Cada vez entiendo menos el criterio con el que se elaboran los titulares de las noticias. Ayer, sin ir más lejos, todos los informativos de la noche abrían con una decisión del presidente del gobierno de escasísimos resultados prácticos y con un supuesto debate en el Congreso que ejemplarizaba, nuevamente, la decadencia de la política en nuestro mundo. Rifirrafes, teatro y posturas vacías que eran encumbradas por los informativos de todas las cadenas como lo más importante. Hoy, en las portadas de papel, se repetirá el mismo esquema y el alboroto que de ahí surge llenará horas y horas de tertulias y espacios de opinión, se supone que autorizada.
Ayer, también por la mañana, Amazon Web Services, AWS para simplificarlo, la división encargada del negocio de centros de datos y de la nube del gigante logístico norteamericano, anunció un plan de inversión para ampliar los centros de servidores que ya posee en Aragón, y construir alguno más, con el objetivo de que ese lugar sea el principal polo de su negocio en el sur de Europa. El anuncio se concretó en un plan dotado de la fabulosa cifra de 15.700 millones de euros, una barbaridad que es muy difícil de entender de golpe, pero que, para empezar, supone la mayor inversión tecnológica realizada por una empresa extranjera en España en toda la historia. Ahora que el gobierno nuestro, y el del resto de naciones europeas, se dedican a gastar en masa con su presupuesto y deuda mediante instrumentos, que aquí se han denominado PERTEs, enmarcados en el plan de recuperación derivado de la pandemia, una empresa norteamericana, una sola, va a invertir en nosotros una cifra que equivale a bastante más de la mitad de todo lo que el FEDER tiene previsto destinar a ayudas en el conjunto de España durante un periodo de siete años. Es algo descomunal. Comparemos esto con algunas cifras de nuestra economía. Ayer, al cierre del Ibex, la capitalización de Telefónica, lo que la empresa vale en bolsa, era de 23.837 millones de euros. Repsol casi alcanzaba, sin llegar, los 18.000 millones, y la mayor multinacional española, Inditex, marcaba un valor de 135.973 millones de euros, algo así como diez veces la inversión anunciada. Un solo proyecto de Amazon supone la décima parte de todo el valor de la empresa española más globalizada y conocida. Es espectacular. El PIB anual de España en 2023 alcanzó un valor de 1,46 billones de euros, por lo que la inversión anunciada supone, ella sola, el uno por cien de todo ese importe, algo que no tiene parangón en los tiempos pretéritos. Para una región como Aragón el valor anunciado ayer supone, directamente, el treinta por ciento de todo su PIB regional, y estamos hablando de una comunidad en la que se asienta una de las mayores ciudades del país, Zaragoza, grandes empresas agrarias y una industria como la de la planta de Stellantis en Figuerueasl, antigua Opel, que ha sido desde antaño el gran motor económico de la región. Pues bien, de golpe y porrazo, una empresa de primer orden mundial, no un señor dueño de unos casinos o algo por el estilo, decide que las cifras económicas que definen la región se dan la vuelta y trastocan por completo, poniendo a Aragón a la vanguardia mundial en el sector de los centros de datos, una de las empresas punteras en tiempos de accesos web a todo desde todas partes. El anuncio cuantificaba los empleos a crear en una cifra algo inferior a la de los 7.000, que son muchos, pero uno hace las cuentas y ve que la ratio inversión empleo arroja un valor disparatado, muestra de lo intensivo en capital que es el sector tecnológico. Estamos hablando de empleo de servicios de muy alta cualificación, donde el perfil más demandado tendrá relación con la ingeniería de software, sistemas de vigilancia ante intrusiones (hackers) y cosas por el estilo. En el proceso de construcción de las instalaciones se demandará mano de obra y servicios de todo tipo y las instalaciones en sí mismas requerirán la fabricación de componentes electrónicos en medio mundo, de los más punteros que existan. La decisión de ayer es revolucionaria para la economía de todo el país.
Es importante ver que el poder que están alcanzando las empresas tecnológicas, prácticamente todas ellas norteamericanas, es enorme, y realmente difícil de acotar. Amazon, Meta, Nvidia, Alphabet (Google) Microsoft, Tesla… son conglomerados que facturan cifras disparatadas, con valores de cotización ampliamente superiores en algunos casos a nuestro PIB, y que toman decisiones de inversión que alteran las economías globales, que se mueven en función de sus resultados y los avances que de las tecnologías que desarrollan. Frente a ellos nuestros estados apenas pintan nada, y lo mejor que pueden hacer es poner facilidades para que las inversiones nos lleguen. El mundo está en sus manos.
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