Soy un descuidado conmigo mismo. Me preocupo por mis cosas menos que por las de los demás, y así algo malo acabará sucediéndome. Tampoco llevo un control exhaustivo de mis ingresos, sí de los gastos, y no se ni que día cobro la nómina. Por eso ayer por la tarde, muy tarde, al ver que tenía algo de correo electrónico atrasado del banco le eché un vistazo, y oh sorpresa!!! Resulta que los de la Continental me habían cobrado dos veces el importe de un billete que saqué hace dos semanas sentido Madrid – Bilbao para que un amigo mío pudiera volver de sus vacaciones.
Rebuscando en la complicada web de Alsa di con el teléfono de atención al usuario, y llamé. “Hola buenas. Pues nada, que me han cobrado dos veces un billete de autobús, y encima esta vez la compra no la hice por Internet (por lo que el delito es doble, pensaba)”. “¿Ha hecho usted la compra en la taquilla? Sí, conteste, algo que últimamente no realizo, pero sí. “Pues entonces debe dirigirse a la taquilla donde hizo la compra y solicitar el reintegro del importe”. Vaya, pienso yo, menos mal que lo he comprado en Madrid y vivo aquí, porque siguiendo esa lógica, si algún día me voy a, pongamos, Matalascañas, y me cobran doble, debo volver allí, apagando el viaje, para que me devuelvan el dinero. Me digo a mi mismo que esto no tiene mucha lógica, que es absurdo, pero bueno, como no me cuesta nada me pasaré por la Avenida de América y solicitaré el importe. Además quiero coger un billete para subir este fin de semana, así que lo hago todo a la vez. Tras un paseo en metro llego a la taquilla y le cuento la historia a la señorita que está tras el cristal. “Bien, señor, lo que debe hacer es rellenar una hoja de reclamaciones y el servicio central estudiará su petición”. Y yo empiezo a mosquearme. “Vamos a ver, he traído impreso el extracto bancario en el que aparece el cobro doble, y el número de la tarjeta y día en el que se cobró, y no me estoy quejando de que la felpa de los asientos me produce urticaria, sino de un error suyo de cobro, y no entiendo que narices pinta aquí una hoja de reclamaciones.” La chica, sin alterar el rictus, no da su brazo a torcer y me ofrece la hoja de reclamaciones como única posibilidad de queja. Ante el panorama, opté por rellenar la hoja, y adjuntar la copia del extracto bancario, papeles que recogió la chica y que, con una elevada probabilidad, acabarán en el cubo de la basura. Ya de paso, el pido el billete pare el fin de semana, con salida de Madrid hacia Bilbao el Viernes a las 14:30..... “perdón, señor, no me aparece ese horario” “¿Cómo??” (yo ya algo nervioso) pero si vengo cogiéndolo desde hace cinco años.... “sí, pero esta semana han cambiado los horarios, espere que se los pase.... y entre otras cosas los cambios implican que han quitado el de las 14:30 de Madrid a Bilbao (o sales a las 14:00 o a las 15:00) y el de vuelta del Domingo a las 16:30 (o sales a las 16:00 o a las 17:00) justo los que llevo usando durante todos estos años. Al ver esto, no cogí billete alguno, porque quería pensar algo antes, y me fui de la taquilla con un doble cobro y sin la mitad de los horarios.
Volviendo en metro a casa, acordándome de la familia de la taquillera, de la compañía y de posibles profesiones deshonrosas para todos ellos, caí en la cuenta de que a lo mejor este es el primer efecto colateral que sufro de la maldita subida del petróleo. No incrementan el precio del billete, cosa que si hicieron en Marzo, pero eliminan servicios, y con ello costes. Vaya, que divertido, si no es por una cosa te hacen pagar por otra, y encima en algún caso te cobran doble. Ya cuando llegué a casa, puse la tele y estaba el sátrapa iraní de Ahmadineyad abroncando a todo el mundo desde un estrado de la FAO, haciéndose pasar por un benefactor de la humanidad me entraron ganas de hacer pasar bajo las ruedas de un autobús repleto de felices y satisfechos viajeros.....
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