jueves, abril 03, 2025

Trump contra el mundo

La puesta en escena del acto de ayer era la de las grandes ocasiones. En un Washington cubierto, sin lluvia, con algo de viento, la rosaleda de la Casa Blanca lucía como un auditorio al aire libre, en medio de flores y abundancia de banderas norteamericanas. Público congregado en sillas sobre el césped y un atril presidiéndolo todo, preparado para la llegada del hombre fuerte, mientras que las apuestas sobre lo que iba a anunciar se disparaban. Bueno, más que el qué, la cuantía de lo que promulgaría. Era la escenificación de lo que, orwellianamente, la presidencia del país había definido como “el día de la liberación”. El escritor, orgulloso y cabreado, se retorcería en su tumba si pudiera.

Casi una hora de discurso inconexo, mal dicho, lleno de mentiras, acusaciones, basura ideológica y ansias de venganza. Una comparecencia bochornosa en lo que lo peor no fueron las formas, sino el fondo. Acabó sacando Trump unos carteles enormes, que no eran el menú de las cafeterías cercanas, no, sino listas de naciones en las que, junto a su nombre, figuraban dos columnas de números. Una, en azul, representaba los aranceles que, según la locura naranja, sufren los productos norteamericanos en esas naciones. Datos falaces, empezando por los de la UE, ya que Trump considera que el IVA es un arancel que pagan los productos importados, cuando es un impuesto indirecto que soportan los consumidores intermedios y finales de todos los bienes y servicios que se producen en la UE. A la derecha del todo, en amarillo, el porcentaje de arancel que EEUU va a imponer a todos los productos que se importen de cada uno de los países de la tabla, aranceles que van desde el 36% que sufrirán los productos chinos hasta el 20% de los de la UE o el 17% de Israel, por poner dos ejemplos. Muchas de las naciones de la tierra figuran en esas nuevas tablas de la ley, pero no todas. Rusia es una de las que no aparece, y no es casualidad. Se supone que EEUU va a imponer un arancel mínimo del 10% a todo lo que se importe, y dado que Rusia tiene sanciones, alegó la Casa Blanca, no se le ha querido penalizar más, pero resulta sintomático, ya es casi un clásico, que el sujeto que preside aquella nación dedique toda clase de insultos a sus socios comerciales y de seguridad, como por ejemplo la UE; pero no sólo, y no diga una sola palabra en su casi una hora de soflama respecto a Rusia, nación a la que se siente atado de una manera casi amorosa. Otra tarde noche de diversión asegurada en el Kremlin ante la actuación de su ya mayor y más fiel aliado. El despliegue de tablas que empezó a circular anoche era enorme, con países y países enmarcados en cuadros en los que se impone un dolor innecesario al comercio global. Con su declaración a todo el mundo, con su insultante forma de dirigirse a él, Trump comenzó ayer una guerra comercial global destruyendo el sistema de acuerdos y tratados que ha llevado años crear y que se acabó configurando mediante organizaciones internacionales como el GATT o la OMC. Ayer Trump liquidó todo esto y decidió que él, que los EEU que él cree que representa, son una fuerza imperial que no debe respetar a nada y a nadie. En su discurso se dedicó a despotricar no sólo contra los demás, sino contra décadas de administración norteamericana, que han hecho de ese país el más rico y poderoso del mundo, y que según el magnate sólo han servido para que otras naciones se rían de las barras y estrellas y les expolien. El nivel de mentiras soeces que iba soltando Trump en su alocución era digno de una cutre barra de bar de la España profunda, pero no, las recitaba sin desparpajo un señor trajeado desde el mayor centro del poder del mundo, con un aire de soberbia que apenas era disimulado, sólo superado por el afán de venganza que reclamaba a todos los demás. El acto de ayer fue la constatación de que el Lord oscuro del Sith se ha hecho con las riendas de la república norteamericana y ha declarado la guerra al mundo.

Más allá de los vaivenes que sufran bolsas y mercados hoy y en los próximos días, estos aranceles van a suponer un freno a la economía global, un acelerón inflacionario, una disrupción en las cadenas de suministro, un coste generalizado y, probablemente, la vía que lleve a una recesión tanto en EEUU como en otras naciones. ¿Pueden cargarse el ciclo de crecimiento que vivimos desde hace años? Sospecho que sí. Lo que desde luego se van a cargar es la imagen de EEUU en el mundo, ese intangible que hace unos días comentaba respecto a Tesla. Ahora mismo en Washington rige un déspota que es nuestro enemigo, y va contra nosotros. Putin y compañía deben estar encantados, pero la inmensa mayoría del mundo está, desde ayer, bastante peor.

No hay comentarios: