Hoy es 23 de abril, el día del libro, una jornada de descuentos en las librerías y de celebración del mutuo placer de leer y recomendar. Las rosas de Sant Jordi, bella costumbre catalana, estarán por todas partes y autores y lectores compartirán ideas sobre los textos que han sostenido juntos, unos creándolos y otros dándole vida. En el paraninfo de la Universidad de Alcalá recibirá el premio Cervantes Luís García Montero, a quien he leído menos de lo debido. Es un bonito día para los que amamos los libros, que tratamos de extenderlo a lo largo de todo el año. Los aniversarios sirven de recordatorio, pero son inútiles como islas en el mar del tiempo.
Pero, ay, tampoco podemos ser ingenuos. No todo lo que se publica es maravilloso. El libro es un formato ideal que perdura desde hace siglos y lo que le queda, pero lo que en él se escribe puede tener mayor o menor valor, o ser incluso contraproducente. Por ejemplo, de un tiempo a esta parte la sección de las librerías que más crece es esa que se ha bautizado como Autoayuda o Crecimiento personal, o cosas por el estilo. No se si por moda o porque realmente ahora sucede más, pero es casi imposible pasar por la entrevista de alguien conocido que no confiese que ha acudido a terapia, que ha necesitado tratamiento psicológico o algo por el estilo. De la estigmatización del sufrimiento mental y emocional hemos pasado a un cierto alardeo del mismo, cosa que sucede con todos los fenómenos sociales, hasta que se banalizan por completo y, pasada la resaca, suele quedar lo realmente valioso de ellos. Pues bien, subidos a esta moda se han disparado los títulos que tratan de ayudar a aquellos que lo necesitan, o al menos así se venden. Personajes que se hacen llamar doctores, expertos en psicología, conferenciantes de prestigio y una fauna de lo más diversa llena muestrarios con volúmenes no muy grandes pero nada baratos sobre los trescientos catorce consejos para llevar una vida mejor, la manera más adecuada de ser uno mismo, las vías para conocerte y llegar a los demás, las proteínas que en forma de persona servirán para construirte y un montón de lemas por el estilo, a cada uno más vacío y pomposo, que no hacen sino girar y girar en torno al concepto de “si crees, puedes” lema de una peligrosidad enorme, porque hace creer a quien se ha convencido del mismo que la vida no es sino el resultado de lo que tu pienses de ella y de cómo la afrontes, cosa que es completamente falsa. Si, como suele suceder, la vida te pega varios palos y muchas de las cosas que deseas no las logras, aunque creas mucho en ello, el corolario del lema es que no has creído lo suficiente y, por tanto, la culpa de lo que te pasa es tuya. Eso te hunde aún más en un pozo depresivo, pero nada, ahí aparecerán una nueva hornada de publicaciones que te dirán que la culpa es tuya, pero que debes de creer aún con más fuerza, y levantarte, porque el mundo está hecho para ti, y los demás son tuyos, y si te autoconvences de verdad de verdad de la buena vas a salir del hoyo y triunfar en todo lo que te propongas. Y así una y otra vez, un bucle constante de mentiras destinadas a personas que han sido golpeadas por las circunstancias de la vida. Como todos hemos sufrido porrazos de más o menos importancia, porque eso es vivir, el comprador potencial de estos libros de autoayuda es todo el mundo, lo que es fantástico. No estamos ante una literatura de género que a unos gusta, pero a otros no. A todos se nos han muerto allegados, hemos tenido crisis en el trabajo, desastres en las relaciones de pareja, sueños frustrados, etc, y todos tenemos heridas en nuestro interior causadas por lo que nos ha sucedido, o lo que hemos presenciado en nuestro entorno. Así, el potencial comprador es el mundo entero, y claro, entre tantos no serán pocos los necesitados de ayuda que acudirán ahí a la búsqueda de un remedio, como lo harán ante cualquier opción donde crean que puedan encontrarlo. Ya lo siento, pero esos libros son una estafa que no va a ayudar a nadie.
Bueno, a alguien sí, al autor y editor, porque se van a quedar con algo del dinero del sufrido comprador, que va a seguir tan mal como antes, pero con unos cuantos euros de menos en el bolsillo. No hay recetas mágicas para afrontar la vida, como tampoco para hacerse millonario ni para seducir ni nada de nada. Quien eso vende es un poco más listo que la media, eso es verdad, sabe detectar las carencias de los que les rodean y encuentra la manera de, a través de ellas, hacer negocio. Es un engaño, sí, pero que no deja de repetirse. Sinceramente, cada vez que veo una montaña de libros de ese tipo me dan ganas de denunciarlos. No compren nada de eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario