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martes, noviembre 13, 2012

Los desahucios desbordan la actualidad


Es curioso cómo se desarrollan las noticias, encontrar el punto en el que algo que sucede con asiduidad se convierte en noticia, en titular y en fenómeno de portada. Llevamos cerca de medio millón de desahucios en estos dos últimos años, que han sido ignorados por todo el mundo a excepción de los sufridores de los mismos y algunos indignados que se manifestaban en contra, y han sido los dos últimos suicidios, antes ha habido más, los que han llevado este tema a portada, el último de ellos, el de Barakaldo, con un perfil muy distinto al esperable.

Ahora que está en las portadas y abre los telediarios el gobierno y la oposición, como siempre con el pie cambiado y a rebufo de los acontecimientos, tratan de alcanzar un pacto que impida que esa epidemia se extienda y, sobre todo, se los lleve por delante. Sin embargo se enfrentan a un asunto muy complejo y difícil de abordar. Y es que, frente a lo que se dice en los medios, no es la ley hipotecaria la que provoca el desahucio de la vivienda, sino el impago del préstamo a ella asociada. De lo que sí es responsable la ley española, frente a la de otros países, es de extender la deuda más allá de la pérdida de la vivienda, porque lo que la ley obliga al hipotecado es a devolver el dinero que el banco le prestó. En una coyuntura de precios de la vivienda crecientes un supuesto impago se podía saldar con la renuncia del piso porque su valor de mercado era probablemente mayor que el de la hipoteca, pero con el mercado inmobiliario hundido y con visos de seguir así durante bastantes años la entrega forzosa del piso es casi seguro que no logrará extinguir la deuda, por lo que al drama de perder la casa se une el sinsentido de seguir debiendo dinero a la entidad financiera. Desastre total. Por ello las soluciones que se están discutiendo pasan por dos vías. Una, promover acuerdos entre el banco y el hipotecado de tal manera que, en caso de entrega del piso, se extinga la deuda, sea cual sea el valor de la misma o del inmueble. Esto es lo que se llama dación en pago, que no soluciona el tema del desahucio, pero sí el de la deuda en su conjunto. La otra solución es que el banco renuncie a desahuciar y que el hipotecado pague una renta de alquiler en esa vivienda, de menor cuantía que la cuota del préstamo, durante un tiempo pactado. Esos importes cancelarían préstamo y permitirían al inquilino seguir residiendo en la vivienda hasta que pudiera encontrar un trabajo u otra fuente de ingresos que permita volver a la situación habitual del préstamo. Obviamente hay un problema en todo este asunto, y es que hay que definir qué tipo de hipotecados pueden acogerse a estas medidas de gracia y salvar así su vivienda. ¿Familias con o sin hijos? ¿Cuántos? ¿Con mayores a su cargo o no? ¿Qué estén en paro o que, teniendo ingresos, no puedan hacer frente a su hipoteca? ¿Cuál es el límite máximo de cuota mensual que se considera “elevado” para a partir de ahí tacharlo de abusivo? Poner un límite en alguna parte hará que, inevitablemente, unos se queden a un lado de la frontera del los beneficiados y otros no, y surgirán polémicas y protestas. Además siempre habrá quien pueda decir que en los años de la burbuja él tuvo un comportamiento responsable y, frente a sus amigos que se iban a un adosado con ingreso ridículo, él se compró un piso pequeño que daba la risa, y que ahora son a los que calcularon mal sus ingresos a quienes se les va a ayudar y a él, que nunca tuvo parcela ni garaje ni nada sólo se le suben los impuestos para pagar todo este desaguisado.

En definitiva, un desastre se mire por donde se mire. Horrible para el hipotecado que se ve en las últimas, malo para el banco, que con un piso devaluado no hace nada y que ve como su imagen se deteriora día a día, y angustioso para una sociedad que, en la época de la burbuja, se comportó de una manera irresponsable y que ahora sólo descubre desgracias allá donde mire, fruto de aquellos malditos años que nos parecieron maravillosos. ¿Y saben qué es lo peor? Que en un par de semanas otra noticia cogerá el relevo, llenará las portadas, y devolverá a los desahucios, sus dramas y suicidios, al oscuro pozo en el que residían hasta hace unos pocos días.

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