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martes, junio 10, 2008

Brooom, brooom

Voy a dejar la profesión de profeta agorero para dedicarme al cultivo de petunias, que sin duda será menos arriesgado. El pasado Viernes me dediqué a hacer algunos comentarios y chistes sobre Trichet, el BCE, el Euríbor y esas cosas, y ese viernes todo se derrumbó. Si algo podía ir mal empeoró aún más de lo previsible. El petróleo subió 11 dólares en un día, el Ibex cayó un 2,5% y el euríbor, el pandemonio, subió tres décimas en un día. Cuando subí del café y me lo dijeron no me lo creía. Será que ha pasado a 5,04, decía yo ingenuamente, pero no. Eran tres décimas, completas, hasta el 5,4%.

Y claro, de ahí al terror no queda nada. Terror financiero, en un principio, pero como algunos estarán empezando a notar, esto de la crisis empieza a traspasar las portadas de los periódicos para asentarse en los bolsillos diarios y en la vida común de los mortales. En la primera línea de movilizaciones entre los directamente afectados por la subida del petróleo están los pescadores y transportistas. Si los primeros llevan ya una semana de paro, a lo largo del fin de semana y de ayer han sido los camioneros los que han empezado las movilizaciones, en demanda de precios mínimos por sus portes y cláusulas de revisión automática ante los incrementos pasados (y los que vendrán) de los combustibles. Y claro, en un país como este en el que todo se lleva por carretera, sin camiones no hay nada. Ayer por la tarde, volviendo en el autobús hacia Madrid, no me crucé con ningún camión, ni adelantamos a ninguno, por lo que el viaje fue algo más rápido de lo habitual, hasta llegar al cruce de la M40, en el que cientos de ellos estaban apostados, bloqueando la A1. Seguimos a un autobús urbano en un rodeo que nos libró del atasco, y no perdimos mucho tiempo, pero entre bloqueos y temores al desabastecimiento esta semana promete ser movida. A mi directamente no me afecta todo este ruido. Soy un privilegiado que no tengo coche, ni lo necesito (de momento) por lo que no me ha tocado hacer cola en al gasolinera, como vi ayer a muchos en Vizcaya, e intuyo que en todas partes. Son las gasolineras y los mercados de abastaos los termómetros reales que sirven para medir el impacto de la huelga, hasta que punto se sigue o es un fracaso, y desde luego ayer fue un éxito total. De momento estamos en el estadio del acaparamiento irracional, fruto del miedo a quedarse sin comida ni combustible. Eso ha provocado que ya casi la mitad de las gasolineras estén sin suministros. En los centros comerciales también se ha vendido como si para resistir un asedio ser tratarse, así que recemos para que no haya apagones por alguna causa porque se puede echar a perder comida en grandes cantidades, y a lo que se debe estar pagando el kilo de merluza marginal o la última chuleta de cordero al menos debiera uno poder darse el gustazo de comérselo en condiciones.

Supongamos que la huelga sigue, toda la semana, y efectivamente, se acaba la gasolina sin que el gobierno haga nada por impedirlo (como sigue pensando que no hay crisis es probable que se cruce de brazos y sólo mire). Y los coches empiezan a pararse poco a poco... cómo sería una ciudad como Madrid sin coches? Avenidas despejadas, silencio, oficinas y centros comerciales del extrarradio vacíos, todo detenido, paseantes perdidos, incapaces de llegar hasta sus lejanos puestos de trabajo.... un escenario típico de un futuro de pesadilla, verdad? Pues no creo que lo veamos esta semana, pero como el barril siga subiendo hacia allí vamos.

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