miércoles, abril 02, 2025

Le Pen, inhabilitada

Últimamente Francia se mueve a golpe de sentencias, muchas relacionadas con sordideces difíciles de imaginar, pero en este caso se trata de un caso vulgar de corrupción, de desvío de fondos de la UE para el beneficio de una formación política que las utiliza en su propio beneficio, malversación de las de toda la vida. El partido implicado y condenado por ello es el Frente Nacional, el movimiento que tanto aboga por el respeto a la ley y costumbres, que deben incorporar el hacerse con el dinero de todos para el uso particular. La condena incluye la inhabilitación de Marine Le Pen, la líder del partido, que no se ha lucrado personalmente, pero es responsable legal última de la formación.

Las elecciones presidenciales francesas son dentro de dos años, y ahora mismo Le Pen sería la apuesta más segura para poder relevar a Macron, que si no me equivoco no podrá presentarse. La condena, por cinco años, impediría a Marine acceder a esa carrera electoral y ha supuesto una conmoción política en el país vecino y, sospecho, un nuevo factor de división en la ya quebrada sociedad francesa. No tengo objeción alguna por el veredicto, que se fastidie Le Pen por las prácticas corruptas de su partido, pero me da miedo que esto sirva para movilizar aún más a los extremistas galos y que lo utilicen de bandera para exhibir un victimismo falso, hipócrita, destinado a enardecer a los propios y a erosionar las costuras del estado de derecho francés. La catarata de reacciones desde la extrema derecha francesa tras la sentencia, y el vocabulario utilizado, es idéntica a la que podemos escuchar en todos los países por parte de políticos delincuentes que ven como los jueces frenan su actos ilegales. Dictadura de los jueces, sometimiento de la voluntad popular a las togas, violación de la soberanía… un montón de frases altisonantes y huecas que da igual que las repita el sedicioso Puigdemoníaco, Sánchez refiriéndose a su mujer o hermano, Netanyahu, los seguidores de Le Pen o Trump. Todos dicen tener ideologías propias, muy distintas, opuestas, pero en el fondo son muy similares. Son sujetos que sólo aspiran a llegar al poder para ocuparlo y explotarlo en su beneficio, y consideran que el voto electoral les exime de toda responsabilidad pública. Para ellos la ley, eso que nos juzga a todos, no es sino un corsé que debe apretarse sin cesar a los ciudadanos normales, mientras que el Valhala en el que creen habitar todos estos sujetos debe estar ajeno a cualquier interferencia judicial. Si algún magistrado osa emprender una causa contra ellos será tachado instantáneamente de fascista o de woke, escoja usted el bando sectario al que quiera apuntarse, y a partir de ahí el intento de deslegitimación del estado de derecho será constante. En ocasiones esta banda de personajes logra sus más profundos deseos, y el caso del indeseable Puigdemont es uno de los más significativos, ya que se ha elaborado una ley para que él y sus secuaces queden impunes de todos los actos que realizaron durante el golpe separatista de 2017. El caso de Trump se acerca bastante, porque ha indultado a los golpistas que asaltaron el Capitolio en 2021 y, en la práctica, ha conseguido una inmunidad presidencial que avale todos sus actos, pasados y presentes. Varios jueces han impugnado algunos de los polémicos decretos que ha estipulado con su firma gruesa y agresiva, y la reacción de Trump, Musk y los suyos ha sido la de atacar a los jueces. Con un estilo y todo muy similar al empleado por la Ministra de Hacienda para destruir la presunción de inocencia, Trump y cía amenazan a magistrados de todo el país por hace su trabajo, y se niegan a acatar sus decisiones, en lo que no es sino una insubordinación del poder político ante el judicial, en un enfrentamiento profundo que amenaza con herir, veremos a ver con que nivel de gravedad, al estado de derecho, que es el que legitima la convivencia de nuestras sociedades. El camino emprendido por todo este tipo de líderes populistas es peligroso, y puede desembocar en escenarios oscuros, de impunidad y poder desmedido, que es lo que desean para ellos mismos.

Jordan Bardela, el delfín de Le Pen, ha llamado a movilizar a sus bases y ha reclamado manifestaciones en las calles, de apoyo a Marine y de repudio a la sentencia, mostrando una enorme irresponsabilidad. Las sentencias podrán gustar más o menos, pero se acatan y punto. Se recurren si no se comparten, y, cuando se acaba el recorrido judicial, no hay más que decir. Sacar a la calle a miles de personas en contra de una sentencia judicial es una manera de atacar directamente a los jueces, al procedimiento, a la ley. Es una manera de buscar la impunidad mediante el ejercicio de la amenaza. La situación política en Francia se va a envilecer aún más.

No hay comentarios: