No soy muy amigo de las teorías retorcidas, pero a veces suelen ser efectivas. No es lo habitual, pero la realidad nos enseña que casi todo puede ser posible. Hay una que me ronda desde hace tiempo referida a la guerra de Israel contra Hamas que, a medida que los combates avanzan, adquiere un significado más profundo y parece autoconfirmarse. Resumidamente ¿Y si la salvajada que está haciendo Israel en Gaza fuera precisamente lo que buscaba provocar el ataque del 7 de octubre? Al poco de empezar esa guerra, la legitimidad de Israel en combate se ha ido evaporando y su imagen en el mundo se ha destruido en una gran parte.
Pensemos. Pongámonos en la mente de uno de los líderes de Hamas, que no viven en la franja de Gaza, sino en Qatar o Irán, a resguardo de todo. Contempla como la sociedad israelí se manifiesta día tras día contra el gobierno del corrupto Netanyahu, obseso por aprobar una reforma judicial que le permita librarse de los delitos de corrupción que le acosan, una especie de autoamnistia, que seguro que lo entenderemos mejor. Bibi preside el gobierno gracias a una coalición con ultraortodoxos, extremistas en todas sus posiciones, también en lo belicista respecto a la relación con los vecinos. El gobierno está asediado por la sociedad y es débil. Los de Hamas, desde la distancia, saben que, en estas condiciones, si lanzan un ataque serio contra Israel nadie frenará a los halcones a la hora de desatar una guerra cruel contra los palestinos de Gaza, y el primero que la alentará será el propio Netanyahu, que vería en esa guerra la excusa ideal para aferrarse al poder y no responder por sus presuntos delitos. Los movimientos del gobierno israelí con Arabia Saudí de cara a firmar pactos de cooperación y reconocimiento también les inquietan, y creen que eso debe ser cortado de raíz. ¿Cómo? Si jugamos al toreo, podemos encabritar al astado para que, cuando le pongamos el capote como señuelo, embista con toda la rabia y se estrelle contra el estoque, o lo que le pongamos por el camino. A los líderes de Hamas no les importan los palestinos de Gaza, y de hecho consideran un beneficio creciente para su causa que el número de fallecidos en la franja como consecuencia de la respuesta israelí sea el más alto posible. Cuantos más mueran mejor, porque peor se rebelará el comportamiento de Israel ante propios y extraños. ¿Puede suponer eso perder la franja? ¿La propia Hamas quedaría muy dañada por una respuesta militar masiva? Sí, pero como en una partida de ajedrez diabólica, se puede soportar el sacrificio de algunas de las piezas si el objetivo final es alcanzado, y peones y alfiles se pueden perder si se da caza a la dama y al Rey. Además, una guerra desatada en el sur debilitará a las fuerzas israelíes y a su economía, y la puede dejar mucho más vulnerable ante posibles represalias por parte de Hezbolá en el norte, milicia pro iraní de una entidad militar mucho más potente que Hamás. Los estrategas, desde su cómodo refugio, aprueban el plan, y diseñan una acción contra Israel lo más intensa, cruel y despiadada posible, que sea imposible que la ira desatada se contenga, que fuerce a las IDF a una guerra total, que sea imposible que el animal herido no se encabrite y caiga en la trampa. Se movilizan comandos, milicianos, todo tipo de elementos de ataque y se fragua una operación salvaje, en la que, además del ataque contra la población israelí fronteriza con Gaza, se produzcan evidentes ensañamientos, tipo violaciones, degollamientos y destrucción de cadáveres, que sean vistos como lo que son, una afrenta absoluta. Si todo va como está planeado, el gobierno extremista de Israel arrasará la franja y sus aliados lo abandonarán ante la carnicería de venganza desatada, y ese momento será el ideal para una estocada mayor.
¿Retorcido? ¿absurdo? En parte sí, pero tiene una cierta verosimilitud, y la evolución de los combates está dejando, además de una franja de Gaza arrasada y miles de palestinos muertos, la destrucción de Israel como socio y aliado para las potencias occidentales, que tratan de salir como pueden de una guerra cada vez más sucia. El descontrolado Netanyahu parece estar cumpliendo a rajatabla ese guion en el que su actitud suicida y xenófoba pone en bandeja a los líderes yihadistas el objetivo de tener a Israel a punto de caramelo para lanzar contra él una ofensiva total. Hay paranoia en la sociedad hebrea por una posible respuesta desde el norte.
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