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viernes, noviembre 08, 2024

Los enormes costes económicos de la DANA

A medida que pasan los días el barro disminuye en las zonas valencianas afectadas por la DANA, pero ni mucho menos a la velocidad a la que debiera. Siguen faltando medios, material y voluntad política para limpiarlo todo. En parte esto se debe a que la necedad política que nos rige, tanto en la Generalitat como en el gobierno central, ya sólo está preocupada en salvar su bien remunerado culete y echar las culpas al otro de los enormes errores de previsión, actuación y gestión perpetrados por los responsables de ambas administraciones. Ojalá paguen por ellos con la pérdida de su poder y una buena condena en la cárcel. Pero ya saben, ellos pueden amnistiarse.

Limpiar las calles es sólo el primer paso de lo que vienen después, es una condición necesaria para, en primer lugar, ver la dimensión completa del destrozo que han sufrido las olas afectadas. Es importante entender que no estamos ante una inundación convencional. De hecho, en algunas de las localidades afectadas como en Catarroja apenas llovió. No fue la crecida progresiva de una riada lo que ha causado el desastre, sino una ola proveniente de la cabecera del barranco, en la que la precipitación fue histórica. No estamos ante la clásica inundación, sino algo más parecido a un tsunami, en este caso de interior. El poder de destrucción de esa ola es mucho más intenso que el de una riada convencional, y los daños causados son totales en muchas de las localidades hasta una altura de, más o menos, dos metros. Nada ha sobrevivido en ese espacio invadido por la ola. Coches, garajes, comercios, tiendas, expositores, mobiliario urbano, pabellones industriales, infraestructuras superficiales y subterráneas, espacios de cultivo, almacenes…. Todo lo que usted pueda imaginar ha sido borrado del mapa y convertido en residuo, basura. Mierda. Las cifras de la afectación se miden en unidades inmensas. Se habla de unos setenta mil coches destruidos, locales comerciales y viviendas por miles, siendo todas las que se encontrasen en bajos totalmente inutilizadas, edificios destrozados y muchos otros que, a partir de ahora, habrá que empezar a valorar si se deben derruir o no tanto por los daños que han podido sufrir como por las posibles remodelaciones a las que se enfrente el casco urbano de estas localidades…. En dinero a lo que nos enfrentamos es a una factura astronómica, que a lo largo del pasado puente se me antojaba cercana al 2% del PIB nacional, veinte muchos mil millones de euros. Sólo la reconstrucción de las infraestructuras de transporte nacionales y regionales puede salir por unos pocos miles de millones, y a partir de ahí imagínense el reguero de afectados, daños particulares y empresariales. Las administraciones han empezado a crear las primeras líneas de ayudas y el consorcio de compensación de seguros ya ha recibido miles de peticiones, empezando por los vehículos, pero eso sólo es el principio de una cascada de daños enormes que va a ser lento poder evaluar. Se han puesto en marcha herramientas como los PERTEs para garantizar el empleo en las zonas afectadas, pero el problema es más profundo, porque si bien en la pandemia teníamos una situación de encierro forzado pero sin destrucción, de tal manera que, cuando se decretaba la apertura, uno volvía a su negocio o empresa a trabajar, en este caso sí tenemos destrucción física completa. A un trabajador o autónomo le pueden dar una ayuda para seguir tirando, sí, pero si su negocio se ha convertido en una montaña de escombros, ¿de dónde va a sacar el dinero para recomprar todo lo que necesite para volver a trabajar? El nivel de destrucción de capital empresarial puede ser enorme Piense en pabellones industriales, polígonos en los se acumulan cientos y cientos de millones invertidos en maquinaria, suministros, stocks… y que todo eso se haya convertido en mierda inservible. De bien poco sirve una ayuda para mantener nóminas en una empresa que ah dejado de serlo porque donde antaño se encontraba ya no queda nada. Frente al Covid, definido como una guerra sin destrucción, ahora tenemos un nivel de destrucción bélico en la zona afectada.

El PIB de la región se va a ver muy dañado durante bastante tiempo, sólo por el hecho de que esa zona deja de ser productiva y que muchos de los que en ella viven trabajan en localidades distintas, o en la propia ciudad de Valencia, y no pueden ir a trabajar porque la mayor parte de las carreteras han desaparecido y casi todo el mundo se ha quedado sin coche. Creo que aún no somos conscientes como país el daño enorme que ha causado este fenómeno, y los años, muchos, que va a costar volver a levantar toda esa comarca. Eso sí, todo esto a los necios de la Generalitat y del gobierno central les importa bien poco. Ya saben, sus bien remunerados culetes, y nada más.

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