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martes, julio 01, 2025

Mentir sin rubor

Entraba dentro de lo posible, pero sabido es que la mayor parte de los opinadores siguen teniendo un sesgo a favor de este desgobierno que padecemos, por lo que la opción de que Cerdán fuera enviada a prisión preventiva se despachaba con un “seguro que no” generalizado. Lo peor es que en Moncloa y en los aledaños de ese poder que se pudre seguían manteniendo la esperanza de que eso no sucedería jamás, de ahí que la conmoción ante lo sucedido, ver al furgón de la Guardia Civil entrar en Soto del Real con el ex secretario general del PSOE hasta hace unos pocos días, haya sido enorme entre quienes fueron sus compañeros y subordinados.

A partir de ahí es la capacidad de mentir sin rubor alguno lo que define no ya lo pétreo que uno tiene el rostro, sino la capacidad de sobrevivir como político en un entorno cruel en el que la mentira, el engaño y la traición es lo único que importa para mantenerse en unos cargos bien remunerados y que ofrecen defensa ante la actuación de la justicia. Contemplar a la vicepresidenta del gobierno, de cuyo nombre no quiero acordarme, decir que el encarcelado no tiene relación con el partido cuando era el segundo de mayor rango en él hasta hace tres semanas, resulta impúdico. Piensa esa mujer que, con declaraciones como esas, salva el trámite, pero no hace sino hundirse aún más en el mayor de los ridículos, uno que empieza a causar vergüenza ajena a todo el que lo contemple. Quizás ella, y desde luego su jefe, unos sujetos profundamente amorales, estén satisfechos al oírse y se crean las mentiras que sueltan. Lo que es seguro es que piensan que a los que se las dirigen son imbéciles, que se les puede decir A y no A en la misma frase con el semblante igual de serio, haciéndose pasar por compungido a la vez que por enfadado, como si la cosa no fuera con ellos. Siempre hemos visto a políticos mentir descaradamente cuando se trataba de ocultar casos de corrupción en el partido propio, caso con el mismo descaro con el que lanzaban acusaciones al de enfrente, pero creo que jamás hemos asistido a un caso de sinvergonzonería pública como el presente en el que la dirigencia del partido y gobierno asediado por la corrupción se muestre de una forma tan descarada a la hora de escaquearse de sus responsabilidades. Cospedal puso altísimo el listón en su rueda de prensa del despido en diferido de Bárcenas, uno de los mayores ridículos de la historia reciente del país, que todo el mundo tomo como lo que era, un insulto hacia quienes estaban en la sala y viendo aquello, pero la actual vicepresidenta, su psicótico jefe, y el resto de los que forman actualmente el desgobierno que nos ha tocado padecer, lo han superado. Han pasado en un par de semanas de poner la mano en el fuego sin duda alguna por Cerdán a referirse a él como “ese señor” logrando parafrasear a Rajoy a una velocidad que el propio dirigente popular jamás sería capaz de lograr. ¿Somos realmente tan imbéciles como estos sujetos nos imaginan? El comprobar como, a cada episodio corrupto más vergonzoso, sigue surgiendo argumentario basura desde Moncloa para tratar de evadirse de todo y que algunos sean capaces de comprarlo es indicativo de que sí, cierta imbecilidad anida en la sociedad en la que estos sujetos indignos chapotean, medran y logran mordidas, llámense comisiones o sueldos públicos asociados a cargos que ostentan pero no desempeñan. Es desolador, pero es lo que hay. Seguro que a esta hora algunos de los ideólogos que cobran por fabricar esas mentiras que libren al gobierno se están devanando los sesos y llamando a amigos que se dicen periodistas para tratar de rizar el rizo y que lo que ayer vimos sea introducido en otro relato basura que trate de contextualizarlo. Sí, hay gente para todo, y con las nóminas que ellos se levantan, no me extraña que se esfuercen. No va ya a ser que a quien pelotean sin freno pierda el poder y ellos sus ingresos.

Lo más asombroso es que no sólo hay gente que se cree relatos basura de estos, sino que los lleva a todas partes, acabando por existir en una realidad paralela artificial. El propio Cerdán, pillado hasta las trancas en una red de mordidas y amaños, le contó al juez el relato de la persecución, de los bulos, de las conspiraciones y demás bobadas, que tiene recorrido entre los adeptos a sueldo del gobierno, pero no más allá. Imagino al magistrado asombrado ante semejante argumentario de defensa, y dudando si mandar al encausado a la cárcel o a una institución mental. Creerse las propias mentiras sólo conlleva al desastre. Me alegro de que eso sea lo que le ha pasado a Cerdán, ojalá no acabe sólo en su celda y aledaños.

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