viernes, octubre 17, 2008

Como en los libros de historia

Cuando era pequeño y estudiábamos historia de España, cosa que no se si se hará hoy en día, me refiero a lo de estudiar, historia y España, no lo de ser pequeño, pasábamos siempre por la época de la decadencia del imperio de los Austrias. A partir de Felipe III el panorama empieza a ser desastroso. Derrotas, caídas pérdidas y quiebras. Sí, el país, endeudado hasta las cejas, se declaraba en quiebra (bueno, más exactamente la monarquía, que era la detente de los derechos y obligaciones) y llegaban los banqueros alemanes y suizos y se lo llevaban todo. Se me hacía extraño, y pensaba entonces, y lo mismo hasta hace pocos días, que eso eran cosas del pasado.

Pues resulta que no. Islandia está técnicamente en quiebra. Un país curioso Islandia, que surge geológicamente en medio del Atlántico norte, como cima de la línea de plegamiento que está ensanchando el Océano Atlántico. Volcánico, lleno de fuentes termales y géiseres, quizá sea más conocido por ser el lugar en el que Julio Verne situó la puerta de su viaje al centro de al tierra, en la cima del volcán Snefels, concretamente. Pues bien, con una población de 300.000 habitantes, poco más o menos Bilbao ciudad, Islandia ha vivido su particular boom financiero los últimos años. Impuestos atractivos y rentabilidades exageradas llevaron allí capitales de otros países, especialmente nórdicos e ingleses, y el negocio crecía sin parar. De hecho hace poco más de un año leí un reportaje en prensa donde calificaban a este país de modelo de sociedad, dado los enormes ingresos que obtenía su pequeño y eficiente estado, y como el nivel de renta de la población era exageradamente alto. El milagro islandés, citaba varias veces. Pues resulta que el milagro ha revertido, y lo que antes era revivir ahora es estar al borde de la muerte. Los principales bancos islandeses están en quiebra, y el estado ha declarado que se ve incapaz., con los pocos recursos que posee, de hacer frente a los depósitos y valores adeudados en entidades locales a particulares de medio mundo. Como los reyes españoles del siglo de oro. Al oír todo esto me quedé el otro día un poco asombrado, y aliviado de no ser islandés, claro, porque el panorama era casi tan oscuro como los cráteres humeantes que salpican su torturada geografía. Va a ser complicado arreglar esto, pero a alguno se le ocurrirá una solución ingeniosa, pensé, y mira por done puede que así haya sido, aunque no se muy bien hasta que punto esto es una broma o una posibilidad real. Algún gracioso puso Islandia a subasta en Ebay, pero resulta que muchos chinos se lo han tomado en serio, y
muchos se han apuntado a una lista para adquirir cuotas de entorno a 10.000 euros con el objeto de acabar comprando el país. Evidentemente esto no tiene mucho recorrido, y no me imagino a los chinos incluyendo esa pequeña isla en sus mapas como una especie de “territorio de ultramar” pero no me negarán que el asunto tiene su cierta gracia, dentro de lo preocupante que es todo esto, sobre todo para los ciudadanos islandeses, que seguramente jamás pensaron que su país saldría en los medios de comunicación como exponente de una crisis que se ceba en todas partes y, mira tú por donde, también en un lugar tan recóndito como ese.

Y como para relajarse de una crisis como esta lo mejor es evadirse un poco, me cojo una semana de vacaciones para estar en Elorrio centro y alrededores, aunque me conozco y estaré tan ansioso por seguir las noticias de la crisis, y de todo lo que suceda, como si estuviera aquí. Soy incorregible en ese aspecto. Sustituiré los periódicos virtuales por los reales y nuevamente, como en un bucle, oiré las comprensivas palabras de mis padres al ver como mi cuarto, pulcro, ordenado y vacío, se llena progresivamente de hojas y papeles, síntoma de vitalidad, sí, pero de ese desorden que tanto intranquiliza a las madres, sin que sepa muy bien a que se debe esa reacción tan universal.

Salvo sorpresa, no habrá nuevas entradas hasta el Lunes 3 de noviembre. Ser felices.

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