jueves, enero 31, 2019

¿Quiere el PSOE competir por Madrid?


La sorpresa fue total la noche del martes cuando se supo que Pepu Hernández, que fue seleccionador nacional de baloncesto, era el escogido por Pedro Sánchez como candidato socialista a la alcaldía de Madrid. Semanas se llevaba especulando sobre quién podría ser el candidato, y sólo había certezas sobre los nombres que habían rechazado presentarse, empezando por el de Rubalcaba y algunos ministros del actual gobierno. Durante días el nombre de Reyes Maroto, actual titular de industria, fue la que más sonó, pero finalmente saltó la sorpresa, y la designación de Pepu ha dado la oportunidad a bromistas de todo tipo de hacer su miniagosto en medio de una revuelta semana de enero, porque el elegido y su pasado propician la broma.

La duda que me queda es si, realmente, el PSOE quiere presentarse a estas elecciones o ya las da por tan perdidas que ni le importa. Algunas encuestas a principios de semana señalaban que incluso Vox podría superar en votos a una marca tan consolidada como la del puño y al rosa, que en Madrid ciudad no consigue un éxito desde los tiempos de Juan Barranco, y si muchos de ustedes no le recuerdan ya tienen ahí un indicativo de cómo vive este partido en la ciudad. Batallas y luchas fratricidas han sido el sino de la sempiternamente dividida FSM, o como sea que se llame ahora el organismo que coordina al PSOE en Madrid, donde el último gran escándalo llegó tras la expulsión de Tomás Gómez, el último candidato que, sin aspiraciones a ganar, podía ser al menos recordado en las encuestas cuando se le preguntaba al elector por él. Mientras que en la Comunidad el PSOE ha encontrado en Gabilondo un candidato solvente, que no logra alcanzar el poder pero mantiene muy bien el tipo y la marca del partido, en el ayuntamiento los socialistas caminan de desastre en desastre hacia la nada. Hace varios meses se filtró la noticia de que Sánchez había ofrecido a la propia Carmena presentarse por las listas socialistas, lo que era una manera nada encubierta e renunciar a la carrera por parte de Ferraz y admitir que muy poco pintaban en esa competición. Carmena renunció públicamente a este ofrecimiento, quizás porque ya entonces estaba pensando en cómo amasar las empanadillas con las que iba a cortejar a Errejón, y porque sabía que su marca, ella misma, era mucho más poderosa que la de quien le ofrecía un puesto en su lista. De hecho el ver quién ofrecía a quién, o quién se plegaba a quién si así lo prefieren, mostraba dónde se encontraba el poder real y el desesperado. Tras estos movimientos, era obvio que el candidato que seleccionase el PSOE iba a ser el líder de una lista fracasada, un contrincante de consolación. “Como no ha sucedido lo que deseaba, te toca a ti cubrir el expediente” era el mensaje que cada uno de los tentados por Sánchez podía leer en su llamada de ofrecimiento. Evidentemente las negativas han sido numerosas, porque a nadie le gusta inmolarse gratis, acudir a una derrota segura y estrepitosa, y pasar a cambio las penalidades que supone una campaña electoral, estar en el foco mediático, ser escrutado y, en estos tiempos, vilipendiado por pertenecer al mundo de la política. Y todo para perder sin remedio. En este sentido me recuerda la figura de Pepu a la del antiguo ministro de Industria Miguel Sebastián, que aceptó el encargo de ZP de presentarse como alcaldable de esta villa y corte a sabiendas de su segura derrota. Su campaña fue tan triste (¿recuerdan aquel debate con Gallardón en el que utilizó tácticas del estilo “Sálvame”?) como nefasto su resultado. Sebastián, que era leal a su jefe, o no pudo o no supo renunciar al amargo cáliz que éste le ofrecía y se sacrificó delante de todo el mundo en un estrellato que le alejó definitivamente de la política. Quizás Villarejo tenga cintas en las que se puedan escuchar los argumentos con los que ZP le convenció para presentarse. Sería curioso poder oírlos.

Muchos socialistas madrileños, desnortados, asisten con sorpresa al fichaje de Pepu y empiezan a mostrarse reticentes, sabedores que los experimentos con famosos suelen acabar mal, sea cual sea la sigla que encabecen. Al final habrá primarias porque Manuel de la Rocha ha anunciado que también quiere ser candidato, pero uno y otro saben que la marca PSOE será aplastada en Madrid. Algunos de sus votantes le apoyarán, muchos se quedarán en casa y muchos otros votarán a Carmena, quizás la primera que le dijo no a Sánchez. Y en la noche electoral de mayo en Ferraz poco habrá que celebrar sobre las votaciones que decidan el destino del palacio de Cibeles, Ya habrá quien, desde hoy, escriba argumentarios de excusas.

miércoles, enero 30, 2019

Nadie se cree el déficit del presupuesto


Ha sido la AIREF la última institución que ha denunciado que el actual proyecto de presupuestos posee una estimación de gastos muy certera y una previsión de ingresos muy inflada, y que el objetivo de déficit en ellos señalado, del 1,3% es un mero número impreso en un papel, pero que no va a convertirse en realidad de ninguna manera. Lo mismo dijo el Banco de España hace unos pocos días y la propia Comisión Europea empieza a dar por seguro lo que todos sabemos, que esas cuentas no cuadran, que ingresos y gastos van a desviarse mucho más de lo que en ellas se prevé y que la maldita cifra del déficit no va a dejar de crecer mucho más de lo que se pactó entre Madrid y Bruselas, para mayor dolor de nuestros bolsillos.

Se ampara el equipo de Sánchez en que se ha sujetado al déficit de los anteriores presupuestos de Rajoy, tras el veto definitivo del senado al nuevo techo de gasto, para presentarse como guardián de la ortodoxia y, si acaso, justificar un frenazo en el crecimiento de este año por esa menor capacidad de endeudamiento del estado, derivada de un déficit más contenido. Como argucia no es mala, pero es tan falsa como cualquier otra. El proyecto presupuestario se basa en el supuesto, irreal, de que la economía siga creciendo a tasas muy altas y que las nuevas figuras impositivas creadas no resten nada al crecimiento esperado, con lo que la recaudación sería de récord. Lo que no depende tanto del ciclo, que son las promesas de gasto, sí que son seguras, empezando por la subida de las pensiones al indiciarlas al IPC, lo que va a generar un (aún más) abultado déficit a la Seguridad Social. ¿Cómo disimularlo? Haciendo lo que han hecho gobiernos anteriores, desvinculando el déficit de la Seguridad Social del déficit del estado, poniéndolos en dos cuentas separadas, como si uno fuese una persona y el otro un ectoplasma propio de mundos paralelos. Al final todo es caja del estado, todo se saca del mismo lado y todo se tiene que pagar de la misma manera, pero estas trampas contables permiten ir tirando y, sobre todo, que no parezca que las cifras son tan preocupantes como son. En el fondo Sánchez ha hecho unos presupuestos bastante continuistas de los que elaboraba Rajoy, que desde los de 2014 no han hecho otra cosa que vivir del ciclo económico. Con un capítulo de inversiones muy menguado, partidas como las pensiones, sueldos públicos, transferencias a las CCAA y pago de intereses de la deuda se comen la inmensa mayoría del gasto disponible, con unos ingresos que se derivan de figuras muy necesitadas de reformas y modernización, pero que nunca son revisadas. Al calor de la recuperación económica el IRPF, IVA y, en menor medida, sociedades, empezaron a rentar mucho al equipo de Montoro. Tal como están diseñados sobrereaccionan al ciclo, cayendo o subiendo su recaudación mucho más de lo que lo hace la economía en su momento, y con tasas de PIB crecientes no había incentivo alguno a tocarlos por parte del equipo del PP. El PSOE ha hecho más o menos lo mismo, creando nuevas figuras y, sobre todo, disparando las partidas de gasto. Lo fía todo al ciclo justo cuando parece que empieza a soplar viento de cara y las expansiones del PIB superiores al 3% se han dejado bastante atrás. Nunca el gobierno del PP cumplió con el objetivo de déficit y desde luego no lo va a hace ahora el PSOE. Si el ritmo de aumento de la deuda es menor que el del PIB, el ratio deuda PIB irá cayendo, y eso es lo que ha permitido que a lo largo del último par o tres años no hayamos franqueado la barrera del 100% en ese cociente, pero es bastante probable que en 2019 ambos ritmos de crecimiento se igualen mucho, por lo que el ratio volverá a crecer y ese rubicón moral del 100% pueda volver a estar al alcance. Recordemos que seguimos viendo en una rara coyuntura de tipos de interés muy bajos, lo que hace soportable la sangría de la carga de la deuda. Algún día subirán, y eso nos va a hacer mucho mucho daño.

Más allá de las muchas trampas que esconden estos presupuestos, como la de contar trece meses de ingresos fiscales y doce de gastos, el proyecto sigue empantanado en las negociaciones que Sánchez mantiene con los independentistas, y con la incógnita de si el rechazo a estas cuentas provocará elecciones generales o no. Sánchez va a resistir hasta el último día que pueda, no lo duden, por lo que creo que dará igual. En todo caso, si no se aprueban como proyecto, algunos decretos “de gasto” ya han sido convalidados y están en vigor, por lo que la senda de déficit se estropeará pase lo que pase, con la duda de si el desvío será grande o enorme respecto a ese 1,3% que nadie se lo cree. En fin, como siempre, usted y yo pagaremos el desvío. Tampoco tenga duda alguna sobre ello.

martes, enero 29, 2019

La ruina del taxi


Desde luego no se si era su intención, pero los taxistas van camino de la ruina más absoluta, no sólo económica, por los ingresos perdidos durante estos días de cierre patronal, que no huelga (no son asalariados) sino también de imagen. En un mundo en el que las apariencias lo son todo, la imagen del taxi no era ya de las mejores, pero conflictos como el que se viven estos días en Madrid y la forma de afrontarlos por parte de esos trabajadores son la fosa en la que se entierra, para muchos, el valor de un sector, la imagen de marca de una profesión que, pase lo que pase tras estos días, va a salir mucho más debilitada de como entró, y en gran parte por los enormes errores que está cometiendo, subida a lomos de unos derechos que cree inamovibles.

No todos los taxistas son unos estúpidos homófobos, pero sí parece serlo uno de ellos, autoproclamado portavoz de una asociación llamada “élite taxi” lo que hace a uno pensar que si así es la élite cómo será lo que ellos consideren chusma. Personajes como este sujeto, que se apoda tito, son lo peor que le puede pasar a cualquier colectivo humano, en el desempeño diario de su profesión o en cualquier otra faceta de la vida. Las formas no deben perderse, y la chulería y violencia que sujetos como este y sus amiguetes muestran cada día en las calles son la manera más directa de posicionar a los usuarios o compradores de cualquier bien contra quien así se comporta. Muchas veces la labor del marketing es esconder este tipo de intenciones o comportamientos, que se dan en todas las áreas de la vida y estratos, pero resulta obvio que la primera ley del comercial es no insultar a quien quiere vender. En una sociedad en la que hacerse el borde parece empezar a tener cierto prestigio, y sujetos televisivos como el tal Risto así parecen acreditarlo, alguien como Tito puede llegar a medrar y ocupar parcelas de poder e ingreso. De hecho es el representante de una asociación, así que ha logrado ser elegido por algunos de sus compañeros. ¿Defiende tito el taxi? Eso es lo primero que cualquier taxista debiera preguntarse antes de sumarse a las movilizaciones por él convocadas. Aquellos que bloquean calles, que agreden a conductores de VTC, que apedrean otros vehículos o que, al parecer, disparan desde lejos a la competencia, ¿son un apoyo para el sector? En todas las manifestaciones y conflictos laborales suele existir un grupo de exaltados, que a veces montan bronca, y en no pocas ocasiones son alentados y defendidos por un grueso de los convocados, que les ríen las gracias y consienten sus desmanes. Y siempre sucede lo mismo, ese grupo de extremistas acaba contaminando la manifestación en su conjunto, se convierte en una especie de virus que logra enfermar todo el cuerpo que se moviliza, y lo acaba perjudicando. Suele ser habitualmente tarde cuando el grueso de los manifestantes se dan cuenta del problema en el que les han metido los “cuatro graciosos” que no hacen ninguna gracia, y para entonces parte de la reivindicación se ha convertido en un problema de orden público y la protesta abandona el campo de la economía para pasar al de interior. Y sobre las causas y justicia de las peticiones de los convocantes cada vez se sabe menos, y sobre el balance de daños y el número de detenidos, más. Por eso, si alguna protesta quiere llegar a conseguir algo, lo primero que debe hacer es neutralizar, erradicar de su seno a este tipo de sujetos, los “tito” que son lo peor que se le puede unir si quiere lograr que la sociedad apoye sus reivindicaciones o que, al menos, no se le ponga en contra. En esta huelga el taxi camina hacia el destrozo total de su imagen y, tras varios días de conflicto, a la posible irrelevancia, porque la ciudad parece continuar su rutina diaria sin recurrir a sus servicios. Y eso, la irrelevancia y la mala imagen, son la tumba de cualquier negocio.

Sobre el taxi, el problema de la movilidad urbana y las alternativas realistas para este conflicto, nada puedo escribir yo mejor que lo que ya lo ha hecho Marta García Aller en este artículo, que taxistas (y no) debieran leer con atención. El sector se enfrenta a una revolución imparable, fruto de la digitalización y al tecnología, y esto que vemos es sólo el principio de lo que vendrá con la llegada de los vehículos autónomos. Si logramos crear fondos de ayuda para la reconversión del sector podremos anticiparnos e ir suavizando una transición que será inevitable. Lo demás sólo es ruido, bronca y un grupo de “titos” que quieren mantener su situación de privilegio y, de paso, ciscarse en todos aquellos que no son como ellos ni piensan ni se acuestan con quien ellos determinan. Personajes que, obviamente, representan lo peor de nosotros mismos.

lunes, enero 28, 2019

En el pozo de Julen


En su viñeta de ayer en ABC, dibuja NM Nieto a Julen terminando de escalar un inmenso tubo que le lleva a las puertas del cielo, dejando abajo nuestro mundo. Un tubo que nace de Málaga, al sur de España, y que alcanza las estrellas y permite a Julen ver el último ocaso del sol antes de que se ponga para siempre en su vida. El niño, dibujado con una edad algo superior a los dos años que tenía el pobre chaval, sonríe ante el cielo prometido que se abre ante sí y es ajeno al dolor y angustia generado en la tierra durante las dos semanas que ha durado su búsqueda, y también, es incapaz de escuchar la marabunta mediática que se ha generado en torno a ese tubo, a esa vida, a ese suceso que a todos a conmocionado y a no pocos les ha generado el negocio de su vida.

Ha sido el de Julen un suceso extraño, dominado por las labores de rescate, labores que día sí y día también se iban encontrando con dificultades, problemas, escollos y todo tipo de contratiempos en un proceso de perforación de la montaña que parecía ser inacabable. Ese maldito cerro de Totalán, horadado inicialmente sin permisos, que se tragó al niño como si hubiera sido succionando por el infierno, se mostraba rebelde ante los cada vez más profesionales y medios que trataban de sacar al niño de las fauces de la tierra. Derrumbes, vetas de roca dura, ataques laterales paralizados por inestabilidad en el terreno, desvíos, un rosario de incidencias que ha puesto en jaque al trabajo de tantas y tantas personas y que ha vuelto a demostrar que, en tiempos de virtuales y cómodos tuits, las rocas deben ser partidas en pedazos a golpes, a incisiones, a martillazos y barrenas, y que el mundo real siempre se cobra un precio más allá de lo virtual. A medida que se alargaban los días de Julen en el pozo crecían los rumores, los bulos corrían por doquier y trataban, en su sórdida mentira, de igualar la negrura que pudiera darse en la sima del dolor en la que el niño yacía. Cadenas de mentiras, medias verdades, alentadas por redes sociales y supuestos medios que se dicen de comunicación, que encontraban en la desesperación de los técnicos el negocio perfecto, al gran excusa para montar el dispositivo de sus vida, el negocio sin fin. Cada día de retraso era una jornada más de éxito, de facturación, de entrevistas “pulsando el dolor” que no eran sino obscenos ejercicios de amarillismo que trataban de saciar el ansia de una audiencia que quería saberlo todo, y como nada se sabía, daba igual lo que se le dijera. Y esos programas han triunfado. Las críticas que les hemos hecho los que no los hemos visto de nada sirven ante registros de audiencia elevados, picos de cuota de pantalla disparados y anuncios, anuncios que se habrán cobrado como oro en medio de la tragedia. Y mientras avanzaba la perforadora, bajando metros en el túnel auxiliar construido como alternativa ya no se si B o C ante el fracaso de las anteriores, apenas se podía escuchar el fragor de la maquinaria y la desesperación de los que allí trabajaban en medio de un despliegue mediático sin precedentes. Los padres del crío, desesperados, incapaces de asumir lo que les estaba pasando, sometidos al tercer grado de los medios, apenas eran capaces de hacer otra cosa que balbucear y esconderse. Y si ellos no aparecían ya lo haría algún otro, famoso o no, que hablaría sin cesar y daría carrete a periodistas, que así se hacían llamar. Ingenieros, excavadores, barreneros, perforadores, mineros, guardias civiles, contratistas, conductores de maquinaria… decenas de profesiones y cientos de profesionales se han dejado la vida, sin descanso, día y noche, en una maldita montaña nada mágica tratando de llegar lo antes posible a Julen, a sabiendas de que no había esperanza, pero siendo conscientes de que era lo que había que hacer, que no se podía abandonar ni aquel cuerpo ni aquella familia. Muchos sabían que no era una operación de rescate, sino de exhumación, pero a todos esos cientos de abnegados, hartos del ruido mediático, les daba igual. Sólo querían llegar hasta Julen y llevarlo con los suyos.

Este es el segundo hijo que pierden los padres, tras el fallecimiento hace pocos años de otro vástago en una muerte súbita. Si es imposible imaginar el dolor que supone la pérdida de un hijo, la doble ración de injusticia resulta perturbadoramente obscena. Ellos son los que, ahora, como todos los padres golpeados por el dolor, deben asimilar lo sucedido, acostumbrarse a la soledad del hogar y tratar de descubrir cómo vivir sin Julen. En el pozo de Totalán perdieron la vida de su hijo, en el mismo pozo en el que tantos profesionales han dado lo mejor de sí mismos y en torno al que, otra vez, hemos asistido al muy rentable y aún más obsceno aprovechamiento del dolor ajeno. Demasiadas cosas cayeron por ese maldito pozo el día desgraciado en el que Julen se asomó a ver qué había en ese lugar tan raro. DEP

viernes, enero 25, 2019

Venezuela, la ruina total de una nación


Muchas veces, hablando de la situación de Venezuela y de otras naciones afligidas por la pobreza y el desgobierno, surge siempre ese comentario que afirma no saber cómo el país sufre tanto la pobreza “si es tan rico”, si posee tales recursos naturales que nos cuesta siquiera imaginarlos. Parece una duda sensata, pero me gusta responder diciendo que naciones ricas son, por ejemplo, Japón y Holanda, que apenas disponen de espacio, menos aún recursos, pero gestionan muy bien lo que tienen, le sacan partido y, sobre todo, posee capital humano, personas formadas que trabajan y son muy productivas. La riqueza y prosperidad de una economía es algo mucho más complicado que una mera acumulación de recursos naturales.

Pensemos en el petróleo. Si se fija, la mayor parte de los países exportadores de petróleo no son desarrollados. Una relativa excepción es Rusia, y EEUU va camino de convertirse en la gran excepción, pero ni las petromonarquías del golfo ni naciones como Nigeria, Venezuela y otras muchas son desarrolladas o ricas. Y esto no sólo se debe al pasado colonial de algunas de ellas y las herencias que ese estadio anterior dejo, que influyen, sino al efecto perverso que el petróleo genera en sus economías. Ese maná caído del cielo en forma de crudo negro se convierte en el principal bien exportador y en una enorme fuente de ingresos para el país, que supera ampliamente la mitad de los mismos en muchos casos. ¿Cuáles son los efectos perversos que se generan? Mucho, pero principalmente dos. Uno, muy amplio, de tipo económico, es que el negocio del petróleo desincentiva todos los demás, que poco pueden ganar en comparación a lo que renta el crudo. La inversión en el resto de la economía se debilita y la dependencia del crudo tiende a aumentar. El flujo de ingresos y divisas fruto de la venta del petróleo entra en tromba en una nación que posee pocas industrias y producciones alternativas y, como es obvio, esa renta se desea gastar en consumo, por lo que el nivel de importaciones de la economía empieza a crecer, y con ello la deuda externa. Los tipos de interés suelen ser altos, también las tasas de inflación, y el ciclo se acaba instalando en un constante flujo de entrada de recursos y salida de los mismos para sostener un gasto local que no es abastecido por las empresas de la propia nación, en un círculo vicioso que ciega la economía a futuro pero que es sostenible gracias a la constante entrada de recursos por la venta de petróleo. Irán, uno de los principales productores de petróleo, importa la mayor parte de la gasolina que consume, porque carece de capacidad industrial de refino, porque simplemente no ha invertido en ella. Todo esto genera economías débiles, deformadas y muy vulnerables El otro problema, muy profundo, es de tipo político, y se deriva de que las rentas del petróleo acaban haciendo muy poderosos a los gestores de ese negocio, que tarde o temprano logran controlar, o influenciar en exceso, a los gobiernos, convirtiéndoles en “socios” de sus propios intereses. Los niveles de corrupción que existen en esas economías son asombrosos, y abarcan todo tipo de niveles, y el riego del petróleo permite comprar impunidades casi perpetuas. Al final la sociedad está al servicio del negocio petrolífero, y eso es desastroso. Casos como el de los oligarcas rusos y su connivencia con Putin son los más conocidos, pero situaciones similares se dan en todas las naciones que viven de esta manera. Y ese destrozo institucional, a veces absoluto, perjudica, sobre todo, a los que no son capaces de conseguir ingresos, y viven al margen de la riqueza petrolera. Y eso genera enormes bolsas de pobreza y frustración.

Esto, muy resumidamente, es lo que se llama “la maldición de los recursos naturales” que ya la vivió la España del siglo XVI cuando el oro de América fue nuestro petróleo, o la propia Holanda al descubrirse los yacimientos del mar del norte en el siglo XX, o tantas y tantas naciones de hoy en día. El caso de Venezuela es exacerbado, con una capacidad de exportación de crudo salvaje, sólo superada por la desigualdad social en la que vive su población. Condiciones ideales para que el golpismo haya reinado durante muchas décadas en aquel país, agravándolo todo. La última versión de esas dictaduras, la chavista madurista, puede caer gracias a la proclama de Guaidó, pero los problemas que asolan a esa querida nación son muy profundos y difíciles de arreglar. Ojalá logren encontrar el camino para salir del actual pozo.

jueves, enero 24, 2019

El régimen de Maduro se tambalea


¿Va a caer el régimen de Maduro en Venezuela? ¿Se aproxima el final de esa dictadura? Puede ser, pero varias han sido las veces que hemos dado por derrocada esa estrafalaria figura presidencial y su dominio sobre aquel país, y no ha sucedido. Hoy como en el pasado, contemplamos grandes manifestaciones en Caracas y otras ciudades que demandan libertad y el final del despótico régimen bolivariano, y nuevamente esas protestas son reprimidas con fuerza, lo que unido a la violencia intrínseca que vive el país, se genera un saldo de muerte que a esta hora supera ya la decena, según las crónicas que llegan desde aquella nación. Anteriores movimientos de protesta se saldaron en pasadas y olvidadas víctimas e inmovilismo en el poder.

Hay una diferencia significativa entre este movimiento y los anteriores, y es que se ha producido una toma de poder presidencial por parte del presidente de la Asamblea Nacional, el parlamento, que sigue en manos opositoras. Juan Guaidó, que así llama el presidente de ese parlamento, juró ante la multitud que llenaba las calles de caracas y se autoproclamó presidente interino, encarnando una figura que reconoce la constitución del país para servir de puente hacia unas nuevas elecciones. Guaidó ha sido el primero que, en los años de marasmo de Maduro, se ha atrevido a dar ese paso, dado que la fuerte oposición al régimen ha estado siempre bastante dividida, con numerosas cabezas visibles que no han actuado y otras, proclives a ello, han tenido que huir del país o sido detenidas. El movimiento de Guaidó es atrevido, parece que constitucional, y supone un enfrentamiento directo al poder de Maduro. Y además cuenta con una baza que no se dio en procesos opositores anteriores, que es el reconocimiento internacional. Si Maduro se tambalea no es porque Guaidó se haya autoproclamado presidente, sino porque ese movimiento ha sido reconocido por otros países, empezando por EEUU y Canadá, y siguiendo por la mayoría de los grandes países latinoamericanos, con la excepción de México. Es decir, a Guaidó le ha empezado a llegar poder de verdad, del duro, fruto del reconocimiento internacional, y sólo con eso, que es difícil de lograr, se puede construir una legitimidad que sea capaz de derribar al régimen. Por primera vez Maduro sabe que tiene a alguien en frente que puede echarle del poder porque posee algo del mismo, y eso sin dura provoca ahora mismo pesadillas en el palacio de Miraflores, sede de la presidencia venezolana. Maduro, histriónico como él sólo, proclamó ayer la ruptura de las relaciones diplomáticas con EEUU, dando un plazo de tres días a los embajadores y cuerpo diplomático del aquel país para que abandonen suelo venezolano, pero sus acciones empiezan a verse limitadas ante la creciente emergencia de ese nuevo poder, encarnado en Guaidó, que realmente le hace sombra. ¿Sobrevivirá el régimen a esta embestida? Está por ver, pero no lo subestimemos, error que ya cometieron opositores anteriores. En el fondo Maduro es un títere gestor (perdón por el mal uso de esa palabra) de una dictadura militar que gobierna el país desde el golpe de Chávez, comandante que fue listo como para vestir su dictadura de ropajes ideológicos de izquierda que le dieran legitimidad, en un país arrasado por la corrupción, la cleptocracia del poder y una desigualdad sangrante. Serán los militares los que decidan si el viento cambia y Maduro es prescindible o no, y de esa disputa que se produzca en los cuarteles y bases militares saldrá el resultado de la lucha que se vive en Caracas. Si el ejército duda y relaja su posición, el régimen caerá, pero si se mantienen fuerte y actúa reprimiendo las protestas con dureza puede que la situación se enquiste, o degenere en un enfrentamiento civil abierto. Todas las opciones están abiertas.

Hoy Venezuela es sinónimo de fracaso, en todas las dimensiones que uno quiera estudiar. Con una economía arrasada, hambre en las calles, desabastecimiento de medicamentos y emigración masiva, de los pudientes a Europa o EEUU y de los pobres a la vecina Colombia, el país es una caricatura de lo que fue y, sobre todo, de lo que podría ser. Su historia es la de la constante convulsión política y militar, ambas cruzadas sin remedio, la ausencia de libertades y la nefasta gestión de los asombrosos recursos naturales del país, empezando por el petróleo, que es su principal fuente de riqueza y de desgracias. Ojalá los venezolanos encuentren una solución a su drama, el régimen caiga y se habrá una oportunidad al desarrollo y el crecimiento económico que tanto necesitan miles, millones de ciudadanos que apenas tienen horizonte.

miércoles, enero 23, 2019

La mafia del taxi sigue ganando batallas

¿Se imaginan que los empleados de, pongamos, El Corte Inglés, corten esta mañana la Castellana, o cualquier calle de otra ciudad, exigiendo que los paquetes que se compran en Amazon se entreguen con un retardo de dos horas respecto a los suyos? ¿Qué les parecería que los empleados de correos bloquearan una de las autopistas de circunvalación de su ciudad con la petición de que los correos electrónicos no salieran de su oficina y que, para escribir entre urbe, fuera necesario recurrir al envío postal? Para casi todo el mundo peticiones de este tipo serían disparatadas, incomprensibles y no contarían con ningún respaldo, ni público ni político. Serían manifestaciones de un pasado que hace mucho dejó de ser.

Alguien puso ayer un tuit muy lúcido en el que decía que los taxis son cabinas telefónicas que aún no lo saben, y es verdad. De tener el monopolio absoluto de la movilidad urbana, a excepción del transporte público (que si pudieran sabotearían) el taxi se ha ido encontrando cada vez con mayor competencia por parte de servicios nuevos, surgidos al calor de las nuevas tecnologías, que como revolucionaron pasados sectores también lo están haciendo con este, en muchas ocasiones sin que esté nada claro cómo va a acabar el sector en su conjunto. Los VTC, o vehículos de alquiler con conductor, son el principal exponente de la batalla del taxi que vivimos ahora, pero son sólo uno de los cambios que empiezan a impactar. La proliferación de vehículos de alquiler sin conductor, sean bicicletas, patinetes o coches eléctricos va a más, y llegará el día del coche autónomo, en el que el conductor no sea necesario, y entonces el sector se revolucionará como nuca antes. Y no lo duden, tardará más o menos, pero ese día va a llegar. Hasta entonces vamos a tener que sufrir el pulso provocado por los poseedores de un derecho regulado, una concesión administrativa que proviene de un modelo más propio del siglo XIX que del XXI al calor del que se ha originado un excelente negocio de compra venta de licencias cautivas. Como siempre, en el mundo del taxi hay de todo, pero es significativo el núcleo de instalados en la regencia de una regalía, de un monopolio institucionalizado que nadie ha tocado en décadas y que les ha otorgado un gran poder y, también, ingresos disparatados. No es difícil encontrar datos sobre cómo evoluciona el mercado negro de licencias de taxi, de los dinerales que se pagaban hace años por ese papel que te aseguraba ingresos para siempre y que ahora va disminuyendo de valor a medida que el sector encara su reconversión, ineludible. Quienes hicieron negocio o se arruinaron con la compra y venta especulativa de licencias no me generan sentimiento alguno, y desde luego no el de pena por la pérdida que puedan sufrir ahora. Optaron por jugar a un juego amañado y es lo que tiene. Más sonroja me produce la dejadez de las administraciones, consentidoras y beneficiarias durante años de esos monopolios, que ahora carecen del valor necesario para encararse a ellos. El gobierno nacional, en un acto de cobardía suprema y de gran indignidad, decidió hace meses deshacerse de la competencia para regular el gremio, pasándole el marrón a las CCAA, a sabiendas de que en las dos mayores ciudades de España, Madrid y Barcelona, no gobierna el partido que ahora rige en Moncloa. Y a partir de ahí, frente a un interlocutor débil y dividido, las opciones de la mafia del taxi de presionar y chantajear crecen, y se logran acuerdos abusivos, como el planteado esta noche en Barcelona, que en la práctica inutiliza el servicio de VTC y deja a sus trabajadores en el paro. ¿Son esos desempleados de VTC menos valiosos que los empleados del taxi? No, lo que ocurre es que no tiene el poder de un monopolista del siglo XIX defendiendo sus privilegios. Y su paro, por tanto, no parece ser ni política ni mediáticamente rentable.

Hoy empieza FITUR, la feria de turismo, en el recinto de IFEMA en Madrid. Es una de las principales ferias del año, genera empleos e ingresos a la ciudad en grandes cantidades y, obviamente, es tentadora como objeto de chantaje. Allí están ahora los taxistas, presionando para mantener un privilegio al que no tienen derecho, ocasionando un perjuicio para todos y destruyendo, aunque no sean conscientes de ello, su imagen para cada vez capas más amplias de la población. Como pasó con los controladores y su huelga salvaje de hace unos años, un día de estos el taxi acabará por arruinar todo su crédito y la sociedad, que empieza a poder hacerlo, prescindirá de él. Y de tanto exprimirla su gallina de los huevos de oro habrá fenecido. Tiempo al tiempo.

martes, enero 22, 2019

Masacre terrorista en Afganistán


¿Cuántas páginas, horas y esfuerzos dedicaríamos a debatir, dolernos y comentar un atentado que hubiera causado decenas de muertos en nuestro entorno cercano? ¡Qué cobertura le hubieran dedicado los medios de comunicación, qué despliegues? Este fin de semana ya pudimos comprobar hasta qué punto es cruel esa ley que dicta que lo lejano no es noticia, con el atentado perpetrado por el ELN en una academia de policía de Bogotá, que dejó más de veinte muertos, y que fue apenas un breve en los informativos televisivos y una mera columna perdida entre las páginas de internacional, afortunada edición en la que incluso llego a contar con una imagen impresa. Pero casi nada, y las dos decenas largas de cadáveres, olvidados.

Ayer se produjo en Afganistán una salvajada de dimensiones aún más considerables y que recibió, si cabe, menos cobertura mediática. Un comando talibán atentó con un coche bomba contra una base militar del ejército afgano y, tras ese ataque, se dedicó a masacrar a los posibles supervivientes que no habían fallecido por el impacto inicial de la explosión. Más de cien muertos en medio de un paisaje de guerra, ruinas y nieve, en lo que es una acción de guerra organizada más que un atentado. Casi cuesta encontrar en los medios referencias a ese cruel acto, perpetrado en la más absoluto vacío informativo global, como si no le importase a nadie. Y la verdad es que eso es lo que refleja la ausencia de cobertura, que a casi nadie le importa. Los periodistas que por aquellas remotas tierras se encuentren están mucho más aislados que los autóctonos que residen desde sus orígenes en los páramos afganos, porque esos periodistas conocen la realidad del otro mundo, del mundo del que proceden, que casi es un planeta distinto. Se juegan el pescuezo y tratan de explicar cómo tras dieciocho años de intervención sobre el terreno Afganistán sigue siendo un absoluto caos en el que el gobierno de Kabul control apoco más que la M40 de la ciudad mientras que el resto del país es un feudo de señores de la guerra, dueños de sus zonas de influencia, y de la milicia talibán, que rearmada y con bríos reobrados, empieza a ser otra vez una amenaza cierta para el conjunto del país, si es que el concepto de país sigue siendo válido en este caso. Los periodistas recibirán unos pocos euros por sus crónicas, remitidas probablemente desde unos lugares infames donde usted no se, pero seguro que yo no sería capaz de aguantar ni un par de horas, y todo por unos ingresos mensuales que no llegarán a lo que los taxistas, que siguen de huelga, se llevan a su casa en una semana de trabajo. En esas crónicas de urgencia la emergencia de los cultivos de opio será un tema recurrente, la cada vez más abundante cosecha que se transforma en la heroína que llena algunas de las calles de moda de ciertas ciudades occidentales, y que enriquece sin freno a señores de la guerra, milicias islamistas y todo aquel que quiera sacar tajada del lucrativo negocio de las drogas. Relatarán en reportajes cómo tras la caída inicial de los talibanes tras la guerra de 2001 el país vivió unos años de calma, de progreso económico y de aperturismo social, de días en los que el burka empezó a ser prohibido y las mujeres, por fin, podían empezar a ser vistas como personas humanas y no como objetos sometidos, de cierta libertad en las calles de un Kabul que soñaba con volver a ser una ciudad comercial y abierta, y de un país torturado por guerras desde que hay recuerdos intentaba salir de ese constante estado de violencia. Y de cómo esa apertura se ha ido frustrando poco a poco, de cómo el desinterés occidental y los intereses creados han vuelto a convertir ese país de geografía tan imposible como, probablemente, bella, en un polvorín lleno de inestabilidad, violencia y disputas crecientes. Y esas crónicas serán remitidas por profesionales que se juegan la vida por, recuerden, muchos menos euros de los usted se pueda imaginar.

¿A quién le interesan esas crónicas? A un par de pirados como yo, que las leen, y poco más. Los más de cien muertos de ayer, sangre roja a borbotones sobre el blanco níveo de la que no tenemos imagen alguna, para ni siquiera debatir sobre la conveniencia de la exhibición de la violencia, apenas son hoy un recuerdo. No habrá actos de contrición por su memoria, ni públicos ni privados. Su asesinato será tan olvidado como lo fueron sus vidas mientras transcurriendo en aquel más allá, y nuestra atención sólo volverá a mirar a la sede del “gran juego” como lo llamaba Kipling, si las milicias talibanes empiezan a ganar su guerra y, otra vez, se convierten en un riesgo para nuestra seguridad en la vida que, día a día, desarrollamos en esta otra parte del mundo.

lunes, enero 21, 2019

Un mes sin cobrar en EEUU


Un mes sin cobrar es lo que llevan los cerca de ochocientos mil funcionarios y empleados públicos de los EEUU afectados por el cierre del gobierno, parcial, que ya es el más largo de la historia. Muchos de ellos, además, están desempeñan trabajos que han sido considerados como servicios de especial importancia y no pueden dejar de acudir a ellos, por lo que día tras día trabajan sin cobrar, lo que sin duda aumenta su desesperación. Se supone que cuando el cierre se acabe, que no está nada claro cuándo sucederá eso, cobrarán lo que se les debe, pero por el momento no están viendo un solo dólar desde el inicio de este extraño fenómeno, en un país en el que, al parecer (no lo sabía) estos empleados cobran cada quincena, no mensualmente como es lo normal entre nosotros.

Haga el experimento y póngase en su lugar. Suponga que posee un empleo fijo, o muy sólido en el caso de los que no son funcionarios, y de un día para otro su nómina deja de serle ingresada. Eso no va a hacer que los gastos que tenía previstos, o los imprevistos, se sigan sucediendo, pero el flujo de ingresos se frena. Evidentemente habrá situaciones de todo tipo, y los que posean un colchón financiero serán capaces de aguantar más, o los que vivan solos podrán organizárselo mejor para hacer frente. Pero póngase en el pellejo de un típico padre o madre con hijos, que es la fuente de ingresos de la familia, y que se ve privada de ellos. ¿Cómo afrontarlo? ¿Cómo organizarse ante algo que no debiera suceder y que casi nadie ha contemplado como posibilidad? La forma de vida norteamericana lo hace todo aún más difícil, porque si pensamos que aquí somos consumistas y no ahorramos nada (y es cierto) allí ese comportamiento es aún más desatado. Créditos, hipotecas y demás préstamos surgen como esporas en una sociedad en la que el consumo es el principal motor económico, y el desempleo el camino más directo a la pobreza y el riesgo vital, porque las coberturas médicas se asocian al seguro médico que el empleador sufraga mientras tiene en nómina al empleado. El despido es la pérdida, habitualmente, de esa cobertura que aquí, denominada Seguridad Social, es sufragada por impuestos que afectan a todo tipo de personas, trabajen o no. Curiosee en su entorno personal y póngase a estimar hasta qué punto usted y los suyos serían capaces de aguantar un mes sin ingresos, manteniendo no ya el ritmo de vida que llevan, sino sólo los gastos obligatorios de los servicios que tengan contratados (luz, agua, gas, comunidad, internet, colegios, alimentación, etc) Habrá casos en los que el derrumbe de la economía familiar puede ser tardío, pero me temo que en no pocos será estrepitoso y veloz. Y ahora, rizando el rizo, suponga que el gobierno le obliga a ir a trabajar sin cobrar, con los costes diarios de ir y volver y demás, sin ingreso alguno. Muchos de esos empleados viven en casa, sin hacer nada, esperando a que vuelva la normalidad, hibernando económicamente, pero los que deben permanecer en su puesto de trabajo soportan un doble castigo, económico y moral, que debe hacerse realmente insufrible. La sensación que deben tener de sentirse estafados será tan lógica como intensa, y ese malestar va creciendo entre un colectivo de empleados que resulta ser rehén de las disputas políticas entre demócratas y republicanos, exacerbadas por el infantil comportamiento de un Trump al que le da igual si alguien cobra o no siempre que él sea el que más gane. Una de las causas por las que estos cierres de gobierno han sido breves en el pasado es, precisamente, el coste que supone para los empleados, y la presión que ello genera en los políticos para llegar a un acuerdo. Con Trump eso no funciona.

Han empezado a surgir algunas iniciativas para recaudar dinero y ayudar a aquellos empleados que empiezan a no poder soportar esta restricción financiera. Piensen que estamos en lo más crudo del invierno y que el gasto en calefacción es necesario para sobrevivir, y más allí, donde las nevadas y el frío son de verdad, dejando nuestros temporales al nivel de gráciles caricias. Y a medida que pasen los días y el desacuerdo siga mayor será el número de los que, sencillamente, se queden sin ahorros para ir tirando. Y todo esto pasa en la nación más poderosa y rica del mundo, un lugar en el que el contraste entre la riqueza y pobreza es tan inmenso como incomprensible. Este episodio muestra alguna de las disfunciones que posee EEUU, que Trump está agravando, y que pueden en un futuro poner en riesgo la estabilidad económica y social de la nación. Visto desde la distancia, asombra y asusta.

viernes, enero 18, 2019

Errejón deja Pablemos


Ay, la política, qué grande es, qué apasionada. Un día estás en lo más alto y en pocas horas te conviertes en historia y recuerdo, desbancado como no esperabas. Años de gloria difuminados por completo. Que se lo digan a Rajoy, que en mayor vivió el cénit y el final de su carrera en apenas cuatro días, o que se lo digan a Pablo Iglesias, el líder supremo y absolutista de Podemos, que logró llevar su experimento político a las puertas del poder real, que alcanzó estimaciones de voto superiores al 20% y que ahora se despeña poco a poco en medio del encumbramiento de su teocracia pablista, de su nepotista reparto del poder, que tanto recuerda al estilo de los Trump, y los mensajes emitidos desde el chalet de Galapagar, que detenta como nuevo rico.

No se si la marcha de Errejón de Podemos es una herida mortal para la formación, pero desde luego supone un golpe durísimo, que se une a los muchos que ese grupo político sufre desde hace tiempo, principalmente causados por la manifiesta incapacidad de su líder supremo de ver más allá de su ego. La historia de Podemos es la de Pablo Iglesias, la del líder mesiánico que tiene una visión y que se dedica, a medida que asciende a los cielos, a liquidar a todos aquellos que puedan hacerle sombra, a usarlos como piezas útiles en su escalada pero a abandonarlos, como esas piezas que se clavan en la montaña para hacer las cordadas pero que luego, una vez alcanzada la cima, ahí se quedan. Tampoco en esto Iglesias es muy original, la verdad, porque en todo partido político se dan purgas y siega de afines al bando contrario cuando es el propio el que alcanza el control de la formación, y los últimos que saben algo de esto son los sorayistas del PP o los susanistas del PSOE, pero el estilo Iglesias, que tanto se parece en sus formas al de sus adorados miembros del politburó soviético, es especialmente cínico y resolutivo y más cuando Podemos venía a hacer “otra política”. Ay, los eslóganes vacíos…. Del equipo fundador de Podemos sólo queda Pablo. Monedero fue el primero en caer, víctima de su propia egolatría y de los chanchullos financieros que le permitieron enriquecerse a un personaje bastante siniestro que ha escrito libros en los que habla de política decente para la gente decente. Tras él fueron cayendo muchos que tenían un perfil mediático más o menos intenso, pero que sobre todo parecían tener cabeza, ideas y estrategias modernas para poder ganar elecciones. Luis Alegre y Carolina Bescansa fueron dos claros ejemplos, profesionales venidos de ámbitos intelectuales, dotados de mentes avanzadas y que veían la política como una manera de llegar al poder, que es lo que es, pero también como un espacio de estudio, dignidad y colaboración. Fueron laminados cuando vieron que la formación que habían contribuido a organizar se estaba convirtiendo en otra cosa. De fondo siempre estaba Errejón, con su cara de niño que le ha causado ser tomado poco en serio entre los suyos y los demás. Errejón es mucho más listo que Iglesias, y éste lo sabe. Y ser listo te convierte en peligroso a ojos de quien busca sobre todo detentar el poder para él mismo, sin importarle nada más. El ostracismo de Errejón ha ido a más en cada una de las citas de Vistalegre, lugar en el que hace cinco años justos nació Podemos, y que en cada encuentro se iba convirtiendo en una vista cada vez más triste para los errejonistas y, en general, todos los que veían a Podemos como un partido político y no un grupo de fanáticos pablistas. La posición de Errejón como cabeza de lista de Podemos a la Comunidad de Madrid era tan frágil como falsa, porque cada día se iba sabiendo como Iglesias iba a confeccionar unas listas en las que él decidiría quién acompañaría y vigilaría a un Errejón que más parecía un títere, un cartel de marca, que un candidato propio. Iglesias quería conservarlo a sabiendas de que era el que más votos (le) iba a recoger, pero una vez pasados los comicios, se convertiría en un pelele en sus manos.

Ya no. Errejón ha decidido volar sólo con una marca conjunta en la que él y Carmena son las dos imágenes, y suponen uno de los más fieros tándems electorales en la batalla local madrileña de mayo. Supongo que será finalmente expulsado del Podemos pablista, y fiel a la tradición de los admirados padres ideológicos, Iglesias borrará su imagen y recuerdo de toda la historia de la formación, que es suya y sólo suya, y nada más que suya. Errejón ya no podrá acudir a la piscina de la dacha de Galapagar, y los votos que consiga serán sólo suyos, no del amado líder. Su jugada es valiente, arriesgada, fruto de una necesidad de supervivencia política, y le honra el coraje de haber dado un paso así. Y en medio de su infinito cabreo, Iglesias sabe que todo esto es así, pero a buen seguro que será incapaz de ver su culpa en todo ello. Quizás pudieron, sí. Ya no.

jueves, enero 17, 2019

El Santander no ficha a Orcel


Acabaron 2018 los dos grandes bancos españoles con importantes anuncios de renovación y rejuvenecimiento en sus cúpulas. En BBVA FG dejaba su presidencia casi eterna y el consejero delegado Carlos Torres le sucedía, mientras que Santander desvelaba el fichaje de Andrea Orcel, proveniente USB, como nuevo consejero delegado, en un movimiento que sorprendió a muchos. Casi tres semanas llevamos de 2019 y el BBVA vive sumido en una crisis de espionaje y bajos fondos que es más sucia y apasionante de lo que uno imaginarse pueda y el Santander ha anunciado que renuncia al fichaje de Orcel por los cincuenta millones de euros que tiene que pagar en indemnización a UBS por la renuncia a su anterior cargo. Los dos bancos, en problemas.

La situación del Santander es, obviamente, mucho más sencilla que la del BBVA, y también da para reflexiones de calado. El anuncio de la llegada de Orcel fue acogido con gran sorpresa, en primer lugar por ser un fichaje externo en una entidad cuya tradición ha sido la de la carrera interna y la promoción propia, siendo así Santander reconocida cuna de banqueros que se han extendido por muchas otras entidades. También sorprendió la trayectoria de Orcel, un hombre muy ligado a la banca de inversión y con apenas paso por sistemas bancarios tradicionales. El Santander, como todas las entidades, posee un departamento de banca de inversión y opera en todos los mercados imaginables, pero no es ni mucho menos ni la esencia de su negocio ni su mayor fuente de beneficios. Es la banca comercial, la tradicional y aburrida si quieren verla así, el gran núcleo del negocio del Santander. Por eso este fichaje se vio como algo excéntrico, o como el deseo de Ana Patricia de virar el rumbo de la entidad hacia una dimensión distinta. Quizás los años de la presidenta en Londres, donde la banca comercial es mucho menor en comparación a la de inversión, le influyeron a la hora de convertir al Santander en una entidad mucho más fuerte en ese sector, tan complejo y peculiar, que tantos beneficios ofrece pero tantos riesgos obliga a asumir. No lo se. En todo caso el fichaje no va a tener lugar y, si esa era la idea de Ana Patricia, de momento se queda en el cajón de los proyectos futuros. El argumento esgrimido para renunciar al contrato ha sido discutido por varias fuentes, empezando por la propia UBS, que afirma que avisó con tiempo a Santander de los costes de la operación, pero dando por válida la causa esgrimida, nos pone sobre la mesa los disparatados sueldos de los ejecutivos, y de otros profesionales especiales, como los futbolistas, y la desigualdad entre esos ingresos personales altísimos y los del resto de personas, empezando por los empleados de las entidades en los que esos ejecutivos trabajan. ¿Es razonable que alguien cobre varios millones de euros por su trabajo al año? La teoría dice que sí siempre que los genere, es decir, que su productividad sea superior a ese coste. El problema es que es mucho más fácil medir costes que productividades, especialmente en el sector servicios. Normalmente los ejecutivos son los que determinan qué sueldo van a cobrar, y está más que estudiado el problema que surge ante los incentivos que poseen para sobrevalorarse a riesgo de poner en peligro la viabilidad de la empresa en la que se encuentran. Serán los accionistas o propietarios de la entidad los que deban aprobar esas abultadas nóminas y correr con los riesgos que suponen para la empresa, pero es sabido que en las grandes corporaciones los consejos ejecutivos gobiernan muy al margen de la masa accionarial, y deciden cosas, como sus ingresos, sin tener en cuenta muchas veces el deseo de los accionistas minoritarios. Además, cuanto más grande y compleja es una empresa más diluido queda el papel del ejecutivo en el rendimiento global de la misma, porque eso es fruto del trabajo de miles de personas, de la coyuntura, el ciclo, la suerte y muchas otras cosas más. Curiosamente es más fácil valorar si un deportista, que trabaja mucho más aisladamente, vale los millones que cuesta a su entidad que la situación de un ejecutivo de empresa.

¿Vale Orcel los cincuenta millones que se iban a pagar por él? Es muy difícil contestar a esta pregunta, y si mi apuran, imposible a priori. Sólo con algunos años de desempeño en su función, comparando muchos números y viendo sus decisiones podríamos decir algo al respecto. Parece que Ana Patricia ha decidido que el coste seguro no compensa el beneficio hipotético, y se ha echado para atrás, lanzando de paso el debate de la remuneración ejecutiva a la palestra en un tiempo de desigualdades crecientes y peligrosas. Y todo tras un año en el que la acción de la entidad cántabra ha caído con ganas (como muchas otras) y con un negocio bancario en perspectiva cada vez más rácano en lo que hace a la obtención de beneficios. ¿Qué hará Santander? ¿A quién escogerá?

miércoles, enero 16, 2019

May, humillada


Hablábamos ayer sobre cuál podía ser el resultado de la votación del acuerdo del Brexit en Westminster, y ya han visto que su contundencia ha sido lo más claro del proceso. Se comentaba a lo largo del día que una derrota por un margen de cien votos podía considerarse como una victoria moral para May, pero el resultado final, 202 a favor, 432 en contra, perder por 230 votos, es una humillación de un calibre como no se veía desde los años veinte del siglo pasado. Más de cien diputados conservadores votaron en contra de la líder de su partido, dejándola al borde del camino, abandonándola, en lo que, más allá del Brexit, es un castigo a un líder político por parte de sus propias huestes de una dimensión difícil de imaginar. Pese a todo, May sigue ahí.

Pónganse en la piel de esta mujer y tenderemos los mimbres para tejer todo un drama moderno de ribetes clásicos donde los haya. Política de amplia carrera en el partido conservador, moderada en el asunto europeo, hizo campaña cuando el inútil e irresponsable de Cameron convocó el malhadado referéndum para que el Brexit fracasase. Sí, sí, no quería que el Brexit ganara el referéndum. El resultado de aquella condenada votación acabó con el gobierno de Cameron, que lo dejó y no fue castigado con la pena de reclusión y exilio en una isla desértica cercana a la Antártida, que era lo que se había ganado. Ante la ausencia de liderazgo, May que era ministra del Interior, acabó presidiendo el gobierno un poco de rebote, aupada con pocos apoyos y con los silencios de los muy pro Brexit, encabezados por el histriónico Boris Johnson, que la veían como un personaje manipulable y débil. Se estrenó May con ese lema, tan en boga en tiempos de extrema y falaz simplicidad, de “Brexit significa Brexit” y se vio al frente de un ejecutivo que tenía que lidiar con un proceso de salida que ella consideraba un error. Llegas a poder para estar obligada a hacer con él lo que crees que es erróneo. No está mal como dilema. Con una mayoría absoluta en el parlamento, May pensaba, con acierto, que el resultado del referéndum y su llegada improvisada al poder deslegitimaban la composición de la cámara, y adelantó elecciones para, al menos, tener el voto popular de su lado de cara al proceso negociador que se debía iniciar con Bruselas. En estos tiempos los adelantos electorales los carga el diablo, lección que ya aprendió en sus carnes el irresponsable de Artur Mas y que nunca se estudió como debía la ingenua Susana Díaz, y May, entre ambos “liderazgos” experimentó la misma desazón. El recuento electoral le dio la victoria, sí, pero le quitó la mayoría absoluta en Westminster, dejándola en manos del DUP, un grupo nacionalista norirlandés. De las elecciones que pensaba reforzarían su autoridad May salió mucho más débil de como entró, y desde entonces todo ha sido un rosario de desgracias para su figura y liderazgo. En el plano interno le han dioa abandonando los radicales del Brexit, que se han comportado cada vez más como una caterva de aficionados al fútbol, chillones y maleducados contra todo lo que no sea su fanatismo, y el partido conservador se ha ido agrietando día a día, dejando a May y los probrexit blandos, por llamarlos de una manera, cada vez más aislado. En frente, el laborismo, en manos de un Corbyn extremista que sigue viviendo en los años sesenta, con dudas de si nos referimos al siglo XX o al XIX, salió reforzado de las elecciones, pero ha ido escorando su formación de un socialismo europeísta a un extremismo de izquierda nacionalista que ve con buenos ojos el desastre de la salida de la UE. Nunca fue claro en la campaña del referéndum y, sinceramente, su figura supone un baldón a la historia del partido, como son los brexiters duros para el conservador. Ha visto la debilidad de May y la ataca sin piedad, cosa que excita a sus bases.

Y May, día tras día, ha ido envejeciendo ante las cámaras, soportando una presión que me empieza a parecer equivalente a la crueldad. Su liderazgo es cuestionado hasta en el vecindario del número 10 de Downing Street. Se enfrenta hoy a una moción de censura promovida por Corbyn que, probablemente, fracasará, porque los conservadores díscolos odian a su jefa pero aman el (escaso) poder que, por ahora, retienen. Y a partir de ahí, el vacío, la duda, el misterio. A poco más de dos meses de la fecha pactada de salida del Reino Unido, ya no hay acuerdo firmado ni aparente capacidad del gobierno de Londres para lograr uno que pueda ser respaldado allí. Puede pasar de todo, incluso que no haya Brexit, y May vive cada día como una tortura. Lo que Shakespeare podría haber escrito de estar presente antes semejante vicisitud

martes, enero 15, 2019

La votación del Brexit


¿Recuerdan ustedes cuando los países anglosajones eran serios y predecibles? Pragmáticos, dominados por sus intereses y con un sentido de lo práctico que lo dominaba todo, EEUU y Reino Unido se convirtieron en naciones poderosas, influyentes y no dadas a cambios de rumbo y actitudes veletas, centradas en el mantenimiento de su poder e influencia por encima de todo, lo que redundó en el bienestar de sus ciudadanos. En cierto modo vivimos en el mundo que el despertar anglosajón protagonizó y dominó desde el inicio de la revolución industrial hasta el triunfo de las guerras mundiales del siglo XX. En ese mundo se habla en inglés, las cuentas lo dominan todo y la norma es respetable.

Frente a esa imagen, la decadente realidad de un Reino Unido que, desde el aciago día de la victoria del Brexit en su referéndum camina como pollo sin cabeza, dándose golpes por las esquinas y protagonizando, día sí y día también, escenas tan ridículas como lamentables. Hoy, se supone, el parlamento de Westminster votará el acuerdo de Brexit al que llegó el gobierno del May y Bruselas. Lo único que tengo claro es que son tres, y sólo tres, los escenarios que pueden tener lugar en este importante día. El primero de ellos es que la votación se vuelva a suspender, como ya pasó una vez anterior, lo que lo convierte en una posibilidad exótica pero no descartable. Los otros dos escenarios, derivados de que esa votación se de, son que el acuerdo se apruebe o se rechace. A estas alturas del texto alguno de los queridos lectores que aún siguen empezarán a pensar que les estoy tomando el pelo, y que esto parece un remedo de los episodios de “cerca y lejos” de Coco en Barrio Sésamo. Y la verdad no es muy lejana. Lo que quiero dejar claro ante sus ojos y mentes es que no tengo ni la más remota idea de los escenarios que se abren tras cada una de esas alternativas, porque el proceso del Brexit ha colapsado hasta convertirse en una infinita colección de absurdos que nada tiene que ver con la realidad. Casi todos los analistas dan por perdida la votación de hoy, con dudas sobre si la derrota será clara o aplastante, y todo lo que no sea derrota será una gran sorpresa. Si esa derrota se produce, Reino Unido se aboca a lo que se llama un Brexit duro, una salida sin acuerdo pactado, en el que ese texto acordado de más de quinientas páginas serviría para muy poco y la incertidumbre se haría dueña de todo lo que sucediera de ahí en adelante. Un acuerdo, mejor o peor, siempre es preferible a un no acuerdo (otra vez Coco) y la intensa relación comercial (por no hablar de la social o sentimental) entre los ciudadanos que viven a uno y otro lado del canal obliga a establecer unas reglas que impidan el colapso de los intercambios de bienes, personas, servicios y capitales, las cuatro libertades de movimiento que definen el espacio económico europeo. Infinidad de empresas, profesionales, inversores, negocios en general, cruzan los dedos ante la votación de hoy y temen como un nublado el más que probable fracaso del acuerdo. ¿Y mañana, si el acuerdo no vale? Teóricamente quedan poco más de dos meses para la salida efectiva del Reino Unido de la Unión, fechada par el 29 de marzo, y el gobierno de Londres tendrá que establecer planes de contingencia ante lo que puede ser un marasmo que afecte a todo lo que uno pueda imaginar, y luego a muchas más cosas. Las pérdidas a los dos lados del canal pueden ser enorme y el destrozo mutuo tan inútil como intenso. El Brexit es la mayor victoria del nuevo populismo del siglo XXI en Europa, y sólo ha generado miedo, disputas, división y pérdidas. Debiéramos tomar nota todos al respecto.

Ante todas estas graves consecuencias, el devenir político de Londres parece algo secundario, y sí, lo es. Conservadores y laboristas están rotos en su interior y actúan sin ninguna visión de futuro. May tratará de sobrevivir tras una votación perdida que, para ella, supondría una total humillación y Corbin volverá a mostrar como la falta de liderazgo y visión puede hundir al laborismo británico en la melancolía. Y Escocia e Irlanda del Norte algo harán en caso de esa ausencia de tratado, de una más que posible frontera dura si la votación se pierde, y el Reino Unido quizás deje de apellidarse así en un futuro. Sinceramente, una colección de desastres que son tan tristes como, lo peor, eran evitables. Ni los Sex Pistols hubieran podido imaginar semejante “Anarchy in the UK”

lunes, enero 14, 2019

Villarejo y el BBVA


Se podía haber titulado el artículo de hoy “Villarejo y lo que sea” dado que no hay trama ni tema de la actualidad en el que no esté implicado el turbio personaje que responde a ese apellido de villa apartada, cercana a la corte de todos los milagros. El último escándalo que ha saltado en el que se ha vuelto implicado es todo aquello que tuvo que ver con la OPA que SACYR, en pleno ascenso con la burbuja inmobiliaria, llevó a cabo para hacerse con el control del BBVA, en un movimiento alentado por el gobierno de ZP, y más en concreto por el entonces ministro de industria, Miguel Sebastián, antiguo directivo de la entidad financiera, que buscaba con este movimiento vengar sus ansias de poder frustradas en el pasado por Francisco González, hasta hace tres semanas presidente de la entidad.

Aquel movimiento no llegó a triunfar, era demasiado burdo, y SACYR, aún inflada, poca cosa para hacerse con un bancazo como BBVA, y Luís del Rivero, entonces presidente de la constructora, carecía del carácter y poder necesario como para llevar a cabo ese movimiento. No era un Mario Conde de los noventa, sino un chico de los recados de otros, que se vieron cegados por el poder una vez que ocuparon sus poltronas en el gobierno. Aquella historia, sin detalles oscuros, ya era candidata a un buen guion televisivo, porque lo tenía todo. Poder, dinero, influencias, rumores, corruptelas, venganzas y todas esas cosas que nos encantan como espectadores, odiamos como ciudadanos y, secretamente, aspiramos a protagonizar. En su intento de asalto Sebastián no estaba sólo, contaba con la ayuda del resto del gobierno, y de piezas importantes del estado, como una CNMV que dejó hacer sin límites a SACYR. El presidente de la CNMV por aquel entonces era Carlos Arenillas, y en los mentideros de Madrid se hablaba mucho de cómo “Donosti y Little Sands” estaban mano a mano capitaneando el asalto al banco. El BBVA se defendió, mediática, corporativa, financiera y, también, subterráneamente, y al final logró hacer fracasar aquel disparate. Ahora se ha sabido que una de las armas usadas por el banco para su defensa fue el contratar al sujeto Villarejo para que espiase a los implicados en la operación de asalto, con vistas a chantajes y posteriores “negociaciones”. No se sabe cómo, y se cree que son reales, pero Villarejo, que como escuchante deja a la NSA norteamericana convertida en una fábrica de aprendices, logró pinchar teléfonos ministeriales y de la misma Moncloa, y en algunas conversaciones que han trascendido (su teto, no su audio) se pone en boca de la entonces vicepresidente del gobierno, Maria Teresa Fernández de la Vega, y de otros muchos altísimos cargos, expresiones y argumentos para defender el asalto bancario y otras muchas prácticas de moral y gusto poco recomendables. En la aparentemente infinita fonoteca del excomisario ladrón existen esas y otras muchas audiciones que pueden dejar por el suelo la imagen de todos los implicados en aquel asunto, o eso al menos se afirma, y el culebrón adquiere unas dimensiones que, igualando espectacularidad y sordidez a partes iguales, me vuelve a cuestionar la necesidad de abonarse a una plataforma de pago para ver series televisivas, porque pocas tramas inventadas pueden superar a una historia real como esta. Uno de los principales protagonistas, del culebrón, FG, se retiró de la banca el 31 de diciembre, jubilado con setenta y mucho, presionado por el BCE para que lo hiciera ya. En los reportajes y entrevistas concedidos a su despedida, todos ellos de tono laudatorio, apenas se hablaba de este episodio y, desde luego, nada se decía sobre cómo el BBVA contrarrestó el asalto de SACYR. Ahora, apenas unas semanas después de la marcha del gran jefe, salen estas noticias. ¿Casualidad? Juzguen ustedes.

Los cachondos de El Confidencial, que han tenido en parte la exclusiva, han creado un buscador para saber si su teléfono es uno de los cuatro mil (¡¡cuatro mil!!) espiados por Villarejo a lo largo de esta oscura trama. He probado a poner mi móvil y el de la oficina y me dice la web que no fui espiado, lo que demuestra, carecía de dudas al respecto, mi irrelevancia para los poderosos. Prueben ustedes si quieren a poner sus números y buscar. Si logran descubrir que uno de ellos fue espiado, afortunados sean, porque cerca del poder estaban y suscitaban algo de interés para Villarejo. Y en ese caso, traten de recordar que dijeron y que no, por si en algún momento alguna web publica palabras que salieron, presuntamente, de sus bocas. Y desde la presidencia honorífica del banco, FG contempla el destrozo de su imagen mediática, acurrucado sobre su millonario fondo de pensiones.

viernes, enero 11, 2019

China pone pie en la Luna

Este es un año lunar. El 20 de julio se cumplirá el cincuenta aniversario de la llegada del hombre a la luna, del momento en el que Neil Armstrong hizo realidad uno de los más ansiados sueños de la humanidad. Las misiones lunares tripuladas se prolongaron hasta 1972 y el Apollo XVII fue la última. Desde entonces apenas hemos vuelto con misiones técnicas, y desde luego jamás en vuelos con astronautas. Cada cierto tiempo surgen planes para retornar el contacto con nuestro satélite, pero no llegan a más que preciosas presentaciones de PowerPoint que no superan ninguna barrera real. La historia de la conquista de la Luna es la de una melancólica hazaña.

Para empezar el año, ha sido China la que ha dado la campanada con el éxito de su misión Chang’e 4, logrando aterrizar en la cara oculta del satélite y haciendo corretear por su superficie un pequeño rover, el Yutu 2. Debido a la fuerza de marea gravitatoria de la Tierra, la Luna tiene sincronizada su velocidad de rotación sobre ella misma con la de traslación alrededor nuestro, por lo que siempre muestra la misma cara a nuestra superficie. Vemos fases, pero sobre el mismo aspecto del satélite. Todas las misiones lunares que han sido, tripuladas o no, han tenido como destino zonas de ese lado lunar visible. Llegar al lado oscuro es difícil y exige una tecnología más compleja, entre otras cosas la existencia de un satélite de comunicaciones que orbite la Luna y sea capaz de mandar la señal a la sonda situada en el lado contrario, dado que el propio satélite impide que las ondas de comunicación remitidas desde la Tierra alcancen esta zona de sombra. China colocó ese repetidor orbital en torno a la Luna hace ya algunos meses y gracia a ello podemos ver el resultado de su misión, que se puede calificar sin duda alguna de éxito y de hito en la carrera espacial de ese país y en la del conjunto de la humanidad, dado que China ha logrado algo que nadie, hasta ahora, había conseguido. Este éxito también es una llamada de atención al mundo respecto al desarrollo de la tecnología china y de sus crecientes ambiciones. Solo copiando no se logra un objetivo de semejante calibre. China llama a la puerta de la conquista espacial con plena autoridad y se sitúa claramente por encima de los europeos y rivaliza con una Rusia cuyos planes empiezan a ser más que vacilantes. Dentro del programa de exploración espacial chino se incluye una misión tripulada a la Luna, que hace algunos años parecía una mera empresa publicitaria pero que hoy empieza a coger una forma más que realista. O mucho cambian las cosas o es más que probable que el próximo hombre que vuelva a pisar la luna no sea un anglosajón, sino un chino, y eso sería una señal de lo mucho que están cambiando las cosas en la Tierra. Ante este órdago chino, la NASA mantiene sus planes en lo que respecta al nuevo y potente lanzador SLS con vistas a usarlo para crear una estación orbital en torno a la Luna y con capacidades de sobra para llevar hasta la superficie una misión tripulada, pero es SpaceX, el consorcio de Musk, el que más adelantados tiene sus planes de volver a la Luna, al menos en vuelos orbitales en torno a ella, con pasajeros turistas que paguen un dineral para embarcarse en sus cápsulas, subir hasta ahí arriba, dar una órbita en torno a la Luna a baja altura y volver a la Tierra, en una réplica de la misión del Apollo VIII, por ejemplo. ¿Cuenta ya Musk con la tecnología necesaria para hacerlo? El consenso general es que aún no, pero que avanza con ímpetu para lograrlo. El estreno este mismo año de su cápsula tripulada Dragon, cuyo primer vuelo sin pasajeros hacia la estación espacial está previsto en un par de semanas y el tripulado en meses es una muestra de cómo, paso a paso, y con mucha publicidad, Musk avanza con vistas a la Luna. ¿Será privada la primera misión que vuelva a pisar el satélite? Tampoco es descartable.

El lado oculto de la Luna por el que transita Yutu 2, llevando consigo unos gusanos de seda y otros bichitos, es bastante diferente al visible, y puede que mucho más interesante de cara a una futura explotación comercial, en forma de minas extractoras de recursos. Construir una base lunar permanente es uno de esos retos que siempre están ahí, que parecen ser factibles en un par de décadas pero, tras el paso de los años, no llegan a concretarse en nada. Sin embargo esos negocios mineros o las posibilidades de usar la Luna como estación intermedia de cara a vuelos más allá (sí, sí, Marte) es obvia, y está llena de ventajas. Sólo hace falta voluntad, mucho presupuesto y audacia. ¿Tenemos algo de las tres cosas? En los sesenta la guerra fría las proporcionó en abundancia. Está por ver si hoy en día eso se puede volver a dar. China, desde luego, mete presión.

jueves, enero 10, 2019

EEUU quiere largarse de Siria


Hemos tomado como normal que decisiones de enorme importancia se anuncien mediante tuits, mensajitos en esa red social del pajarito, que tiene muchos valores, pero que no es el foro adecuado para demasiadas cosas. Se levanta Trump por la mañana, escribe en la red y el mundo se convulsiona. A finales de diciembre anunció que retirará a sus tropas de Siria, una vez que la batalla contra DESH está ganada y el yihadismo derrotado. Como cuando su antecesor Bush hijo dio por ganada la guerra de desde un portaaviones, nada de eso es cierto, pero qué más da, y menos aún le importa a un sujeto como Trump. Esta decisión causó conmoción entre los aliados de EEUU ye n el seno del propio gobierno norteamericano, y colmó la paciencia de Mattis, secretario de defensa, que renunció a su cargo en medio de la decepción global.

Como pasa muchas veces, en más importante el significado de la decisión que los efectos prácticos de la misma. Las tropas que, oficialmente, posee EEUU en el avispero sirio no llegan más allá de los dos mil efectivos, por lo que el papel que han desempeñado en esta guerra es realmente escaso. Obviamente no se sabe cuántos efectivos poseen los norteamericanos sobre el terreno realizando funciones de otro tipo, y pensemos ahí en el espionaje, contrainsurgencia, logística y demás labores poco vistosas pero muy importantes. En todo caso, los años de guerra en Siria han mostrado que EEUU es un actor secundario en este conflicto y que ha actuado, como en muchas guerras modernas, vía proxy, es decir, representado por fuerzas locales, especialmente los kurdos. Lo trascendente del anuncio de Trump es la reiterada sensación de retirada, de abandono, de los EEUU de ese escenario, de otro escenario más, y la entrega del mismo a las fuerzas rusas, qué casualidad. Rusia se implicó en la guerra siria hace ya algunos años de manera muy decidida, sin contemplaciones ni complejos, y la ha ganado, permitiendo que Al Asad siga en el poder en Damasco, y reine sobre las ruinas de su país, y los restos moribundos de sus habitantes. El contubernio ruso iraní se ha hecho con el poder en Siria y es el calor triunfador de este combate, y el papel de EEUU en la zona se ha ido reduciendo paulatinamente a medida que los cazas rusos bombardeaban sin piedad todas las posiciones conocidas, fuera quien fuese el que las ocupase. La decisión de Trump es un regalo a su querido amigo Putin, que tiene el campo libre para extender y consolidar su influencia en la zona, y supone el completo abandono de las fuerzas kurdas, que han obtenido respaldo y aliento por parte de un Washington que, como ayer les comentaba, deja de ser fiable para convertirse en un agente veleta, de poco fuste y nula estrategia de largo plazo. Muchos han sido los kurdos que han muerto en la lucha contra los islamistas de DAESH y, también, contra las fuerzas del dictador Asad, y ahora se encuentran con que su aliado les abandona y que tanto el gobierno de Damasco como el siempre opuesto régimen turco de Ankara pueden actuar en su contra, sin que nadie en la esfera internacional les respalde. El negocio que han hecho las fuerzas kurdas no ha podido ser más desastroso. Ante esta evidencia muchas han sido las voces críticas en Washington que han tratado de virar la postura de un Trump que en este caso se ha mostrado claramente como un agente proruso, peor claro, una vez que has expuesto tus intenciones y dejas al descubierto tus debilidades, difícilmente volverás a una posición de poder que te de respetabilidad. El desplante de Erodogan al enviado norteamericano a Ankara es una buena muestra de cómo EEUU ha tirado por la borda su papel en la zona, en una actuación estratégica indigna de su poderío, absurda en su resultado y humillante para todos sus aliados.

Aunque no la miremos cada día, la guerra de Siria va ya por su octavo año y parece encaminarse al final con el resultado de la victoria de Asad y la ruina completa de la nación. El número de muertos se estima en unos cuatrocientos mil, aunque es realmente difícil dar cifras exactas. Son varios los millones de habitantes que han huido de esa guerra y el destrozo ha hecho retroceder al país a una versión medieval en el mejor de los casos. La influencia chií y rusa es amplia y DAESH, muy debilitado, es apenas una sombra de lo que llegó a ser, pero persisten reductos que pueden ser capaces de avivar su llama si no se mantiene la lucha contra ellos. Todas las guerras son tristes y deprimentes, pero la de Siria lo es especialmente. Ya sólo nos queda ver cómo Asad es recibido con honores en muchas cancillerías para sentir el sabor amargo de la humillación en una de sus más letales dosis.

miércoles, enero 09, 2019

Sigue el cierre del gobierno en EEUU


Lo de “cierre del gobierno” es una expresión que se nos antoja extraña, y que no deja de tener su carga utópica. ¿Cesa el dominio del poder y se ha llegado al mundo libertario tan soñado por muchos? La verdad es que no, que no tiene mucho que ver con eso. El poder nunca desaparece, cambia de manos y muta, pero no se esfuma. En EEUU, al contrario que aquí, debe haber un acuerdo presupuestario expreso para dar salida a las partidas de gastos regulares. Sin él, la administración sólo puede gastar en lo que las leyes consideran que es extrema urgencia y suspende todos los demás servicios hasta que haya el refrendo legislativo al nuevo presupuesto.

No son raros los cierres de la administración, que es como se conoce a esta figura en la que, sin el acuerdo antes mencionado, la mayor parte de la administración diaria deja de servir porque no está sujeta al carácter de urgencia, su personal se va a casa a esperar al acuerdo y, claro, deja de cobrar. Demócratas y republicanos han utilizado esta argucia para debilitar la posición presidencial, cuando era ocupada por el otro partido, y mostrar así la inoperancia de la administración paralizada. Es una herramienta peligrosa, porque supone obtener beneficios políticos inciertos mediante costes sociales muy directos e instantáneos, y no pocas veces el cierre administrativo se ha vuelto en contra de quien lo ha provocado. En esta ocasión la causa del cierre viene de la negativa demócrata a tramitar la partida presupuestaria que Trump quiere incluir para financiar su muro en la frontera mejicana. Esos cinco mil millones de dólares, que es lo que el magnate quiere gastarse en su proyecto estrella (sí, ese es el nivel) mantienen todo bloqueado, porque para los demócratas es un desastre aprobar semejante medida y para Trump es un fracaso renunciar a ella. La pérdida por parte de los republicanos de la cámara de representantes tras las elecciones de noviembre obliga a consensuar a ambas formaciones, pero llegar a acuerdos con un sujeto como Trump de por medio es algo que se antoja, como mínimo, difícil. Ante la situación de órdago planteada Trump ha decidido seguir adelante cueste lo que cueste al americano medio, y se superan ya claramente las dos semanas de cierre, tiempo en el que cerca de ochocientas mil personas que trabajan para el gobierno ni trabajan ni cobran. Se les empiezan a acumular facturas de la vida diaria y su flujo de ingresos es cero desde poco antes de final de año. Aquellos que tengan ahorros o vías alternativas de ingresos podrán ir tirando, pero serán muchos los que carezcan de ambos y su situación, pueden imaginárselo, se está complicando mucho. Simplemente háganse a la idea de no cobrar este mes por decisión de su gobierno y realicen algunas cuentas sobre los efectos que esto tendría en su situación económica (hipotecas, luz, comida, transporte, etc). La duración del actual cierre ya es una de las mayores de la historia y, si las cosas siguen así, puede convertirse en la más prolongada a mediados de la semana que viene, según he visto en algunos medios. Trump dice que está dispuesto a que el cierre dure meses o años, pero que él quiere su muro y está dispuesto a todo para aguantar. Nuevamente, esta vez en el plano puramente interno, se ve hasta qué punto la presidencia de Trump es lesiva para los intereses de los EEUU, dominados por un sujeto que los ha convertido en un país imprevisible, inestable y fuente de disgustos globales. Ahora son los ciudadanos de a pie del país los que sufren las infantilidades del crío que tienen como presidente, y otra vez, se echa de menos la presencia de “adultos en la sala” acertada expresión que en la vigencia de la presidencia Trump se escucha muy a menudo, por el alto grado de irresponsabilidad que existe en su persona y entorno.

Esta pasada noche Trump se ha dirigido a la nación en un mensaje televisivo emitido por todas las cadenas, en el que ha defendido su postura, pero no ha declarado aún una emergencia nacional que le permitiría, en teoría, disponer discrecionalmente de fondos para llevar a cabo sus políticas sin el permiso expreso del Congreso, y no lo ha hecho porque hay muchas dudas legales sobre si esa medida del muro y el problema migratorio que Trump denuncia tienen la consistencia suficiente para que medidas reservadas a momentos de guerra o grave situación (pensemos en un 11S o algo así)) se puedan aplicar en este caso. Lo que realmente es una emergencia, y ya dura dos años, es la propia presidencia de Trump, cuyos daños crecen a medida que se suceden sus días en el poder. Qué contentos deben estar Putin y todos los enemigos de EEUU.

martes, enero 08, 2019

Vox, como todo populismo, es tóxico


A lo largo de 2018 hemos visto como, para garantizar su supervivencia en la Moncloa, Sánchez se ha ido enredando cada vez más en una relación con los separatistas catalanes que sólo logra erosionar la imagen nacional del PSOE y restar opciones electorales futuras a esa marcar en todas partes. Los candidatos que, sí o también, acudirán a las elecciones de mayo lo saben muy bien, y el miedo les desborda, y se les nota. Sánchez, mientras tanto, prolonga su mandato y llena su ego propio a sabiendas, o no, que no se que es peor, de ese mal que infringe a su formación. Si luego hay derrotas ya se las ingeniará para no aparecer como responsable de las mismas, sólo de las victorias.

¿Qué nos enseña la historia? Una de las lecciones que se repite muchas veces es que lo único que enseña la historia es que la historia no enseña nada. Viendo en directo el ejemplo y las consecuencias que antes les contaba, resulta asombroso contemplar como el PP está a punto de cometer la misma secuencia de errores que pueden erosionar su base de voto e imagen al unir parte de su destino con los populistas de Vox. Sus resultados en Andalucía fueron malos, pese a que no quieran reconocerlo, pero “la suma de las derechas” ocultó ese mal número que obtuvo el PP. Esa expresión de suma es más una voluntad o deseo que una realidad palpable, y es que aunque pueda ser real la investidura del candidato popular, el acuerdo de gobierno firmado por PP y Ciudadanos depende de que un partido populista y extremista como Vox lo respalde, y todo lo que tocan estas formaciones se convierte en suciedad. Los excelentes resultados que sacaron Abascal y los suyos en Andalucía, mucho mejores de lo que nunca hubieran imaginado, les han dado una llave de mucho poder, y hace falta algo de inteligencia para gestionarla. Parece que en sus primeros pasos Vox copia lo que hizo Podemos cuando negó la investidura de Sánchez en aquella primera vuelta de las elecciones de 2015. Subidos a su extremismo maximalista, amenaza Vox con no respaldar una investidura si no se cumplen sus exigencias, empezando por la modificación de la legislación contra la violencia de género, que es una de las pocas que cuenta con consenso en nuestra sociedad. Ante este órdago Ciudadanos permanece impasible, por la cuenta que le trae, y se niega a mantener relaciones con Vox. Sabe que todo lo que se arrime o roce a esa formación supondrá para ellos un destrozo en el resto del país y una pérdida de credibilidad social. El PP, sin embargo, navega entre dos aguas. Ilusionado hasta el extremo por alcanzar el poder en Andalucía, algo jamás logrado, necesitado de algún triunfo que le sirva para sobrellevar la travesía por el desierto que comenzó tras la moción de censura de mayo, Casado y los suyos no ven mal plegarse a algunas exigencias de Vox con tal de alcanzar un poder que está ahí, con sólo estirar un poco la mano. El tacticismo a corto plazo vuelve a dominar la estrategia política, y, como Sánchez en Moncloa, Casado no parece dudar mucho en tirar parte del ideario moderno y liberal de su partido con tal de llegar al poder, y si es necesario de la mano de unos populistas de extrema derecha, pues que sea con ellos. ¿Sufrirá el PP un castigo político en futuros comicios por esta actitud? Hay opiniones para todos los gustos, por lo que no lo sabremos hasta que lleguen esas elecciones venideras, pero de momento el juego popular es, como mínimo, muy arriesgado, y sin duda contestado, en sordina, como siempre, en algunas corrientes internas de la formación, incómodas con este viraje que no augura nada bueno. Algo simétrico pasó cuando mandaba Rajoy y los duros le acusaban, en esa sordina, de ser un blando. Entonces el poder amortiguaba toda crítica, ahora su falta puede exacerbarlas.

Lo que no parecen tener claro ni PP ni PSOE es que los populismos, que crecen en sus extremos, ansían sobre todo destruirlos y hacerse con el poder arrumbando las siglas históricas que han gobernado España durante décadas. Podemos y Vox, como populistas nacionales, y los independentistas catalanes como expresión local, son la avanzadilla de ese movimiento, que es tan similar en sus planteamientos y formas que, la verdad, hace de sus ideologías algo perfectamente intercambiable. El ejemplo perfecto es Italia, donde formaciones radicales análogas han logrado destrozar a la socialdemocracia y al centro derecha y, mano a mano, gobiernan unidas por su fanatismo y ansia de poder. ¿Quieren PP y PSOE suicidarse? Eso parece.