Es conocida la capacidad de los servicios secretos israelíes, el Mosad, para hacer operaciones arriesgadas e impactantes, que combinan riesgo y un sentido de la inteligencia tan avanzado como, muchas veces, sorprendente. Suya fue la idea y desarrollo de Stuxnet, el virus informático que lograron infiltrar en los sistemas iraníes de enriquecimiento de uranio y que provocó la destrucción física de muchas de las centrifugadoras que los ayatolás usaban para su búsqueda del componente enriquecido para la bomba. Eso retrasó varios años el programa nuclear iraní. Con acciones de este tipo, o de comandos, se ha ganado un prestigio más que merecido.
Pero lo de ayer es, directamente, propio de una película mezcla de acción y ciencia ficción. Por la tarde saltó la noticia en todo el mundo de la explosión de miles de buscas en Libano y Siria, que eran portados por milicianos de Hamas. Los buscas son algo que, a buen seguro, los milenials y demás jovencitos no conocen, pero eran unos dispositivos inalámbricos algo más pequeños que los actuales móviles, que respondían ante frecuencias de radio, y que servían para avisar a quien lo portaba que le estaban buscando, que se pusiera en contacto por teléfono, fijo en aquellos momentos, con los números que sabía eran de interés. Era un avisador, más que nada. Su tecnología es básica y no tiene nada que ver con la de los móviles nuestros, y eso lo hace más difícilmente manipulable. De hecho, Hezbollah ordenó a sus miembros que dejaran de usar los móviles para sus acciones y comunicaciones porque eran mucho más accesibles tanto a interceptación de mensajes como a la instalación de software espía, ofreciendo así una puerta a que Israel los infectara. Y recurrieron a los buscas, en una especie de salto tecnológico hacia atrás tratando de encontrar una mayor seguridad. No les ha salido bien. Un busca no tiene baterías de litio ni componentes que puedan explotar… ¿qué ha pasado entonces? Se disparan las hipótesis, y una de las más alucinantes es que Israel se enteró de este movimiento de Hezbollah y trató de sacarle partido. Las partidas de buscas solicitados por la milicia iraní fueron fabricadas en Taiwán, pero Israel fue capaz de interceptar físicamente los dispositivos y alterarlo, introduciendo una muy pequeña carga explosiva en ellos, 6 a 8 gramos de componente plástico, y un minisistema electrónico que activara la carga en el caso de recibir una señal predeterminada. Esos pocos gramos parecen poca cosa, de hecho lo son, pero como el dispositivo se porta encima, adosado al cuerpo, a veces en el bolsillo, o enganchado al cinturón, está en permanente contacto con la piel y eso hace que la explosión pueda generar efectos intensos. Ni les cuento en caso de que el miliciano esté, en ese momento, con el busca en su mano o mirándolo. Esa carga es suficiente para volar varios dedos y dejar convertida en un muñón inservible cualquier extremidad humana. De hecho, el balance de la acción de ayer es espectacular. A esta hora de la mañana se habla de nueve fallecidos y cerca de tres mil heridos, tres mil, siendo cientos de ellos los que se encuentran en estado grave. Con la emisión de una simple orden desde una de las sedes de la inteligencia israelí, el gobierno de Netanyahu ha infringido a Hezbollah el que puede que haya sido el golpe más duro que ha sufrido en toda su historia. El número de afectados, tanto milicianos, altos cargos, responsables de inteligencia, miembros de la cúpula y, también, personas ajenas a la organización que se encontraban junto a los dispositivos, es enorme. La escena se parece a la ejecución de la orden 69 en el episodio III de Star Wars, cuando los clones se rebelan y pasan de ser el ejército de la república a siervos de Palpatine. Asombroso.
Además del golpe físico y la muestra de audacia, lo sucedido debe haber dejado temblando a la milicia y al propio régimen iraní. ¿Hasta dónde estamos infiltrados? ¿Qué nos tienen intervenidos? ¿Qué de lo nuestro puede Israel usar contra nosotros? La sensación de fracaso, de usurpación, de haber sido violados será enorme en las organizaciones de la constelación iraní y en el régimen que las controla. Su rabia será grande, y el miedo a que la respuesta sea cruda y cruel existe. Desde el 7 de octubre del año pasado el guion de lo que sucede en la zona está roto, y la violencia audaz lo supera todo. Lo de ayer es digno de estudio profundo, es de película.
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