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jueves, noviembre 08, 2012

El discurso de Obama


Tenía pensado en esta semana dedicar un día a contrastar el sistema de elección del presidente en el país más poderoso del mundo de una manera democrática, que es lo que hemos visto en Estados Unidos, frente a la forma en la que la dictadura china, que gobierna el segundo país más poderoso del mundo., procede al relevo de su dirigencia mediante el típico cambio de cromos en una nomenclatura, contrastando así la naturaleza de los dos regímenes y las ventajas que tiene, siendo dominado en todos casos, que te sometas a un tipo de país u otro, pero el discurso de aceptación de Obama de ayer me obliga a hacer algunos comentarios.

Ese discurso, que pueden ver íntegramente aquí y leer aquí, por ejemplo, es otra de esas piezas maestras de las que de cuando en cuando nos suelta el presidente norteamericano y del que es imposible dejarse llevar por la emoción, tanto por lo que dice como por cómo lo dice. Había momentos ayer viéndolo que no tenía claro si estaba asistiendo a una nueva temporada no estrenad de “El Ala Oeste de la Casa Blanca”, en la que el genio de Aaron Sorkin había vuelto a coger el teclado y otra vez hacía que sus personajes derramasen de su boca frases majestuosas, llenas de profundidad, belleza y estilo, de esas que encandilan y que hacen que los que de vez en cuando tenemos aspiraciones literarias nos convenzamos de que no hay forma de superar lo que estamos oyendo. Ayer se vio a un Obama más pragmático, pero no menos ilusionado, a un Obama consciente de que la victoria ha sido por un estrecho margen y de que ha sufrido una gran sangría de voto popular, pero sabedor de que por sus manos pasa el destino de su nación y consciente de la responsabilidad que eso significa. Llenó de esperanza al auditorio que le escuchaba entregado, que no necesitaba oír mensaje alguno para alabarle, y que aún así se emocionaba al escuchar las palabras de su líder. Sí, ayer Obama volvió a demostrar que es un líder, muy por encima del mediocre panorama de liderazgo y gobernanza que nos rodea en occidente, tanto en el mundo político como en el empresarial y social. Es una figura de gran talla, pero en medio del erial sobresale como un árbol en la planicie. Como hace cuatro años, se enfrenta al hecho de que la realidad puede acabar con parte de sus ilusiones de una manera muy drástica, y muy decepcionante para muchos de sus votantes, y el problema fiscal de final de año será su primera prueba de fuego (así lo señaló ayer Wall Street, cayendo más de un 2%). Sin embargo confío en que Obama supere la prueba, no tanto por el sino por nosotros. Y superar la prueba no quiere decir que se convierta en el amado presidente que pase a la historia en letras de oro, no, sino que consiga encauzar su país, arreglar algunos de los desastres económicos y sociales que ahora afligen a Estados Unidos, y que muestre al mundo, con sus grandezas y miserias, de lo que es capaz de hacer esa gran nación. Ayer lo dijo muy bein en una frase que debieran grabársela en la frente todos los políticos de este país, España, asolado por el paro. “Nos habéis elegido para que nos centremos en vuestro trabajo, no en el nuestro”. Si solamente cumple eso la elección habrá sido un éxito, y su mandato también. Tan simple y tan difícil como eso.

Oyéndole, y luego mirando la actualidad de nuestro país, daban ganas de irse a vivir a EEUU ya. La frase con la que acabó, soberbia, es uno de los mejores argumentos posibles para lucha contra el fanatismo nacionalista que en toda Europa, y no digamos España, amenaza con su eterna cantinela de agravios y discriminaciones: “No importa que sea negro, blanco, hispano, asiático, indio americano, joven, viejo, pobre, rico, capacitado, discapacitado, gay o heterosexual; en Estados Unidos, si está dispuesto a esforzarse, puede conseguir lo que sea”. Y no me digan que no dan ganas de sacarse el pasaporte, un billete y volar hacia allí….

Mañana es fiesta en Madrid y el Lunes me lo cojo festivo. Hasta el Martes 13, sean muy felices.

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