No me negarán que el título de hoy promete, también la historia, veremos a ver si logro bordarla. Este fin de semana se ha acoplado en la Estación Espacial Internacional la cápsula Dragon con la siguiente tanda de personas que van a realizar estancia en la estación y con el objeto de traer de vuelta a Suni Williams y Butch Wilmore, dos astronautas que llevan allí desde hace nueve meses, un embarazo, en una misión que tenía prevista una duración de dos semanas. Tanto Suni como Butch pueden decir, con más justificación que nadie, que fueron a dar una vuelta y se liaron, y que han llegado a casa muuuucho más tarde lo previsto.
Los dos viajaron al inicio del verano de 2024 en la cápsula Starliner de Boeing. A la NASA le gusta la redundancia, como medida de seguridad, y una vez que determinó la manera en la que los astronautas norteamericanos volverían al espacio, abandonados los transbordadores y con la humillación que suponía usar y pagar por plazas en las Soyuz rusas, sacó un doble contrato para construir dos tipos de naves, similares, para poder usar cualquiera de ellas en caso de que una sufriera incidentes. Los ganadores de la licitación fueron Boeing, que lleva toda la vida en el negocio, y SpaceX, la empresa de Musk, la nueva y rompedora. Los chicos de Musk cumplieron sus plazos y, tras varias pruebas exitosas, la Dragon, que así se llama, se lanzó con tripulación a la EEI y funcionó bien, permitiendo nuevamente a los EEUU la autonomía en el acceso humano al espacio. Por su parte Boeing, que ay estaba inmersa en la crisis de sus modelos de avión civil tras los desastres del MAX, incumplía sin cesar los plazos marcados en el contrato, alegando todo tipo de problemas y excusas. La fiabilidad de la empresa estaba cayendo en picado a ojos de todos los implicados en el mundo espacial, pero, pese a ello, la NASA le exigió que entregase la nave comprometida. Acabó haciéndolo, y tras las pruebas necesarias, con algunos retrasos e incidentes solventados, se decidió usarla para testar del todo su operatividad. Ese fue el lanzamiento que llevó a Suni y Butch al espacio en el verano pasado. El atraque con la EEI fue correcto y los astronautas empezaron a hacer algunas de las labores previstas durante su estancia en la instalación, pero al poco la cápsula de Boeing empezó a dar errores que provocaron preocupaciones al equipo de NASA. Mensajes de aviso del sistema informático que no concordaban con la realidad, ruidos raros…. Al cabo de una semana en la estación se vio que existía un problema técnico en la nave que, potencialmente, podía poner en peligro la vida de los tripulantes en el proceso de reentrada, que es ese paso en el que la nave usa su escudo térmico para frenar y absorber el calor de la reentrada en la atmósfera, salvaguardando la integridad de los pasajeros. Tras varias discusiones entre los responsables de NASA y Boeing y, sospecho, gritos en abundancia, se decidió que la nave volviera vacía, en modo automático, de tal manera que se garantizaba plenamente la seguridad de los dos astronautas y, hubiera problemas serios o no, la reentrada no supondría peligro para nadie. Esto alteró ya los planes de Suni y Butch, que veían como las dos semanas empezaban a ser lago más, y no previsto, y también suponía alterar la vida del resto de ocupantes de la estación, que ahora iban a tener a dos personas más de las previstas durante un tiempo indeterminado, con lo que eso supone en el consumo de recursos como oxígenos, agua, alimentos y energía, que en muchos casos deben ser suministrados desde la Tierra. Finalmente, la Starliner se desacopló de la estación y amerizó correctamente, de tal manera que la vida de sus pasajeros, si los llevase, no hubiera corrido peligro, pero la NASA exigió a Boeing una revisión absoluta de toda la nave, por lo que era evidente que sólo la Dragon de SpaceX estaba en condiciones de hacer los viajes tripulados a la estación. Adiós redundancia. Con dos personas de más en la instalación y una nave de menos, la NASA tuvo que replantear todas las misiones en los siguientes meses, aumentando los lanzamientos automáticos de aprovisionamiento y retrasando una y otra vez el diseño de una misión de rescate. Los dos astronautas empezaron a ver como pasaban los días terrestres casi a la infinita velocidad a la que lo hacen desde la posición orbital de la estación, y su desesperación inicial pasó a ser resignación ante lo inevitable. Sus familias en la Tierra, que no esperaban para nada algo así, empezaron a comprobar que las dos semanas de viaje se iban a hacer eternas, y no sólo de manera metafórica.
Tras un verano completo, un otoño, Navidad e invierno en lo más alto, en el viaje de vuelta de la Dragon, previsto en unos días, volverán esos astronautas que han vivido su particular odisea, buscando cómo llegar a casa, pero sin ser capaces de ello, con el agravante de no dejar de ver el planeta al que pertenecen desde las escotillas de la estación. Los efectos de nueve meses de estancia espacial no deseada se harán notar en sus cuerpos, con pérdida notable de masa ósea y muscular, y, sin duda, muchas experiencias que contar a los suyos sobre cómo hacerse a vivir encerrados de manera tan imprevista. Menuda aventura que han vivido.
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