Se
dice, con razón, que España es un país en el que no sabe llover. Salvo la zona
cantábrica, donde el régimen pluviométrico es sostenido y elevado, en el resto
del país se suceden los episodios de largas sequías y lluvias torrenciales, que
se dan el relevo de manera constante, provocando destrozos ambos de manera muy
distinta. La lluvia en España no fue instruida, jamás pasó por el colegio y
nada sabe. Caprichosa, vaga por ahí y vuelve como hija pródiga en tromba,
siendo tan deseada por los que la necesitan como temida por esos mismos, porque
a lo mejor pasa de agostar el campo a llevárselo en forma de riada. No hay
manera. Episodios de este tipo son constantes y los registros históricos y
modernos así lo atestiguan.
Más
allá de las metáforas, la
situación que se vive desde hace día y medio en la zona del sur de Valencia,
Murcia y Almería es muy seria. Se han juntado todos los factores propicios
para desencadenar un episodio muy fuerte de riada otoñal que, si me apuran, se
ha presentado pronto para lo habitual. El agua del mar está muy cálida, soplan
intensos vientos de levante que aportan humedad proveniente de esa agua
caldeada a tierra y, sobre todo, existe ese embolsamiento de aire frío en las
capas altas, esa DANA, antaño llamada gota fría, que permite a la humedad
condensarse y crecer como una psicópata hasta lo más alto de la troposfera,
acumulando poder en forma de cantidad de agua que descargará en cuanto se rompa
su equilibrio. La orografía de la zona, llena de valles y zonas escarpadas es
la que actúa como bombo de lotería para determinar que unas localidades sean
agraciadas con precipitación salvajes, superiores a los 200 litros por metro
cuadrado, y otras cercanas sean mojadas, pero ni mucho menos con esa
intensidad. Los cauces de la zona, habitualmente resecos, sufren crecidas
súbitas que los anegan y desbordan, y muchos caminos y zonas de paso, que
cruzan esos cauces que tantas veces son transitados como si nada, se convierten
en trampas mortales. En esta ocasión la ciencia ha funcionado, los servicios de
meteorología han detectado la posibilidad, hace unos días, y el desarrollo del
fenómeno y han permitido hace una predicción muy ajustada de lo que iba a
pasar, pudiendo así advertir a la población del riesgo potencial que se
acercaba a sus localidades. No siempre esto es posible, porque por definición
la meteorología es una ciencia que trabaja con un sistema dinámico que porta
mucho caos, lo que convierte el hecho de predecir en una locura, y no existe
forma de eliminar ese caos. En esta ocasión el fenómeno se está comportando con
la gravedad y virulencia con la que lo anticipaban los modelos, y está atacando
las zonas que se suponía que iban a verse perjudicadas. Si lograr esto, que es
muy difícil, se ha conseguido, resulta prácticamente imposible determinar qué
localidades serían, a priori, las más afectadas. Orihuela, Santa Pola, Torre Pacheco,
Molina de Segura y otras localidades de Albacete y Almería están siendo, a esta
hora, los lugares en los que el agua caída y la acumulada por los torrentes que
las circundan generan mayores problemas. Ayer hubo una desgracia en Albacete,
donde dos hermanos murieron al ser arrastrado su coche por las aguas, y leo
ahora que hay una tercera víctima en Almería, al parecer también fallecido al
quedar atrapado en su vehículo y ser éste arrastrado por la corriente. Huyan de
los coches, en situaciones como estas un coche es más parecido a un ataúd que a
cualquier otra cosa. Las rieras que antes comentaba se pueden transformar, en
minutos, en cauces desatados sin que vehículo alguno pueda hacer frente a la
intensidad de la corriente. Suban a zonas altas, aléjense de bajos y similares,
y aunque suene absurdo, es mejor pasar la noche mojados en un lugar seguro que
seco en el interior de un coche con el riesgo de morir. Bastan treinta y cinco
centímetros de agua para que un coche flote, y una vez producido ese efecto,
los mandos del vehículo no sirven para nada. Por favor, sean prudentes.
En
este momento la situación sigue siendo preocupante en las zonas afectadas ayer,
y el fenómeno meteorológico sigue su proceso de traslación, en este caso un
poco hacia el norte y centro peninsular. A lo largo de la mañana las lluvias irán
a menos en Murcia y Almería, pero se intensificarán en Alicante y Valencia
provincia, extendiéndose de manera más desorganizada hacia Castilla la Mancha,
Extremadura y Madrid, con menor intensidad a medida que, como viajando en
diagonal, trazásemos una línea que uniera Alicante con Madrid y la recorriésemos
sentido a la capital. En muchas de las zonas llueve sobre mojado, por lo que
bastan unas pocas gotas más para que se creen nuevas situaciones de riesgo. Por
favor, prudencia máxima, la vida es lo más importante.
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