viernes, mayo 10, 2024

BBVA y Sabadell, segundo asalto

El otro día puse un tuit que resultó ser gracioso. Comentaba cómo el BBVA había recibido nuevamente calabazas por parte del Sabadell, lo que demostraba lo difícil que es ligar para un vasco, sea cual sea el contexto. Y sí, son dos veces las que el banco vasco, aunque en gran parte ya sólo lo sea de nombre y sede social, ha intentado una operación de fusión con el Sabadell, y en todas las ocasiones la cúpula de la entidad catalana se ha negado. Lo que ocurre es que algo tonto habita en los genes norteños que nos lanza a obtener calabazas una y otra vez por mucho que nos cierren la puerta. No aprendemos, somos tontos.

La oferta lanzada por BBVA se basaba, sobre todo, en un canje de acciones, y una incorporación de la directiva del Sabadell al consejo de administración de la nueva entidad fusionada, con dos sedes operativas, Madrid y Alicante, y una social, Bilbao. La junta del Sabadell consideró que la oferta era escasa, y basada principalmente en papelitos, léase acciones, y dijo que si no se ponía mucho más efectivo encima de la mesa no habría nada que hacer. Tras la ruptura de las negociaciones entre los directivos, y unos días de espera sin noticias, el BBVA ha decidido lanzarse a una OPA directamente al accionariado, con las mismas condiciones que las que presentó a la directiva. El canje es de una acción de BBVA por cada cuatro y poco del Sabadell, y ahora se abre el plazo para que los inversores del banco catalán escojan y muestren si aceptan la oferta. Entre su accionariado hay miles de minoristas de todas las procedencias posibles, inversores institucionales y fondos de inversión que también aparecen en el listado inversor del BBVA. Si la mitad más uno de la masa accionarial acepta la oferta la OPA se lleva adelante sea cual sea la opinión de la junta directiva. Creo que no existe lo que se llama un núcleo duro en el Sabadell, es decir, un paquete accionarial de referencia con peso capaz de decidir en caso de que el porcentaje de accionistas que acudan a la OPA sea elevado, pero no alcance un punto crítico. Desde todas las instituciones públicas la opinión mostrada ha sido coincidente, y contraria, quizás también porque estamos en plena campaña de las elecciones catalanas y defender la pérdida de la titularidad de un banco en pleno mitin debe ser una buena razón para perder votos. La contundencia ha sido curiosa, y veremos si tras el escrutinio se mantiene. El único que ve con buenos ojos la operación es el BCE, el supervisor, que desea que las entidades europeas se refuercen y sabe que un banco grande y saneado es más sencillo de inspeccionar que dos, uno de ellos pequeño y más sujeto a los avatares del mercado. Desde el BCE y el resto de reguladores se repite que la operación deberá respetar las leyes de competencia entre entidades y con los consumidores, y se mira de reojo la segura pérdida de empleos que supondrá. Esto último es una excusa cogida por los pelos, porque las plantillas de banca van a seguir disminuyendo en todas las entidades en paralelo a un proceso de digitalización incesante que es ajeno a las operaciones corporativas. Pregunte en su entorno cuántos tienen instaladas apps de fintech o la última vez que visitaron una entidad para un trámite. Lo ideal para el BCE, y para mi, es que estuviéramos ante una operación intraeuropea, es decir, que el BBVA comprase otra entidad de otra nación o que una de otro país comprase Sabadell, porque eso supondría una integración financiera real en el marco de la UE y la creación de nexos entre nuestras naciones. Sería una operación deseable, pero en este caso la oposición de los gobiernos nacionales sería aún más rotunda, como ha sucedido en ocasiones pasadas, y eso es un escollo enorme para este tipo de operaciones.

¿Qué va a suceder? La historia de las OPAs hostiles, hostiles para la entidad que puede ser comida, no es muy halagüeña en España, con el recuerdo de lo que se vivió en el mundo de la banca en la época de Mario Conde y el culebrón de Endesa. Sin descartar la presencia de un caballero blanco, el tercero que aparece al rescate del que está en riesgo para ser él el devorador, el mercado por ahora castiga claramente a BBVA y revaloriza Sabadell, en una valoración de urgencia, de meros costes de la operación, que no tiene mucho que ver con lo que pudiera ser el comportamiento de una entidad unificada. No lo tiene fácil el BBVA para lograrlo y que las autoridades políticas se lo permitan, pero la historia, que puede ser larga, merecerá seguirse.

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