Aunque no se lo crean, y no se lo hayan contado los medios de comunicación, ensimismados de una manera vergonzosa en la cosa del esférico, han ocurrido otras cosas este fin de semana en el mundo, algunas de ellas agradables, otras no, pero en todo caso interesantes y dignas de ser comentadas. Y es que el mundo no se para pese a las gloriosas e inigualables hazañas que, en el fondo, no son más que triunfos deportivos, y que valen lo que valen, muy poco, pese a que, esto es innegable, despiertan la pasión de la gente.... bueno, dejémonos de fútbol y veamos lo que, a mi juicio, has sido lo más vergonzoso de la semana.
Este Domingo Robert Mugabe se autoproclamó presidente de Zimbabue después de una segunda vuelta de las elecciones en las que sólo se presentaba él. En la primera vuelta gano el líder opositor, llamado opositor Morgan Tsvangirai. Sin embargo, tras su victoria, las fuerzas paramilitares bajo el control de Mugabe empezaron una violenta y sucia campaña de acoso contra Tsvangirai y sus seguidores. Detenciones, palizas, y toda la parafernalia típica de una dictadura en acción se desplegó, con el objeto, finalmente conseguido, de amedrentar al candidato e impedir su presencia en la segunda vuelta electoral. Así, tras 28 años en el poder (sí, sí, 28 años, toda una vida) Mugabe reina nuevamente en su particular granja africana, sin que nadie parezca hacerle sombra alguna. Pudiera pensarse que esto no sería demasiado grave si al menos la economía de Zimbabwe funcionase relativamente bien, pero es que no sólo el poder del dictador oprime al pueblo, no, sino que la economía nacional lo asfixia. Zimbabue lleva años hundiéndose en la miseria más absoluta. Las tasa de desempleo, un increíble 80%, no informan mucho sobre la realidad de una sociedad en la que la malnutrición y el analfabetismo son marca de la casa, por no hablar de los perniciosos efectos de una inflación situada en el 1.400.000% anual, cifra a la que, pese a los errores que cometo al escribir, no le sobran ceros (ojala!!). En resumidas cuentas el país no existe, es una mera finca administrada por el dictador y su camarilla, expoliada hasta la extenuación y que ha favorecido el enriquecimiento insultante no de un sector del país, ni eso, sino simplemente de una banda de malhechores encabezados por Mugabe. Resulta increíble, pero encima este personaje tiene un cierto respaldo entre sus vecinos, especialmente encuentra apoyo en Sudáfrica, apoyo que intuyo se deberá a las ventajas que otorga el dictador a al exportación de productos minerales y de riquezas nacionales a bajo precio. La cuestión es que el fraude electoral se ha consumado esta vez delante de las televisiones de todo el mundo (bueno, no de las nuestras, que iban a lo suyo) y la tan manida expresión de la “comunidad internacional” se ha vuelto a convertir en un coro de voces protestotas pero complacientes, incapaces de adoptar ningún tipo de medida coordinada que evite la consumación de lo que ha sido un nuevo y vergonzoso fraude.
Muestra de ello es la cumbre africana que se celebró el Lunes en Egipto. Allí el primer ministro de Kenia ha instado a los participantes y al resto de países, a actuar, y enviar en su caso un contingente de tropas al amparo de la ONU. Palabras bien intencionadas, pero que, curiosamente, eran escuchadas desde el puesto que corresponde a Zimbabue en la cumbre por el propio dictador Mugabe, que se “autojuró” el cargo el Domingo por la noche a toda prisa para ir al balneario egipcio de Sharm el Sheik, lugar del encuentro, con el seguro propósito de, entre foto y discurso, poder descansar un poco en sus plácidas aguas, después del esfuerzo que le ha costado esta vez volver a controlar su país, esa plantación familiar, su particular patio de recreo al que tanto quiere y ama.....
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