miércoles, abril 19, 2006

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Hoy hemos tenido reinstalación informática en el trabajo. Bueno, exactamente ha sido esta noche. Se cambiaban una serie de servidores con el objeto de aumentar la capacidad y velocidad de la red, que no es muy buena, la verdad. Según el correo que se nos envió, ayer a las 19:00 se apagaba todo y hoy debiera funcionar correctamente. Y la verdad es que por ahora lo hace, lo que me ah llevado a pensar en las consecuencias de que no lo hubiese hecho, de que llegásemos aquí por la mañana y nada funcionase, y el panorama puede ser desolador.

De hecho, tuvimos una experiencia de todo eso el 7 de julio del año pasado, el día de los atentados de Londres. Una hora antes de que la noticia se diese a conocer, se fue al red, y los ordenadores se quedaron tontos, aislados y sin nada que proporcionar a sus usuarios. El vacío que esto produce es sólo comparable a la frustración que se siente cuando no puedes hacer nada y no sabes como contribuir a que las cosas avancen. Y en medio de todo eso empezaron a llegar noticias dispersas de que había habido un atentado (o similar) en el metro de Londres, muertos, confusión, y sin Internet, ni correos ni nada. Era una especie de viaje en el tiempo, a la época de los transistores, las voces y los rumores. Estabas desconectado, desenchufado, y para un fanático de la actualidad y las noticias como yo esa era (y es) una sensación muy desagradable. Telefoneé a casa para saber que estaba pasando, mientras delante de mí una pantalla plana reluciente no dejaba de mandar mensajes de error y parecía echarme la bronca, por ser un humano tonto y desvalido.

Y en ese caso el problema fue sólo de una incidencia de red, con errores en correo, Internet y aplicaciones. La idea de un apagón, de una falta de fluido que inutilice ordenadores, ascensores (visto desde una planta 19 no es un asunto baladí), el metro, electrodomésticos, máquinas expendedores, cajeros automáticos, etc es, sencillamente aterradora. Vivimos enganchados a una red de objetos que nos satisfacen necesidades básicas pero que dependen de factores ajenos, de tormentas en el cielo o en Iran, de precios de materias primas y designios oscuros, y su mera existencia nos parece habitual, pero a veces la pesadilla se hace presente y las cosas se apagan, y entonces.......... todos miraremos a las oscuras pantallas con cara de ovejas desvalidas.

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