Era de esperar un resultado similar al obtenido ayer. La ronda de negociaciones abierta en Arabia Saudí entre EEUU y Ucrania no es sino una manera muy educada de referirse al ejercicio de chantaje abierto al que la administración Trump somete a Zelensky y todo el país. Desde hace una semana más o menos EEUU ha negado el acceso a la inteligencia al ejército ucraniano, y los drones y ataques rusos se han recrudecido de manera exponencial, ante la incapacidad creciente de las defensas de Kiev de interceptarlos si no disponen de la información adecuada. O te rindes o te ganan y les dejamos hacer, es el mensaje que sale de Washington.
Con este panorama, Ucrania ha optado por aceptar la situación y ofrecer una tregua de treinta días, deteniendo todos los combates en el frente, si es que Rusia la acepta, paso previo a unas negociaciones, otra vez las comillas serían necesarias, en las que Moscú y Kiev acordarían un alto el fuego duradero y las futuras fronteras de ambas naciones. Dentro de este ofrecimiento de tregua forzado se incluye el acuerdo por el que EEUU actuará de manera colonial en la nación ucraniana, llevándose en torno a la mitad de las ganancias que se deriven de la explotación de sus recursos minerales, especialmente energéticos y tierras raras, más abundantes en aquella nación los primeros que las segundas. Con su firma Kiev se ha puesto a los pies de los caballos norteamericanos y es probable que sea pateada por estos sin mucha conmiseración. Frente a las opciones de aguantar en el frente que se mantenían con el apoyo de Biden, ahora mismo Ucrania no va a poder sostener los combates si EEUU no le presta la intendencia militar y la inteligencia precisa. Una y mil veces he repetido aquí que el apoyo de la UE a Kiev es fundamental en el plano diplomático y económico, porque nosotros sostenemos las finanzas del país, pero en el frente de guerra se dispara y muere, y ahí es la tecnología y suministros norteamericanas las que le sirven a Kiev. Es cierto que el país ha desarrollado una industria de defensa propia, centrada en el sector de los drones, que ha revolucionado las tácticas de combate en el frente y hace replantearse a todas las naciones cómo enfocar sus sistemas de defensa y en qué invertir, pero aún así la maquinaria rusa es superior en capacidad militar y en efectivos, en cadáveres puestos sobre el terreno. Esa propuesta de alto el fuego a la que ayer se comprometió Ucrania es, digámoslo sin muchos rodeos, el primer paso para la rendición del país ante el invasor, y la asunción de concesiones territoriales y de todo tipo a cambio de una “paz” convertida en la humillación y el miedo permanente a que se vuelvan a reactivar los combates en el caso de que a Putin se le ocurra que algo, lo que sea, lo que se invente, no se ha cumplido en los presuntos acuerdos que llegue a firmarse. O simplemente tenga la sensación de que la seguridad de su nación se encuentra amenazada por vaya usted a saber qué sensación proveniente del oeste. El plan expansionista del kremlin, diseñado y publicado por Putin hace ya algunos años en un documento muy claro, se basa en la superioridad de la nación rusa frente a sus vecinos y en el sometimiento de los mismos, no sólo los ucranianos, a la voluntad de un kremlin garante de la seguridad global. Para la cosmovisión de Putin y su mafia, el este de Europa es su patio trasero y como tal debe ser considerado por los demás, una zona de influencia en la que es Moscú quién decide cómo se gobierna, quién lo hace y para qué, con los intereses rusos por encima de todo. Ucrania osó a mostrar un camino independiente, en búsqueda de su libertad, y ha sido castigada, y más que lo será.
¿Qué va a hacer Moscú con la oferta de tregua de ayer? No lo se. Es probable que acabe aceptándola de una manera u otra, sin detener sus ataques de inmediato, sabiéndose en una posición de superioridad en la mesa de chantaje organizada por Washington. Tiempo tendrá de configurar un acuerdo humillante para Kiev que defienda sus intereses, sus ilegales conquistas y, sin duda, no dejará de pensar en cómo deshacerse de Zelensky y poner en la capital de Ucrania a un títere que le eche en brazos el resto de la nación. Ayer fue el primer día en el que la derrota de Ucrania se convierte en el principal de los escenarios de la guerra. Día triste e injusto.
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