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lunes, diciembre 15, 2025

Matanza en la playa

La escena es muy rápida, improvisada, sin dirección alguna, pero con más fuerza que muchas de las películas imaginadas. El tirador, fusil en mano, apunta y dispara bajo unos árboles con unos coches aparcados a su espalda. Desde esos vehículos surge un hombre, calvo, gordito, que corre hacia el que dispara y se le echa encima por la espalda. Le agarra el cuello con el brazo derecho y trata de doblarle es espinazo. Son un par de segundos o tres los que los dos individuos aparecen unidos, con el rifle asomando por el lado izquierdo de la imagen, y transcurrido ese tiempo el asaltante pierde el control del arma, el que se le ha abalanzado se hace con ella, y las posiciones de fuerza se invierten, quedando el atacante desorientado.

El señor que se hizo con el arma e impidió al terrorista seguir disparando se llama Ahmed al Amed, tiene 43 años y es frutero, y ayer pasó de la irrelevancia en la que vivimos casi todos a la fama global por su acción, de un heroísmo extremo, en las cercanías de la playa de Bondi Beach, en Sidney, un lugar que todo el mundo asocia al relax, disfrute, sensación de paraíso, pero que la intolerancia antisemita convirtió ayer en el escenario de una matanza. Dos eran los atacantes que decidieron exterminar a cuando judíos pudieran, aprovechando que en la playa ese día se celebraba una concentración con motivo de la fiesta de Hanukkah. Armados con fusiles, apostados en una especie de puentes que parecen situarse en una posición que permite observar gran parte de la playa, las imágenes de lo sucedido muestran a los tiradores recargando su arma y disparando sin piedad una y otra vez sobre la multitud que, presumiblemente, se expone ante su mirada, haciendo blancos como si se tratase de una jornada de caza de perdices. El proceso de recarga del arma es manual, por lo que se aprecia, y eso aletarga un poco la secuencia de disparos, pero uno intuye que cada uno de los que se escucha hace mella en una persona, por la concentración y seguridad con la que el tirador ejercita su siniestra labor. En segundos la playa ha pasado de ser un lugar de ocio a convertirse en un insospechado escenario de pesadilla donde los gritos y las carreras se unen al sonido de los disparos que lo llenan todo. Miles de personas allí congregadas no saben lo que pasa, pero escuchan los tiros, e inevitablemente ven algunas de sus consecuencias, con cuerpos en el suelo, sangre y muerte. La situación se descontrola rápidamente y la llegada de los primeros cuerpos de seguridad no es capaz de poner en jaque a unos atacantes que actúan con una organización precisa, fruto probablemente de un entrenamiento eficaz y una voluntad a prueba de todo. Más y más policía llega al lugar del atentado, y la escena que van descubriendo les dejará, como al resto, en shock durante bastante tiempo. Se ha producido una matanza, no estamos ante un mero pánico y algunos heridos, sino ante un atentado con muchas víctimas mortales. Los esfuerzos de la policía empiezan a dar sus frutos, y uno de los atacantes acaba siendo abatido por ellos en un enfrentamiento armado. El otro es el que aparece en la escena del héroe que da la vuelta al mundo, y posteriormente a perder su arma, es detenido por la policía y custodiado. Se descubre un vehículo, en el que al parecer los atacantes han llegado al lugar de su acción, en el que según varias fuentes se hallan algunos artefactos explosivos, que no han sido utilizados. Quizás la idea fuera arrojarlos contra multitudes congregadas en la playa, o convertir al coche en una trampa para que, en medio de la confusión, estallase y aumentara el balance de fallecidos y contribuyera al caos. No se sabe con precisión. Las autoridades logran acotar el escenario, confirmando que los atacantes eran esas dos personas, la abatida y la detenida, padre e hijo según algunas fuentes, y que tras su neutralización el ataque ha culminado. Esa noticia llega cuando la zona de la playa y aledaños ya es un desierto, tras la huida de todos los que han podido, y sólo queda un rastro de fallecidos y heridos diseminados a lo largo de un amplio espacio. El balance es desolador.

Quince son las personas asesinadas y decenas las heridas por este ataque terrorista, el más grave de la historia de Australia, creo, una nación en la que la violencia es escasa. La motivación es claramente antisemita, y habrá qué estudiar cuáles han sido los orígenes de todo esto, si esas dos personas se han radicalizado por su cuenta o no, si han contado con apoyo externo, eran una célula durmiente islamista, estamos ante una venganza por lo sucedido en Gaza…. En todo caso, más allá de lo que dictamine la investigación, el horror por lo sucedido es enorme, el trauma para los supervivientes inmenso, y la sinrazón de la violencia, otra vez, dejándonos al resto mirando sin entender nada, sólo padeciendo.

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