viernes, octubre 25, 2024

La caída de Errejón

Ahora resulta que empiezan a salir voces autorizadas diciendo que lo de Errejón era muy conocido, que desde hace tiempo, en su partido y aledaños, se sabía de sus comportamientos y que le habían dado más de un toque al respecto. Eso debe ser lo de la tolerancia cero ante los abusos y el creer a las víctimas. Pues sepan ustedes que yo no tenía ni idea de nada, no me había llegado rumor alguno y para mi fue una sorpresa descubrir, a lo largo de la tarde, el pastel que se destapaba en torno a los comportamientos privados de Errejón, presuntamente delictivos, que por la noche ya incluían el anuncio de la presentación de una denuncia por parte de una de las víctimas ante la policía. Asombroso.

No merece ni un minuto detenerse en el comunicado difundido por Errejón, un texto lleno de farfolla, pedantería y palabras huecas en las que, sobre todo, el autor intenta aparecer como una víctima de lo que ha hecho, y le echa la culpa de todo a conceptos de sociología como el patriarcado, el neoliberalismo y otras cosas por el estilo que no son sino recursos baratos de una presunta inteligencia que trata de ocultar lo que, parece, ser un comportamiento de abusador de toda la vida. A pesar de su apariencia de no haber roto un plato, Errejón parece que destrozaba vajillas, en forma de mujeres a las que accedía por su posición, por el poder, por la relevancia pública de su cargo y vida, y que el consumía y trataba como si fueran objetos. Es un caso clásico de uso de la posición de poder para conseguir lo que no es posible de otra manera. Algunos, a lo Aldama, se forran, y otros, a lo Errejón o Ábalos, se ven sometidos por su entrepierna, todo ello con las presunciones debidas. En casi todos los casos de abuso sexual se da una posición de poder, una dominación, alguien que ocupa un puesto de mayor relevancia económica y social y el abusado, que está en inferioridad, que cuando es consciente y quiere negarse a lo que está pasando sabe que debe renunciar a una vida, ingresos, seguridad, y caer en el pozo de la pobreza en no pocos casos. Eso da al abusador toda la ventaja del mundo, y de ahí al horror apenas queda un paso. En el entorno de trabajo en el que ambos elementos se mueven las tornas suelen estar claras, y el que detenta la posición de poder tiene toda la ventaja posible para enmascararse, conseguir coartadas, recabar apoyos de los suyos, que no suelen ser los últimos de la clase precisamente, y así mantener la ficción de que nada hace, de que es inocente, de que esos rumores no son sino maledicencias. En este caso las explicaciones que deben dar todos los que pertenecen a ese invento mal llamado Sumar y a lo que queda de Pablemos son amplias, porque la trayectoria de un sujeto de este tipo no se crea con un caso ocasional, con un desliz no deseado que es un borrón, sino con reiteraciones, con abusos continuados, con un reguero de víctimas que se suceden en el tiempo, que viven experiencias similares y que han sido engañadas de una forma parecida (cada uno de estos sujetos posee una táctica propia que le caracteriza y reitera, porque aunque sea incomprensible, les funciona) por lo que será amplio el tiempo en el que estos sucesos se han dado, y numerosas las personas que lo conocían, tanto en los partidos como en sus proximidades. ¿Cuántas de esas voces tan gritonas sobre los derechos de la mujer sabían algo y no han dicho nada? El mismo Errejón era un baluarte en lo que se refiere a feminismo y parece que resultaba ser todo lo contrario. Ante el depredador confeso, ¿cuántos han sido los silencios cómplices necesarios para que ejerciera su labor destructiva? ¿quiénes, sabiendo, miraban hacia otro lado y, con toda la desvergüenza del mundo, proclamaban discursos que eran vejados en el despacho de al lado? Si la formación de Yolanda Díaz ya ha demostrado desde su inicio ser un fracaso político, este caso puede ser su puntilla. Por parte de Pablemos, se sentirá encantado al ver como uno de sus odiados, uno de los que le traicionó, se hunde entre las sombras. Pero también debiera explicar lo que sabía, desde cuándo, y si calló, por qué.

En lo ideológico Errejón era el típico hipócrita que vive como un rico en occidente y proclama que el paraíso es una dictadura comunista latinoamericana, de esas a las que visitaba para ser agasajado y cobrar. Rodeado de una pátina de intelectual, fabricante de frases tan pomposas como vacías e incomprensibles, Errejón era la cara amable del estalinismo moderno encarnado por Pablo Iglesias. Ambos comenzaron su aventura ideológica juntos, y el ansia de poder les separó. Ahora Errejón se enfrenta a posibles cargos penales y el ostracismo social, y se convertirá en fácil objetivo de los que quieran hacerse los puros, pero que probablemente esconden en sus armarios mierdas similares a las que nos ocupan. Cuánta hipocresía.

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