Ayer por la tarde se produjo una aceleración, esperada, en la guerra de Irán con la respuesta persa al bombardeo norteamericano del sábado a sus instalaciones militares, pero lo que parecí al inicio de una peligrosa escalada acabó siendo una jugada amañada que todo el mundo quiso ver como una mera operación de lavado de cara del régimen. Un par de horas después de la represalia, la sensación general era que la guerra estaba ya acotada, y el mensaje de esta noche de Trump, declarando el armisticio entre Irán e Israel puede dar carpetazo a este peligroso enfrentamiento de una manera sorprendente, pero efectiva.
La verdad es que el contraataque iraní fue de chiste de Gila. Una hora antes de producirse, Teherán avisó a Qatar que iba a lanzar unos misiles sobre una de las bases norteamericanas que se encuentran en su territorio. Con ese espacio de tiempo y la localización precisa, o Irán planteaba una trampa o sólo buscaba un artificio. EEUU que se enteró a la vez, puso en marcha las contramedidas, y tras el disparo de menos de una decena de cohetes, logró interceptarlos plenamente, por lo que el acto agresivo no causó ni daños materiales ni bajas de ningún tipo. Unos caros y peligrosos fuegos artificiales sin consecuencias. Al conocerse el ataque se disparo el temor global, pero al poco tiempo se pudo ver que su magnitud era muy escasa para lo que se podía esperar, y los detalles del mismo, especialmente esa llamada en plan “¿Es el enemigo?. Ojo, que en un rato os disparamos, pero poco” dejaba claro que la idea de Teherán y de Washington era dejar las cosas así. En los primeros mensajes de Trump tras el ataque se daba las gracias al régimen de los ayatolás por su contención y aviso previo (sí, sí, agradecimiento al enemigo) y cundía la sensación de que estábamos ante un acto teatral en el que las partes se hubieran puesto de acuerdo para intercambiar una disputa que sirviera a ambas para lograr sus objetivos. El de EEUU, no involucrarse más en esa guerra, el de los ayatolás, mantener el pie su régimen y no volver a ser golpeados por la fuerza de unos EEUU ante los que nada pueden hacer. En todo este rato, si se fijan, no he mencionado a Israel, y es que me da la impresión de que Israel se ha quedado colgado de la brocha en su impulso militar. EEUU ha tenido que entrar en la guerra forzado por la postura de Netanyahu pero completamente a disgusto, un disgusto nada disimulado por las bases más extremistas del movimiento MAGA, que son las que soportan a Donald Trump, y para quienes todo lo que suceda fuera de las fronteras de su nación es algo que debe ser despreciado por defecto. Tras haber accedido a usar su armamento especializado contra las protegidas instalaciones nucleares persas, tiene pinta de que Washington dejó claro a su aliado israelí que eso era ya suficiente, que se acabó, que lo del cambio de régimen en Teherán es algo que ni le va ni le viene, que le da igual, porque entre otras cosas a Trump la democracia de los países, o su inexistencia, no le importa en absoluto. El mensaje suyo de esta noche anunciando un acuerdo de paz entre Israel e Irán y dando por concluida lo que ha llamado “la guerra de los 12 días” parece más bien el resultado de la imposición de su dictado a Netanyahu una vez que había acordado la represalia simulada de Teherán. Lo que pudo acabar siendo el inicio de una escalada muy peligrosa se convirtió ayer, en pocas horas, en un extraño bluf militar que desactivó gran parte de los riesgos que se cernían sobre la zona. La tarde, eso sí, fue muy movida y arriesgada en el tráfico aéreo global, porque los aeropuertos del golfo tuvieron que cerrar, y dado que muchos de ellos actúan ya como trascendentales hubs globales para todo tipo de conexiones la disrupción fue seria.
Un buen indicativo de que todo lo que les he contado es cierto es la cotización del petróleo ayer por la tarde. Tras los ataques de la madrugada del sábado, ayer llegó a niveles de unos 73 dólares el barril, en la referencia WTI norteamericana. Al poco de conocerse la respuesta iraní goteó al alza, pero en seguida comenzó un desplome de más del 7%, que se ha mantenido por la noche, y ahora se mueve en el entorno de 65,71$ el barril, más de un 10% por debajo de su cota máxima. Esa cotización refleja el desinfle de las tensiones, el acuerdo tácito que se veía entre los rivales y la bajada de riesgo global. De una manera extraña, lo de ayer puede a ver salido muy bien para todos. Ojalá sea así.
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