Es muy difícil saber qué es lo que va a pasar en la guerra de Irán, por muchos motivos, pero uno de ellos es la propia imprevisibilidad de Donald Trump, que juega a amagar y no dar muchas veces, lo que ocasiona que no se tenga claro si sus faroles son chulería o esconden una acción ofensiva real. Él mismo dejó ayer dudas sobre qué iba a hacer, y a la vez que urgía a negociar señalaba que se acababa el tiempo de los acuerdos. Simultáneamente decía que el régimen iraní no tendrá la bomba y que el régimen puede caer. Este factor del “loco Donald” no sólo se da en la economía, sino que es ya una constante para todo lo relacionado con EEUU.
Si nos fijamos en cómo están las cosas sobre el terreno, parece que la fuerza de misiles iraníes lanzados contra Israel va decayendo poco a poco, lo que no impide que alguno alcance sus objetivos y cause daños y bajas civiles. Le castigo al que la aviación israelí somete a las instalaciones militares persas es metódico y puede estar empezando a ser lo suficientemente intenso como para comprometer toda la cadena de suministro de misiles y la de sistemas de lanzamiento. Fuera de Irán, EEUU mueve claramente sus piezas en el tablero global, con el desplazamiento de varios portaviones a la zona y la puesta en alerta de unidades de bombardeo. El ejército norteamericano ha empezado un procedimiento de movilización naval y aérea muy significativo, que puede ser un amago, y frenado antes de que actúe, pero que supone dejarlo todo preparado para una orden ejecutiva se lleve a cabo de la manera más rápida y precisa posible. Las dos dudas secuenciales sobre lo que puede suceder por parte norteamericana son si va a intervenir o no, y si lo hace, si será una acción quirúrgica centrada en las instalaciones nucleares o un golpe general que también abarque a los centros de poder del régimen y suponga descabezarlo. Creo que a la primera duda mi respuesta es que sí, que EEUU va a acabar por intervenir, aunque son muchas las reticencias internas dentro de la administración Trump y su movimiento de fieles que tratan de evitarlo, no por amor a los ayatolas, sino por mero desprecio a todo lo que sucede fuera de las fronteras de EEUU. Si se da la orden de ataque, y dado que no hay una movilización de tierra prevista ni se le espera, me inclinaría por una acción quirúrgica. Pongamos Fordo, o Natanz, los dos grandes centros nucleares. EEUU puede escoger uno de ellos y borrarlo del mapa (y de las profundidades de la tierra) en lo que sería un ataque duro, intenso, espectacular, pero limitado. Y tras ello vendría la espera para ver la respuesta del régimen iraní, ya con la constatación de que el farol de Trump no lo es tanto. Si Irán mantiene sus lanzamientos de misiles o realiza alguna acción ofensiva relevante sobre bases americanas en el golfo, o aún peor, toma el estrecho de Ormuz como rehén de la economía global, entonces EEUU podría destruir el otro centro nuclear y algunas de las sedes del poder iraní, lo que incluye al líder supremo Jamenei y a otros poderes del estado. Lo que debe tener claro Washington es que, tras las experiencias pasadas de Libia o Siria, o de la propia invasión estadounidense de Iraq de 2003, resulta claro que cambiar el régimen de una dictadura islámica no es tan sencillo como cargarse al dictador, y que EEUU no puede empantanarse en una nueva guerra en Oriente Medio que le distraiga de sus objetivos y drene recursos. Para los intereses de EEUU puede ser bueno que la dictadura de los ayatolas caiga, reitero mi deseo de que así sea, pero sólo si es sustituida por una nueva legalidad que controle el país y no lo suma en una disputa interna caótica. Por eso, el dar pasos secuenciales parece la alternativa más sencilla para controlar la situación. Si se da lo que les comento y el mundo, y sobre todo Jamenei y los suyos, comprueban que la destrucción de uno de los complejos nucleares es absoluta, la lógica indica que se aprestarán a negociar rápidamente para salvar lo que pueden de su poder y cederán en su programa nuclear. La espectacularidad del primer golpe puede ser definitiva, y no necesitarse más.
¿Funcionará esta lógica? También existen respuestas de desesperación, en las que los agentes actúan de manera irracional pensando que, pese al golpe recibido, pueden resistir y contraatacar. La historia militar está llena de momentos así, que sólo llevan a fracasos aún mayores (véase la situación actual del ególatra de Moncloa como un buen ejemplo de esto que les señalo). Parece que lo que vaya a pasar en Irán será en muy breve plazo, por lo que no debiéramos tardar en salir de dudas. De momento el petróleo está en 75$. Cotiza tensión, pero no desastre. A ver cómo evoluciona.
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