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viernes, diciembre 20, 2019

Esto se acaba. Resumen internacional del año


Si no pasa nada raro, este será el último artículo de este 2019, y voy a aprovechar para dar un vistazo a cómo está el patio internacional, en un año de continuidad, sin enormes sobresaltos, pero que se mantiene en la tendencia de incremento del desorden global. Reglas e instituciones que se fueron creando después de la II Guerra Mundial y que han configurado el mundo que vivimos se tambalean, empujados en muchos casos por la gran nación que les dio forma y poder. El actual bloqueo de la OMC, que la condena a la irrelevancia, es una buena muestra de las consecuencias de este, cada vez mayor, desgobierno global.

Si hay una palabra que resume el año, con todo lo sesgado y arbitrario que es una elección de este tipo, para mi es Huawei. El gigante tecnológico y empresarial chino ha sido el centro de enormes noticias y lugar privilegiado en el que se ha desarrollado el cada vez más intenso pulso entre los EEUU y China, en un proceso de, no se si llamarlo relevo, pero sí transición de poder. China continua imparable su ascenso al trono del poder global, y cada año que pasa el número de estadísticas que corona crece sin cesar. Aupada en una economía dirigida por un régimen autoritario, que practica un capitalismo salvaje sin derechos ni libertades, su sistema cada vez influye más en el mundo, y su presencia se dispara. Frente a ella se sitúan unos EEUU que siguen siendo los líderes del mundo en casi todo lo importante, pero cuyo peso relativo global desciende sin parar, de manera inevitable por el incremento chino, dirán algunos con razón, pero también por problemas internos, inherentes a toda gran nación que soporta el coste de sostener un imperio global. El recelo entre ambas naciones es creciente y las hostilidades, de momento, sólo se dan en áreas no militares, y ha sido este 2019 el año en el que, para muchos, se ha inaugurado una nueva guerra fría entre superpotencias, con todos los matices que requiere usar un concepto que tenía mucho más sentido en la segunda mitad del pasado siglo XX. China y EEUU recelan mutuamente, se saben rivales, se tienen respeto y, cada vez, más miedo, y los encontronazos crecen. A lo largo del año hemos visto picos y valles en la tensión entre ambas naciones, que dirimen su batalla de momento en el mundo económico y comercial, y es precisamente ahí donde Huawei ha irrumpido como pieza de caza. Su veto por parte de Trump a mediados de mayo generó una enorme polvareda, un terremoto bursátil y la misma sensación de ataque que provocaban antes las guerras relámpago. Como toda empresa china, el gobierno de Beijing decide mucho, muchísimo, en su interior, y vetar a una empresa de ese país es hacerlo a su gobierno. A lo largo del año el caso Huawei ha ido de más a menos, y ahora parece que estamos en una fase de acuerdo comercial entre ambos países, pero la tensión permanece. China invierte recursos sin límite en I+D+i y eso le está permitiendo ser líder global en tecnologías como en 5G, donde Huawei es capaz de todo, o la inteligencia artificial, espoleada además por la posibilidad de implantar nuevas capacidades tecnológicas sin el freno que supone respetar derechos civiles en un país donde los habitantes siguen siendo, en parte, súbditos del estado. Su dominio asusta a las empresas y naciones de occidente, que hasta hace nada eran las líderes globales en innovación y tecnología, y sabían que eso abría las puertas de los mercados y espoleaba el crecimiento económico (no, en España seguimos sin aprender la lección). Bloquear Huawei es una manera de reconocer que no se puede competir con ella, que es un caballo de Troya tecnológico en los sistemas globales de naciones que poseen grandes recursos inmateriales de enorme valor para el gobierno chino, y que por tanto deben ser defendidos con barreras. Frente al GAFA norteamericano (Google, Apple, Facebook, Amazon) esté el BAT chino (Baidu, Ali Baba, Tencent). Y esa competición dual no deja de crecer y extenderse.

¿Vamos a un internet dividido en un mundo enfrentado que se da la espalda? Quizás, no lo se. Las dimensiones del mercado local chino, incomprensiblemente grandes para mi entendimiento, le permiten sobrevivir sólo con sus consumidores, como le podría pasar al sistema occidental. Es casi seguro que 2020 y años superiores sean testigos del enraizamiento de esta lucha de y de sus consecuencias, cada vez más visibles en los mercados y en nuestra vida global. Hay quien señala, en el mundo de los paralelismos razonables, que ahora mismo Hong Kong es el nuevo Berlín, donde esos dos mundos se miran y amenazan no sólo con billetes y teléfonos. Pudiera ser. En todo caso esta disputa condicionará nuestras vidas, lo queramos o no.

Si todo va bien, el siguiente artículo será el viernes 3 de enero. Disfruten de las fiestas, sean felices, no hagan excesos con la comida y sí con los amores, y pásenlo muy bien.

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