ciudad, millones de personas y un terreno enorme, salpicado de manchas de vegetación, montañas y todo lo que configura el paisaje terrestre, que muchas veces mira a ese azul omnipresente con absoluto odio, porque día tras día el azul se repite de manera monótona, como si de una condena se tratase. Tras la lluvia, que a veces cae sin control y desmedida, el suelo se comporta generoso, y regala al azul celeste una gama de verdes curiosa y siempre sorprendente, dados los lugares, a veces auténticos pedregales, por donde es capaz de asomar la vegetación. Es en esos primeros días cuando la naturaleza de Madrid se encuentra a gusto consigo misma, se regala una a otra, ofrece toda la belleza que es capaz de dar, y deja al residente, espectador, visitante o turista la sensación de vivir en un espacio amable y armónico. Es un espejismo, una idea fugaz, una ilusión. Pasan los días, el azul del cielo sigue ahí en lo alto y el verde del suelo, poco a poco, palidece, muta hacia una gama de colores amarillentos y ocres que acaban confundiéndose con el polvo de un terreno que, antes, lucía compactado y terroso, y ahora es árido y arenoso, frágil ante la embestida del viento, que lo mueve como si fuera el paisaje de una playa. Los brotes que arraigaron en el pedregal, que fueron valientes, acaban claudicando, se rinden, pliegan armas y, poco a poco, van decayendo, tirando sus hojas y acabando, como viejos humanos, doblando su tronco ante el azul del cielo, desde donde el sol eterno, implacable, día tras día exige su tributo y no perdona. El tono de la ciudad se aguanta gracias a los árboles, grandes y frondosos, y el riego de parques y jardines, pero sale uno del espacio urbano, domesticado, y se encuentra con el campo, antes reverdecido, ahora trocado en crudo erial. Y el azul del cielo casi se puede ver reflejado en esos arenales inmensos que comienzan donde acaba Madrid y se extienden hasta el infinito, mucho más allá de la propia Comunidad. Y desde lo alto el sol parece sentirse a gusto con el trabajo realizado, con el fruto que han dado las plantas que salieron a saludarle, pero que no aguantaron su presencia y poder, y ante él se marchitan. Y llega la noche, y un nuevo día. Y sigue el azul infinito y el sol en lo alto, y así día tras día. Y la belleza infinita del cielo de Madrid se puede acabar convirtiendo en una tortura.


Ahora mismo, de mientras escribo, diluvia con tormenta en la zona en la que está mi oficina, y el suelo reseco trata de absorberlo todo porque sabe que no es seguro que mañana vaya a volver a llover, y mucho menos pasado mañana. Esta vez han sido cuarenta y cuatro, sí, cuarenta y cuatro días seguidos sin una sola gota de lluvia, de cielos despejados y sol abrasador. Lo que empezó siendo una primavera muy lucida acabo hace ya muchas semanas convertida en un agostado verano anticipado. Ahora llueve, disfrutémoslo, porque en Madrid nunca se sabe si será la última vez que lo haga hasta dentro de mucho, mucho, demasiado tiempo.

miércoles, junio 10, 2015

Lo de Grecia no se acabará… ¿nunca?

Les comentaba ayer lo turbulento que se encuentra el mercado de bonos europeos, y que Grecia, “lo de Grecia” es una de las causas. La verdad es que en esta eterna negociación en la que cambian gobiernos e interlocutores para no llegar a ningún acuerdo resulta ser de lo más tediosa, y asombra cómo se ha cronificado un problema, que es difícil, pero que no tiene sentido año tras año resurja y haga poner en duda todo el proceso de construcción europea. Visto desde fuera no me extraña que nadie entienda nada y la paciencia, no con los griegos, sino con los europeos en su conjunto, se esté acabando. Damos una imagen penosa.

Creo que el principal problema con “lo de Grecia” no es tanto la renovación de su rescate y las reformas que el ya desvirtuado gobierno de Tsipras debe realizar, que son la parte visible del problema, sino lo que supone como test para medir la solidez del euro. En el camino hacia el euro ha habido dos constantes fundamentales que lo han caracterizado, que de manera encubierta las tenemos grabadas en nuestro interior, y para las que Grecia supone una prueba de fuego. La primera es que es un camino de continuo avance. Sólo se camina hacia la integración, cada vez mayor, en ámbitos financieros, monetarios, fiscales, etc. Se podrá avanzar más o menos lento, pero se avanza siempre. El otro es el de la irreversibilidad. Costó que llegase, fue una utopía en su momento, pero una vez que el euro está aquí, lo está para siempre, y nadie puede salirse de él. La primera de estas verdades se logró salvaguardar, sobre todo, gracias a la no incorporación de Reino Unido a la moneda, lo que creó de facto dos clubs en la UE, el de los que pertenecemos al Euro y los que no. Es evidente que la integración que se da entre los primeros es mayor, y formamos una especie de club en el club, utilizando una de esas horrendas expresiones comunitarias que es las “cooperaciones reforzadas” que viene a querer decir, de manera muy bruta, que si un grupo de países de la UE se ponen de acuerdo en algo que les permita avanzar en la integración pueden hacerlo. La unión bancaria con la supervisión del BCE es un avance enorme, por eso está costando tanto, que llevamos a cabo los países del euro, y no los que no pertenecen a esa moneda. El otro punto, mucho más de fondo, afecta sobre todo a la credibilidad internacional del proyecto euro. Nos lo creemos nosotros, sí, pero hacemos que el resto del mundo se lo crea también, y el que nadie pueda salirse de la moneda es una forma de garantizar que haremos todo lo posible para integrar las economías euro y, sobre todo, para defender a la moneda en sí misma de ataques especuladores que puedan debilitarla. La experiencia del SME de los noventa, que sirvió para que George Soros se forrase sacando a la libra del sistema, mostró que un proyecto de moneda única es creíble si se concibe como una prisión para las economías, de tal manera que nadie pueda sacarlas de ahí. Si Grecia saliera del euro, más allá del absoluto desastre que eso supondría para el país y, sobre todo, su población, se rompería un tabú, ¿y quién nos dice que no podría salir alguien más? Una vez abierta la puerta de salida no es descartable que vuelvan a producirse escapadas. La presión empezaría a ser intensa contra, por ejemplo, Portugal, otro país sumido en un estancamiento secular que muestra debilidades y no logra despegar, y tiene un tamaño pequeño que lo puede hacer asequible ante inversores que quieran jugar a peligrosos juegos de apuestas. Sí, es cierto que si aparece Super Mario Draghi nos salva, pero sería capaz de soportar la economía de cualquier país de la UE un nuevo embate de la prima de riesgo y de nervios en los mercados, en una situación de recuperación frágil como la actual, en la que siguen presentes desequilibrios del pasado? Estaría por ver.

Por eso Grecia y su papel en el euro es importante. Más allá de las consideraciones geopolíticas por las que, puede que más que las económicas, Grecia fue admitida en una moneda en la que por fundamentos no podía estar, la situación actual demuestra que en la vida real los procesos no son reversibles en igualdad de condiciones, y que es mucho más fácil entrar en el euro que salirse. Prueben a echar el colacao a la leche y luego traten de separar la leche y el polvo. Verán como les cuesta mucho más. Si, me dirán, es entropía, sí, pero es que en economía, y sobre todo en economía, la entropía también funciona, y de qué manera. Y por cierto, es un término de origen griego.

martes, junio 09, 2015

Tormenta en el, nada fijo, mercado de bonos

Desde hace un par de semanas, junto a la bajada del Ibex, se viene produciendo un brusco movimiento en el mercado de bonos soberanos, especialmente europeos. Viniendo de una rentabilidad mínima, la renta fija europea ha escalado posiciones a gran velocidad y el bono español a 10 años se ha colocado en la cota del 2,2%, niveles no vistos desde hace meses. ¿Es Grecia al culpable de todo esto? Pudiera ser. Pero lo que vuelve a estar en la cabeza de los inversores es que la renta fija ya no es ese negocio aburrido y casi seguro que ha sido durante tantos años, hasta que en 2008 todo cambió.

Quizás muchos de ustedes, lectores queridos, no hayan entendido la mayor parte del párrafo anterior, y estén pensando que cómo es posible que la renta fija no sea “fija”. La verdad es que el asunto tiene su miga, y voy a tratar, en este artículo de hoy, de explicárselo. Los bonos de renta fija son un título que promete al comprador del mismo una ganancia segura, de ahí el concepto de “fija” al vencimiento del título. Para simplificar las cosas, hablemos de valores de un año de duración. En Enero compro deuda española por 100 euros y me prometen una ganancia del 5%, lo que quiere decir que el 31 de diciembre el estado me reembolsa 105 euros. Aquí hay dos aspectos muy importantes. Uno es que lo realmente inamovible es que me van a pagar 105 euros en diciembre, y lo otro es que, una vez salido a la venta, el bono cotiza en el mercado. Supongamos que, como pasa ahora, el amigo Draghi y el BCE compran deuda soberana y desean acaparar títulos. La demanda de bonos crece a lo largo del año y podemos encontrarnos en, pongamos, marzo, con que el bono, emitido a 100 euros, vale 104 en el mercado, por ese exceso de demanda. Yo, que lo compré en enero, podría decidir venderlo en marzo y no ganar el 5%, pero sí un 4% en tres meses, que en tasa anualizada es mucho más que un 5% anual. Y el que compre el bono en marzo a 104…. Recibirá 105 euros en diciembre. La rentabilidad de la compra es, obviamente, muy baja, en este caso del 0,962% (la renta fija ya no parece tan fija, eh??) Veamos el caso inverso. Compro el bono en enero a 100 euros pero se desata una crisis porque Grecia decide no pagar y eso nos afecta a todos. Los inversores ponen a la venta sus bonos por miedo a no cobrarlos y el precio del bono en el mercado cae, supongamos, hasta los 90 euros en marzo. El que compre bonos ese día a 90 euros recibirá, el 31 de diciembre, los 105 prometidos, y en ese caso la rentabilidad se ha disparado, desde el 5% hasta el 16,66%, que no está nada mal. Si se paran a pensar, podemos hacer una resta entre ese 16,66% de rentabilidad actual y el 5% prometida, y esos 11,66% puntos de más que nos promete actualmente el bono podemos llamarlos “prima de riesgo” porque es eso lo que quiere decir, es una prima, una ganancia adicional, por el riesgo que supone adquirir un activo cuya rentabilidad originaria no está tan clara. Recordemos que los bonos han bajado de precio porque había dudas sobre si finalmente se pagarían o no. El que los vende no quiere riesgos, y prefiere perder algo, de 100 a 90, antes de perderlo todo, y el que compra a 90 espera ganar en la confianza de que, finalmente, se cobre el interés prometido. O quizás menos, pero en todo caso suficiente para que, desde los 90 de valor de compra, la jugada le sea rentable. Como pueden ver, el concepto de “fijo” se ha diluido por completo, y el objeto bono se convierte en un activo vivo en el mercado que fluctúa mucho más de lo que pudiera uno imaginarse. Y siempre en sentido inverso. Aumentos de rentabilidad significan bajadas de precio y, viceversa, caídas de rentabilidad se derivan de aumentos de precio.

Por tanto, la subida de la rentabilidad de la deuda europea de estas semanas se explica, por vía directa, por las ventas de títulos que los operadores están realizando de sus bonos continentales. La pregunta de difícil respuesta es por qué se producen esas ventas. Grecia y sus vaivenes están detrás, probablemente, pero también hay voces de que la burbuja organizada en el mercado de bonos por las compras masivas del BCE, que los han llevado a valores disparados (rentabilidad mínima) está llegando a su final, y que este es un movimiento lógico, y que puede seguir en el futuro. A saber. Lo único que hay que tener claro es que fijo, lo que se dice fijo, no hay nada en el mundo.

lunes, junio 08, 2015

Pactos a la luz de la Luna

Pactar es el verbo de moda en España. Los resultados del 24M obligan a alcanzar acuerdos dado que la mayoría absoluta se fue por el desagüe, y en muchos casos quienes han ganado no podrán gobernar si quienes han perdido se asocian. Esto podrá gustarnos mucho o poco, pero para que no fuera así hace cuatro años debía haberse reformado la ley electoral para, por ejemplo, con un procedimiento de doble vuelta, garantizar la elección de alcaldes por mayoría absoluta. No se hizo, existiendo entonces mayoría suficiente para aprobar una reforma electoral de esas dimensiones. No valen por tanto ahora lamentos ni quejas, de unos y otros.

Pactar exige negociar, y en este sentido volvemos a estar ante esa ceremonia de la confusión de las reuniones “discretas” que son secretas. Aquí me van a echar ustedes la bronca, pero entiendo que este tipo de conversaciones se realicen de manera más o menos oculta, al menos en lo que hace a sus contenidos, porque es imposible llegar a acuerdos de ningún tipo en un proceso emitido en directo, donde todo pueden ser interferencias. Lo que es ilógico es que se niegue la existencia de reuniones, o que se camuflen, o directamente que nos tomen el pelo al respecto. Y quién más presume de que no va a actuar así es a quien, con lógica, más se debe criticar que lo haga. Me estoy refiriendo a ese autoproclamado vigía de occidente (quizás no sea el concepto geográfico que más le guste) que es Pablo Iglesias, el Adán de la política española, el estandarte de los de abajo, el garante de una nueva democracia, y muchos otros adjetivos autocalificativos, que se caen por su propio peso. En muchas ocasiones, a lo largo de su televisivo ascenso mediático a los cielos de la popularidad, Iglesias presumió de que él y los suyos, (que son de él) realizarían política de una manera diferente, sin acudir a reservados de hoteles o restaurantes a conchabar acuerdos, que lo harían todo cara al pueblo al que respetan y representan, no como esa casta trilera que se esconde para amañar contratos y repartos de poder. Dicho y hecho, a las primeras de cambio, en cuanto Podemos ha alcanzado poder para determinar el signo de las instituciones en las que ha aterrizado, Iglesias mismo a la cabeza ha acudido a reuniones celebradas en reservados de restaurantes, de las que hemos sabido, tarde y a regañadientes, el menú de la cena, quién lo pagó (la casta) y que el baloncesto es un tema apasionante, pese a la surrealista pose de futbolista republicano con la que Iglesias nos deleitó en la jornada de reflexión. No seré yo quien critique a Iglesias el hecho de que se reúna o no con quien desee, ni de que no revele el contenido de esos encuentros. Sería un irresponsable de hacerlo, destrozaría la confianza puesta en su interlocutor y arruinaría sus posibilidades de conformar las instituciones a su gusto, pero lo que no vale es que se proclame a los cuatro vientos que se va a actuar de manera completamente diferente y, luego, con los hechos, volver a ver las mismas excusas de siempre para justificar una reunión que, filtrada o no, es conocida por los medios. Y lo que ya alcanza el grado de tomadura de pelo es que el comunicado de prensa que emita Podemos se dedique a detallar aspectos tan banales de la cena, como el comentado menú culinario y deportivo, y trate de negar que se hablara de política, de ayuntamientos y de comunidades. Tontos en este país hay muchos, yo entre los primeros, pero para tanto no. Es esa sensación de engaño lo que más fastidia, y deja a las claras al ciudadano el largo, infinito, camino que hay entre las gratuitas promesas televisivas y la realidad política de los votos.

Todos entendemos que los partidos deben hablar, y mucho, a lo largo de estos días, para conseguir acuerdos. El sábado que viene se constituyen todos los ayuntamientos de España y es necesario que en primera votación se alcance mayoría absoluta porque, de lo contrario, el alcalde electo es, automáticamente, el de la lista más votada. El político sincero y de fiar será aquel que admita que se reúne constantemente con todos y, desde luego, no cuenta de que habla con ellos hasta que, en su caso, acuerda algo. Usen ese criterio como fiel de la balanza, y no duden de que, hasta la mañana del sábado, las reuniones seguirán. Y después, aún más. Y los reservados de los restaurantes, a rebosar.

viernes, junio 05, 2015

¿No iba el gobierno a acabar con los puentes?

Hoy es puente en Madrid, ya que ayer fue festivo por el día del Corpus. No se cómo se enseña a los extranjeros este concepto tan nuestro del término, dado que la palabra inglesa “bridge” no lo tiene, sospecho. La idea de hacer un salto entre días para vadear el laborable es ingeniosa a más no poder, y el concepto de puente, que une orillas festivas, es una muestra de ingenio de uso del idioma difícil de superar. Hoy la oficina estará tranquila y la ciudad, sumida desde hace días en un calor de Julio, funcionará al ralentí. Ideal para los que cojan coches y se sientan reyes de la calle.

Una de las ideas con las que empezó su legislatura el gobierno de Rajoy, imbuida de un profundo afán reformista que luego se convirtió en cosmético, era la de acabar con los puentes. Se decía que su existencia restaba productividad a la economía, y que dentro de un proyecto general de racionalización de horarios y calendarios, que buena falta nos haría, se iba a estudiar el pasar todos los festivos a los Lunes (salvo excepciones como Navidad, 1 de enero y poco más) para aprovechar mejor el tiempo y evitar perder jornadas de trabajo. Cuando se lanzó la idea surgieron, como siempre, voces a favor y en contra. Los opositores eran, principalmente, hosteleros, que veían en los puentes la posibilidad de crear espacios de vacaciones donde se dieran viajes y estancias de turismo en el interior del país. Argumentaban que con tres días pocos se animarían y, por ejemplo, con cuatro, muchos más saldrían. Y dado que España es un país turístico este es un factor a tener muy en cuenta. También estaba en contra eso que podemos definir como la “cofradía del no” que es un grupo variopinto de personas que siempre se oponen a todo, por principio, como forma de ser. Surgen como setas tras la lluvia (expresión hecha en un año en el que, de momento, apenas llueve) y agitan pancartas con infinitos lemas que empiezan siempre por NO. Yo estoy a favor de la medida de la concentración al lunes, y reconozco que el argumento de los hosteleros tiene su cierta lógica, pero cada vez que este sector ha vendido su futuro apocalipsis por una medida gubernamental la realidad ha demostrado que de desastre nada de nada. ¿Se acuerdan de lo que se organizó con la ley antitabaco y que eso iba a suponer el cierre de todos los bares y restaurantes? Los que han cerrado lo han hecho por la crisis, no porque se pueda fumar en ellos o no. La idea del lunes festivo se estila en otros países, y no los veo sumidos en el desastre en lo que hace a ocio y restauración. E implantarla sería un primer paso en ese proceso que tenemos pendiente de ajustar horarios a nuestra realidad geográfica y laboral, en el que tenemos todo por hacer, y donde los del NO van a trabajar como si les fuera la vida (y el reloj) en ello. De momento este puente madrileño ha sido como los de antaño, y aproximadamente la mitad de mis compañeros y jefes de trabajo se lo han cogido, por lo que espero un Viernes tranquilo que me permita avanzar en algunos de los frentes que tengo por delante, y que necesitan una cierta calma para poder ser estudiados. Quizás hoy alguno más recuerde esa idea de los lunes y de la propuesta del gobierno, pero sospecho que serán pocos. La mayor parte de ellos, a buen seguro, habrán pillado puente.

Este asunto de los puentes es una buena metáfora, por cierto, de cómo el gobierno de Rajoy, que podía haber modificado muchas cosas de las “gordas” de la legislación y sociedad española, gracias a su mayoría absoluta y aclamación popular tras las elecciones de 2011, se ha limitado a la cosmética, a tocar cosas mínimas, a aplicar soluciones brutas y sin demasiado calibre, y ha desperdiciado la oportunidad de reformar en serio, en este y otros aspectos. Su gobierno tenía una ventana de oportunidad para hacer cosas que, finalmente, no ha querido utilizar. En cierto modo, y para esos importantes asuntos, Rajoy y su gobierno no dudaron en cogerse puente en cuanto pudieron.

miércoles, junio 03, 2015

Ir contra la ciencia es estúpido, y puede ser mortal

Ahora mismo un niño de seis años se debate entre la vida y la muerte en un hospital de Barcelona tras sufrir un caso de difteria, el primero registrado en España desde los años ochenta. Para tratarle ha sido necesario buscar con denuedo un medicamento que ha llegado, finalmente, desde Rusia, pero el estado del niño es crítico. La enfermedad ha sido erradicada de nuestro país, junto a otras muchas, gracias a intensivas campañas de vacunación, pero puede haber personas, sobre todo mayores, que en su día no se vacunaron y pudieran contagiarse. El niño no estaba vacunado.

Me fastidia mucho, y me indigna aún más, escribir sobre este asunto, porque demuestra que la tontería que anida en todos nosotros parece ser inmune al paso del tiempo y al avance científico. De un tiempo a esta parte ha cogido mucha fuerza un movimiento antivacunas, sí, sí, que acusa a estos medicamentos de ser malignos. Con un discurso lleno de charlatanería, tópicos comunes y falsedades, los defensores de esta postura, que están vivos muy probablemente gracias a que han sido vacunados, acusan a las farmacéuticas de haber desarrollado las vacunas para hacer negocio, y a los que las usan de maltratar a sus hijos y ponerles en riesgo. Visten su discurso de contenidos ecológico, pseudoprogresistas, anticapitalistas y toda una ensalada de conceptos erróneos a la hora de tratar cuestiones científicas, y por increíble que parezca, han cogido mucha fuerza en EEUU y otras naciones. Sus militantes niegan la vacunación a sus hijos y, debido a esta práctica suicida, enfermedades que estaban erradicas, o muy controladas, empiezan a aflorar nuevamente, lo que supone un riesgo para la salud de todos, no sólo de los descerebrados que propugnan estas ideas y de sus pobres hijos. Y pese a ello, la respuesta oficial ante esta ola de estupidez es más bien tibia. La comunidad científica se ha levantado en armas, por usar una expresión gráfica, denunciando a los cuatro vientos los riesgos que tiene el movimiento, y el peligro que puede suponer para la población en general, pero cuando un científico es acusado de estar vendido a los laboratorios y no respetar la naturaleza muchos son los ingenuos que dudan uy optan por señalar al científico. Argumentos políticamente correctos que para tantos son tabú y que suponen el ostracismo en caso de criticarlos. Y la ciencia, que no se debe a la política, y que no es democrática (ya puede estar todo el mundo en contra de la ley de la gravedad, arrójelos por un barranco y que discutan en la caída) trata de defenderse como puede, contando para ello con altavoces mediáticos mucho menos impactantes que los de los iluminados. Algo parecido pasa con el debate sobre el creacionismo. El creacionismo es falso. Punto. Pero resulta que quienes lo defienden tienen muchos medios para hacerlo y logran que algunos gobiernos les tomen en serio y den relevancia a una teoría, falas, y la equiparen con la de la evolución por selección natural de Darwiin, que es cierta. Nuevamente creencias, fe e ideología pretenden suplantar la labor de la ciencia, que ya es de por sí bastante compleja, dado que un científico vive en al duda permanente, e investiga para salir de ella. Frente a esto, iluminados creyentes en revelaciones, fuerzas y karmas cósmicos no dudan nada, atacan sin piedad y amenazan con volvernos a todos a épocas oscuras de cavernas y enfermedades. Asombroso.


Hay que ser muy serios en todo este asunto. Las vacunas no sólo funcionan, sino que gracias a ello muchos estamos vivos aquí. Su imposición a los niños debe ser obligatoria por ley, y los padres que se opongan deben ser penalizados por ello, porque arriesgan la salud de su hijo, que no es capaz de decidir por sí mismo si quiere suicidarse o no, y la de los demás. Y la ciencia es la que debe opinar sobre esto, y los poderes políticos y administrativos debe oírla a ella y hacerle caso. Y la población debiera dejar de seguir a charlatanes, chamanes, iluminados y demás pirados que, en serio, y más allá de la risa que puedan provocar sus paranoias, pueden ser muy peligrosos. Y que haya suerte y la ciencia pueda salvar a ese niño enfermo.

martes, junio 02, 2015

Un homenaje a John Nash

Con tanto tiempo dedicado al análisis electoral de las municipales y autonómicas de Mayo aún no he podido escribir nada sobre la muerte de John Nash y su mujer, que fallecieron de manera absurda en un accidente de tráfico en New Jersey hace una semana, el mismo día de las elecciones, cuando venían de recoger el premio Abel, uno de los galardones matemáticos más importantes de cuantos existen. Al parecer el taxi en el que viajaba el matrimonio Nash se salió de la carretera y se acabó estrellando, falleciendo sus ocupantes. Después de todo lo que ha vivido este hombre, morir así me parece indigno, ridículo.

Casi todo el mundo conoce a Nash por la película “Una mente maravillosa” que se basa en el libro del mismo título escrito por Sylvia Nasar, que es mucho más completo y realista que la película. Yo estudié a Nash en los noventa, en económicas, porque sus estudios sobre la teoría de juegos, cooperativos y no, y el desarrollo de los llamados equilibrios de Nash son algo obligatorio a la hora de estudiar numerosos campos de la economía, especialmente en el ámbito micro y empresarial, en el que un número determinado de jugadores disputan el dominio de un producto, mercado o de lo que se trate. Sin embargo, y pese a ser un genio cuyas contribuciones matemáticas le guardarán un lugar en la historia, lo más asombroso de Nash es cómo llegó a hundirse en el más absoluto pozo de la esquizofrenia y recuperarse. Ya a los treinta, en plenitud de facultades, y con un gran bagaje en lo que hacía a descubrimientos, la esquizofrenia encerraba la mente de Nash en una cárcel en la que las paranoias sobre ser espiado y las alucinaciones le ponían al borde del suicidio. Una mente maravillosa, sí, pero igualmente enferma. El sufrimiento que experimentó Nash durante muchos años es, simplemente, inimaginable. Desahuciado por muchos, ridiculizado por tantos, amortizado por parte del conglomerado universitario, que lo daba por perdido, Nash, junto su mujer Alicia, pasó años sumido en la oscuridad mental, pero logró salir de ahí. Con una inmensa fuerza de voluntad, el deseo de volver a ser normal y con las ganas de vivir que alentaban en él, Nash no logró vencer a su enfermedad, que es de esas que siempre siguen ahí, pero le plantó tal lucha que le permitió dominarla, controlarla, hacer que pudiera volver a controlar su vida, a tomar nuevamente las riendas de sí mismo, riendas que durante año habían pertenecido a las sombras que le torturaban sin fin. El proceso de rehabilitación mental de Nash no fue parejo al de su vuelta a la vida social, pero fue la concesión del Nobel de Economía en 1994 la mostró al mundo entero hasta qué punto Nash había logrado reconstruirse a sí mismo, volver a la vida desde el infierno. Aquel auditorio que le aplaudía sin descanso lo hacía por los descubrimientos logrados, sí, pero sobre todo por el ejemplo que suponía para otros muchos, enfermos y no, de cómo es posible recuperarse de una dolencia tan amarga y cruel. Junto a Alicia, de la que luego se divorciaría y volvería a casar, Nash es un ejemplo para todos nosotros de que la genialidad está al alcance de pocos, pero las ganas de vivir y al fuerza para superar la adversidad está en nuestra mano, y depende de nosotros usarla o no.


Esto no quiere decir que la esquizofrenia sea vencible si uno lo desea, no. Nash luchó, batalló y, afortunadamente, triunfó. Muchos casos hay también de que la lucha, emprendida con todas las ganas, acaba en la derrota absoluta. Pero queda la constancia de que, como decía Loyola de Palacio, que batalló y perdió, la única batalla que seguro está perdida es la que no se disputa. La que sí, ya veremos. A Nash se le seguirá estudiando con justicia en las universidades durante los años venideros, pero su figura humana, inmensa, también será analizada como un ejemplo del triunfo de la voluntad humana frente a la adversidad. Y eso le ennoblece tanto como el Nobel, en este caso tan justamente otorgado.