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martes, noviembre 05, 2024

Elecciones en EEUU (I)

Hoy y mañana, en medio del lodazal real y metafórico de Valencia, toca hablar de las elecciones en EEUU. Desde que empezó el año el día de hoy, 5 de noviembre, estaba marcado en los calendarios de todo el mundo como el más relevante de los que iban a acontecer en este 2024, porque, aunque esté en aparente retirada, EEUU sigue siendo el país más poderoso del mundo y su presidencia la que puede alterar más el curso de las vidas de mucha gente a lo largo de todo el planeta. Nos gustará más o menos, pero es así, y no tiene sentido negarlo. Para unas naciones en decadencia como las europeas, este tema es de una trascendencia aún mayor, dado que seguimos viviendo en un mundo organizado, y sostenido, por EEUU.

A principios de año los dos aspirantes eran el desquiciado Trump y el senil presidente Biden. El primero de los debates electorales puso en evidencia que Joe no estaba capacitado para presidir, y menos para enfrentarse a una reelección, por lo que, golpe palaciego de los demócratas por medio, Biden fue sustituido como candidato por su vicepresidenta Kamala Harris, que en sus años en el cargo ha demostrado una incompetencia y malos modos sobre los suyos que le tenían desacreditada. Fue un relevo de emergencia casi sin tiempo para ello. El día de hoy determinará cual de los dos accede al despacho con más poder del mundo, y como le repito a todo el mundo cuando me preguntan, la elección se dirime entre la mala y el peor, por lo que espero que gane Harris, aun a sabiendas de que sería una mala presidenta, frente a un Trump que da miedo pensar cuántos desastres sería capaz de organizar en su segundo, y vengativo, mandato. En cuestiones como la economía las cosas no cambiarán mucho respecto a lo visto con Biden, salvo que se agudizarán si gana Trump. Demócrata adorado por tantos, Biden ha desarrollado una política bastante proteccionista que ha sido lesiva para intereses como los europeos. Sus normas, como la IRA, vestidas de inversión verde, eran incentivos gigantescos a la caza de inversiones que se desplazasen de otras naciones a territorio norteamericano, y eso ha generado allí unos datos económicos excelentes, en crecimiento y empleo, y un gran pico de inflación post Covid compartido con todo el mundo. Harris, si gana, seguirá por esa línea. Trump, si lo hace, la acentuará, y de paso impondrá aranceles a lo loco en un empeño proteccionista que nos empobrecerá a todos, pero hará más daño a las naciones más pobres, siendo peor para la UE, por ejemplo, que para los propios EEUU. Si en estos años no ha habido intención alguna por parte de la Casa blanca de reactivar ese zombi que es la OMC, la llegada de Trump puede suponer su entierro. El programa trumpista es aislacionista, cerrado, de suma cero, en el que se sigue la falaz idea de que lo que es malo para el resto del mundo es bueno para EEUU (y viceversa). Para los europeos una victoria de Trump sería devastadora, porque además del daño económico, se da por sentado que dejará de apoyar a Ucrania (conociéndole puede llegar incluso a apoyar a Rusia) y abandonará toda la política de protección basada en el pacto trasatlántico. Con una guerra declarada en el este y con una Rusia hostil que no cesa, Trump en el poder va a poner de los nervios a media Europa, que sigue, seguimos, sin estar preparados para un escenario de seguridad estratégica no dependiente de EEUU. Estos cuatro años de Biden en el gobierno podían haber sido aprovechados por las grandes naciones europeas para iniciar acuerdos de cooperación en materia militar y de seguridad, de estandarización de producción de armamento, de inversión en líneas industriales de defensa y de concienciación a la población de que la seguridad depende de nosotros mismos, pero no ha sido así. Sólo los países bálticos, que esta noche se la pasarán medio en vela, y naciones como Polonia, se han puesto en serio a pensar al respecto, pero carecen de capacidad para llevar a cabo estrategias de seguridad efectivas por su cuenta.

El resultado se prevé muy ajustado, en las centésimas en los estados que pueden decantar la presidencia, y el peor de los escenarios posibles es que lleguemos a una batería de impugnaciones, denuncias, quejas, acusaciones de fraude, no concesión de la victoria por parte del candidato derrotado (más probable si el perdedor es Trump) y se empiece a generar una sensación de violencia y hostilidad. La división en la sociedad norteamericana es profunda, y el miedo a los incidentes violentos no es una ensoñación, después del intento de golpe de estado con el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021. Nos jugamos mucho esta noche. Espero que mañana podamos contar un resultado claro.

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