viernes, abril 21, 2006

La ira de Dios

En la tarde del Miércoles 19 de Abril, un rayo impactó contra la espadaña de la iglesia de Prioro, pequeño pueblo de León, mientras en el pórtico tenía lugar la recepción de un cadáver para su posterior entierro. La lluvia impidió realizar este acto en la explanada sita frente a la iglesia y, probablemente, salvó la vida a la gente allí reunida, que hubiese sido alcanzada directamente por los pedruscos de hasta 100 kilos de peso que se desprendieron del campanario. Más de veinte heridos, algunos graves, destrozos abundantes en el edificio y anexos y un susto imborrable para todos los que presenciaron semejante espectáculo.

Me encantan las tormentas, no voy a negarlo. Cuando estoy en casa y se acerca una abro la ventana y disfruto plenamente, y en Elorrio se aprecian más los gritos de mi madre que el ruido de los rayos. Son un espectáculo impresionante, lleno de luz, ruido y fuerzas desatadas que le hacen a uno sentir pequeño e insignificante. Esas nubes enormes, cúmulo nimbos de desarrollo vertical, que crecen en las tardes de verano, inflándose como algodones de azúcar o berzas sometidas a un tratamiento de esteroides suelen ser el presagio de los rayos y truenos. Cuando huele a tormenta, sensación producida por el ozono que se crea ante la electricidad ambiental, se puede empezar a correr, buscar refugio y prepararse a mirar, sentir como la oscuridad cae sobre uno y otras cosas también. Lluvia fuerte, granizo, ramas y hojas arrancadas por el vendaval.... Es una de las imágenes más típicas del verano ya que, aunque las tormentas, en cualquier época del año son fascinantes, en esos meses es cuando mejor se puede ver la formación de las nubes, su crecimiento y desarrollo.

Ahora hay grupos de aficionados que se reúnen y, como en la película “Twister”, se dedican a cazar tormentas. En España han montado una
web muy espectacular, recomendable para todos los aficionados a estos asuntos, pero en Priero fue la tormenta la que les pilló a ellos. Me imagino la escena, con el cadáver en el pórtico, los feligreses rezando y, quizá no porque ya no se estila, cantando el “Dies Irae”, o, más seguramente, el responso que dice “Dale Señor el descanso eterno y brille sobre él la Luz eterna” y, en ese mismo instante, la luz llegó y cegó a todos. Impagable escena, de película de terror.

No hay comentarios: