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lunes, junio 17, 2024

Un G7 de capa caída

Estos días se ha celebrado la reunión del G7, foro conocido antaño como el de las mayores economías del mundo. La emergencia de China y su no presencia en el grupo ha obligado a referirse a él como el “foro de las democracias más avanzadas económicamente” del mundo, cosa que el ascenso de India también puede acabar convirtiendo a ese nuevo lema en una ruina. Esta sucesión es una muestra de que, por su diseño, este foro es cada vez menos relevante en un mundo en el que sus participantes pesan menos en el conjunto global, y eso que EEUU mantiene el tipo. El resto se achican a pasos agigantados en las estadísticas mundiales.

Giorgia Meloni, la primera ministra italiana, ha sido la anfitriona, y ha rentabilizado notablemente este hecho. Recién salida reforzada de las elecciones europeas, su imagen ha dominado el encuentro y le ha servido como una perfecta campaña de promoción personal y, también, por qué no reconocerlo, política. Si en un momento se pensó en tratar a Meloni como apestada por su ideología ultra, eso ya no es posible. Además, frente a ella, se juntó un grupo de señores que se encuentran en horas bajas, muy devaluados. Biden ha ofrecido varias escenas que producen sonrojo, haciéndonos preguntar a todos si va a llegar a la contienda electoral de noviembre en un estado mínimamente presentable. Sunak, primer ministro de Reino Unido, tiene elecciones dentro de unas semanas y es probable que su partido quede arrasado de una manera brutal, por lo que su pérdida del poder es, ya, palmaria. Scholtz, canciller alemán, resultó derrotado en las elecciones europeas y su coalición se mantiene por el mero interés de sus miembros de seguir cobrando de unos cargos que, en caso de elección, casi seguro que perdían. La economía de su país no avanza y la situación política interna es mala. De Macron poco se puede añadir, después del órdago electoral que ha lanzado, que cada vez es más probable que se le vuelva en contra en forma de gobierno lepenista. Canadá y Japón, también presentes, poco añadían a este rosario de debacles. En definitiva, un encuentro de lo que se presupone son líderes globales en un estado de desastre particular en el caso de muchos de ellos. Así es imposible no ya establecer una gobernanza global, sino una mínima coordinación en nada, porque es seguro que, más allá de las fotos, la obsesión de cada uno haya sido la inexorable pérdida de poder que están sufriendo en sus naciones. Tras la crisis de 2008 se asignó al G20 el papel de coordinador global para tratar de encontrar una salida a aquel dilema, porque ya se vio que el G7 se quedaba muy corto por la no presencia de actores como China, decisivos en el rumbo económico global. Desde entonces la representatividad de las economías occidentales en el mundo se ha reducido aún más, con Asia a la cabeza de las naciones que crecen y crecen sin cesar. Corea del Sur, Indonesia, Vietnam, son actores globales que cada vez adquieren un pedazo más grande de la tarta global del PIB, y carecen de representación alguna en muchos de estos foros. La propia China, segunda economía del mundo, no presente en el G7, es el gran elefante en la habitación de estos encuentros. Resulta absurdo plantearse un tipo de acuerdo o recomendación que rija de manera global sin contar con el acuerdo de Beijing. De hecho, la creciente rivalidad comercial entre el bloque occidental y china es lo que está empezando a caracterizar la gobernanza económica mundial. Los cruces de aranceles y amenazas han sustituido a la colaboración mutua y es el temor a la división del mundo en dos bloques lo que aparece en el horizonte cada vez con más fuerza. No en el formato de guerra fría vivido en el pasado, sino de una manera más sibilina y, sobre todo, proporcionada, porque económicamente la URSS nunca fue rival de EEUU, y China sí lo es.

Me da que estas cumbres, además de ir perdiendo relevancia con el tiempo, se van a acabar convirtiendo en una especie de sesión de autoayuda mutua entre lo que antaño fueron los líderes del mundo, ahora convertidos en jugadores de rango menor, necesitados de apoyo y comprensión entre sus pares para tratar de entender un contexto global en el que ya no pintan lo que antaño, y no logran imponer sus deseos en forma de decisiones colectivas. A día de hoy un G2 entre EEUU y China es mucho más decisivo que cualquier otro foro. Lo que allí se acordase, se cumpliría, lo que supusiera problemas, nos enfrentaría a todos. El resto, fotos y paseos para la galería.

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