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viernes, mayo 17, 2024

Guerra de clarisas

Con la creación de la figura literaria del esperpento, Valle Inclán daba forma de relato a acontecimientos que se escapaban de lo normal, empezando por su propia vida y actos, llenos de sorpresa, irracionalidad y, también, carcajada. Lo esperpéntico se ha convertido en una denominación de origen, y la actualidad española siempre ha estado bastante dispuesta a ofrecer historias con las que llenar ese tipo de crónicas. Si no fuera por su importancia y gravedad, casi todo lo que pasa en nuestra política entra de lleno en esa categoría, donde el ridículo que provocan los personajes y las tramas que crean sólo inducen a pensar en un teatro irracional.

Lo de las clarisas de Belorado, Burgos, entra de lleno en la definición, y hasta el mismo Valle Inclán hubiera disfrutado de lo lindo con el tema. Unas monjas de clausura que, en un momento dado, se dicen poseídas por la verdad religiosa y abjuran del catolicismo del último medio siglo, o un poco más, en busca de pureza espiritual que no encuentran. Un convento en la localidad vizcaína de Derio, que las clarisas burgalesas pretenden vender para, con ese dinero, hacerse con otra propiedad monástica en Orduña, Vizacaya, en el linde con Burgos, y formar allí su comunidad de religión verdadera. Una operación inmobiliaria de compra venta en la que hay bastante dinero en juego, al que se suma el que las monjas obtienen por los dulces que fabrican, que les ha llevado a ser famosas en medio mundo y a aparecer en congresos tipo Madrid Fusión junto a restauradores de varias estrellas Michelín. Una madre superiora que actúa como tal, gestionando las redes sociales del convento (lo de clausura con Instagram debe ser como una de esas recetas modernas con maridaje de los cocineros estrellados) y se erige en portavoz de todas ellas. Y, desde luego, la presencia de un personaje estrafalario, un sujeto que se hace pasar por Obispo, un tal Pablo de Rojas, alguien que ni es cura ni obispo ni nada, que reside en un pisazo de la Gran Vía de Bilbao decorado con el mal gusto típico de Donald Trump, que se dice preconciliar, admirador de Franco, encarnado de las virtudes teologales y mundanas, con un señor adjunto que actúa de portavoz que va de serio pero no puede ser más ridículo, y que se convierte en el faro de pureza teológica al que las clarisas, que reniegan del pecado en el que han vivido tantos años, se ofrecen como servidoras. El Pablo ese las acoge en su seno, a ellas y a todas las propiedades materiales e inmobiliarias de las que sean titulares, y les ofrece crear una iglesia cierta, donde refulja la luz de Cristo y el pecado de los impíos se consuma en zarzas siempre ardientes, siempre bajo la protección del invicto caudillo. Uno junta todos estos elementos, sin copas de alcohol de por medio, y obtiene una ensalada mental de alta graduación capaz de volver lisérgico a cualquiera. Los medios de comunicación, en este caso tan asombrados como el resto del mundo por una historia sin pies ni cabeza, han intentado hablar con las monjas, con el renacido Papa bilbaíno y con las autoridades de la iglesia católica, que por ahora no salen tampoco de su asombro y ven como su institución es objeto de cierta mofa ante el desarrollo de un guion más loco que cualquier comedia imaginada. Las similitudes de lo que se puede estar cociendo aquí son altas con la historia del Palmar de Troya, de aquella secta que organizó el autodenominado Papa Clemente en las marismas de Doñana, y que era una de las historias más cachondas que se podían leer en sus tiempos, con toda la parafernalia del mundo al servicio de una estafa organizada, que lograba generar ingresos más que sustanciales para mantener una basílica, empleados y demás. En sus tiempos hubo bastante turisteo por los alrededores de aquel tinglado, hoy casi olvidado.

¿Es esto un cisma? Más bien me parece una mezcla de chaladura y estafa a partes iguales. Creo que el Pablo ese ha visto que las clarisas tienen bastante más dinero que él y ha decidido hacerles una OPA de absorción, sin descartar que haya convencido por su parte a la madre superiora de una u otra manera. Los familiares de las monjas de clausura están preocupados por las decisiones que se puedan tomar por parte de esta banda sobre sus allegadas, pero lo cierto es que, por ahora, domina el cachondeo absoluto en un serial del que aún quedan por escribir varios capítulos, sin guion alguno. ¿Cuánto tardará alguna de esas ávidas plataformas en hacer la serie? El tal Pablo de Rojas da para mucho pero, eso sí, con el compromiso de que los beneficios los done a los pobres y necesitados, sin que un solo euro llegue a sus bolsillos.

jueves, mayo 16, 2024

Intento de magnicidio en Eslovaquia

Ayer Robet Fico, el primer ministro de Eslovaquia, sufrió un atentado que le sigue teniendo a estas horas entre la vida y la muerte. Tras la celebración de un consejo de ministros en una ciudad mediana lejos de Bratislava, la capital, salió a la calle, donde se concentraba un número de ciudadanos, a los que se acercó a saludar. De repente, uno de ellos sacó una pistola y efectuó cinco disparos, alcanzando al político en varias extremidades y, uno de ellos, en el abdomen, donde se localizan las heridas más graves. Trasladado a toda prisa a un hospital, las últimas informaciones señalan que podrá salvar la vida, pero su estado sigue siendo muy grave.

Eslovaquia es uno de esos pequeños países europeos en los que no suele pasar nada que trascienda sus fronteras y se convierta en noticioso para el resto de la UE; menos para el mundo global. De hecho el propio Fico, quizás el político más famoso de aquel país, no es sino un desconocido para la mayor parte de nosotros. Su trayectoria en la política eslovaca lo ha llevado a ser prácticamente de todo, a entrar y dejar el poder en varias ocasiones, y a dar varios giros ideológicos, que le han llevado desde unas posiciones de social democracia clásica a la versión del populismo identitario que asociamos a personajes como el húngaro Víctor Orban. De hecho, tras la derrota de Ley y Justicia en Polonia, Fico era el mayor socio que le quedaba a Orban en su cruzada en contra de muchas de las decisiones de la UE y en sus coqueteos con el Kremlin, que es visto por ambos como un aliado más que como un enemigo. La oposición a la ayuda a Ucrania también está entre las posturas que ambos mandatarios defienden sin cesar. Por lo tanto, y como es casi seguro que estamos ante un acto de motivaciones políticas, no nos encontramos en este caso ante el sencillo y fácil supuesto de un político de centro izquierda que es atacado por un reaccionario de la extrema derecha, como ha pasado con algún candidato alemán en estas últimas semanas, sino puede que lo contrario, o en todo caso el atacado está en el grupo de los populistas que van a ser un gran quebradero de cabeza en el próximo parlamento de la UE. Lo más relevante del atentado de ayer, sin embargo, no es la ideología del atacado ni las presuntas motivaciones de su atacante, sino el hecho mismo de que se haya producido un ataque terrorista de cariz político contra un dirigente de la UE, y a tres semanas de los comicios europeos. El caldo de división, de enfrentamiento, de incomunicación creciente que se ha asentado en nuestras sociedades motivado por el sectarismo político empieza a hacer más probable que sujetos individuales decidan acabar con lo que consideran un problema político asesinando al que ven como fuente de su desgracia. Este pensamiento, irracional, estúpido, delictivo, es algo que durante décadas proliferó en nuestro continente de manera organizada, con bandas terroristas que enarbolaban supuestos argumentarios ideológicos para excusar el hecho de que deseaban alcanzar el poder. Años de persecución policial y deslegitimación social contribuyeron a acabar con esos movimientos, y llevar a la cárcel a sus integrantes, que es donde debían estar, pero tras décadas de tranquilidad, un nuevo germen de violencia parece estar anidando entre nosotros. Y esta vez es algo diferente. Es difuso, no se engancha a una corriente ideológica extremista, no es algo tan minoritario, sino que parece extenderse de manera liviana pero generalizada por amplias capas de la sociedad, donde no se ve con desagrado que un político pueda ser eliminado, dado que es el causante de todos los malos que nos atenazan. Como suele ser habitual, EEUU es el caso en el que todos nos miramos y de donde surgen muchas de estas modas, y el asalto del Capitolio del 6 de enero de 2021 es el inicio de la legitimación de la violencia política en aquella nación. Trump, que alentó aquel golpe, quiere volver a la presidencia para, entre otras cosas, amnistiar (vaya vaya) a los insurrectos de aquella fatídica jornada. Suena irreal, pero no lo es para un enorme porcentaje del votante norteamericano, puede que mayoritario en las elecciones del próximo noviembre.

La condena al atentado que ha sufrido Fico ha sido unánime y ha venido de todo el espectro ideológico europeo, lo que es de agradecer, pero es obvio que, con las elecciones europeas ya aquí, el miedo a que actos de violencia marquen la campaña se está disparando. La seguridad de las autoridades tendrá que ser reforzada tras este intento de magnicidio, y la sensación de que hay gente partidaria del uso de la violencia para arreglar problemas políticos nos debe reafirmar en que ese nunca, nunca, nunca, es el camino para arreglar nada. Supongo que acabaremos conociendo el ideario y motivaciones del atacante de Fico, pero eso no justificará su acto, sólo servirá de marco a un acto criminal que, esperemos, no llegue a sus últimas consecuencias.

martes, mayo 14, 2024

Contrataque ruso

De mientras aquí damos vueltas y vueltas a los resultados de las elecciones catalanas y las infinitas posibilidades que se abren para el desgobierno, los rusos han estado bastante ocupados abriendo un nuevo frente en el norte de Ucrania. A través de la provincia de Berlgorod, tropas y material acorazado han penetrado en territorio ucraniano y han conquistado algunas localidades cercanas a la frontera. Lo más relevante de este movimiento es que, a penas a una veintena de kilómetros de ahí, está Jarkov, la segunda mayor ciudad de Ucrania, con más de un millón de habitantes antes del inicio de la guerra. Una pieza de caza mayor.

Este movimiento, que muestra la iniciativa que ahora poseen las tropas del Kremlin y los apuros de la defensa ucraniana, se da en medio de un movimiento de peso en la cúpula del poder ruso. Ya investido para su nuevo de zar, Putin ha destituido a Shergei Shoigú como ministro de defensa, cargo que ocupaba desde hace bastantes años. Putin y Shoigú son íntimos desde hace mucho tiempo, y las críticas que, desde muchos estamentos, militares y no, se han hecho contra el ministro por su ineficacia en tiempos de guerra, y el fracaso de sus promesas de modernización, a las que supuestamente había destinado cantidades enormes de dinero, hasta ahora no habían hecho mella en su posición de poder. Ni siquiera la asonada de Wagner y los insultos que su cabecilla Prigozhyn le dedicaba día sí y día también supusieron el más leve cambio en la posición de poder que ha ocupado Shoigú. Hasta el domingo. Su papel va a ser ahora ocupado por Andrei Belousov, un civil, Shoigú es militar, y economista. El mensaje que se ha transmitido desde el Kremlin es el de continuidad, y los analistas han visto en este movimiento una manera de reforzar lo que se ha llamado la economía de guerra. Se estima que, en estos momentos, Rusia dedica en torno al 6% de su PIB al esfuerzo militar en Ucrania, y esa cifra no tiene pinta sino de ir creciendo. La estructura productiva del país se va amoldando a unas sanciones poco operativas y al desvío de recursos destinados a la vida civil hacia el suministro militar. La industria logra construir en torno al millar de tanques al año, los drones iraníes que tan buen resultado han dado a las ofensivas rusas ya se pueden producir desde plantas situadas en territorio ruso, y, en definitiva, la nación está virando su economía desde una visión más comercial y civil, convencional, a una en la que el ejército y las necesidades de guerra sean lo básico. ¿Busca Putin que Belousov sea su Albert Speer? En tiempos de guerra la eficacia de la producción militar, la logística y sostener el coste que ello supone para las arcas públicas es una de las bases que pueden permitir mantener un esfuerzo bélico en el tiempo. Los recursos que obtiene Rusia, principalmente de la venta de hidrocarburos y otras materias primas, se destinan cada vez más a ese esfuerzo militar, y es probable que lo que recibe la población en forma de servicios en las ciudades rusas sea cada vez más escaso, descontando el hecho de que ya antes de la guerra la precariedad social en aquella nación era alta. Desde ese punto de vista el nombramiento de Belousov puede tener sentido. Desde otra óptica, la de la inefable corrupción rusa, quizás también. Si Shoigú prometió maravillas con el dinero gastado y el rendimiento militar mostrado en estos años por el ejército ruso ha sido tan deplorable parece obvio deducir que muchas de las inversiones prometidas para modernizar materiales y tácticas se han ido por el desagüe de las mordidas, así que quizás Belousov llegue con órdenes de limpiar la casa y hacer, en efecto, un proceso de modernización en las formas y los procedimientos, tanto de gasto como de gestión. Es pronto para saberlo, pero es un perfil bastante distinto al de Shoigú, así que es probable que cambien cosas, y nombres.

De momento el exministro no ha sido desahuciado a la manera putinesca, sino ascendido a un cargo en un consejo de representación federal que no se si es un ascenso formal o el preludio de un misterioso y mortal accidente. Gerasimov, segundo de Shoigú, y jefe de las operaciones militares en Ucrania, continúa, pero se rumorea que por poco. Coge fuerza la vuelta a primeras posiciones en la cadena de mando de Surovikin, general que fue defenestrado durante la revuelta Wagner por su presunto apoyo al cabecilla levantado en armas. Habrá que ir viendo qué cambios se producen y cómo afectan al curso de la guerra. En el frente, de momento, despacio, pero sin pausa, Rusia avanza y Ucrania retrocede. Las cosas van mal para Kiev. Van mal para nosotros.

Mañana es fiesta local en Madrid, San Isidro. Nos leemos el jueves 16.

lunes, mayo 13, 2024

Gran victoria del PSC en Cataluña

Hay alguna cosa segura tras el resultado de las elecciones de ayer en Cataluña. La obvia es que la victoria del PSC es incontestable, siendo la primera fuerza en votos y escaños. La segunda es que el independentismo no suma mayoría en la cámara, ni en votos ni en escaños, y que dentro de él, el sedicioso Puigdemont se ha convertido en líder al mejorar sus resultados, mientras que Esquerra, que ha disfrutado del Govern durante estos años, sale como la formación derrotada de la noche. Aragonés, Junqueras y compañía van a tener que hacer frente a una cruel digestión de los resultados y sus opciones tras ellos.

Lo que no queda nada claro es quién va a gobernar en Cataluña ni cómo, ni las consecuencias a nivel nacional. A priori, con estos dos resultados, hay dos opciones. Una es que el tripartito PSC Esquerra Comunes, que suma justo los 68 que dan la mayoría absoluta, lidere investidura y gobierno, lo que requiere el apoyo obvio de Esquerra, que no parece estar de momento por la labor. Sus manifestaciones de ayer de que los votos le han mandado a la oposición es una muestra de que no quiere participar en un nuevo gobierno, aunque podría apoyarlo desde fuera y chantajearlo de una manera u otra. Esa alternativa está en manos de ellos. La otra suma es la de PSC Junts, un pacto contra natura, pero es lo que ocurre en la práctica en el Congreso de los diputados. Puigdemont ha sacado un buen resultado, pero insuficiente para presentarse a una investidura. Sin embargo, cuenta el traidor con un arma que todo el mundo conoce, el chantaje que pueda hacer a Sánchez en Madrid, de tal manera que, si le retira su apoyo, el gobierno central quedaría en minoría en el Congreso y, en la práctica, la legislatura embarrancaría. Este escenario ha sobrevolado por la mente de muchos analistas, que ven a Puchi extorsionado y a Sánchez forzando al PSC a que se abstenga para permitir una investidura del sedicioso. Los números dan para ese escenario, pero se me antoja muy difícil que el PSC tragase con una idea semejante tras el resultado que ha logrado. Lo cierto es que si Illa logra gobernar en Cataluña es poco probable que Sánchez logre mantenerse en Madrid, por lo que las opciones de un adelanto electoral general crecen, aunque sólo lo veo posible si Sánchez estima que electoralmente le va a ir bien, en el sentido de poder reeditar una investidura válida. Ya en este 2024 estamos sin presupuestos y la perspectiva de que así sigamos bastante tiempo no es descartable, y es sabida la habilidad del inquilino de Moncloa para permanecer en el poder aunque, en la práctica, no pueda ejercerlo. Una vez que, a finales de mayo, se apruebe en el Congreso la infame ley de amnistía, si no hay nada que lo impida, nada obliga ya a Puigdemont a sostener el gobierno, y todos los escenarios se abren. Los plazos a corto están bastante tasados, porque dentro de dos semanas, el viernes 24, se abre la campaña de las elecciones europeas, y es casi seguro que antes del domingo 9 no va a haber acuerdo de ningún tipo, aunque creo que la mesa del Parlament se constituye justo antes del fin de semana electoral. Sea quien sea el presidente de la mesa, y ahí ya veremos que acuerdos se están negociando a escondidas, es casi seguro que Illa acudirá a la investidura, por lo que empezaría a contar el reloj de cara al plazo máximo de una investidura viable, que son dos meses. Si en ese tiempo no se logra, ya saben, repetición electoral, escenario que a día de hoy nadie quiere, y menos una Esquerra que, si es vista como la causante de volver a votar, puede ser completamente triturada. Así que durante estas semanas estaremos atentos a rumores de uno u otro tipo sobre qué conversaciones existen entre los partidos y qué se rumorea desde Moncloa al respecto, porque desde hoy la negociación pasa tanto por ese lugar como por el Parlament de Barcelona.

El resto de partidos pintan poco y hay resultados dispares. Los Comunes bajan, siguiendo la senda de todas las elecciones en las que Yolanda lidera su marca, pero pueden entrar dentro del tripartito, salvando así la cara. Vox mantiene sus 11 escaños y no se ve favorecido por el ambiente indepe y el PP sube a 15 escaños desde sus ridículos 3, una ganancia evidente pero que no le sirve para decidir nada. En todo caso, pueden estar más que satisfechos al conseguir en Cataluña un resultado presentable. El Vox catalán entra en el Parlament con dos escaños, que pudieron ser más si hubiera alcanzado el 3% de voto en Barcelona, que rozó. Y Ciudadanos, ay, no debió presentarse para así tener un funeral digno.

viernes, mayo 10, 2024

BBVA y Sabadell, segundo asalto

El otro día puse un tuit que resultó ser gracioso. Comentaba cómo el BBVA había recibido nuevamente calabazas por parte del Sabadell, lo que demostraba lo difícil que es ligar para un vasco, sea cual sea el contexto. Y sí, son dos veces las que el banco vasco, aunque en gran parte ya sólo lo sea de nombre y sede social, ha intentado una operación de fusión con el Sabadell, y en todas las ocasiones la cúpula de la entidad catalana se ha negado. Lo que ocurre es que algo tonto habita en los genes norteños que nos lanza a obtener calabazas una y otra vez por mucho que nos cierren la puerta. No aprendemos, somos tontos.

La oferta lanzada por BBVA se basaba, sobre todo, en un canje de acciones, y una incorporación de la directiva del Sabadell al consejo de administración de la nueva entidad fusionada, con dos sedes operativas, Madrid y Alicante, y una social, Bilbao. La junta del Sabadell consideró que la oferta era escasa, y basada principalmente en papelitos, léase acciones, y dijo que si no se ponía mucho más efectivo encima de la mesa no habría nada que hacer. Tras la ruptura de las negociaciones entre los directivos, y unos días de espera sin noticias, el BBVA ha decidido lanzarse a una OPA directamente al accionariado, con las mismas condiciones que las que presentó a la directiva. El canje es de una acción de BBVA por cada cuatro y poco del Sabadell, y ahora se abre el plazo para que los inversores del banco catalán escojan y muestren si aceptan la oferta. Entre su accionariado hay miles de minoristas de todas las procedencias posibles, inversores institucionales y fondos de inversión que también aparecen en el listado inversor del BBVA. Si la mitad más uno de la masa accionarial acepta la oferta la OPA se lleva adelante sea cual sea la opinión de la junta directiva. Creo que no existe lo que se llama un núcleo duro en el Sabadell, es decir, un paquete accionarial de referencia con peso capaz de decidir en caso de que el porcentaje de accionistas que acudan a la OPA sea elevado, pero no alcance un punto crítico. Desde todas las instituciones públicas la opinión mostrada ha sido coincidente, y contraria, quizás también porque estamos en plena campaña de las elecciones catalanas y defender la pérdida de la titularidad de un banco en pleno mitin debe ser una buena razón para perder votos. La contundencia ha sido curiosa, y veremos si tras el escrutinio se mantiene. El único que ve con buenos ojos la operación es el BCE, el supervisor, que desea que las entidades europeas se refuercen y sabe que un banco grande y saneado es más sencillo de inspeccionar que dos, uno de ellos pequeño y más sujeto a los avatares del mercado. Desde el BCE y el resto de reguladores se repite que la operación deberá respetar las leyes de competencia entre entidades y con los consumidores, y se mira de reojo la segura pérdida de empleos que supondrá. Esto último es una excusa cogida por los pelos, porque las plantillas de banca van a seguir disminuyendo en todas las entidades en paralelo a un proceso de digitalización incesante que es ajeno a las operaciones corporativas. Pregunte en su entorno cuántos tienen instaladas apps de fintech o la última vez que visitaron una entidad para un trámite. Lo ideal para el BCE, y para mi, es que estuviéramos ante una operación intraeuropea, es decir, que el BBVA comprase otra entidad de otra nación o que una de otro país comprase Sabadell, porque eso supondría una integración financiera real en el marco de la UE y la creación de nexos entre nuestras naciones. Sería una operación deseable, pero en este caso la oposición de los gobiernos nacionales sería aún más rotunda, como ha sucedido en ocasiones pasadas, y eso es un escollo enorme para este tipo de operaciones.

¿Qué va a suceder? La historia de las OPAs hostiles, hostiles para la entidad que puede ser comida, no es muy halagüeña en España, con el recuerdo de lo que se vivió en el mundo de la banca en la época de Mario Conde y el culebrón de Endesa. Sin descartar la presencia de un caballero blanco, el tercero que aparece al rescate del que está en riesgo para ser él el devorador, el mercado por ahora castiga claramente a BBVA y revaloriza Sabadell, en una valoración de urgencia, de meros costes de la operación, que no tiene mucho que ver con lo que pudiera ser el comportamiento de una entidad unificada. No lo tiene fácil el BBVA para lograrlo y que las autoridades políticas se lo permitan, pero la historia, que puede ser larga, merecerá seguirse.

jueves, mayo 09, 2024

Tercer día de Europa en guerra

Hoy es 9 de mayo, día de Europa, festividad oficiosa de la UE en conmemoración de la llamada declaración Schumann, que es la que puso los cimientos de lo que llegaron a ser las Comunidades Europeas, surgidas de las ruinas de la IIGM. Es una fiesta extraña, que conmemora algo importante, pero que no es festivo como tal en ninguna ciudad ni país de la UE, que sólo supone un día feriado para los que trabajan en las instituciones europeas, y que es celebrado de manera institucional por varios organismos públicos a lo largo del continente, pero desde luego sin la relevancia que la fecha tiene, y merece, para todos nosotros.

Surgida para evitar guerras que nos destruyeran nuevamente, la UE celebra su tercer día de Europa con la guerra de Ucrania activa, y con sensaciones encontradas. Si la primera celebración en guerra, la de 2022, estuvo marcada por el shock de la invasión, el horror de las matanzas rusas y la supervivencia de Ucrania, y el segundo festivo, el de 2023, lo estuvo por la esperanza en una anunciada contraofensiva ucraniana que consolidara los avances logrados en el otoño anterior, la sensación que se palpa en esta primavera de 2024 es más deprimente. La famosa contraofensiva del año pasado se estrelló en la línea defensiva construida por el ejército ruso y, desde entonces, y gracias también a la desidia occidental a la hora de entregar armamento a Kiev, se producen pequeños pero constantes avances de las tropas del kremlin en toda la línea del frente. Son pocos kilómetros cuadrados cada mes, pero constantes, y la imagen que ofrecen los combates es la de un ejército ucraniano que cubre con dificultad sus bajas y anda muy escaso de armamento y un ejército ruso que ha aprendido de sus errores pasados y lucha de una manera más efectiva, con suministros militares abundantes tanto de fabricación propia como entregados por sus aliados iraníes y norcoreanos. Las nuevas levas anunciadas en Kiev se han encontrado con protestas entre su población y escasez de efectivos, mientras que en Moscú se ha decretado una nueva movilización contra la que no consta que haya habido grandes protestas, más que nada porque todo el que se oponga sería detenido sin muchos miramientos. Los bombardeos rusos y las oleadas de misiles y drones siguen golpeando puntos más allá del frente, especialmente en las zonas de Jarkov y Odesa, y la escasez de armamento antiaéreo ucraniano está haciendo que, aunque aún son bastantes los proyectiles interceptados, cada vez sean más los que, en cada oleada, llegan a su objetivo, aumentando día a día los daños en infraestructuras vitales como las energéticas o las logísticas. El aprovisionamiento en el frente por parte de Ucrania se debilita y, pese a sus audaces ataques con drones a instalaciones rusas situadas muy al interior del país, como ha sucedido con varias refinerías, los golpes que propicia al enemigo están siendo contados y sin capacidad para desbaratarlo, como sucedía antaño. Desde hace unos meses, en definitiva, Rusia está ganando la guerra y Ucrania perdiéndola. El reciente desbloqueo de la ayuda militar norteamericana, retenida de manera irresponsable por los republicanos en el Congreso, puede aliviar algo la penuria de Kiev, pero está por ver cómo responderá ante la previsible ofensiva rusa de verano, que debiera empezar en breve, a medida que las llanuras del este dejan de ser el barrizal de primavera y se convierten en polvorientas pistas en las que desplazarse a alta velocidad es posible. Cada kilómetro que avanza Rusia nos acerca a su mandíbula, y el temor entre las naciones de la UE que se encuentran al este crece y crece, por motivos más que obvios. Sí, en Ucrania no hay mucho que festejar este 9 de mayo.

Rusia, por su parte, usa este día para conmemorar la victoria de las tropas soviéticas sobre los nazis en la IIGM, con un alarde militar que llena la plaza roja de Moscú de tropas y vehículos, a mayor gloria del caudillo Putin, que esta semana ha jurado la constitución, que manipula a su antojo, para un nuevo mandato de seis años, sin oposición alguna. Convertido en un apéndice económico de China, subido a una economía de guerra a la que destina recursos ingentes, el caudillo de Moscú se relame la sangre que cada día se cobra en el frente y mira con odio a una atribulada y postmoderna Europa, que no sabe muy bien cómo hacer frente a lo que puede venir si, de una manera u otra, la guerra acaba siendo favorable a los intereses rusos.

miércoles, mayo 08, 2024

Paul Auster, escritor

Más de una vez contó Paul Auster una anécdota referida a su infancia que le marcó para el resto de su vida. Era un crío y, junto al resto de compañeros del cole, estaba en una excursión por el campo. De repente, se desató una tormenta y el grupo, alumnos y profesores, empezaron a correr por el descampado en el que se encontraban en busca de refugio. En ese momento cayó un rayo e impacto en el chico que estaba más cerca de Auster, matándole en ese mismo instante. La conmoción para todos fue enorme, y para Auster dejó un poso para siempre, por el trauma de lo vivido y, sobre todo, por su absurdo, por el puro azar que había supuesto esa muerte, que perfectamente podía haber sido la suya.

Eso le animó a llevar una vida activa que le hizo trabajar de casi todo y residir en varios países, especialmente en Francia, durante años en los que perfeccionó su estilo, porque escribir siempre estuvo entre sus amores más profundos. Afincado definitivamente en Brooklyn, un barrio que en sus tiempos no era ni mucho menos la zona residencial de lujo que es hoy en día. Perteneciente a Nueva York, situado en el lado este de la ciudad, tiene a Manhattan en frente, aunque gran parte de la historia lo ha tenido de espaldas. Auster situó gran parte de sus historias ahí, en el entorno urbano que conocía, en el que hizo deambular a sus personajes a la búsqueda de destinos esquivos en los que la suerte y las casualidades realizaban la mayor parte del trabajo que era propio del narrador. Sus novelas son fáciles de leer, pero eso se debe a que Paul era un escritor excelente, que conseguía narrar con una naturalidad asombrosa lo que quería. Sin frases alambicadas, trazo corto, toque ligeramente poético pero nada almibarado, sus textos son una delicia para el lector y, para el que gusta de la escritura, un reto, porque aunque no lo parezca, escribir sencillo y claro es una de las cosas más difíciles del mundo. En esa sencillez Auster planteaba a sus personajes problemas profundos, los ponía en tesituras difíciles, y no eludía dilemas morales de gran dimensión, pero eran perfectamente accesibles para el lector, que no tenía que enfrentarse a muros en forma de párrafos densos e inabarcables. Su técnica era tan depurada como transparente, llegando a lograr ser liviano en la descripción de situaciones de gran complejidad. Quizás por ello, y porque era casi imposible saber cómo se iban a resolver sus tramas hasta que el azar empezaba a jugar, disfrutó de un gran éxito comercial, que le convirtió en uno de los escritores más famosos de su generación. Ha sido raro el caso de Auster porque en él se ha dado una gran calidad literaria y un nivel de ventas propio de las estrellas. Su rostro era famoso en medio mundo, y las incursiones que hizo en otros géneros como el ensayo o el mundo del cine contribuyeron a darle fama global. Durante los ochenta y noventa los lanzamientos de novelas de Auster se convirtieron en fenómenos editoriales que trascendían por mucho el mundo de las letras. Sin embargo, no dejó que la fama le volviera loco, sabía que se debía a sus escritos y lectores, y que la vanidad inevitable que se asocia al éxito no es sino otra muestra del azar que tanto le gustaba, que a veces no tiene nada de merecimiento, y que con la misma fuerza con la que llega se puede ir. Estudioso de la literatura norteamericana, publicó algunos ensayos al respecto, demostrando que el bagaje de lecturas que tenía era enorme, y que en su campo, el de las letras, era todo un intelectual además de un creador. Su producción se fue espaciando a partir de la década de los dos mil, a medida que su vida personal se fue enrevesando. Su segundo matrimonio, con la escritora Siri Hustvedt, convirtió a ambos en una especie de pareja real de las letras norteamericanas. En todo momento ella siguió una carrera literaria propia, separada de la de su marido, y él no se inmiscuyó para nada en las novelas y ensayos de su mujer. Trabajaban juntos, pero cada uno en lo suyo.

El cáncer de pulmón que se le detectó hace unos años fue el inicio de una época de amargura total en su vida. Su hijo y nieto fallecieron hace poco, ambos por problemas relacionados con las drogas, en una serie de episodios truculentos hasta más no poder. Eso, y el tratamiento médico, le fueron debilitando y, finalmente, la semana pasada, el autor fallecía en su casa de su barrio de su ciudad. Deja una obra enorme cuya vigencia está más allá de las modas, una manera de escribir inimitable y apenas sucesores en el estilo y tramas. Su pérdida es enorme. Otro Nobel que la academia sueca decidió perderse, y que, esta vez sí, los Príncipes de Asturias supieron premiar.

martes, mayo 07, 2024

Confusión en Gaza

Siete de mayo, y se cumplen siete meses desde los atentados de Hamas que provocaron el estallido de la guerra de Gaza. En todo este tiempo, todo lo que podía haber ido mal, lo ha hecho. A lo largo del fin de semana se han sucedido los rumores de un posible acuerdo de alto el fuego como fruto de las conversaciones que delegaciones de Hamas y el gobierno israelí han trasladado a El Cairo, donde habitualmente se ejecutan estos procesos de negociación. De hecho ayer por la noche Hamas anunció que acordaba los términos de un posible acuerdo de canje de rehenes por prisioneros y una tregua de cuarenta días, creo.

Pero, en la práctica, la situación sobre el terreno dista mucho de la tregua. Hamás atacó el domingo un puesto militar fronterizo israelí, causando algunas bajas, y las alertas aéreas han vuelto a sonar en varias ciudades del sur de Israel ante posibles lanzamientos de cohetes. Por su parte, el gobierno de Netanyahu sigue haciendo oídos sordos a todos los llamamientos que le llegan y mantiene su plan de atacar la ciudad de Rafah, el principal asentamiento al sur de la franja y refugio de más de un millón de palestinos, que han huido de las localidades del norte a medida que eran arrasadas por las IDF. Alega el gobierno de Jerusalén que en Rafah se esconden varios batallones de Hamas y cientos de sus milicianos, lo que es posible dada la cantidad de gente que allí se encuentra, pero precisamente por esto último, y por la no existencia de alternativas de huida para la población civil, el intento de asalto militar a la ciudad es imposible que no acabe con un balance de víctimas civiles insoportablemente alto, y eso es lo que temen todos los gobiernos del mundo, expuestos ante la realidad incesante de una guerra que deja escenas de violencia duras a la hora de los informativos y solivianta a parte de la opinión pública. Ahora mismo los incentivos de Israel, mejor dicho, del Netanyahu, para detener la guerra son escasos, porque una tregua le pondría en la tesitura de tener que responder ante su sociedad por la gestión de la crisis de los rehenes, la sorpresa del ataque de Hamas, el fallo de seguridad de su gobierno y otras muchas cuestiones para las que, probablemente, no tenga respuestas. Así mismo una tregua hará que las causas que, antes del inicio de la guerra, acosaban a la figura del primer ministro (corrupción, intento de control de la justicia, etc) vuelvan al primer plano de la vida política israelí, y ahí Netanyahu carece de defensa. Por su propio interés, y por la presión del ala radical de su gobierno, que casi aspira a eliminar a los palestinos de todos los territorios en los que puedan, no hay incentivos para que ordene a las IDF parar la guerra. Por el lado de Hamas la situación es distinta, pero tampoco una paz puede venirles bien a corto plazo. La guerra ha destrozado gran parte de su infraestructura y acabado con un número muy elevado de los suyos, pero ha conseguido poner al conflicto palestino, otra vez, en el centro de la actualidad global, y lo ha gestionado de tal manera que su propia atrocidad del 7 de octubre ha quedado sepultada por la actuación de las tropas hebreas. Hoy en día el clamor que se escucha en muchas protestas en occidente no hace referencia a la liberación de los rehenes capturados por Hamás, no, sino a la actuación del gobierno israelí, a las continuas masacres que se dan día tras día en la franja. En su empeño por utilizar a los palestinos para su propia causa, Hamas no duda en sacrificarlos, y que ahora aparezca como el “bueno” ante los ojos de parte del mundo es todo un éxito para su propaganda, y supone también la derrota moral de Israel. Que Hamas quede más o menos arrasada tiene su importancia para Netanyahu, pero por cada escena de violencia desatada en Gaza sospecho que surgirán nuevos yihadistas en otras partes del mundo dispuestos a exigir venganza. Los dirigentes de Hamas, y sus jefes lo saben.

¿El desastre que pueda ocasionar Israel en Rafah es valioso para Hamas? No como entidad, pero quizás sí como ideología, como palanca para seguir movilizando a las sociedades musulmanas, a franjas cada vez mayores en ellas, para que se adhieran a su causa y rechacen las vías pacíficas de negociación. En un futuro escenario de dos estados en la zona, el único que puede garantizar una paz estable, forzado por terceros países, el peso de Hamas, su filosofía, será abrumador, una vez que vendan que su sacrificio es el que ha propiciado la victoria. Que todo esto suponga la muerte de miles de palestinos inocentes no parece importar nada a ninguno de los combatientes.

martes, abril 30, 2024

Teatro barato

Todavía tengo algunas dudas para describir lo que hemos contemplado durante estos últimos días en la política española, una situación totalmente anómala en la que el presidente del gobierno se ha encargado de sembrar la incertidumbre absoluta en una situación que, para algunos es tacticismo, para otros una estrategia calculada, para unos pocos el reflejo de un sentimiento real y, para mi, sobre todo, una enorme payasada que, como todo lo que sucede en la política desde hace ya muchos años, supone pérdida de tiempo, de esfuerzos, de voluntad, de ganas y de interés en lo que hace referencia a ella. Degradación.

Salió Sánchez al pórtico de acceso a la Moncloa, se hizo la víctima, calificó de masivas la presencia de unos pocos militantes socialistas el sábado en la sede madrileña y se dijo a sí mismo que seguía y que luchará por la democracia, en una aparición vacía, lastimosa, llena de odio larvado a todos los que no sean el mismo y su ego. No hay mucho más que comentar sobre lo de ayer, porque de todos los escenarios que se llegaron a plantear, y que una posible dimisión como la que se presumía abría, nada se anunció. Ni cuestión de confianza ni nada de nada. Ya les puse por escrito el viernes, al día siguiente de conocerse el extraño anuncio, que por mi desde luego que Sánchez tiene que dimitir, pero que dudaba mucho que lo hiciera, y los hechos, por una vez, me han dado la razón. Durante estos días hemos visto como lo que antaño fuera un partido, el socialista, ya no es sino una corte de aduladores de un líder que actúa con despotismo absoluto en esa entidad, que decide de manera cesarista el futuro, quizás el suyo, desde luego el de los que le rodean, con unas formas en las que sólo su voluntad existe. El exhibicionismo de peloteo por parte de todos aquellos cuya nómina depende de la voluntad del líder ha sido obsceno, cutre, propio de una teleserie barata, con unas interpretaciones rayanas en el patetismo. Se notaba que, dependientes hasta el extremo de la voluntad del líder, todo su futuro estaba en el aire si éste dejaba de serlo. Les va la nómina, las hipotecas, los favores comprados y muchos otros castillos edificados en el aire sobre las bases de un poder que ejercen por atribución del Dios que, caprichoso, decidió darse un largo fin de semana. En todas las organizaciones existe un culto al líder, un grupo de pelotas que buscan medrar a costa de dorar la píldora al que manda para que les cubra de favores, y en la política este tipo de adhesiones “inquebrantables” que son ”eternas” duran lo que el poder en manos del que lo ostenta, y como se ejercen de cara a la opinión pública resultan tan descarnadas e imposibles de disimular. Para algunos exégetas quedará el analizar gestos y frases de estos cinco días. Para mi, no es otra cosa que una payasada lo que hemos vivido, un ejercicio táctico de prietas las filas de cara a las elecciones catalanas y europeas, pero vestido de reflexión personal en una secuencia de días que han teatralizado la vida pública de una manera infantil. Han proliferado los insultos en las redes, malditas, de una caterva de forofos del presidente y contrarios a los que nada diferenciaba de las aficiones exaltadas de esos que pegan patadas al balón y roban a manos llenas. El proceso de conversión de la política en un asunto de fanáticos psudofutboleros se ha acrecentado este fin de semana de la mano del ególatra supremo, que habrá disfrutado en casa como un enano de los desvelos de una parte de la sociedad, muy pequeña, ni siquiera de todos los militantes de lo que fuera el PSOE. Su calificación ayer de movilizaciones “masivas” lo que han sido unas concentraciones realmente escasas de apenas doce mil en Ferraz el pasado sábado son una muestra de la realidad paralela en la que vive el hábil superviviente de Moncloa, un personaje que no piensa para nada en gobernar, sólo en seguir y mantenerse por encima de todo. En cada una de sus piruetas cree Sánchez que hace historia. En parte es verdad, pocas veces se puede caer en ridículos históricos como el de estos cinco días.

Afortunadamente, la inmensa mayoría de la sociedad española hace tiempo que ha desconectado de estas payasadas, tristemente ha dejado de ver a la política como una vía de solución de sus problemas, y se dedica a vivir el día a día ajena a los bodrios que los que mandan les sueltan. Los precios, la vivienda, el trabajo, los hijos, las redes sociales, el euríbor, la salud… los frentes que de verdad importan son los que centran las preocupaciones de casi todo el mundo, mientras que la burbuja política, y los medios que de ella viven y alimentan, cada vez están más lejos del interés. De hecho, cada vez se ven con más desprecio. Malo, pero así es.

Cojo un par de días de ocio, lo que sumados a los festivos nacionales y locales hará que no nos leamos hasta dentro de una semana, el martes 7. Pásenlo muy bien.

lunes, abril 29, 2024

Caos en los campus de EEUU

Es interesante comprobar como la atención mediática global ha preferido centrarse en la guerra de Gaza frente a la de Ucrania, lo que sin duda perjudica a los valerosos ciudadanos y soldados de Kiev, que ven su apoyo reducido. Lo que pasa en el conflicto Israel Palestina es un enquistado tema en las noticias desde hace décadas y la implicación global de potencias en él siempre le ha dado una trascendencia especial, todo ello unido, claro, al enfrentamiento religioso que está, también, en el fondo del asunto. Como actor clave, EEUU aparece siempre vinculado a todo lo que sucede allí, sea el causante, beneficiario o, simplemente, aliado de uno de los contendientes.

Los infames ataques de Hamas del 7 de octubre del año pasado pusieron la solidaridad y el apoyo de todo el mundo en la sociedad israelí. La guerra posterior y la manera en la que las IDF desarrollan los combates ha cambiado el signo de la balanza, y la solidaridad internacional ahora está claramente del bando palestino. Unas atrocidades no exculpan otras, y uno puede sentir legítimo horror por ambas, pero ya saben lo que es el tiempo presente, sectarismo hasta el extremo. En EEUU la sociedad, tradicionalmente pro Israel, ha ido virando a lo largo de estos meses a golpe de imagen de combate y de palestinos masacrados y, especialmente las generaciones jóvenes, no tienen ninguna duda de a quién apoyan en esta guerra. Eso se traslada en expectativas de voto menguadas para un partido demócrata que no puede permitirse perder sufragio alguno, y de ahí la postura cada vez más incómoda de Biden y su administración con Netranyahu. Pero la cosa no se ha quedado ahí. De las manifestaciones callejeras día sí y día también se ha pasado a las concentraciones en los campus universitarios, en un movimiento que recuerda, estéticamente, a las imágenes que nos enseñan los documentales de finales de los sesenta, cuando la oposición popular a la guerra de Vietnam no hacía más que crecer. Estas acampadas, que llenan los céspedes de los collegues y demás instalaciones universitarias, se dicen regir por la petición de paz, y es probable que entre sus integrantes haya muchos que tengan ese sincero deseo, pero no son pocos los que, de entre los concentrados, han lanzado proclamas claramente pro Hamas, que ni mucho menos quiere decir que sean pro palestinas. Los estudiantes judíos de las universidades, que allí son bastantes, se sienten acosados por lo que en las concentraciones se grita y se han producido algunos incidentes. Muchos de los benefactores, que son los que pagan el coste de mantener en pie esas instituciones educativas, son de origen judío, y se muestran cada vez más contrarios a renovar sus aportaciones, lo que pone en un brete la supervivencia futura de algunas de las universidades. Equipos rectores, profesorado, todo el personal de esos centros se encuentra dividido en torno a lo que pasa en ellos y, en general, la postura es de incomodidad, se apoye a Israel, a Palestina o se denuncien los horrores cometidos por ambos. Miles de empleos de alta responsabilidad, altísimo sueldo y poder no pequeño pueden ponerse en riesgo si la imagen de las universidades comienza a deteriorarse y los flujos financieros que las alimentan se frenan. Como pueden ver, las autoridades académicas tienen un señor problema. Por ahora tratan de nadar y guardar la ropa, defendiendo la libertad de expresión de sus alumnos y profesores, lo que ampara las protestas, y pidiendo que no se cometan excesos, ni actos de violencia ni apologías del terrorismo, buscando cortar los discursos pro Hamas, pero una cosa son los deseos y otra lo que se ve, con más de un campus en el que la policía ha tenido que entrar para desalojar a grupos de manifestantes combativos. La situación es seria, porque allí las universidades son enormes empresas con unas cifras financieras de gestión apabullantes y un impagable prestigio social. En España la universidad no pinta nada, pero allí es una de las claves de bóveda de la vida comunitaria.

Para tratar de salir del paso, varios campus están decretando, dado que llegamos al tramo final del curso lectivo, la vuelta a las clases virtuales y el fin de la presencialidad hasta después del verano, lo que es una manera de reducir notablemente el número de alumnos que están en el campus y los problemas, y una manera de mandar el problema al futuro, patada adelante, confiando en que en septiembre la situación en Gaza se haya tranquilizado, pero no hay garantías de que eso sea así y, a las puertas de las elecciones de noviembre, es fácil presuponer un inicio de curso movido. Desde luego es seguro que la bronca seguirá estos días.

viernes, abril 26, 2024

Civil War, la película

El fin de semana pasado vi Civil War, película del director británico Alex Garland. Precedida de buenos comentarios, acudí a la sala con ganas de que me gustase y expectativas elevadas. Eso es peligroso, en casi todos los aspectos de la vida, pero en este caso no supuso problema alguno, porque el producto que me encontré superó, en prácticamente todos los aspectos, lo que me esperaba. Enclavada en un tiempo equivalente al nuestro, pero en una realidad alternativa, nos presenta a unos EEUU sumidos en una guerra civil en la que Texas y California, junto con parte de Florida, se han alzado contra un presidente que, en su tercer mandato, vive atrincherado en la Casa Blanca.

La acción se desarrolla en la costa este del país, tras lo que parece ser un tiempo largo de combates, en el que la sociedad que conocemos ya ha sucumbido en gran parte y la violencia armada, organizada o simplemente gansteril, se ha adueñado del paisaje. No queda nada claro cuáles son las motivaciones de los contendientes ni las ideologías que los respaldan, siendo en este sentido una guerra abstracta, en la que los bandos no generan empatía a un espectador que es lanzado a una moderna visión del infierno con el decorado de la opulencia norteamericana. En los barrios de extrarradio donde habitualmente se desarrollan tramas de comedia o vida de cualquiera de las series que conocemos a miles se vive una situación bastante afgana, de anarquía, de violencia. Los protagonistas de la historia no son los combatientes, sino un grupo de fotoperiodistas, dos veteranos, uno ya jubilado que persiste en su profesión y una muy joven que admira a los que al género se dedican y se cuela en el grupo. En su viaje de Nueva York a Washington, para tratar de cubrir el posible asalto de las tropas rebeldes a la capital, se suceden episodios en las carreteras secundarias que deben tomar al estar destruidas, o tomadas, gran parte de las autovías del país. Los periodistas buscan la noticia por encima de todo, la foto y se juegan la vida, en ocasiones de manera absurda, para lograrla, sin que les parezca importar demasiado lo que ocurre a su alrededor, o, desde luego, menos de lo que vale para ellos una instantánea. La sensación que da el filme no es, ni mucho menos, de idealización de la profesión de reportero, y el personaje principal, excelentemente encarnado por Kirsten Dunst, ofrece sin cesar el agotamiento de haber vivido demasiada crueldad, demasiado horror sin sentido, repetido una y otra vez a lo largo de su carrera en naciones que ella consideraba lejanas a su mundo. El contemplar esa realidad en los escenarios de su vida, de su nación, la destruye por dentro, y tiene el espectador la sensación de que la película también trata de la descomposición del personaje, de una vocación que se va corroyendo por una realidad que la supera con creces. En algunos de esos episodios el grupo de protagonistas es sometido a choque brutales con una realidad para la que no están preparados, y por momentos se les ve como meros peleles, superados por los acontecimientos. El muy veterano de entre ellos parece ser el único consciente desde un principio del desastre en el que viven, y de lo poco que sus vidas valen allí. Hay una escena en una granja, donde se ven obligados a parar por cuestiones que no adelantaré, que el director enfoca desde el más puro terror, donde todos serán sometidos a un examen vital. Quizás sea el momento más duro de toda la película, el que más te clava en el asiento y, curiosamente, está dominado por el silencio de un idílico entorno campestre, un paisaje de hierba y flores que encandila. Las voces de los protagonistas y de quienes están en la granja son las únicas que se oyen, pero el terror puro, de una manera que recuerda a cómo Stephen King va elevando el diapasón en sus relatos, se hace por completo con la escena y se desata de una manera imprevista y desoladora. Desde ese momento ya nada será igual para los componentes de la expedición y, me atrevo a decir, para el espectador.

Con escenas de cine bélico de enorme intensidad, la producción de la obra es excelente y el uso del sonido en la misma resulta perturbador. Pocas veces se han escuchado en una película los disparos como en esta ocasión, detonaciones sueltas o ráfagas que te penetran y llenan de dolor. Apenas hay momentos de relajo en la trama y la tensión se mantiene hasta el final. El uso de la violencia es explícito y sin remilgos, por lo que es recomendable acudir a verla a sabiendas de que, como pasaba en obras memorables como “Salvar al soldado Ryan” o “Hijos de los hombres” la pantalla nos va a golpear sin contemplaciones. Es una excelente película, recomendable en todos los sentidos. Y muy perturbadora por la realidad, factible, que plantea.

jueves, abril 25, 2024

Debiera, pero no creo que dimita

Hay un montón de cosas interesantes sobre las que debiera escribir, pero se ve que el circo en el que lleva metido demasiado tiempo la política española reclama su cuota de protagonismo, y Sánchez, el gran prestidigitador, vuelve a lograr sorprender a propios y extraños con sus decisiones. Es innegable su capacidad para lanzar órdagos y tomar decisiones anómalas, imprevisibles. La carta de ayer, con una presunta dimisión en diferido es una de las gordas a lo largo de su trayectoria, y deja demasiadas preguntas en el aire para las que nadie, yo menos, tiene respuestas.

Sánchez debiera dimitir, sí, pero no por presuntas investigaciones judiciales sobre su entorno, que ya veremos si se sustancian en algo o no. De eso se encargan los juzgados y sus enrevesados y lentos procedimientos. Debiera irse por haber engañado a todo el país y decir que nunca aprobaría una amnistía a los sediciosos del Procés que ha impulsado por el mero hecho de seguir en el poder. Ese es el mayor de los engaños políticos que ha llevado a cabo. La corrupción que pueda rodear su gobierno, las ramificaciones de casos como el de Koldo Ábalos y demás son cuestiones convencionales dentro de la política de este país, donde la ausencia de corruptelas sólo es segura en la ausencia del poder. En su carta Sánchez se muestra como el perseguido, el herido, el acusado injustamente, y proclama la necesidad de ser querido por el pueblo frente a las horda que le persiguen, al conspiración que lucha contra él, cosa que no deja de ser una excusa bastante cutre una vez que en la trayectoria política española todos los partidos han tenido casos de corrupción, con juicios y condenas que han llevado a dirigentes del PP, PSOE, PNV, CiU y lo que usted desee a prisión con condenas relacionadas con la malversación, fraude y todas las figuras asociadas a la corrupción. Ahora, que empiezan unas investigaciones en el entorno de la familia del presidente, que pueden concluir en algo o no, se muestra herido el prócer y redacta un escrito de escaso nivel literario en el que el populismo se destila en cada uno de sus párrafos. Me resulta del todo absurda la idea de que se sienta acosado por algo, el que lleva situado muy por encima de todos los demás desde hace años y se encarga de dictaminar qué comportamientos son los que se pueden considerar democráticos y cuáles no. El fangal en el que se ha convertido la política española es responsabilidad de todos sus miembros y, por nivel de importancia, desde el que más manda al que menos, por lo que las excusas propuestas por Sánchez para darse los cinco días de reflexión resultan difíciles de tragar, y hacen pensar a casi todo el mundo que estamos ante otra cosa. ¿Una pirueta de doble salto mortal para movilizar a los suyos? ¿Un golpe de efecto para, en el inicio de la campaña catalana, logra acaparar todos los focos y quitárselos a Puigemont para que su partido logre un resultado suficiente para sus intereses? ¿Un “prietas las filas” para que las elecciones catalanas y europeas no sean un calvario que suponga el fin efectivo del gobierno? Supongo que desde ayer por la tarde todo el mundo se hace preguntas de este tipo, a decenas, sin encontrar una respuesta, y que muchos dan por sentado que, detrás de este extraño arrebato, hay una táctica calculada, porque si uno quiere dimitir dimite, si no quiere hacerlo no lo hace (como bien demostró el impresentable de Rubiales hace un tiempo) pero no realiza un ejercicio de disuasión dilatada en el tiempo dejando que las especulaciones se disparen en todos los sentidos. Además de anómalo, es una manera de que las teorías conspirativas, Pegasus mediante y demás, se crezcan en el sucio mundo de las redes sociales, a las que habrá que prestar poco caso hasta que se acabe el plazo dictado por Sánchez, ya que ayer por la noche no eran sino un campo de batalla entre rendidos admiradores del mártir presidencial y sus opuestos. Una charca llena de depredadores. Algunos de ellos incluso se hacen llamar periodistas.

Mi apuesta es que, al 99%, Sánchez no dimite, que está montado un espectáculo para recibir un baño de masas de lo que considera el votante progresista (que destrucción de sentido la que ha sufrido ese término) y así movilizarlo para que vote unificado en las catalanas y europeas, que es lo que puede garantizarle una cierta estabilidad más allá del verano. Lo cierto es que ahora todo el mundo está sorprendido, alguno se hace el listo haciendo creer ahora que vio detalles ayer que ni él ni nadie vislumbró, y todos estamos a la expectativa. Como destructor de tramas y creador de giros de guion Sánchez no tiene precio. Netflix debiera contratarle si, ya lo dudo, se va.

miércoles, abril 24, 2024

Equilibro entre Israel e Irán

El viernes pasado se produjo una salva de disparos por parte de Israel para responder al ataque que Teherán ejecutó la noche del sábado 13 sobre territorio israelí. Fueron pocos cohetes y quizás algún dron. La acción tuvo tres objetivos principales. Uno, el de responder y no dar sensación de debilidad, dos, respetar los deseos de los aliados de Jerusalén de que la cosa no se descontrole y, sobre todo, tercero, decirle a Irán que su territorio no es invulnerable, y que tienen capacidad de golpear en cualquier momento no sólo a lugares poblados, sino aquellos de elevado interés. El que la respuesta no fuera sobre Teherán no fue nada casual.

Como bien dijo Ignacio Camacho en su columna del domingo, esto no se ha acabado, y lo que se ha iniciado es una nueva partida de ajedrez entre ambas naciones con un movimiento de apertura en la que se mueven los peones u otras piezas de escaso valor, como en las partidas clásicas. Los dos países han roto el tabú de atacarse mutuamente, desde sus propios gobiernos, y contra el territorio nacional del otro, pasando de una situación estancada de ataques vía proxy de Irán y de acciones encubierta de Israel. De momento la cosa no ha ido a más y la sensación de guerra cercana mutua se ha enfriado, cosa que es de agradecer, pero ni mucho menos los problemas se han diluido, sino todo lo contrario. En lo que hace a lanzamientos y salvas, hay un cierto equilibrio entre los contendientes, por el tema que comentaba la semana pasada respecto al coste de la defensa israelí y la posibilidad de un barato lanzamiento masivo por parte de Irán, pero lo que trasciende en el fondo es que la rivalidad ya es total y no hay freno. Les comentaba antes que no era casualidad que, mientras Irán hubiera lanzado ataques tanto contra bases como ciudades israelíes, Israel ha disparado poco sobre Isfahán, bella ciudad del suroeste del país, lejos de la capital. En su entorno está Nathan, que es donde se encuentra el complejo nuclear iraní, donde el régimen desarrolla su programa de enriquecimiento de uranio. El mensaje de Netanhayu a los líderes iraníes ha sido claro. Sabemos que, si buscáis la bomba, lo hacéis ahí, y que llegado el caso somos capaces de atacar las instalaciones y arrasarlas. La bomba es el gran escalón estratégico que separa las capacidades de ambas naciones. Israel la tiene, aunque nunca lo haya hecho oficial, e Irán la busca, aunque siempre haya vendido que sus instalaciones tienen por objeto la creación de combustible para reactores civiles. El acuerdo internacional que se suscribió al final de la presidencia de Obama buscaba ralentizar el programa iraní a cambio de incentivos económicos y de levantar muchas de las sanciones que pesan sobre el régimen, todo para lograr que la nación chií no se uniera al club nuclear, pero la decisión unilateral de Trump de romper aquel pacto lo hizo descarrilar y, pese a que aún no está derogado de manera oficial, en la práctica no rige. La lección que los ayatolás han podido extraer con el paso del tiempo es que el acceso al club de los poseedores de la bomba te otorga un plus de respetabilidad internacional, asociado al miedo que da que tengas, de verdad, el arma de destrucción masiva. Corea del Norte es el ejemplo perfecto de esta regla, y desde que el régimen de Pyongyang hizo la prueba y mostró su capacidad Kim se ha transformado en un señor al que el mundo hace caso. Es un peligro global, da miedo, y el miedo da respetabilidad. Irán sabe que si logra hacerse con la bomba, si la prueba y, de esta manera, anuncia al mundo que la tiene, elevará su estatus internacional de paria a estado con el que el resto querrán sentarse a hablar, y eliminará parte de la ventaja estratégica que ahora mismo le lleva Israel. En el contexto actual, de hostilidades abiertas, la tentación iraní para acelerar su programa y conseguir la bomba se ha incrementado notablemente.

Cierto, tener una bomba es una cosa e integrarla en una cabeza de un vector de lanzamiento otra. Corea del Norte ya ha conseguido todo el proceso, pero hacer una primera versión y detonarla en una prueba es lo básico, y nos llevaría a un escenario desconocido, mucho más peligroso. Israel siempre ha dicho que no consentirá que Irán lo logue, y que actuará de acuerdo con otros o por iniciativa propia para ello. Si posee información de que el proceso se acerca a su conclusión no dudará en atacar Nathan o lo que sea para impedirlo, y eso sí que sería una declaración de guerra abierta. El tablero está puesto, los peones han avanzado y la partida continúa. El juego serio no ha hecho nada más que empezar.

martes, abril 23, 2024

Libros y la estafa de la autoayuda

Hoy es 23 de abril, el día del libro, una jornada de descuentos en las librerías y de celebración del mutuo placer de leer y recomendar. Las rosas de Sant Jordi, bella costumbre catalana, estarán por todas partes y autores y lectores compartirán ideas sobre los textos que han sostenido juntos, unos creándolos y otros dándole vida. En el paraninfo de la Universidad de Alcalá recibirá el premio Cervantes Luís García Montero, a quien he leído menos de lo debido. Es un bonito día para los que amamos los libros, que tratamos de extenderlo a lo largo de todo el año. Los aniversarios sirven de recordatorio, pero son inútiles como islas en el mar del tiempo.

Pero, ay, tampoco podemos ser ingenuos. No todo lo que se publica es maravilloso. El libro es un formato ideal que perdura desde hace siglos y lo que le queda, pero lo que en él se escribe puede tener mayor o menor valor, o ser incluso contraproducente. Por ejemplo, de un tiempo a esta parte la sección de las librerías que más crece es esa que se ha bautizado como Autoayuda o Crecimiento personal, o cosas por el estilo. No se si por moda o porque realmente ahora sucede más, pero es casi imposible pasar por la entrevista de alguien conocido que no confiese que ha acudido a terapia, que ha necesitado tratamiento psicológico o algo por el estilo. De la estigmatización del sufrimiento mental y emocional hemos pasado a un cierto alardeo del mismo, cosa que sucede con todos los fenómenos sociales, hasta que se banalizan por completo y, pasada la resaca, suele quedar lo realmente valioso de ellos. Pues bien, subidos a esta moda se han disparado los títulos que tratan de ayudar a aquellos que lo necesitan, o al menos así se venden. Personajes que se hacen llamar doctores, expertos en psicología, conferenciantes de prestigio y una fauna de lo más diversa llena muestrarios con volúmenes no muy grandes pero nada baratos sobre los trescientos catorce consejos para llevar una vida mejor, la manera más adecuada de ser uno mismo, las vías para conocerte y llegar a los demás, las proteínas que en forma de persona servirán para construirte y un montón de lemas por el estilo, a cada uno más vacío y pomposo, que no hacen sino girar y girar en torno al concepto de “si crees, puedes” lema de una peligrosidad enorme, porque hace creer a quien se ha convencido del mismo que la vida no es sino el resultado de lo que tu pienses de ella y de cómo la afrontes, cosa que es completamente falsa. Si, como suele suceder, la vida te pega varios palos y muchas de las cosas que deseas no las logras, aunque creas mucho en ello, el corolario del lema es que no has creído lo suficiente y, por tanto, la culpa de lo que te pasa es tuya. Eso te hunde aún más en un pozo depresivo, pero nada, ahí aparecerán una nueva hornada de publicaciones que te dirán que la culpa es tuya, pero que debes de creer aún con más fuerza, y levantarte, porque el mundo está hecho para ti, y los demás son tuyos, y si te autoconvences de verdad de verdad de la buena vas a salir del hoyo y triunfar en todo lo que te propongas. Y así una y otra vez, un bucle constante de mentiras destinadas a personas que han sido golpeadas por las circunstancias de la vida. Como todos hemos sufrido porrazos de más o menos importancia, porque eso es vivir, el comprador potencial de estos libros de autoayuda es todo el mundo, lo que es fantástico. No estamos ante una literatura de género que a unos gusta, pero a otros no. A todos se nos han muerto allegados, hemos tenido crisis en el trabajo, desastres en las relaciones de pareja, sueños frustrados, etc, y todos tenemos heridas en nuestro interior causadas por lo que nos ha sucedido, o lo que hemos presenciado en nuestro entorno. Así, el potencial comprador es el mundo entero, y claro, entre tantos no serán pocos los necesitados de ayuda que acudirán ahí a la búsqueda de un remedio, como lo harán ante cualquier opción donde crean que puedan encontrarlo. Ya lo siento, pero esos libros son una estafa que no va a ayudar a nadie.

Bueno, a alguien sí, al autor y editor, porque se van a quedar con algo del dinero del sufrido comprador, que va a seguir tan mal como antes, pero con unos cuantos euros de menos en el bolsillo. No hay recetas mágicas para afrontar la vida, como tampoco para hacerse millonario ni para seducir ni nada de nada. Quien eso vende es un poco más listo que la media, eso es verdad, sabe detectar las carencias de los que les rodean y encuentra la manera de, a través de ellas, hacer negocio. Es un engaño, sí, pero que no deja de repetirse. Sinceramente, cada vez que veo una montaña de libros de ese tipo me dan ganas de denunciarlos. No compren nada de eso.

lunes, abril 22, 2024

Bildu casi gana, el PNV resiste

Lo primero, visto el resultado, es que de entre lo malo y lo peor que podía haber pasado, nos hemos quedado con lo malo. La resistencia del PNV es asombrosa, y tras cuatro décadas ganando elecciones autonómicas, vuelve a hacerlo, por la mínima, en el agregado de votos, pero en un empate a escaños que le deja con un sabor agridulce. Pese a ello, con la expectativa de una derrota que muchos vendían, y con el conocimiento de que, por ahora, mantendrá el Gobierno Vasco, su euforia de ayer por la noche está justificada. El feudo nacionalista sigue en pie, aunque asediado como nunca. Han sobrevivido y el poder seguirá en sus manos.

El resultado de Bildu es excelente, sin paliativos, y para este que les escribe, una noticia desoladora. Segundo en votos en el agregado de la Comunidad, a poco más de veinte mil de los peneuvistas, es la primera fuerza en Guipúzcoa, en todo, y por primera vez en la historia, gana en votos en Álava, donde empata en escaños con el PNV. El resultado alavés da para todo tipo de análisis e interpretaciones, y se convierte en un misterio en sí mismo. Los de Otegui han sacado oro de cada voto y lo han rentabilizado en escaños mejor que el PNV, que tiene en Vizcaya a su alma y la cosecha de sufragios necesaria para mantenerse como la formación más votada. En el duelo generacional es muy probable que Bildu haya ganado de calle a los jeltzles, siendo el voto nacionalista mucho mayor en edad, y eso le otorga a Otegui y compañía la opción de ser, en las próximas elecciones, los más votados. Nada de su infame comportamiento sobre la cuestión terrorista y el desprecio a las víctimas ha sido penalizado por un electorado amnésico, que olvida el pasado y desprecia sus lecciones a una velocidad que genera escalofríos. No hay consuelo moral para las víctimas de una época, que fueron asesinadas y despreciadas por todos, y que hoy son olvidadas por casi todos, y ven como el que fuera brazo político de aquellos que les mataron está a un paso de ser la principal formación electoral de su tierra. El mensaje ético y moral que se traduce de estos resultados es, simplemente, horrible, para llorar y no dejar de hacerlo. El resto de partidos, a la sombra, se reparten los restos. El PSE saca dos diputados más y se lleva algo de lo que fuera Pablemos, y puede darse por satisfecho. Mantendrá en principio la coalición con los nacionalistas y la correlación de fuerzas le dará algo más de peso en ellas. Además, la presencia de un Bildu en igualdad de escaños hace que el PNV sea consciente, aunque no lo reflejara ayer, de su debilidad parlamentaria. El PP sube un escaño, y supera sus anteriores resultados, los peores, y venderá como un éxito lo logrado, pero la verdad es que el botín es escaso. Además, no ha conseguido que Vox desaparezca, dado que han mantenido el escaño de Álava, por lo que los populares van a seguir siendo una fuerza accesoria y sin capacidad de decisión alguna. Sólo un cambio de fuerzas a nivel nacional le daría el revulsivo necesario para ganar peso en el País Vasco, pero eso, de momento, no se dará a corto plazo. Los grandes perdedores de la noche son el espacio a la izquierda del PSOE, donde se presentaban por separado Pablemos y Sumar. Los representantes de la familia del ex líder supremo han sacado cero escaños y los de la marca de Yolanda Díaz uno. Partían de los seis que tenía Elkarrekin Podemos, por lo que no hay que ser muy espabilado para comprobar que lo cosechado es una profunda derrota. El escaño de consolación lo han logrado por Álava, donde es mucho más barato en votos que en el resto de provincias. Ellos y Vox se han visto beneficiados por este aspecto y, aunque psicológicamente no han desaparecido, han conseguido escasamente cinco mil votos cada uno de ellos, superando por poco el 3,5% de todos los depositados. La coalición de Yolanda Díaz naufraga en cada elección que se realiza y sus expectativas nacionales son, cada vez, peores. Sobre la secta de Iglesias y familia, poco más que añadir. Su desaparición es una excelente noticia.

Decía antes que, por ahora, el PNV mantendrá el poder porque el PSE le apoyará, pero saben los “jeltzales” que no pueden descartar un escenario como el de Pamplona, una traición ordenada desde Moncloa, que otorgue a Bildu el poder con un apoyo del PSOE, total o parcial. A corto plazo ese movimiento no se va a dar, pero la idea de que pueda suceder, visto lo visto, está en la mente de todos, también en la del PNV, y eso le obligará a ser cauto. Es probable que la continuidad del gobierno vasco se mantenga durante un tiempo, pero todo está sujeto a la volatilidad extrema de lo que sucede en la política nacional, donde el resultado de las catalanas de dentro de tres semanas determinará muchas cosas. Salvado por la campana, el PNV suspira de alivio, pero con el susto ya instalado en el cuerpo.

viernes, abril 19, 2024

Bildu puede ganar

Este próximo domingo se celebran las elecciones autonómicas en el País Vasco, las segundas de las, de momento, cuatro previstas para este año políticamente desquiciante. Van a ser los primeros comicios regionales en los que no voy a poder votar allí, cosa que me fastidia muchísimo y que, internamente, me hace soltar algunos tacos, en una de las pocas venas vascas autóctonas que surgen en ocasiones de mi interior, hecho como estoy para romper todos los tópicos imaginables. Veré, por tanto, el recuento desde la distancia geográfica y la sensación cierta de que, pase lo que pase, no he hecho nada para alterarlo. Es un pensamiento estúpido, ya lo se, dado el peso de un sufragio, pero no puedo evitar caer en él.

Bildu puede ganar las elecciones, más probablemente en votos que en escaños, pero es posible que incluso en ambos. El sistema de reparto de escaños del parlamento vasco, probablemente uno de los más injustos de occidente, le otorga una prima en Guipúzcoa que puede rentabilizar notablemente. El mero hecho de la posibilidad de que los herederos de Batasuna ETA puedan ganar unas elecciones autonómicas y que, por primera vez en la historia, desbanquen al sacrosanto PNV es algo que nos debiera llevar a todos a una reflexión sobre la podredumbre que ha anidado en parte de esa sociedad, de toda nuestra sociedad. En este final de campaña se ha visto, de manera suave, como el candidato de Bildu no condena el terrorismo etarra, y no es algo que se pueda entender como un error estratégico ni nada por el estilo por su parte o por la de la formación. Para ellos ETA no era un grupo terrorista, sino una banda que defendía su idea de un estado totalitario, étnicamente puro y sometido a su dictadura, eliminando los obstáculos que se interponían en el camino. Peio Otxandiano, el desconocido candidato de Bildu, seguramente optó en su momento por pedir a ETA que dejara de matar no por el hecho de que eso fueran acciones criminales despreciables, no, sino porque no rentaban como antaño. El coste social de los asesinatos empezaba a superar a los beneficios, y el mundo mafioso de la mal llamada izquierda abertzale decidió amortizar a uno de sus brazos, el de las pistolas, para que el resto sacasen el mayor beneficio posible. Peio y los suyos no ven terrorismo en el asesinato, secuestro, amenazas y demás infamias realizadas por ETA. No, para ellos todo eso estuvo bien. Si me apuran, se quedaron cortos, dejaron demasiados vivos, no hicieron la limpieza necesaria, no contaron con los medios para ello. Por eso, el revuelo montado estos días en torno a sus declaraciones me parece de una hipocresía rayana en el insulto. Otxandiano no miente, cree en lo que dice, sigue orgulloso del pasado terrorista de su banda. Son otros, los que pactan con Bildu, los que le han blanqueado, los que firman acuerdos con ellos y se sacan fotos sonrientes, los que los venden como una formación progresista y hacen que a muchos nos entren ganas de vomitar al escucharlo, los que deben dar explicaciones. Falsas rasgadas de vestidura las que hemos visto en este final de campaña, poses teatrales forzadas, mentirosas, viles hasta el asco por parte de muchos que, una vez que pasen las elecciones europeas, no tendrán muchas dudas en volver a pactar con Bildu cualquier norma en el Congreso y, desde luego, sopesar la posibilidad de otorgarle el gobierno vasco si llega la ocasión. ¿Cuál es la diferencia entre el ayuntamiento de Pamplona y el Gobierno Vasco? No veo muchas, más allá de la mayor sequedad del clima en la comarca navarra frente a la llanada alavesa. El PNV sabe que su alianza con el PSOE, que es la que ha gobernado el País Vaso durante varias legislaturas, depende del cinismo absoluto con el que se maneja Sánchez a la hora de elegir alianzas. Durante unos pocos días la máquina de propaganda de Moncloa ha permitido que sea políticamente correcto llamar a Bildu lo que es y arrojarles en la cara su connivencia con el terrorismo, pero puede que a partir del lunes mismamente la orden que salga del palacete madrileño y vuelvan a repicar los portavoces subvencionados sea la que se leía hasta hace un par de semanas, la de un Bildu socialdemócrata cuasi equivalente a una formación nórdica.

Más allá de la de política y sus nauseabundeces, quizás sea el País Vasco uno de los lugares de Europa donde más se sigue despreciando la memoria de las víctimas del terrorismo. En casi todas las localidades la mafia etarra, con el apoyo bastantes de sus habitantes, ejecutó asesinatos y crueldades incontables. En esos pueblos hoy sigue sin haber recuerdo alguno a los muertos, y en casi todos ellos se mantienen homenajes a los asesinos y sus colaboracionistas, en una inversión macabra de la historia perfectamente engrasada con dinero público y consentida desde todas las autoridades. Esa profunda podredumbre moral puede alcanzar cotas inéditas a partir del lunes que viene.

jueves, abril 18, 2024

Raúl del Pozo y la amistad de un periodista

En La2 de TVE, la cadena que casi nadie ve que sí tiene programas propios de una televisión pública, se ha estrenado una serie de diez capítulos, titulada “En Primicia” en los que Lara Síscar, flanqueada por amigos y conocedores del personaje, recorre la vida y obra de periodistas fundamentales de nuestra historia. El primer capítulo, dedicado a Raúl del Pozo, es un ejemplo de buena producción, guion y testimonios, tanto del homenajeado como de aquellos que le han conocido y glosan su figura. Es muy recomendable su visión y creo que, en conjunto, la serie merecerá mucho la pena. Enhorabuena a Lara y el resto del equipo por su trabajo.

Entre las muchas cosas valiosas que suelta del Pozo en la hora que dura el programa, hay una que creo merece ser enmarcada en la mente de todos aquellos que, ahora o en el futuro, se dedican a la profesión, y es que un periodista no debe hacerse amigo de un político, nunca, porque el político le utilizará para sus intereses, y el periodista acabará siendo una herramienta más del poder. Es curioso que alguien que tiene más de ochenta años, y que ejerce aún su profesión de manera tan brillante, sea capaz de dar un consejo tan lúcido a tantos y tantos que, menores a él, por cuestiones biológicas, no dejan de ser ejemplo de compadreo con los políticos en el día a día de su ejercicio periodístico. Si algo de eso ha habido siempre, la situación actual llega unos límites de obscenidad que, sin duda, son una de las causas de que la percepción social de la figura del periodista se encuentre en uno de sus niveles más bajos. La pregunta “de qué partido es” que casi todos nos hacemos cuando nos mencionan el nombre de tal o cuál profesional es un síntoma inequívoco de decadencia. Lo peor se da entre aquellos entregados a la causa del partido de turno, que llegan hasta el punto de ser meros propagandistas de unas siglas, pervirtiendo por completo su profesionalidad en aras de prebendas, ingresos a cuenta o, quizás, un simple canapé más que el resto. La destrucción financiera de las empresas periodísticas que ha provocado la llegada de internet y las redes sociales ha hecho que muchos vean en el partido de turno la manera de garantizarse unos euros que les permitan vivir por encima de los salarios rácanos que ahora mismo se pagan en precarias redacciones donde la eventualidad es una de las únicas cosas no sujeta a cambios. El periódico con medios, profesionales bien pagados y equipos robustos hace tiempo que desapareció, y ahora las cabeceras subsisten dentro de estructuras empresariales carcomidas, con deudas, algunas de ellas cotizadas en bolsa a valores de derribo, con una relevancia social menor que la de cualquier influyente de esos que se creen la monda y arrastran multitudes. Convertirse en empleados a sueldo de unas siglas es caer lo más bajo posible, pero es algo que vemos y leemos a diario, sin que haya mucho pudor en quienes actúan así. Siempre ha habido pelotas del poder, nunca faltarán, pero es verdad que en los tiempos en los que Raúl del Pozo creció, no en los jóvenes, donde ir en contra del poder era meterse en un lío bastante feo, el periodista podía jugar a arrimarse a todas las bandas posibles y mantener siempre una distancia prudencial. Compadrear con el poderoso es algo que, al final, sólo acarreará ventajas al que mantiene el poder, no al que se ha utilizado como portavoz. Y si el poder se pierde, ambos acaban dando vueltas en el Linkedin, suplicando oportunidades y blanqueando un perfil que, hasta entonces, era de una militancia exacerbada. Recuerdo la película “los papeles del Pentágono” de Spielberg, muy recomendable, adorada por los periodistas, en la que en más de una escena se observa una camaradería absoluta de los protagonistas, periodistas y ejecutiva del Washington Post, con los políticos demócratas, la oposición en aquel momento, y cómo hay voces que les recuerdan que la principal diferencia entre el Nixon presidente y el demócrata opositor es que uno es el que manda ahora y otro el que lo hizo y desea volver. No es el tema fundamental de la película, pero se nota que, por momentos, alguno de los protagonistas se ve como un elemento con el que los que detentan el poder juegan, y “los suyos” también lo hacen, y eso le repele.

Supongo que desde la posición y edad de Raúl del Pozo es más fácil resistirse a estas presiones que desde un contrato precario y unos años en los que es casi imposible conseguir una hipoteca, y pactar con el diablo político puede ser la vía para acceder al salón con Netflix con el que sueñan tantos y tantos. Cada época es distinta, y las oportunidades y sueños también, pero lo que no cambiará nunca es el hecho de que, como dijo Lord Palmerston refiriéndose a Inglaterra, el poder no tiene amigos ni enemigos permanentes, sólo sus intereses son permanentes. Recuérdenlo todos los que se dedican a ese noble y necesario oficio del periodista.

miércoles, abril 17, 2024

El dron en la guerra

Se suele decir, y es cierto, que las guerras son grandes aceleradores. Provocan que la historia corra, la sociedad se transforme y que la tecnología avance como en pocos momentos del tiempo se da. La necesidad de una victoria por parte de cada uno de los contendientes, ante el riesgo de que la derrota suponga el fin de su existencia, hace que los esfuerzos sean los mayores y que la inventiva se fuerce al máximo. Un proyecto como el Manhattan, liderado por Openheimer que se desarrolle en poco más de un par de años sólo es posible en el contexto de una Guerra Mundial como la que se vivió en los años cuarenta.

La de Ucrania, la guerra más importante de las que ahora mismo tienen lugar, ha supuesto la llegada masiva del dron como elemento de ataque. En ese conflicto se juntan escenas propias de hace más de un siglo, con esas nauseabundas trincheras atestadas de ratas y cadáveres, junto con el empleo de tecnología digital de última generación que permite ser precisos en el disparo y la observación del enemigo. Pero es el dron el gran elemento de esta guerra, que se está extendiendo a otros conflictos por el mundo, y que empieza a poner en cuestión la pervivencia de lo que se denominan grandes plataformas, como pueden ser tanques y aviones. Drones los hay de muchos tipos, y EEUU ya los había empleado en el campo militar, pero limitados a dos tareas fundamentales; la observación y la ejecución de operaciones de castigo muy puntuales. El dron servía como satélite baratísimo para ver, repetir señales, actuar como espía, a un coste bajo y con una maniobrabilidad elevada. Una vez fijados los objetivos, pongamos el escondite de unos milicianos de Al Queda, otro dron podía ser el encargado de acabar con ellos, bien mediante disparo o por impacto suicida. En Ucrania este tipo de misiones se dan, sobre todo la primera, pero el dron es usado, principalmente, y de manera masiva, como arma de ataque, como elemento con el que tropas que están a mucha distancia del frente, guarecidas, ajenas al riesgo, pueden conseguir destruir fuerzas enemigas mediante su uso. Los rusos comenzaron su ataque con una táctica ochentera, siendo generosos, de invasión mediante blindados, pero el principal oponente a los TXX de orugas que usaban los esbirros de Putin no eran otros tanques, sino drones que impactaban contra ellos. Las torretas de los tanques son uno de los puntos débiles del vehículo y contra ellas impactaban pequeños vehículos autónomos teledirigidos cargados de explosivo. Incluso hemos visto como no pocos tanques eran inutilizados de una manera tan cutre como efectiva, mediante un dron que, colocado en la vertical del tanque, simplemente, dejaba caer un explosivo sobre ellos. Israel, que como todo el mundo sigue la guerra y aprende de ella, dotó a sus tanques Merkava de una estructura superior adosada a la torre de tal manera que, en caso de ataque mediante dron, fuera ese el punto de impacto y que el vehículo y sistema de armamento quedasen intacto. De ese uso improvisado del dron se ha pasado a un empleo masivo de elementos desde los que se pueden comprar en las tiendas de juguete hasta sistemas como los fabricados por Turquía e Irán, capaces de suplir de manera muy efectiva a los misiles balísticos. Con un coste ridículo por unidad, se pueden fabricar cientos de ellos y planificar oleadas de ataques en los que se emplean, cargados de explosivo, a modo de proyectil, causado destrozos y víctimas en gran cantidad, saturando las defensas aéreas y logrando así que, aunque el número de eliminados sea alto en cada oleada, no pocos de ellos lleguen a sus objetivos. Ucrania los ha empleado incluso para destruir infraestructuras rusas situadas muy al interior del país, como refinerías, a cientos y cientos de kilómetros Rusia adentro. El ataque iraní del sábado tuvo más drones como elementos de impacto que misiles, en otra muestra de que el uso de este tipo de elementos ya es uno de los principales en el campo de batalla.

Y como dicen los expertos, de momento, la lanza va por delante del escudo. La capacidad de infringir daños por parte de una escuadrilla de drones está bastante por encima de las posibilidades de evitarlos, y es probable que en poco tiempo veamos cazas, de precio desorbitado, derribados por enjambres de este tipo de elementos, actuando de manera coordinada. En el análisis coste beneficio uno puede tener cientos de drones de alta tecnología y capacidad por el precio de un F35, el que seguramente sea el mejor avión de combate del mercado, carísimo. ¿Cuánto compensa en invertir en la compra de estos aviones caza frente al desarrollo de drones? ¿Va a sobrevivir el tanque como plataforma de ataque sin defensas ante ellos? Ahora mismo no hay respuesta a preguntas de este tipo, y todo el mundo se las hace sin cesar.

martes, abril 16, 2024

Ataques, defensas y costes

El ataque iraní a Israel abre muchas dudas y, potencialmente, escenarios muy peligrosos, pero en lo real nos ha dejado una montaña de información sobre las capacidades de ataque del agresor y las defensivas del agredido, y ambas naciones, y sus aliados, están tomando nota de ello. De una manera muy resumida, cierta a corto plazo, pero puede que con un error de fondo, la conclusión fundamental es que Irán carece de capacidad militar para ser un rival para Israel, y que el escudo defensivo hebreo es capaz de proteger a la nación y hacerla invulnerable a un intento de agresión militar persa. Israel ha ganado por KO este asalto.

Vamos con los matices y las dudas. Viendo el balance de proyectiles disparados e interceptados la discusión es poca, el Iron Dome israelí, junto con la aportación de cazas de EEUU y Reino Unido, y la colaboración de otros países como Jordania, Arabia Saudí y probablemente Francia, se ha mostrado como invulnerable, como la joya de la tecnología que es, ofreciendo un rendimiento propio del guion de una teleserie futurista. Aproximadamente trescientos fueron los elementos utilizados por Irán, destruidos en su inmensa mayoría. El test ha dado un resultado claro, pero hay cosas que no podemos obviar. Tecnológica y económicamente los costes de un sistema defensivo como el israelí son muchísimos más elevados que los de una forma de ataque como la empleada por Irán. Por pura balística, se requiere una precisión tecnológica enorme para calcular la trayectoria de interceptación de un cohete que se acerca y la velocidad del interceptor debe superar a la del atacante, y cuanto más mejor, para que el cálculo de trayectorias sea lo más afinado posible y la posibilidad de error mínima. Se estima que el coste de un misil Patriot, herramienta fundamental de disparo del sistema defensivo desde tierra, es de unos cinco millones de euros. Estos misiles se alojan en las baterías móviles que se encuentran en tierra, dotadas de la tecnología más alta imaginable, para realizar el trabajo de interceptación, coordinadas con el resto de elementos del mismo tipo y todos los sistemas aéreos y demás. La producción de lanzaderas, misiles y aparejo tecnológico se realiza en EEUU y es costosa y lenta, no se producen Patriots como churros, y viendo el coste de cada uno de ellos se puede imaginar la cantidad y calidad de componentes que portan. Frente a ellos, como elemento ofensivo, Irán ha utilizado misiles de distinto tipo, de tecnología bastante más antigua, de gran poder destructivo aún con defensas aéreas convencionales, pero poco útiles ante tecnologías como las que vemos, y drones, que son más esquivos que los misiles, al poder adoptar trayectorias más erráticas. Lo fundamental es que esos misiles viejos y, sobre todo, los drones, tienen un coste muy bajo, ridículo, en comparación a los Patriot. Hagamos cuentas. Si de los trescientos elementos disparados por irán al menos la mitad han sido destruidos por baterías Patriot eso nos pone en un coste defensivo en la noche del sábado de 150*5 igual a 750 millones de dólares, a lo que hay que sumar los costes del despliegue de cazas y de todos los sistemas militares en alerta, etc. Las informaciones que circulan desde el domingo que el coste de la operación para Israel ha estado en torno a los mil millones de dólares suenan razonables, aunque no creo que haya manera real de precisar las cifras. Para Irán el ataque ha resultado ser mucho más barato, porque un dron Sahel de los que fabrica ronda los 20.000 dólares. Por cada misil Patriot defensivo Irán puede hacerse con 250 drones, por lo que, económicamente, el ataque le renta a Teherán bastante más de lo que le cuesta a Israel. Y lo más importante, hagamos números, con una ratio de coste de, bajemos, un par de centenares de drones por misil Patriot, resulta evidente que una manera de violar el escudo defensivo es mediante la saturación. Si en vez de un ataque con trescientos elementos Irán realiza uno con tres mil es imposible que las baterías antimisiles y los cazas aliados pudieran detener la mayoría de ellos, simplemente por falta de proyectiles antiaéreos. Saturar el escudo es una manera de franquearlo, y eso lo saben muy bien en Israel y Teherán.

De hecho, es lo que vemos cada día en las nuevas ofensivas rusas sobre Ucrania, donde la creciente escasez de munición de Kiev, por nuestra culpa, se agota en oleadas de ataques de drones iraníes, que ya fabrica Rusia, que esquilman las opciones de defensa antiaérea de Kiev, hasta que llegue el momento en el que se agoten y nada impida el ataque a discreción. Esto quiere decir que la sensación de fracaso iraní, real, no es tan obvia, y que la seguridad israelí, que se ha mostrado tan eficaz, no es sostenible económica ni productivamente en caso de intento masivo de respuesta. Me da que hay una especie de equilibrio entre ambas fuerzas, lo que alienta a que el conflicto no vaya a más, pero eso puede ser más un deseo que la realidad. Los drones están cambiando la guerra y arrasando con las plataformas caras.

lunes, abril 15, 2024

Irán cumple y ataca a Israel

Dado lo anunciado que estaba el ataque hubiera sido una frustración que no se hubiese producido. La expectativa general era que iba a ser después del martes, final del ramadán, y así ha sido, pero con un retardo prolongado. Al parecer Irán advirtió a países vecinos dos o tres días antes de que era la noche del sábado la escogida para llevarlo a cabo, y de ahí que el proceso de cierre del espacio aéreo en naciones como Jordania, Siria y demás fuera tan sincronizado. En unas pocas horas del sábado era imposible volar por Oriente Medio, zona que ya registraba un descenso en el tráfico por la suspensión decretada por varias aerolíneas comerciales occidentales desde hacía ya casi una semana.

El ataque ha consistido en el lanzamiento combinado de misiles y drones, en una cifra conjunta que supera por poco las trescientas unidades, disparados tanto desde el territorio iraní como de algunas de las bases que Teherán posee en Siria y territorios cercanos. El objetivo principal eran infraestructuras militares israelíes, bases y aeropuertos sobre todo, pero fueron varios los que sobrevolaron las ciudades hebreas, con Jerusalén como principal escenario, donde se vieron trazas de motor cohete en abundancia en lo alto de sus cielos. Por el número de elementos empleados, el ataque es significativo, y para ser el primero de la historia lanzado oficialmente desde y por Irán contra Israel, es llamativo. Llama la atención que han sido los drones los elementos más utilizados para el ataque, por encima del recurso clásico de misiles, sean cuales sean sus características. La capacidad iraní de producir drones de ataque se ha relevado como amplia, y lamentablemente, vemos en Urania casi a diario como los que origen y diseño persa se emplean al servicio de las fuerzas rusas, golpeando de manera efectiva a las poblaciones civiles y matando gente. Para repeler el ataque Israel ha vuelto a hacer uso de la “iron dome” la cúpula de hierro, un sistema de antimisiles que busca interceptar los proyectiles que se lanzan contra su territorio. Compuesto por baterías Patriot, entre otro tipo de elementos, es una muestra de lo más sofisticado que existe en tecnología de defensa, y la noche del sábado mostró lo eficaz que puede llegar a ser. A penas unos pocos de los lanzamientos iraníes llegaron a impactar contra objetivos en tierra, causando daños menores y apenas un par de heridos. El susto ha sido enorme, pero el resultado conseguido, casi nulo. Afirma Israel que el 99% de los proyectiles han sido abatidos, y viendo las imágenes que circulan por las redes puede uno comprobar como más de uno y dos de ellos logra impactar contra el suelo y explotar, por lo que ese porcentaje parece exagerado, pero no creo que esté muy alejado de la realidad. La demostración de eficacia del escudo protector de Israel ha sido evidente, y deja claro que el país posee un sistema como casi ninguna otra nación en el mundo. Si uno de los objetivos del ataque era testar las capacidades de la cúpula de hierro ante una situación de guerra real, se puede decir que el examen ha sido superado con éxito por parte de la tecnología. Las escasas consecuencias sobre el terreno del ataque pueden hacer pensar que estamos ante un bluf, una pantomima, pero no es tanto eso como la eficacia de un sistema que impide al agresor alcanzar sus objetivos. La presencia del airbag puede salvar al conductor, pero no reduce la intensidad del accidente, sólo la de sus consecuencias, que es lo que se busca. En la noche del sábado la tecnología norteamericana de defensa triunfó frente a la persa de ataque, en el formato en el que se desencadenaron las hostilidades. No siempre tiene por qué ser así, pero afortunadamente es lo que pasó.

Un breve apunte sobre las opciones de escalada de esta crisis. Creo que son escasas. Ni a Israel ni a Irán les interesa lanzarse a una guerra abierta entre sus naciones. Tel Aviv no contaría con el apoyo norteamericano para ello y el régimen de Teherán no está para embarcarse en guerras de grandes dimensiones. La posible respuesta que realice Israel ante lo sucedido el sábado nos puede llevar a una espiral de acciones y reacciones peligrosas, pero creo que no conducentes a una guerra total. Irán está más cómodo actuando en la retaguardia con sus grupos proxy, e Israel tiene varios frentes abiertos, empezando por Gaza, que debe controlar ante de lanzarse a por otros. Sustos, sí, serios, sí, pero no veo aquí potencial desestabilizador global. Espero no equivocarme.