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martes, septiembre 10, 2019

La administración, como un mercadillo


Hoy PSOE y Podemos vuelven a contactar en busca de un posible acuerdo que permita respaldar una investidura de Sánchez. El tiempo corre, los plazos se estrechan y, dada la mecánica del proceso de investidura, no hace falta llegar al 22, un día antes del límite del plazo, para que no haya tiempo para nada. A día de hoy, y si hay que hacer caso a las opiniones que vierten todos los partidos políticos en los medios, las únicas dos dudas que quedan es cuáles van a ser la participación y el resultado de las elecciones del 10 de noviembre, a quien penalizarán más uno y otro dato y qué cosecha recogerán las irresponsables formaciones y líderes que a ellas se presentan.

Una de las peores consecuencias que está teniendo este proceso de no negociación que vivimos es el deterioro de las instituciones, y no me refiero con ello a la imagen de la política, los partidos o cargos como los que encarnan el presidente o los diputados y senadores, que ye están muy vapuleados, sino a instituciones muy importantes para la gestión diaria de los asuntos y para el análisis técnico de los mismos, con las que se está negociando en público de una manera tan obscena como irresponsable. Niega el PSOE una y otra vez la posibilidad de que Podemos se siente en el Consejo de Ministros pero está dispuesto a cederles el control de organismos como el CIS, la CNMV y otro tipo de consejos sobre los que el gobierno no tiene atribuciones decisorias. Pongamos, por ejemplo, la CNMC, Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia. Su labor es la de regular los mercados, investigar si existen prácticas que violen esa competencia (principalmente pactos ocultos entre empresas y / o agentes para sacar beneficio a costa de otros) y sancionar a los que así actúen. Presidente y consejeros de esta institución se nombran por el Congreso a propuesta del gobierno, y lo lógico es que sean personas de acreditado perfil técnico y solvencia para que realicen su función como es debido, que es muy importante. Este Consejo, como otros muchos, no es gobierno, pero sí que ejerce un poder de gobierno en su ámbito, y existe para garantizar no sólo que la política no pueda cooptar todas las áreas de poder del país sino para que los profesionales que saben de estos asuntos o de otros, que son especialmente complejos y que a casi todos se nos escapan, valoren las cosas con el rigor y profesionalidad que poseen y actúen sin cortapisas ni presiones de siglas. Lo reconozco, esto es la teoría, en la práctica no suele ser así, todos tenemos ideología y en el día a día la neutralidad es un objetivo que se marca como meta, pero unos se quedan cerca y otros lejos. El chalaneo de cargos en estos consejos por parte de los partidos es una práctica habitual y en no pocas ocasiones han servido de retiro dorado para altos cargos venidos a menos o caídos en desgracia ante las cúpulas de sus partidos. Eso es una forma de viciar estos organismos, de desprofesionalizarlos, de vaciarlos de contenido y prestigio, que es lo que les otorga sentido. Una de las excusas con las que se amasó la moción de censura del PSOE contra el PP era la de sacar a un partido corrupto de las instituciones y evitar que sus tentáculos se extendieran por lo que era “de todos los españoles”. Loable propósito, lleno de hipocresía por parte de sus pregoneros. A las primeras de cambio, el PSOE ofrece algo que no es suyo, ni de ningún otro partido político, a otra formación para que le otorgue los votos de la investidura. Es lamentable. ¿Quién se va a fiar de un CIS que sea otorgado a Podemos? Ya el de ahora, en manos del coronel Tezanos da algo de vergüenza ajena cuando publica sus estimaciones mensuales de voto, como mínimo sesgadas. ¿Quién daría credibilidad a la información de una TVE en la que una formación política sería la que dictase la línea editorial? Las quejas contra el control de los informativos de la tele pública por parte del PP, que tenían lógica, se convierten en silencio cuando es el PSOE el que las ejecuta o es Podemos quien podría hacerlo si el gobierno así lo cree conveniente. Además del injusto doble rasero a la hora de juzgar lo que es bueno y malo (las doctrinas desde el poder siempre son malas) el desprestigio a la casa, pongamos TVE, es lo que queda después de semejantes actos, y ese daño permanece.

En otros países instituciones de este tipo son más independientes del gobierno porque, en muchas de ellas, sus cargos se han profesionalizado del todo y son elegidos mediante concurso púbico en muchos de ellos de manera abierta, a la que pueden presentarse personas de distintas nacionalidades. ¿Es imposible hacer en España algo así? Viendo el desastre que está siendo el concurso de TVE parece que sí, porque las formaciones políticas se niegan todas ellas, a perder el control de instituciones que, usadas a su antojo, sirven para otorgarles una ventaja frente a quienes, en ese momento, no pueden manipularlas, pero ansían hacerlo si llegan a poder. No me digan que no es lamentable, y que da igual cual sea la sigla y la presunta ideología que ampare este latrocinio, que también es corrupción.

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