jueves, junio 26, 2025

Fracaso de la OTAN que pagará Kiev

Más allá del desquiciado papel del sujeto que ocupa el palacio de la Moncloa, que ahora empieza a ofrecer a sus aliados (jojojo) europeos la chulesca y despreciativa imagen que gasta en España desde que llegó al poder, la cumbre de la OTAN de La Haya ha sido un despropósito que, a mi entender, deja a las claras la decadencia de una organización que, supeditada a las capacidades y deseos de EEUU, de bien poco sirve si Washington no la asume como propia. El objetivo fundamental de la cumbre era agasajar a Trump para que, directamente, no nos diera plantón y el chiringuito se mantuviera en pie. Más o menos se ha conseguido, pero sin garantías.

Si medimos la salud de una organización militar por la capacidad que tiene para mantenerse como tal organización cuando ni si quiera está involucrada en un conflicto, coincidirán conmigo en que demasiado bajo ponemos el listón para darnos por satisfechos. La OTAN llegó a atravesar una crisis existencial cuando su rival histórico, la URSS, se deshizo, y estuvo a un suspiro de desaparecer. El belicismo putinista y la invasión de Ucrania la han revivido, pero ahora, como en las pelis, el malo también está en el interior y desde Washington se tiene poca estima a una alianza que se ve como un club de gorrones. Esa promesa de gasto del 5%, que casi nadie va a lograr alcanzar, salvo Polonia y algún Báltico, es una manera de sostener el artículo 5 de defensa mutua y que los países europeos, inválidos en lo que hace a capacidades militares propias, se sepan protegidos por el paraguas de EEUU ante amenazas de terceros. No es poco, ni mucho menos, pero todo el esfuerzo es para tratar de conservar lo que es uno de los pilares fundamentales del tratado. Si se duda de esto y se hacen esfuerzos para conservarlo, ¿que esperar de la organización? Más bien poco. EEUU ha demostró el fin de semana que se basta y sobra para actuar de manera militar donde quiera sin pedir permiso alguno a aliados o a enemigos. La Alianza no le vale ya como herramienta de disuasión, él es la herramienta de disuasión en sí misma. ¿Cómo se contempla este panorama desde, pongamos, Kiev? Atacada día tras día por andanadas de misiles y drones rusos, con muertos sin cesar en sus calles, cada vez más escombradas, Zelensky ve como su objetivo de entrar en la Alianza, que algunos vieron como posible, se difumina cada vez más en medio de promesas de plazos y condiciones. Pero lo peor es que comprueba, con terror, que la Alianza, en sí misma, está dejando de ser una herramienta militar válida que le pueda servir para obtener apoyo. Sus tropas menguan y sus capacidades no están sobradas, y sólo la aportación de material militar occidental logra contener a unas tropas rusas que parecen estar recibiendo refuerzos de cara a ofensivas de verano. Ucrania sobrevive gracias a lo que las naciones occidentales, de manera individual, le dan para poder mantener el esfuerzo militar, y eso se traduce en lo mucho que puede hacer EEUU y las migajas que podemos aportar el resto. Con la administración Trump el flujo de ayuda hacia Kiev se ha reducido notablemente, y no se espera una reversión de esta tendencia, ni mucho menos. Sin el armamento de precisión occidental y los suministros de artillería de sus naciones vecinas, Ucrania no puede sostener un esfuerzo de defensa en la enorme línea de frente que parte el este de su país. Zelensky lo sabe, y por eso acude sin cesar a este tipo de cumbres para intentar dejar claro a los asistentes que son ellos, los ucranianos, los que mueren en el frente para que el resto de europeos puedan irse a la cama tranquilos todas las noches. Que son sus ciudades las que reciben los impactos de los proyectiles rusos, que pueden alcanzar perfectamente urbes occidentales donde a primera hora son los turistas, y no el sonido de los avisos de ataque, lo que llena las calles y plazas. Zelensky repite hasta la saciedad esta verdad, pero cada vez encuentra más incomprensión, fruto del odio que Trump posee hacia él y a todo lo que suponga enfrentarse al asesino Putin, al que no deja de ver como un igual. La deriva trumpista causa muertes inocentes en Ucrania.

Por eso, más allá del onanismo patrio sobre las payasadas de nuestro bunkerizado presidente y las amenazas comerciales del desquiciado Trump, el balance de lo sucedido en la Haya me parece, simplemente, desolador. Para los enemigos de la libertad y Europa, que son muchos, fuera y dentro de nuestras fronteras, el agostamiento de la alianza es una excelente noticia, algo a celebrar, porque facilita sus planes de futura conquista, ideológica o territorial. La decadencia europea se acelera, nuestra irrelevancia global se acentúa, y la sensación de inseguridad colectiva crece al debilitarse los lazos que nos unían al único que nos podía proteger. Así de crudas están las cosas.

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