Dado lo anunciado que estaba el ataque hubiera sido una frustración que no se hubiese producido. La expectativa general era que iba a ser después del martes, final del ramadán, y así ha sido, pero con un retardo prolongado. Al parecer Irán advirtió a países vecinos dos o tres días antes de que era la noche del sábado la escogida para llevarlo a cabo, y de ahí que el proceso de cierre del espacio aéreo en naciones como Jordania, Siria y demás fuera tan sincronizado. En unas pocas horas del sábado era imposible volar por Oriente Medio, zona que ya registraba un descenso en el tráfico por la suspensión decretada por varias aerolíneas comerciales occidentales desde hacía ya casi una semana.
El ataque ha consistido en el lanzamiento combinado de misiles y drones, en una cifra conjunta que supera por poco las trescientas unidades, disparados tanto desde el territorio iraní como de algunas de las bases que Teherán posee en Siria y territorios cercanos. El objetivo principal eran infraestructuras militares israelíes, bases y aeropuertos sobre todo, pero fueron varios los que sobrevolaron las ciudades hebreas, con Jerusalén como principal escenario, donde se vieron trazas de motor cohete en abundancia en lo alto de sus cielos. Por el número de elementos empleados, el ataque es significativo, y para ser el primero de la historia lanzado oficialmente desde y por Irán contra Israel, es llamativo. Llama la atención que han sido los drones los elementos más utilizados para el ataque, por encima del recurso clásico de misiles, sean cuales sean sus características. La capacidad iraní de producir drones de ataque se ha relevado como amplia, y lamentablemente, vemos en Urania casi a diario como los que origen y diseño persa se emplean al servicio de las fuerzas rusas, golpeando de manera efectiva a las poblaciones civiles y matando gente. Para repeler el ataque Israel ha vuelto a hacer uso de la “iron dome” la cúpula de hierro, un sistema de antimisiles que busca interceptar los proyectiles que se lanzan contra su territorio. Compuesto por baterías Patriot, entre otro tipo de elementos, es una muestra de lo más sofisticado que existe en tecnología de defensa, y la noche del sábado mostró lo eficaz que puede llegar a ser. A penas unos pocos de los lanzamientos iraníes llegaron a impactar contra objetivos en tierra, causando daños menores y apenas un par de heridos. El susto ha sido enorme, pero el resultado conseguido, casi nulo. Afirma Israel que el 99% de los proyectiles han sido abatidos, y viendo las imágenes que circulan por las redes puede uno comprobar como más de uno y dos de ellos logra impactar contra el suelo y explotar, por lo que ese porcentaje parece exagerado, pero no creo que esté muy alejado de la realidad. La demostración de eficacia del escudo protector de Israel ha sido evidente, y deja claro que el país posee un sistema como casi ninguna otra nación en el mundo. Si uno de los objetivos del ataque era testar las capacidades de la cúpula de hierro ante una situación de guerra real, se puede decir que el examen ha sido superado con éxito por parte de la tecnología. Las escasas consecuencias sobre el terreno del ataque pueden hacer pensar que estamos ante un bluf, una pantomima, pero no es tanto eso como la eficacia de un sistema que impide al agresor alcanzar sus objetivos. La presencia del airbag puede salvar al conductor, pero no reduce la intensidad del accidente, sólo la de sus consecuencias, que es lo que se busca. En la noche del sábado la tecnología norteamericana de defensa triunfó frente a la persa de ataque, en el formato en el que se desencadenaron las hostilidades. No siempre tiene por qué ser así, pero afortunadamente es lo que pasó.
Un breve apunte sobre las opciones de escalada de esta crisis. Creo que son escasas. Ni a Israel ni a Irán les interesa lanzarse a una guerra abierta entre sus naciones. Tel Aviv no contaría con el apoyo norteamericano para ello y el régimen de Teherán no está para embarcarse en guerras de grandes dimensiones. La posible respuesta que realice Israel ante lo sucedido el sábado nos puede llevar a una espiral de acciones y reacciones peligrosas, pero creo que no conducentes a una guerra total. Irán está más cómodo actuando en la retaguardia con sus grupos proxy, e Israel tiene varios frentes abiertos, empezando por Gaza, que debe controlar ante de lanzarse a por otros. Sustos, sí, serios, sí, pero no veo aquí potencial desestabilizador global. Espero no equivocarme.
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