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martes, octubre 01, 2024

Israel inicia la invasión del Líbano

Anoche, como sospechaban muchos que acabaría sucediendo, Israel comenzó en serio sus operaciones terrestres al otro lado de su frontera norte, introduciendo tropas y material en el Líbano y comenzando así una incursión de duración e intensidad desconocidas. Las fuentes hebreas hablan de unas operaciones quirúrgicas, destinadas a acabar con la infraestructura de Hezbollah, cuyo alcance sería limitado en el tiempo y espacio, pero ya se sabe que una cosa es lo que se dice y otra lo que se hace. Subido al éxito de las últimas tácticas contra la milicia, la tentación israelí para entrar sin contemplaciones y hasta donde desee son muy elevadas.

Es de suponer que ahora sí se producirán enfrentamientos entre las tropas israelíes y las milicias chiíes, que tienen la ventaja de conocer el territorio, su armamento y número. Frente a ello, la moral de ese contingente debe estar por los suelos tras los golpes recibidos y no queda naca claro que haya una cadena de mando efectiva que logre reorganizar y volver a hacer operativos los efectivos que ahora deben estar medio descabezados. Así mismo, la paranoia a la infiltración israelí debe de estar en su grado más alto, y a la primera sospecha es de suponer que se celebren juicios sumarios y ejecuciones por parte de unas fuerzas adoctrinadas en el fanatismo. Para los soldados israelíes esto no es Gaza, territorio en el que sólo los escrúpulos morales actuaban de freno ante las operaciones militares, y ya se ha visto lo que han servido para amortiguarlas. Aquí se enfrentan a algo que conocen desde la última incursión de 2006, y que saben puede ser mucho más peligroso. Parten con una enorme ventaja, eso es obvio, tras lo sucedido estas semanas, pero en el desarrollo de los combates puede suceder cualquier cosa, y es sabido que para Israel el valor de las vidas de sus soldados es muy superior al de la de los oponentes para los propios, por lo que un resultado muy asimétrico de bajas puede suponer una especie de empate de dolor entre ambas sociedades. Para la población libanesa, su pesadilla no acaba. Lo que antaño fue un país con un relativo grado de prosperidad, laico y abierto, lleva tiempo siendo una nación desmadejada, sumida en cruentos enfrentamientos internos entre las distintas facciones sociales y religiosas que la componen. Su estado está prácticamente descompuesto, la economía hecha un desastre y muchas de las infraestructuras de la capital, Beirut, aún dañadas por la enorme explosión accidental que se produjo en el puerto hace unos años y que lo arrasó por completo. Lo más parecido a un estado en ese país es la propia milicia de Hezbollah, que actúa como tal para la población chií, una de las más numerosas del país, y que somete al resto a una especie de dictadura caracterizada por el rigorismo religioso y el sometimiento a los dictados de Irán. Durante los últimos años, con la creciente descomposición del estado libanés, el poder ha ido basculando hacia los chiíes y por ello no es de extrañar que los libaneses que no pertenecen a esa creencia hayan visto con buenos ojos la muerte de Nasrallah, el auténtico hombre fuerte del país, y el destrozo que Israel ha generado en la estructura militar que el clérigo comandaba. Esta guerra que ahora empieza puede suponer la ruptura total del estatus actual del Líbano si Hezbollah pierde y es destruida, y la llegada al poder de esa nación de otras fuerzas que la controlen, pero eso es ir muy acelerado en el desarrollo de una historia que acaba de empezar. Pero es verdad que, como parteaguas de la historia, como aceleradores y alteradores de lo existente, nada hay como las guerras, y sus efectos resuenan a lo largo del tiempo. Líbano se enfrenta ahora a otra, que le causará daños, muerte y destrucción. Eso es lo único seguro de lo que va a suceder.

En medio de este lío sigue la fuerza de interposición de la ONU, en la misión FINUL, creada tras la guerra de 2006, con un buen contingente de militares, entre los que se encuentran seiscientos españoles, que llevan ya varios días encerrados en sus bases y, sospecho, desde anoche en sus búnkeres. Con el inicio de la invasión la misión ONU deja de tener sentido y creo que ya es hora de plantearse la evacuación de los que allí se encuentran, para sacarlos de un avispero en el que pueden ser objeto de fuego cruzado por parte de los contendientes y salir muy mal parados. Las declaraciones tranquilizadoras del gobierno de poco sirven frente a la escala de los acontecimientos. Espero que les rescaten ya, a todos.

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