El mercado de las criptomonedas es uno de los más peligrosos que existen, pero también de los que más ganancias ofrecen y, por tanto, es el señuelo perfecto para los codiciosos. Un bitcoin no vale nada, más allá de lo que el mercado quiera que valga. Hoy cotiza a 100.000$, mañana podría hacerlo a cuatro veces más o a cinco veces menos, y no habría justificación real de semejantes movimientos, más allá del sentimiento y de lo que los compradores y vendedores de esa criptomoneda hayan pensado. Al calor de estos movimientos, todo lo que suene a cripto puede ser el terreno perfecto para que surjan estafadores que se queden con el dinero de otros.
Eso es lo que parece que ha pasado en Argentina, con la colaboración necesaria del presidente Milei, lo que le otorga al caso una vertiente política. Un grupo de inversores anunció la creación de una moneda cripto y Milei tuiteó a favor de la misma, destacando que era una muestra de la confianza que crece en la economía como consecuencia de sus medidas. Tras eso, inversionistas privados de todo tipo, muchos pequeños ahorradores, decidieron poner su dinero en ese nuevo activo en busca de una rentabilidad soñada. Los creadores de la moneda vieron cómo la cotización de su invento se disparaba y aprovecharon para liquidar posiciones, llevándose una enorme ganancia, y tras ello se vio que allí no había nada. Como en el típico esquema piramidal, pero a velocidad acelerada, signo de estos tiempos, unos pocos espabilados lograron hacerse con el dinero de una masa de incautos y, tras ello, se escaparon, dejando deudas y enfados. Milei tuvo que volver a salir a la palestra, otra vez en redes sociales, diciendo que no conocía los detalles de la operación financiera (que antes sí había avalado) y que no tenía nada que ver con ella, pero es evidente que si algo viene con un marchamo de oficialidad, aunque esa oficialidad la detente un sujeto como Milei, va a tener un recorrido mucho mayor que sí es una mera iniciativa privada entre otras muchas. ¿Se ha llevado Milei dinero de esta estafa? ¿Lo ha conseguido alguno de sus asesores o colaboradores cercanos? ¿Es esta estafa un ejemplo de corrupción política? Esas preguntas deberán ser respondidas por los tribunales argentinos, tras la presentación de un montón de demandas exigiendo explicaciones y la devolución de un dinero que, me temo, ya ha volado con los mangantes que lo recaudaron, pero supone ya todo un escándalo para el gobierno libertario del país, que se ve mezclado en unas prácticas corruptas muy clásicas, aunque se utilice para ello a una innovación como es el mercado cripto, y pone en entredicho la legalidad de alguna de sus acciones y miembros. En todo caso, y más allá de lo que suceda en Argentina, las posibilidades de que se den estafas en el mercado de las cripto es elevada, porque más allá de alguna de las “monedas” famosas como puedan ser Bitcoin o Ether, que se han convertido en tinglados de tal dimensión que son agentes económicos sistémicos, cada dos por tres surgen nuevas criptos avaladas por personajes públicos o empresas de dudosa solvencia, sombrío futuro y ausencia total de sentido. El mecanismo de todas ellas es el mismo que el visto en Argentina. Comunicación a la masa de la creación del nuevo activo por parte de alguien con relevancia social, con tirón. Entrada de dinero por parte de ahorradores particulares en busca de rentabilidad, disparo inicial de la cotización del activo tras esa entrada de dinero, venta de las posiciones en el activo de los que lo crearon, en el momento de máxima valoración del mismo, y desplome posterior cuando se ve que no hay nada que respalde al activo y que sus creadores han volado. Trump mismo ha creado sus propias memecoins y es fácil imaginar que se esté forrando realizando movimientos ilícitos de este tipo, sacando los cuartos a un montón de incautos que creen en él.
En general, el mercado cripto no está regulado, no hay una SEC o CNMV que controle a los operadores que allí se mueven y garantice al ahorrador que si mete su dinero ahí lo podrá sacar. La creación a principio de 2024 de ETF, fondos cotizados, sobre Bitcoin, fue la primera oportunidad de comprar un producto basado en criptos que sí cuenta con garantías regulatorias, pero si usted acude a una operadora que compra o vende bitcoins, u otro tipo de cripto, nadie le garantiza que eso que se supone que tiene sea lo que dice ser. Es un mercado desregulado, salvaje, en el que el que no corre vuela, y junto a inversores y creyentes en una tecnología hay estafadores, pícaros, oportunistas y espabilados. Ándese con ojo, mucho ojo, en ese mundo.
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