Páginas

viernes, junio 27, 2025

El ataque a la prensa en EEUU por parte del gobierno

No quiero escribir sobre la indigna decisión del Constitucional de ayer. No quiero

En EEUU, durante estos días, se han sucedido algunos informes de inteligencia que evalúan lo sucedido en el ataque de la madrugada del pasado sábado sobre las instalaciones nucleares iraníes. Coinciden en la dificultad de saber realmente los efectos causados como en la sensación de que han sido bastante menores de lo que el gobierno de Trump ha pregonado. Se constata que hubo traslado de material nuclear enriquecido fuera de los recintos pocos días antes del ataque y se habla de “meses” como periodo que se ha conseguido retardar en el proceso iraní de camino a la bomba. No se habla, en ningún caso, de eliminación del programa.

Trump y los suyos han salido como hidras tras estas informaciones, creyendo ver en ellas una deslegitimación a su ataque o, lo que consideran peor aún, la acusación de ser un fracaso. Por eso, desde el miércoles hay una orden clara dada a los portavoces oficiales de las agencias de inteligencia para que reciten el discurso oficial de operación plenamente exitosa, de destrucción de todas las instalaciones atacadas y de que, nuevamente, el ejército de EEUU es el más eficaz y poderoso del mundo. Quizás de esto último sea de lo que hay menos dudas, pero, para el resto, asentir ciegamente es una receta perfecta para llegar al error. En su actitud de macarrismo irrefrenable, de la que tanto ha aprendido el sujeto que ocupa la Moncloa en estos momentos, distintos portavoces de Trump han empezado directamente a acusar a aquellos que no comportan la idea del ataque plenamente exitoso de traidores, de confabuladores, de haberse inventado una campaña de bulos para debilitar al gobierno de Washington y todo ese arsenal de argumentos chatarras al que tan acostumbrados estamos en España por parte de los portavoces de nuestro desgobierno ante cualquier asunto que le incomode. Pero ya se sabe, en EEUU todo es a lo grande, también el abuso de poder. El actual secretario de defensa, Peter Hegseth, fue presentador de televisión de la Fox y comentarista político servil al trumpismo antes de que fuera elevado a un rango de poder como pocos hay en el mundo. Es algo así como si a Silvia Intxaurrondo le hacen ministra del interior (bueno, eso no es descartable, la verdad). Pues bien, Hegseth, desde su atril del Pentágono, que no es un lugar cualquiera, lleva dos días metiéndose con periodistas y medios de comunicación, mencionándolos explícitamente, al respecto de los mencionados informes de inteligencia dudosos, lanzando acusaciones de una gravedad enorme y señalando sin cortarse en lo más mínimo en un ejercicio de matonismo que busca, sobre todo, amedrentar, meter miedo, lograr que los medios en EEUU se autocensuren a costa de saber cuáles serían las “consecuencias” en caso de no hacerlo. Que el responsable de las enormes fuerzas armadas de tu país te acuse de ser un antipatriota y de difundir bulos en contra de la seguridad de tu país es un grado de amenaza que resulta impropio en una democracia occidental que se acerca bastante a las actitudes de los regímenes autoritarios estilo Putin o Xi, que son los que admira el magnate norteamericano. Desde luego, para los estándares de la democracia norteamericana, es una auténtica violación de su forma de comportamiento, de su historia, de su bagaje y tradición. Muchos de los profesionales de la comunicación norteamericana nunca han vivido bajo un régimen que les someta a semejantes presiones y que les haga ver que su libertad de expresión está amenazada. Esos profesionales viajaban a terceros países, algunos en guerra, o a naciones en las que se daban disputas civiles o luchas internas de poder, y contaban desde allí como las libertades estaban amenazadas, a sabiendas de que se encontraban en un lugar exótico, allende los mares, y que cuando volvieran a casa se sentirían en la seguridad de su constitución, sus normas, su tradición, su espíritu. Eso les proporcionaba tranquilidad y, también, un aire de superioridad manifiesto respecto a sus colegas del resto del mundo, que en muchos casos conocen en carne propia, o muy cercana, lo que es que el poder les amedrente.

Pues bien, EEUU ha dejado de ser una isla en el mundo. La involución del poder político, este desastre que tan bien conocemos en España y en otras naciones, ha llegado plenamente al corazón de EEUU, y allí muchos periodistas se van a enfrentar, por primera vez en su vida, a algo tan desagradable como que su enemigo sea su gobierno. Y que, llegado el caso, las instituciones en las que confiaban, destruidas por la acción de mandatarios cegados por la vanidad, se conviertan en herramientas que sirvan para derrumbar la democracia, no para defenderla. Vaya, eso me recuerda demasiado a la vergüenza del Constitucional de ayer. Creo que, por hoy, es suficiente.

Subo a Elorrio y me cojo el lunes 30 de ocio. Pásenlo bien y ojo con el intenso calor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario