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lunes, octubre 28, 2024

Restar se va a acabar

Era imposible que Restar, lo que aún oficialmente se llama Sumar, no compareciera púbicamente para dar explicaciones sobre el escándalo de Errejón, el número dos de su organización. Bueno, maticemos lo de imposible, porque a estas horas del lunes la vicepresidenta que cobra como tal en nombre de dicha organización no ha dado aún la cara. Se espera que lo haga hoy, aunque conociéndola habrá pasado este tiempo fabricando excusas baratas para quitarse toda responsabilidad de encima. La cosa es que la organización que ella y Errejón crearon tenía que dar explicaciones, y para eso convocaron a los medios el sábado.

El resultado de la comparecencia fue lisérgico. Caras largas, acto de contrición público, muchas declaraciones de propósito de enmienda, pero ninguna explicación ni asunción de responsabilidades. Los comparecientes se dedicaron a echar balones fuera sobre lo sucedido, negando que supieran nada, cosa que fuentes y fuentes no dejan de repetir que es falso, y por supuesto, ni se anunciaron dimisiones ni renuncias. Todos los cargos orgánicos de la formación seguirán en sus puestos, cobrando, y desempeñando las labores que tienen nominalmente atribuidas en el desgobierno de coalición, hubo un ministro en la rueda de prensa del sábado, cobrando de todas ellas también. Sí anunciaron como gran medida que salvará todos los problemas la instauración de unos cursos obligatorios de igualdad para todos los dirigentes de la formación, en lo que se puede interpretar directamente como un insulto a los que seguían en directo la comparecencia y a todos aquellos que esperaban una mínima respuesta. A punto estuvieron los comparecientes de deslizarse por el peligroso tobogán auto exculpatorio por el que Errejón trato, en su lamentable carta de despedida, de hacerse la falsa víctima frente a las reales que él sí había causado. Ese argumento de que “el neoliberalismo me forzó a actuar así” o “el heteropatriarcado se comió mis deberes” que ha sido comprado por algunos de los más adictos a la monserga oficialista estuvo a punto de salir en la rueda de prensa, pero finalmente no afloró del todo. Los periodistas que allí estaban, estupefactos ante la desvergüenza de los comparecientes, hicieron algunas preguntas sobre si esas eran las únicas explicaciones que iban a dar a la militancia de su partido y a la sociedad en su conjunto. Una de ellas les recordó que la patética idea de los cursos ya estaba en su programa fundacional, y que estaban anunciando una nada que encima no era novedosa, a lo que la responsable de igualdad del partido respondió que era cierto, pero que no habían sido capaz de ponerlos en marcha por la tensión creada por el ciclo electoral que se ha vivido en estos dos años. Supongo que tras no responder a varias de las cuestiones los comparecientes se dieron cuenta de que estaban haciendo un ridículo espantoso, y dieron por concluida un acto que, por momentos, me recordaba a las ruedas de prensa de Cospedal cuando empezó la Gürtel y estalló lo de Bárcenas. A ella le pagaban por mentir a la prensa y a la sociedad y los que acudían a Génova a las convocatorias de prensa sabían que todo era mentira, que nada de lo que la portavoz anunciaba era cierto y que sus preguntas jamás serían contestadas. En aquel caso se trataba de una corrupción económica y política, en lo de Restar estamos ante una corrupción sexual y que viola por completo uno de los fundamentos ideológicos de la marca, el de la lucha contra la igualdad. El daño reputacional que lo de Bárcenas provocó al PP fue grande, y le acabó costando el poder. Y no podía ser menos dada la gravedad de aquello. El destrozo para Restar del caso Errejón es absoluto, el hundimiento de su imagen de marca en medio de balbuceos ante el estallido de la hipocresía que existía en su interior respecto al abusador comportamiento de uno de sus máximos dirigentes los condena al desastre electoral y a la irrelevancia política. Como en “Los Otros” Restar ya está muerto, pero aún no lo sabe.

Un pequeño apunte estético sobre “los comparecientes” del sábado. Ante un caso de abusos sexuales, subieron al estrado a dar explicaciones cuatro mujeres silentes que escoltaban a un hombre, Urtasun, Ministro de Cultura, dejando bien claro cómo se reparte el poder en la formación, cómo las mujeres se utilizan como banderín ideológico y florero estético, y recalcando que toda organización política es un juego de egos en el que los hombres siempre van a querer luchar por tenerla más grande que todos los demás, y ni les cuento cuál es el papel subordinado de ellas. Seguro que el estalinista Iglesias, que debe estar disfrutando de lo lindo con lo sucedido, puede contar experiencias al respecto. Bueno, mejor que las cuenten otras.

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