Hoy llega Zelensky a Espala de visita oficial. Este viaje tuvo que ser cancelado hace unas semanas cuando Rusia abrió un nuevo frente en la frontera nororiental, conquistando algunas localidades y acercándose peligrosamente a Jarkov, la segunda ciudad del país. El plan de la visita es sencillo y rápido, con reunión con Sánchez a las 12 horas en la Moncloa y, dos horas después, visita al rey en la Zarzuela. Entre medias, se firmará un acuerdo de colaboración armamentística entre ambas naciones y en él se incluirá una partida ligeramente superior a los mil millones de euros de material que, fabricado por las empresas españolas, irá a Kiev.
Dada nuestra industria militar, no es demasiado lo que podemos aportar en la guerra, pero sí importante. No construimos cazas o blindados, y las fragatas que desarrolla Navantia no son lo que más necesita la tropa ucraniana, pero así podemos elaborar camiones y, sobre todo, munición, mucha munición, para nada en las cantidades en las que se requieren en el frente, pero sí algo que sirva para abastecer las bocas de fuego ucranianas. Ahora mismo el diferencial de munición existente entre ambos ejércitos se estima de cinco a uno a favor de los rusos, y eso hace que sus castigos de artillería puedan ser mucho más intensos y efectivos que los ucranianos, razón principal, junto al déficit de personal, del avance de las tropas del Kremlin. Agotados casi todos los stocks derivados de los tiempos soviéticos, Rusia está produciendo cañones y munición de una manera extensa, a lo loco, lo que le permite mantener una situación casi de pleno empleo en su industria armamentística y auxiliares. Además, recibe suministros militares de Corea del Norte e Irán, y cuenta con el apoyo de China, no consta por ahora que, con el acceso directo a armas, pero sí es probable que a metales industriales, energía y todo tipo de insumos intermedios. Kiev, por su parte, se abastece fundamentalmente de lo que los aliados occidentales podamos darle. También ha agotado sus reservas de lo que pudiera disponer de la era soviética, y tiene un primer problema logístico derivado de ese punto, porque si no estoy equivocado, el calibre soviético no es el mismo para los cañones autopropulsados y otro tipo de elementos de disparo. Eso exige mantener una doble línea de suministros, una para la artillería “rusa” propia o adquirida, y otra para la occidental, lo que tensa mucho más la logística de Kiev. Ese mismo problema se da en el caso de los tanques, donde los de la serie T, los rusos, no tienen el calibre de los Leopard, así que uno y otro son incompatibles. Lo mismo pasa para repuestos y reparaciones, y esto es crucial, porque una cadena de oruga rota inmoviliza a todo el blindado, y si no se tienen piezas adecuadas para repararlo sirve de bien poco. Las empresas españolas, como Santa Bárbara o Explosivos Alaveses pueden fabricar munición para artillería con los estándares occidentales y otro tipo de explosivos, como granadas o demás, de uso libre, que los ucranianos saben cómo adaptar a drones para convertirlos en improvisados cohetes que son capaces de eliminar piezas mucho más caras, como tanques o lanzaderas. Los costes de fabricación españoles son competitivos y permitirían dotar de suministros a un ejército necesitado de ello. Eso sí, Zelensky no va a poder llevarse de aquí grandes piezas de artillería o sistemas complejos, ya que, aunque hay empresas españolas que participan en su producción, como Escribano o INDRA, no son las que lideran el desarrollo ni poseen las patentes del arma en su conjunto. Lanzadores y misiles antiaéreos, que ahora son más necesarios que nunca, sólo pueden entregarse a Ucrania por parte de EEUU. Tengo mis dudas incluso que el resto de naciones europeas no pueda hacer otra cosa que dar los stocks que ellos tengan de este tipo de armamento, porque no hay capacidad en suelo europeo de producirlo. Las pocas baterías Patriot que tenemos en España, pensadas para disuadir a Marruecos, aunque no se diga, no sirven de nada sin un suministro de misiles abundante, y nuestras reservas en este caso son limitadas. El coste de cada uno de esos misiles es bastante elevado, y se fabrican exclusivamente en suelo norteamericano. No, no tenemos capacidad para dar a Zelensky lo que más necesita.
Este fin de semana Rusia ha mostrado nuevamente lo cruel que puede ser, con el ataque a un centro comercial a las afueras de Jarkov, causando decenas de muertos y heridos, con un único proyectil. El coste del ataque ha sido casi nulo, sus efectos, en forma de mortandad y miedo, elevados. Jarkov, a pocos kilómetros de la frontera rusa, menos tras su ilegal ampliación de estas semanas, está a tiro de piedra para las tropas de Putin, y su anuncio de no querer conquistarla suena más a chiste macabro que a plan estratégico. Con la llegada de junio se teme una nueva ofensiva rusa que tensione aún más los frentes, y Kiev, que lucha por su libertad y nuestra seguridad, necesita ayuda, ahora más que nunca.
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