Ya el lunes por la tarde noche la DANA empezó a dejar un rastro de destrucción en las zonas en las que empezó a materializar su fuerza. Las provincias andaluzas de Málaga, Granada y Almería fueron las más azotadas, con inundaciones locales y fenómenos puntualmente muy severos, como la granizada que afectó a El Ejido y que, con bolas del tamaño de pelotas de tenis, destrozó todo lo que estuviera en el suelo, fuese coche, invernadero o cualquier otro enser. Sin embargo, todo esto no fue sino el anticipo de lo que sucedió ayer, cuando el centro de la depresión se colocó en Marruecos, cerca de Marraquesh, y las bandas de precipitación de gran convección empezaron a llegar a la península.
Dentro de las muchas zonas afectadas, destacan dos. Una es la localidad albaceteña de Letur, en la zona montañosa que separa la Mancha y Murcia, lugar en el que vientos como los de ayer, por la orografía montañosa, generan una gran capacidad convectiva, alimentada en este caso más que de sobra por el aire frío que estaba en las capas altas. El pueblo, en el que no he estado, está en una zona abrupta, llena de cortantes y barrancos, tiene cuestas abundantes y es el acceso a unos parajes naturales conocidos por su belleza. Las trombas de agua que cayeron ayer no tuvieron otra que seguir la bajada de las montañas y se encontraron a su paso con el pueblo, que se transformó en una especie de espigón en medio de un mar embravecido. Las imágenes en redes no dejan lugar a dudas sobre la violencia de las cataratas que han asolado la localidad y dejado varios desaparecidos, a los que se les sigue buscando. La otra zona afectada, mucho mayor en dimensión y, me temo, destrozos y vidas perdidas, es Valencia, su provincia, y en concreto el conjunto de localidades que desde Utiel Requena llegan hasta los aledaños de la propia capital. Durante gran parte del día de ayer un frente tormentoso estuvo prácticamente estacionario sobre esa zona, aumentando de tamaño, degenerando en algo que se llama sistema convectivo de mesoescala (huyan de eso si les sale al paso) que reciclaba constantemente el aporte de humedad que le llegaba a través del viento de levante en cortinas de precipitación que eran imposibles de evacuar, ni allí ni en ninguna parte. Hay registros de varias localidades en los que se superan los trescientos litros por metro cuadrado, y en algunos casos se alcanzan los cuatrocientos, dimensiones difíciles de imaginar y que son propias de fenómenos estilo huracán o lluvias monzónicas. Son niveles de precipitación inasumibles ante los que da igual el terreno, la infraestructura o lo que se pueda haber previsto, nada es capaz de contenerlos. Las dimensiones de la inundación, por su extensión y destrozos, pueden ser realmente históricas. A lo largo de la tarde noche de ayer se iban conociendo vídeos y testimonios de particulares que relataban como el mar de agua y lodo en el que se había transformado su comarca iba engulléndolo todo, dejando las calles de sus pueblos llenas de coches flotando, que se movían al ritmo de una corriente impetuosa que no daba tregua. Subirse a lo más alto de las viviendas, para los afortunados que estaban en casa, era la opción más segura, pero muchas personas se vieron atrapadas en sus vehículos volviendo del trabajo, yendo de un lado a otro haciendo lo que tenían previsto, las miles de contingencias del día a día que uno pueda ser capaz de imaginar. Varios millares quedaron atrapados en transportes públicos, como el caso del tren, o en grandes carreteras como la A3, cortadas en numerosos puntos, perdidas en medio del mar de lodo que iba anegándolo todo. Muchos de ellos han pasado la noche allí, en el punto donde el agua no les dejó seguir, y los servicios de emergencia, que no han parado en toda la noche han sido incapaces de atender todas las llamadas de socorro en una zona tan extensa y poblada, en la que muchos miles de habitantes han podido verse afectados de manera seria.
Con el inicio del día podremos hacernos a la idea de la magnitud del desastre que se ha causado, de la dimensión de las zonas afectadas y, me temo, de las víctimas que se han podido dar. Mazón, el presidente de la Generalitat, ya ha confirmado que hay fallecidos, pero a esta hora no se sabe ni cuántos ni quienes. Vienen horas y días duros en los que las labores de búsqueda van a estar llenas de angustia y mierda arrastrada por la riada. Las administraciones y especialistas de rescate van a tener mucho trabajo para que esas labores sean lo más rápidas posible, pero aún hay zonas a las que el mismo acceso resulta casi imposible. Sobre los daños materiales, que pueden ser inmensos, tardaremos bastante en saber su magnitud precisa. Ahora eso es lo de menos.
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