Carlos Mazón, presidente de la Generalitat valenciana, es el perfecto ejemplo de lo que se ha convertido la política en nuestros días, el principal nicho en el que inútiles absolutos como él pueden medrar y vivir cobrando sin trabajar. En cualquier otro sector profesional, y por mucho menos, Mazón habría sido despedido hace mucho y se le habría exigido incluso un resarcimiento por los daños causados tras su nefasta gestión. No, en política, en la política actual, no. Mazón sigue, cobrando mucho a final de mes, arrastrando su necedad día tras día, ensuciando el cargo, deshonrando la institución que rige y siendo una vergüenza para propios y ajenos.
Ya lo dije en su momento. La DANA de octubre de Valencia demostró el fracaso del estado, en todas sus vertientes, y la estulticia absoluta de quienes lo rigen preocupados sólo por dos cosas. Salvarse ellos mismos y acusar a otro de los desastres provocados por su inutilidad. La Generalitat fracasó estrepitosamente el día del desastre, por no avisa, por no seguir la información como es debido, por no alertar. Si lo hubiera hecho bien se habrían salvado vidas, aunque no impedido los destrozos materiales. A partir del día siguiente, tras una destrucción de tipo militar, el gobierno de la nación fracasó en un ejercicio premeditado de abandono a la CCAA para que las culpas de todo recayeran en la gestión regional, incapaz de hacer frente a un desastre de esas dimensiones. La dimisión de Sánchez la he pedido muchas veces, y por causas más graves que las que se deducen de su necia actuación en la DANA, así que ahí no hay novedad alguna. En su momento pedí también la dimisión de Mazón, que ese desgraciado día sólo estaba preocupado de una cosa, el control total de la televisión regional, ese canal de propaganda que los gobiernos autonómicos destinan a derrochar dinero para hacerse la pelota a sí mismos de una manera vergonzosa, y de cuyas emisiones sólo es destacable el espacio meteorológico, por la información de proximidad que proporcionan. Desde el día siguiente al desastre Mazón debió dimitir por su fracaso absoluto, pero lejos de eso se encastilló, descubrió que cuanto más necio y chulo es uno mejor le va en la política actual, y decidió quedarse, porque sino de qué iba a vivir el muy incapaz, y cómo iba a pagar los gastos de la vida inmerecida que lleva. Acuso a técnicos de distinto nivel, que hicieron su trabajo y no fueron escuchados (cosa que sucede habitualmente) y se cargó a algunos de ellos. También cesó a Salomé Pradas, consejera de interior de la Generalitat, en la que descargó la responsabilidad de no haber emitido el aviso de emergencia ante la riada, cuando la propia consejera admitió que ni sabía que eso existía. Seguramente fue colocada en su puesto por lealtad política (léase peloteo máximo) o como pago de favores a alguna rama del poder popular valenciano, y sus conocimientos sobre la materia que decía gestionar eran tan nulos como los ceros que adornaban su nómina, todos bien situados a la derecha de una cifra positiva. A medida que pasaban los días era evidente la dejación de funciones que Mazón había hecho el día de autos, de tal manera que su estrategia de defensa ha sido la de justificar que nada hizo mal porque llegó tan tarde a la reunión de emergencias que no pudo participar en debate o decisión alguna. Vamos, que no es culpable de lo que no hizo: Cierto, llegó cuando los cadáveres ya se repartían abundantemente por toda la huerta sur del Turia. A él lo único que le preocupaba era su televisión, para que le diera coba, y ese era el criterio con el que seleccionaba ese día a la que propuso como responsable de la cadena autonómica. Curiosamente, o no, al día siguiente, la misma obsesión era la que ocupaba en exclusiva al gobierno nacional, modificando la norma para el control de TVE y asegurándose de que la tele pública estuviera a su entero servicio. ¿Qué buena idea, eh, Mazón?
¿Cuál es la responsabilidad del PP en el hecho de que Mazón siga ahí? No poca. En cualquier empresa, pensemos en un partido como una, Mazón hubiera sido cesado sin contemplaciones por el desastre de gestión y por los costes que, día a día, provoca a la organización, pero ya les he comentado que la política ahora no es sino un fangal lleno de aprovechados e inútiles. En el PP debieron cesarles hace tiempo, por eso de que más vale un día rojo que ciento colorados, pero no lo han hecho, no se si por miedo a quedar blandos frente a un PSOE que mantiene a sus caros pase lo que les pase o por qué. No me sirve de excusa. Feijoo debió exigir la renuncia de Mazón hace tiempo y no hacerlo es un error. Así de simple.
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