Parece que Biden se empieza a asustar seriamente por el desarrollo de la guerra de Gaza. Entendámonos, no lo hace por las consecuencias para los palestinos y la seguridad global del actual conflicto o de una extensión del mismo, no, sino por las encuestas internas que le muestran como día a día la opinión de sus votantes es cada vez más contraria a la postura israelí. A seis meses de las presidenciales el anciano presidente no puede permitirse perder un solo voto por culpa de una guerra que comenzó sin que EEUU estuviera al tanto de los preparativos de Hamas y que se ha convertido en una carnicería parcialmente televisada gracias a la furia con la que actúa su socio, Israel, descontrolado.
Ayer, en una entrevista, dijo por primera vez en público que la estrategia que está siguiendo Netanyahu en Gaza es un error, lo que supone la primera declaración claramente en contra por parte de la Casa Blanca, de desautorización de la actitud de su aliado. Ruega EEUU que las conversaciones que están teniendo lugar en Egipto lleguen a algún tipo de acuerdo, para que una tregua se abra paso y que las escenas de escombros y cadáveres provenientes de la franja desaparezcan de las televisiones norteamericanas, pero todo parece indicar que Washington ya no tiene el control absoluto de lo que hace su socio israelí, y que Netanyahu va por libre. La presión que se ha dado en estos días, tras el asesinato de los cooperantes de la ONG de José Andrés parece haber hecho frenar el ímpetu militar hebreo, pero sin que los planes principales que emanan del gabinete israelí hayan cambiado en el fondo. La retirada de las tropas de Jan Jounis ha sido acogida con sorpresa y recelo, porque no está claro el por qué de ese movimiento, pero hay dos hipótesis principales. Una, la de liberar algunas de esas fuerzas para tenerlas preparadas en caso de que Irán o Hezbollá, tanto monta monta tanto, lanzan una ofensiva en el norte, en la frontera con el Líbano. La otra es que dejando las ruinas de esa ciudad gazatí sin cobertura militar muchos de los habitantes de la franja pueden dirigirse a ella dejando Rafah, que es donde ahora se concentra la inmensa mayoría de los que aún viven en aquella zona, lo que permitiría al ejército israelí lanzar su anunciada ofensiva sobre esa ciudad alegando que ahora sí hay un destino al que los palestinos que no sean de Hamás pueden acudir para refugiarse, las ruinas de Jan Jounis. Sea cual sea la causa de la retirada, no parece ser debida a un deseo de apaciguar o a resultados de las negociaciones egipcias, por lo que no sería síntoma de una próxima tregua. Y claro, desde Washington se contempla con horror la posibilidad de que el asalto de Rafah suponga miles de nuevas víctimas y semanas de exposición mediática a un horror que el votante de Biden ya no va a soportar. A cada día que pasa es más urgente separar lo que sucede en Gaza de la campaña, o eso al menos es lo que busca Biden, por lo que cada día que la guerra sigue es un destrozo electoral que aumenta. En algunos estados de los llamados bisagra, donde la elección entre Trump y Biden se dio por unos pocos votos, y van a volver a ser escenario de un recuento de foto finish, el peso de minorías como la de los votantes musulmanes se convierte en oro para los demócratas. En el pasado no se movilizaron demasiado, pero en todo caso la inmensa mayoría de sus sufragios cayó para el bando demócrata. Desde hace meses los portavoces de estos votantes llevan clamando por un voto de castigo a ambos candidatos, que no ven que tengan una posición muy distinta en su apoyo a Israel, y si es cierto que Trump no contaba con ellos, Biden sí, por lo que es él el que puede salir perdiendo por todos estos movimientos. De ahí las declaraciones de ayer y los posicionamientos cada vez más rotundos de los portavoces de la Casa Blanca abogando por un acuerdo y, en todo caso, separándose sin cesar de las posiciones del gobierno Netanyahu.
¿E Irán? ¿Qué prefiere Irán que suceda en este contexto? Es una señora pregunta. Terminado ayer el ramadán, a partir de hoy se puede producir en cualquier momento la anunciada respuesta por parte de Irán al ataque de su consulado en Siria. La dimensión de ese ataque y si eso se puede convertir en un nuevo frente de guerra o en una seria escaramuza diluida en un par de semanas es algo que resulta casi imposible de predecir. Supongo que en Teherán sopesan todas las alternativas, saben de sus propias debilidades, y buscarán ser lo más efectistas posibles. Y también conocen, como todos, la evolución de las encuestas en EEUU. ¿A quién prefieren de presidente allí? ¿Les vendría bien prolongar el conflicto, alimentando la ira de Netanyahu, hasta el otoño, a las puertas de las elecciones?
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