martes, junio 25, 2024

Posible debacle tory en Reino Unido

La inesperada convocatoria electoral francesa tras las europeas del 9 de junio centra toda la atención política del continente, pero no son las únicas grandes elecciones europeas antes de las vacaciones de verano. También anticipadas, el 4 de Julio, fiesta en EEUU y Elorrio, Reino Unido acude a las urnas a la búsqueda de un gobierno que le aporte algo de estabilidad tras los tumultuosos años vividos y la sucesión de primeros ministros conservadores que han dejado el pabellón de su partido, el tory, hundido hasta cotas casi impensables. Que van a perder el gobierno es seguro, la dimensión de la derrota es lo que queda por saberse.

La cámara de los comunes del Reino Unido se elige por sistema mayoritario en cada una de las circunscripciones en las que se divide el país, de tal manera que el que gana en ella es el elegido para ocupar el escaño. Esto hace que gran parte de los votos no obtengan representación alguna y que mayorías no muy significativas de voto agregado puedan convertirse en grandes mayorías parlamentarias. Si las encuestas no se equivocan, y los laboristas mantienen los cerca de veinte puntos de ventaja electoral que se estiman, que es muchísimo, pueden alcanzar una victoria en la cámara con una mayoría tan absoluta que la convierta en un rodillo sin fin, con cerca de cuatro quintas partes de los escaños ocupados por diputados laboristas. Los conservadores pueden no ya perder, eso es seguro, sino obtener uno de los peores resultados de su historia, y quedar convertidos en una fuerza residual. La mayor parte de los actuales miembros del gabinete, empezando por el primer ministro Sunak, no revalidarían su escaño, y el poder y dinero asociado a los cargos políticos y representativos abandonaría en masa el partido. Por si esto fuera poco, la decisión del traidor a su nación de Niguel Farage de presentarse a los comicios con su propia formación amenaza con drenar aún más los resultados conservadores, y algunas encuestas lo sitúan muy cerca en porcentaje absoluto de votos. ¿Cómo se traduciría eso en escaños? Es difícil decirlo, y el resultado global puede ser una resta conjunta tanto para los conservadores como para los extremistas de Farage, dado que su desunión favorecería la opción laborista y la llevaría a ser aún más dominante en algunos distritos, pero eso puede depender de pocos votos y habrá que esperar al recuento. Lo cierto es que los conservadores van a recoger el fruto a cinco años de caos absoluto, iniciados tras la mayoría absoluta de Boris Johnson, obtenida a finales de 2019. Histriónico, payaso y absurdo, Johnson se reveló como el peor de los dirigentes posibles ante una crisis de primera magnitud como fue la del Covid, y a partir de ahí el gobierno entró en caída libre. Asediado por los escándalos de todo tipo tuvo que acabar dimitiendo, dejando una imagen de decadencia profunda. Otro vendrá que bueno te hará, debió pensar Johnson viendo la imagen de Liz Truss, su sucesora al frente de los conservadores, una mujer que duró en el cargo menos que una lechuga fuera de la cámara frigorífica del supermercado, en un esperpento de política y economía ficción que, durante unas semanas, hizo temblar todo el sistema financiero británico y llevó a su clase política al ridículo global. Tras esto quizás lo más elegante hubiera sido convocar elecciones directamente, pero a sabiendas de que serían destrozados por las urnas, los conservadores escogieron a un nuevo líder, Rishi Sunak, que ha demostrado ser más serio que todos los anteriores, pero incapaz de remontar el rumbo de un barco sin timón. Nada podía hacer para salvar las expectativas de un partido tocado por el fracaso de esta legislatura, con una población asediada por la inflación y las consecuencias del nefasto Brexit. Sunak ha impuesto algo de orden en sus filas, lo que le han dejado, y comparado con sus predecesores es casi un estadista, pero no podía salvar lo que no tenía arreglo. Harto quizás de todo, adelantó las elecciones unos cinco meses y la semana que viene puede recoger una derrota total.

El próximo primer ministro británico, salvo colosal sorpresa, será el laborista Keith Stammer. Lord, presenta una imagen tranquila, moderada y muy alejada del extremismo que impuso el anterior líder del partido, el fracasado Jeremmy Corbin, la versión especular de Borish Johnson. Su programa es difuso, con referencias al refuerzo en lo social, mayor colaboración con la UE pero ni palabra de revertir el Brexit y la idea fuerza de la tranquilidad y lo predecible tras el caos conservador. Puede tener una mayoría tan absoluta que sería capaz de hacer casi lo que quiera en el país. La economía será uno de sus grandes problemas, dado que no acaba de arrancar, y que la competitividad del país sigue declinando. A ver por cuánto arrasa la semana que viene.

lunes, junio 24, 2024

Vodeviles argentinos

Durante la segunda visita a España del populista Milei, se han repetido las escenas de vodevil que se dieron en la primera, si quieren con mayor grado de farsa, lo que, ironías de la vida, da un poco la razón a Marx. Esta vez el gobierno ha sido menos pomposo en sus desplantes, quizás porque no hay campaña electoral, y la oposición, encarnada en Ayuso, bastante más militante, usando a Milei como ariete frente a Sánchez. Entre todos han ofrecido un espectáculo patético que deja bien a las claras el nivel en el que se mueve actualmente nuestra política (subterráneo) y lo que les importa realmente la gestión a los que, en teoría debieran encargarse de ella. Nada.

Milei pregona el liberalismo a gritos enfundado en un traje de salvador de la patria, lo que ya es una contradicción en todos los términos. Más aún lo es el que, pregonando sin cesar en contra del estado, haga viajes oficiales a lo loco pagados religiosamente por las arcas públicas que tanto dice deplorar. Si no cree en ellas, puede pagarse los vuelos en aerolínea privada de su bolsillo y no cargar al arruinado erario público argentino los costes de sus frecuentes giras por el extranjero. Pero bueno, de un populista no se puede esperar coherencia, sino simple descaro y mentiras a raudales. Las medidas que lleva implantadas en el país pueden acabar revirtiendo la inflación, ojalá sea así, pero difícilmente arreglarán el desastre que décadas de peronismo y de irracionalidad social han destruido. España no es Argentina, entre otras cosas porque afortunadamente la UE no nos lo permite y ya nos ha quitado la soberanía monetaria, pero nuestros políticos se lanzan por la cuesta del peronismo de una manera que asombra a la par que asusta, y los medios que les jalean son ya casi indistinguibles de esas hordas de comentaristas insultantes que llenan de gloria lingüística las tardes en las que unos sujetos pegan patadas a un balón en las proximidades de la Casa Rosada. Ayuso vio la oportunidad de pegarle una patada en sus mismísimos a Sánchez a cuenta de la visita de Milei para recoger un premio privado otorgado por una institución liberal, y le ha concedido una medalla oficial de la comunidad de Madrid a un gobernante que, por ahora, no ha hecho mérito alguno para obtenerla. El gobierno, enfrascado ahora en cómo quitar el dinero a unos españoles para dárselo a otros, ha adoptado un perfil menor en esta visita, porque la primera ya la rentabilizó para la campaña de las europeas. Si hay repetición de las catalanas en octubre quizás hasta cursen invitación a Milei para que venga y poder hacerle desplantes teatrales para escenificar rupturas que renten votos. Entre premio y premio las declaraciones de Ayuso, sus portavoces y los socialistas competían para ver quién alcanzaba el grado más paródico, y sus gabinetes tuiteaban sin cesar, dejando claro que eso que ahora se llama X debiera estar completamente prohibido para los políticos y todos los que con ellos trabajan. El PSOE se enorgullecía de que este gobierno, y ningún otro, recibiera a Milei, y a las veinticuatro horas el canciller alemán Scholtz, socialista, agasajaba al populista argentino a las puertas de la cancillería de Berlín, dejando bastante en evidencia a sus correligionarios españoles. Para compensar, el recibimiento correcto no fue seguido de banderas, desfiles ni nada por el estilo, convirtiéndose en una visita de perfil bajo, que se dice en estos casos, pero visita a fin de cuentas. Con Milei ya fuera era obsceno ver el enfrentamiento en redes de sujetos que se dicen periodistas, que no hacen sino seguir embarrando lo que antaño aseguran que fue su profesión, y los informativos nacionales seguían abriendo sus ediciones con los ecos de una visita que no fue sino una monumental payasada por parte de quien vino, le recibieron y le ignoraron. Todo un conjunto de despropósitos que avergüenza a cualquiera que tenga un mínimo de sentido común, cosa que parece ser ya no existe entre nuestros presuntos dirigentes políticos. Y si lo hay, no genera “me gusta” en redes y, por tanto, se desprecia.

Así están las cosas. Sobre los problemas de verdad (la falta de productividad, el retraso frente a Europa, el chantaje de los sediciosos, el acceso a la vivienda, la deuda pública imparable, etc) nada de nada. Todas esas cosas son molestias para unos personajes que se dedican a presentarse sin cesar a elecciones que repiten y repiten para darse el subidón de mitinear, que es lo que les gusta. Gestionar, enfrentarse a los problemas reales, trabajar, son cosas que les espantan, porque no sabe, no quieren y no valen. A ellos les va el espectáculo de la bronca continua y sus “me gusta” asociados. Yonkis electorales los definió acertadamente alguien hace año y algo. En sus manos estamos, y así van muchas cosas. Argentinizándose.

viernes, junio 21, 2024

Putin en Corea del Norte

Una de las cosas asombrosas de la propaganda es que funciona, y por eso se usa sin cesar. No ya es que lo veamos en casa, con la basura diaria creada en Moncloa que genera réditos en forma de votos en cada elección, no, es que entre nosotros hay gente que es favorable a Putin, y no poca. Gente que recorre todo el espectro ideológico, desde la ultraderecha nacional catolicista nostálgica de la dictadura franquista hasta los ultraizquierdistas que sueñan con hoces, martillos y muros en Berlín. Y entre medias no pocos, más templados, que alaban las virtudes del régimen y a su dictador, sin apenas rubor alguno. No lo entiendo, pero así es.

Esta semana Putin ha visitado la mayor cárcel del mundo, que no es una de esas macroprisiones construidas por Bukele en El Salvador, sino Corea del Norte, toda una nación entre rejas. Si uno visita esa atroz dictadura y se saca fotos de cariño cómplice (nunca mejor empleada esa palabra) con el dictador que oprime a todo su pueblo no hace falta ser un lince para deducir de qué lado debe estar un demócrata ante semejante muestra de absolutismo paranoide, pero tranquilos, si sacan el tema seguro que alguien de su entorno les recuerda lo esclavizados que estamos en el sistema capitalista que nos oprime, y desde su Smartphone último modelo, donde acumula los resguardos para el viaje de veraneo que va a realizar en breves semanas, tuiteará algo en contra de la opresión occidental y a favor de los que luchan contra ella. Como no merece la pena discutir con gente como esa es mejor mirar la imagen de los dos opresores juntos y darse cuenta de que, para usted y para su hipócrita amigo, es una mala noticia que esos sujetos se reúnan, porque para ellos nosotros, usted y su amigo conjuntamente, y todos los que les rodean, somos basura decadente, vulgares sujetos, débiles que soñamos con la libertad individual, los placeres mundanos, el relajo y la prosperidad. En Rusia, y no les digo ya nada en Corea del Norte, todo eso no existe, o al menos está supeditado a la voluntad del régimen y sus deseos y necesidades, y si una guerra de exterminio surge por la voluntad imperialista de los que rigen el poder en Moscú la juventud del país no puede pensar en prosperar, hacer negocios, formarse o encontrar empleo, o pareja, o todas esas basuras que nos tienen muy ocupados en el decadente occidente. No. Deben ser llamados a filas y sacrificados en unas trincheras infames, morir como basura para conquistar y destruir aldeas en las que hace no mucho otros jóvenes como ellos soñaban con eso del trabajo, la familia y las tonterías que antes enumeraba. No. Es mucho más digno ser un cadáver reventado en las tierras arrasadas de Ucrania que un joven decadente que busca la libertad. Eso Putin y su amigo Kim lo tienen muy muy claro, tanto como que son otros, no ellos, los que van a morir en esos campos, mandado por sus deseos, eso sí. En esta visita Putin ha fortalecido los lazos con la nación más cerrada y extraña del mundo, y seguramente ha firmado nuevos contratos por los que el complejo industrial militar norcoreano, el único digno de tal nombre en aquella nación, seguirá suministrando armamento al ejército ruso, especialmente munición de los más diversos calibres. Aún con la economía rusa convertida en complejo centrado en lo militar, con cada vez más recursos y empleos destinados a fabricar armamento, Moscú no es capaz de sostener en solitario el esfuerzo que supone los algo más de mil kilómetros de frente que ahora se desarrollan en Ucrania. Los proyectiles que lanza se cuentan por miles al día, y la capacidad de sostener ese esfuerzo de castigo es lo que le está permitiendo avanzar, tímidamente, pero de manera clara, en medio de las trincheras. Ucrania no obtiene los refuerzos de material que necesita a la velocidad a la que Rusia lo hace, y eso desequilibra la contienda.

Que un dictador de aspecto mefistofélico se haga fotos encantado frente al gordito Kim y su junta de miles de militares entusiastas deja claro dónde está el peligro. En esas escenas en las que ambos sátrapas se mueven por Pyongyang entre multitudes robotizadas que compiten en mostrar afecto servicial son realmente escalofriantes, la muestra de un mundo alternativo que está en la mente de estos dictadores, y que han conseguido recrear en sus sometidas naciones. Y todo con el aplauso, supervisión y apoyo del gran Xi Jinping desde la poderosísima china. Sinceramente, no se cómo alguien puede seguir siendo propagandista de semejante mierda, por mucho que del kremlin obtenga nóminas por ello. Que ya algunos lo hagan de gratis sólo demuestra estupidez insalvable.

jueves, junio 20, 2024

Financiación singular, mentira colosal

Debe ser apasionante la vida de los que trabajan en la fábrica de propaganda y mentiras de Moncloa. Casi cada semana deben inventar expresiones nuevas que disimulen las indecencias que a sus jefes se les ocurren y argumentarios basura para cubrirles las espaldas y distribuir a aquellos que, buenos ingresos mediante, los repiten como loros en declaraciones y o piezas editadas en los medios afines. Espero que esa gente, que vive en la esquizofrenia de la automentira constante, cobre las nóminas que se merecen. Su trabajo es una mierda, pero son muy profesionales en ello.

Da igual quién y dónde lo repita, una mentira es una mentira. Los territorios no recaudan impuestos. Se recaudan impuestos de las rentas y bienes de las personas físicas y jurídicas que están EN los territorios. Si mañana dejo este trabajo y me voy a, pongamos, Murcia, con otro empleo, Madrid no deja de recaudar, sino que el importe que, hasta un día, debido a mis retenciones, figuraba aquí, pasará a estar el mes que viene asignado a la delegación de hacienda murciana. Los ricos tributan más que los pobres, y alguien que tenga rentas altas en Extremadura pagará más impuestos que cualquiera que tenga rentas bajas y medias en Madrid o Cataluña. Que en ciertas regiones de España haya más gente rica que pobre hace que la cuantía de los impuestos que figuran recaudados en una región u otra sea distinta, pero la aportación a las arcas fiscales NO la realizan los territorios. Madrid no es la que paga más impuestos ni Cataluña la segunda, ni bobadas por el estilo. La estafa que se quiere vender de la financiación “singular” a Cataluña no es sino la eterna vuelta de tuerca que los ricos de esa comunidad llevan exigiendo, como lo hacen en casi todas partes, de pagar menos impuestos, sólo que en el caso catalán muchos de los ricos han descubierto que si se envuelven en la bandera independentista y convencen a la población de que les vote pueden conseguir su objetivo, que es el de quedarse ellos, no Cataluña ni cualquier otro espacio físico, con los recursos que se obtienen de los impuestos de todos. Cuando Salvador Illa, un sujeto que se dice socialista y de izquierdas, afirma todo convencido, gracias al chantaje que impide su investidura, que Cataluña aporta mucho y tiene derecho a recibir más miente en esa frase más que palabras dice, pero es que, llevando su argumento al sentido práctico, Amancio Ortega, que supongo que será el español que más impuestos paga, tiene derecho a exigir que el estado le de un trato privilegiado. Las empresas como Iberdrola, Inditex o Santander, que serán de las que más pagan en el país, podrán juntarse y reclamar que el estado diseñe leyes que les beneficien a ellas frente a otras que pagan mucho menos, porque como aportan más, tienen derecho a más. Ya si eso de la progresividad fiscal, que es algo que debiera estar grabado a fuego en la mente de todo aquel que se dice de izquierdas, nos olvidamos. No, aquí lo que se trata es de lo de siempre, de chantaje político por parte de un grupo que se cree más que los demás, que de hecho actúa como si fuera superior a los demás, y que exige unos privilegios que el resto no tienen, privilegios que, obviamente, de concederse, generarían no territorios de primera o de segunda, recuerden que eso es falso, sino ciudadanos de primera y de segunda, ciudadanos que aportarían mucho menos a la caja de la Hacienda que el resto, y que por tanto disfrutarían de unas ventajas financieras a las que los demás no tendrían acceso. Me pueden decir ustedes que eso ya existe en nuestro país, y es cierto. La constitución reconoció como legales los privilegios forales, una tradición medieval injusta y arcaica, como casi todas las de esa época, basada en criterios estamentales y no de ciudadanía, y gracias a ello Vizcaya, Guipúzcoa, Álava y Navarra disponen de soberanía fiscal, y no aportan lo debido a las arcas nacionales. Ricos que consiguieron mantener sus privilegios. Ahora, otros ricos tratan de lograr lo mismo.

¿Le va a dar Sánchez a los sediciosos la soberanía fiscal? Si eso es necesario para que el sujeto que nos preside se mantenga en la Moncloa, por supuesto que lo hará. Una vez entregada la amnistía, que es traición a la ley, todo lo demás son delitos de menor dimensión. En este caso estaríamos ante un atraco flagrante a la hacienda pública y una discriminación ante el resto de contribuyentes al fisco (recuerden, contribuyentes, no territorios) pero bueno, no se ha despeinado ni un instante el tal Sánchez aprobando una ley que ya otorga un infame privilegio a Puigdemont y al resto de golpistas del 1 de octubre. Mucho le va a importar extender otras injusticias a cambio de su cargo. Y recuerden, todo esto se lo venderán como una medida progresista. Qué asco de país.

miércoles, junio 19, 2024

Diez años de reinado de Felipe VI

Hoy se cumplen diez años de la proclamación como Rey de Felipe VI ante el Congreso y Senado, en sesión extraordinaria. Da vértigo comprobar que la manida frase de “parece que fue ayer” se revela como cierta, por lo próximo que resulta el hecho y, a la vez, la cantidad de cosas que han sucedido y todo lo que, en casi todos los aspectos, se ha destruido en nuestro entramado institucional. Mucha de esa destrucción es culpa de algunos de los que asistían esa sesión plenaria, pero un mucho menos toda. Personajes oscuros, sediciosos y chulescos acabarían apareciendo en nuestra actualidad para condicionarla y, de paso, arruinarla.

Curiosamente, a lo largo de estos años, se ha producido un proceso inverso en lo que hace al prestigio de la institución monárquica. Al llegar Felipe coge el relevo de un Juan Carlos que abdica tras caerse el velo que ocultaba algunos de sus escándalos, y con una salud muy desmejorada, representaba a una institución que basa su existencia legalmente en la constitución pero, sobre todo, en la legitimidad de sus actos y en la ejemplaridad de los mismos. Como cargo representativo que es, la monarquía se basa en representar un papel, y debe hacerlo de la manera lo más perfecta posible para mantenerse en el tiempo. En 2014 las heridas de la crisis económica de la burbuja y la deuda soberana aún eran enormes, y la sociedad seguía golpeada por un trauma del que, creo, aún no hemos salido. La monarquía quedaba expuesta a la vista de todos con varios de sus privilegios, con escándalos de variado tipo y la sensación de haber perdido el control de sus actos. La renuncia de Juan Carlos, vista con el tiempo, era obligada, y su relevo, una pirueta arriesgada. Felipe VI tenía sobre sí la responsabilidad de mantener toda la institución por encima de lazos familiares, de amistad, de proximidad y de afecto, y si Juan Carlos contó durante décadas con el apoyo de medios y de la clase política, sabía el sucesor que la hostilidad de ambos iba a ser creciente contra su figura y lo que representa. A medida que esta década ha ido avanzando la degeneración de la política española se ha agudizado, en medio del creciente papel de los populismos estúpidos, que todo lo enfangan. El clima institucional se ha vuelto irrespirable, el interés táctico de los sátrapas que se sitúan al frente de las organizaciones políticas las ha convertido en meras cámaras de eco de la adoración debida al líder, y el enfrentamiento, que no se ha trasladado a la sociedad, se ha convertido en la norma. Y todo ello con un golpe de estado postmoderno entre medias capitaneado por los no pocos independentistas catalanes. En paralelo a esta degeneración, Felipe ha tenido muy claro que su camino era otro. Cada vez más solo, con apoyos pero no muy destacados, y enemigos en todos los lados de ese caduco espectro político que usamos para entendernos, ha ido forjando una imagen basada en la frialdad, el rigor y el desempeño de sus funciones. Ninguna queja, ninguna bronca, ningún escándalo. En este tiempo se han sucedido los juicios a su hermana Cristina y ex cuñado Urdangarín, y se han conocido muchos detalles de la relación financiera y sentimental de Juan Carlos con Corinna Larsen. Ante lo inevitable, Felipe ha optado por la separación, por dejar claro que nada de todo eso supone relación alguna con él o con su familia, habiendo roto los lazos de la misma y quedando, en la práctica, convertida en su matrimonio con Letizia y sus dos hijas. La decisión de Juan Carlos de irse a vivir a Abu Dabi fue un golpe para la sociedad, supongo que mucho más para él, pero ha dejado claro que su responsabilidad al frente del estado está por encima de todo, y también de los que comparten con el apellido. Su respuesta ante el desafío sedicioso de 2017 fue, otra vez, ejemplo de seriedad y de compromiso con los valores democráticos, cuando los ahora injustamente amnistiados demostraron hasta qué punto se puede ser traidor y delincuente.

Creo que Felipe VI ha interiorizado muy bien las lecciones de la tetralogía de la ejemplaridad de Javier Gomá. En un mundo en el que la indecencia política y el falso postureo de la mayor parte de la población lo inundan todo, él ha escogido ser juzgado por sus actos, y entre tanta mugre su actitud resulta ser aún más destacable. Hoy la monarquía cuenta con una de las valoraciones más altas de los últimos tiempos, cada acto del Rey es recibido por la población con festejo y, frente a los pitos que cosechan los políticos, su figura se agranda. Leonor, ya sucesora oficial, es cada vez más un activo de peso en la corona. Con todo en contra, Felipe VI cumple una primera década en el trono de manera triunfal, pero eso sí, a su discreta manera.

martes, junio 18, 2024

Francia inestabiliza el mercado europeo

La dinámica que ha tomado el panorama político francés tras la convocatoria sorpresiva de elecciones legislativas par dentro de un par de semanas ya está causando efectos bastante más allá del territorio galo. La semana pasada los índices bursátiles europeos cayeron con ganas, especialmente el francés, que se dejó un 6%. Nuestro Ibex cayó algo más de la mitad de ese valor. En el mercado de deuda, se ha producido un sorpasso inesperado, y es que la prima del bono francés ha superado a la del portugués. Ahora mismo la deuda emitida en Lisboa se considera más segura que la emitida en Francia. Es todo un notición, un orgullo para los portugueses y un dolor para los gabachos.

La posibilidad de que gane Le Pen en las legislativas es real, aunque es una elección mayoritaria a doble vuelta, lo que puede generar asociaciones de voto de todo tipo. En la primera se vota en todas las circunscripciones, más de quinientas, y si un candidato consigue más de la mitad de los votos ya es elegido como parlamentario. Como eso no es lo habitual, la segunda vuelta enfrenta, donde no se haya producido la mayoría que antes señalaba, a los dos que más votos han sacado y el ganador entre ellos es el que se queda con el escaño. Antes de la primera vuelta ya se ha presentado oficialmente una alianza de formaciones de izquierda, en la que se incluye lo que fuera el Partido Socialista francés, convertido ahora en poco más que un club de amigos sometido a la deriva radical de las formaciones que encabezan la alianza. También se presenta, obviamente, Le Pen, y el partido de Macron, que se presupone será el gran perdedor. Por la derecha tradicional, los Republicanos, la formación que llevó a Sarkozy a la presidencia, vive una crisis total, dividida entre los que asumen que el partido está muerto y su única opción de conseguir una cuota de poder es pactar con Le Pen y los que creen que deben presentarse en solitario para ofrecer una alternativa de derecha moderada, abjurando de todo pacto con la extrema derecha. Las escenas de vodevil vividas estos días, con el máximo dirigente de la formación, partidario de pactar con Le Pen, expulsado de su partido por el resto de dirigentes y manteniéndose encerrado en la sede como si fuera un okupa muestran hasta qué punto lo que fue el gaullismo clásico francés está tan enterrado como el socialismo. Hay también nombres en el mundo de la extrema derecha que aún están decidiendo qué hacer. Personajes como Zemmour, que en las presidenciales de hace dos años apareció como un candidato antisistema extremo, para luego ser relegado en los escrutinios reales, pueden optar por intentarlo o, directamente, ofrecer sus votos a Le Pen, cosa que sucederá seguro en la segunda vuelta, en caso de que la decisión sea entre un candidato de la formación de Marine o cualquier otro. Como verán, el panorama es caótico y es lógico que un inversor, que observa fríamente el desarrollo de los acontecimientos, tenga algo de nerviosismo por lo que pueda pasar. Lo más probable es que, sea cual sea el resultado, Macron pierda el control de la Asamblea Nacional y, por tanto, la elección del primer ministro y las directrices del gobierno. Esa situación será peor para el presidente cuanto más clara sea la mayoría que sustente el nuevo ejecutivo, y claro, una victoria de Le Pen y un gabinete comandado por Jordan Bardella, veintiocho años, el que sería su candidato para el puesto, pondría a Macron en serias dificultades. Es cierto que el presidencialismo del sistema francés es exagerado, y el inquilino del Elíseo tiene unas potestades cuasi reales, versallescas podríamos decir para recordar de donde vienen. Puede vetar decisiones de la Asamblea en determinados aspectos y condicionar la labor del primer ministro, pero la cohabitación, la convivencia entre un presidente y primer ministro de signo opuesto, es algo que ya se ha vivido en Francia en el pasado y que, sobre todo, generó parálisis y discusiones frecuentes. En el momento geopolítico y económico actual, una Francia bloqueada en el corazón de la UE es un peligro en todos los sentidos, y un riesgo para todo el proyecto europeo. Desde luego, también para nosotros.

Le Pen, si accede al poder de la Asamblea, puede mostrarse conciliadora, a lo Meloni, o bronca, a lo Orban. Más nos vale que, de estar en condiciones de escoger, lo haga por la primera opción, pero dado que el gobierno es un paso previo a alcanzar la presidencia, el sueño de Marine, es probable que optase por una agenda dura para vender un cambio en la política francesa que satisficiera a sus bases y a los protestantes que, con su voto, le pueden aupar al poder. De momento vienen semanas muy intensas en lo político y, sí, también en los mercados. A priori no esperen fortaleza en el euro hasta que el resultado de la votación se sepa.

lunes, junio 17, 2024

Un G7 de capa caída

Estos días se ha celebrado la reunión del G7, foro conocido antaño como el de las mayores economías del mundo. La emergencia de China y su no presencia en el grupo ha obligado a referirse a él como el “foro de las democracias más avanzadas económicamente” del mundo, cosa que el ascenso de India también puede acabar convirtiendo a ese nuevo lema en una ruina. Esta sucesión es una muestra de que, por su diseño, este foro es cada vez menos relevante en un mundo en el que sus participantes pesan menos en el conjunto global, y eso que EEUU mantiene el tipo. El resto se achican a pasos agigantados en las estadísticas mundiales.

Giorgia Meloni, la primera ministra italiana, ha sido la anfitriona, y ha rentabilizado notablemente este hecho. Recién salida reforzada de las elecciones europeas, su imagen ha dominado el encuentro y le ha servido como una perfecta campaña de promoción personal y, también, por qué no reconocerlo, política. Si en un momento se pensó en tratar a Meloni como apestada por su ideología ultra, eso ya no es posible. Además, frente a ella, se juntó un grupo de señores que se encuentran en horas bajas, muy devaluados. Biden ha ofrecido varias escenas que producen sonrojo, haciéndonos preguntar a todos si va a llegar a la contienda electoral de noviembre en un estado mínimamente presentable. Sunak, primer ministro de Reino Unido, tiene elecciones dentro de unas semanas y es probable que su partido quede arrasado de una manera brutal, por lo que su pérdida del poder es, ya, palmaria. Scholtz, canciller alemán, resultó derrotado en las elecciones europeas y su coalición se mantiene por el mero interés de sus miembros de seguir cobrando de unos cargos que, en caso de elección, casi seguro que perdían. La economía de su país no avanza y la situación política interna es mala. De Macron poco se puede añadir, después del órdago electoral que ha lanzado, que cada vez es más probable que se le vuelva en contra en forma de gobierno lepenista. Canadá y Japón, también presentes, poco añadían a este rosario de debacles. En definitiva, un encuentro de lo que se presupone son líderes globales en un estado de desastre particular en el caso de muchos de ellos. Así es imposible no ya establecer una gobernanza global, sino una mínima coordinación en nada, porque es seguro que, más allá de las fotos, la obsesión de cada uno haya sido la inexorable pérdida de poder que están sufriendo en sus naciones. Tras la crisis de 2008 se asignó al G20 el papel de coordinador global para tratar de encontrar una salida a aquel dilema, porque ya se vio que el G7 se quedaba muy corto por la no presencia de actores como China, decisivos en el rumbo económico global. Desde entonces la representatividad de las economías occidentales en el mundo se ha reducido aún más, con Asia a la cabeza de las naciones que crecen y crecen sin cesar. Corea del Sur, Indonesia, Vietnam, son actores globales que cada vez adquieren un pedazo más grande de la tarta global del PIB, y carecen de representación alguna en muchos de estos foros. La propia China, segunda economía del mundo, no presente en el G7, es el gran elefante en la habitación de estos encuentros. Resulta absurdo plantearse un tipo de acuerdo o recomendación que rija de manera global sin contar con el acuerdo de Beijing. De hecho, la creciente rivalidad comercial entre el bloque occidental y china es lo que está empezando a caracterizar la gobernanza económica mundial. Los cruces de aranceles y amenazas han sustituido a la colaboración mutua y es el temor a la división del mundo en dos bloques lo que aparece en el horizonte cada vez con más fuerza. No en el formato de guerra fría vivido en el pasado, sino de una manera más sibilina y, sobre todo, proporcionada, porque económicamente la URSS nunca fue rival de EEUU, y China sí lo es.

Me da que estas cumbres, además de ir perdiendo relevancia con el tiempo, se van a acabar convirtiendo en una especie de sesión de autoayuda mutua entre lo que antaño fueron los líderes del mundo, ahora convertidos en jugadores de rango menor, necesitados de apoyo y comprensión entre sus pares para tratar de entender un contexto global en el que ya no pintan lo que antaño, y no logran imponer sus deseos en forma de decisiones colectivas. A día de hoy un G2 entre EEUU y China es mucho más decisivo que cualquier otro foro. Lo que allí se acordase, se cumpliría, lo que supusiera problemas, nos enfrentaría a todos. El resto, fotos y paseos para la galería.

viernes, junio 14, 2024

Guerra comercial por los coches

Nuestro desgobierno, entretenido en su onanismo, sigue degradando las instituciones y tratando de amoldar la realidad al deseo de los sediciosos que le mantienen en el poder por siete escaños. Es nauseabundo, sí, pero eso es lo único que le importa, a ellos y a sus propagandistas, que siguen cobrando puntualmente. Pero fuera, en el mundo real, con las cosas de comer, suceden hechos que son bastante más relevantes y que amenazan la prosperidad de nuestras economías. Sí, no los sueldos de los que venden las infamias del gobierno, esos serán los últimos que dejen de cobrar antes de que Sánchez deje la Moncloa, pero hasta entonces no tienen por qué preocuparse de menudencias sobre China, coches, viviendas o cosas tan de pobres.

La industria automovilística es uno de los puntales de la economía europea, una de sus mayores fortalezas tecnológicas y comerciales. España no tiene marcas propias, por lo que perdemos la mayor parte del pastel, que se dedica al diseño, innovación y decisión, pero sí somos muy buenos en fabricación y montaje, y son varias las marcas que poseen centros de producción en nuestro país, clasificados entre los mejores del mundo por su productividad. Las grandes empresas del sector son francesas y alemanas, y ellas lideran a la UE en este aspecto, con algunas otras marcas marginales que son más bien exóticas. Hasta hace poco el sector, de manera global, era liderado en ventas por las empresas japonesas y en tecnología y prestigio por las europeas, especialmente alemanas, mientras que las norteamericanas se habían quedado un tanto atrás en ambos sentidos, pero dado el poder de su mercado eran las terceras del mundo. Esto ha cambiado radicalmente con dos grandes sismos; la introducción de China como mercado y productor y el proceso de transición ecológica. Lo primero fue un espaldarazo inicial a las ventas de los productores occidentales, que desarrollaron fábricas allí y empezaron a dominar un mercado inmenso y, casi, virgen. Las empresas de coches chinas eran arcaicas y estaban a gran distancia de sus competidores. La transición ecológica ha sido justo el proceso contrario. El gobierno chino, apostando plenamente por el coche eléctrico, ha subvencionado desarrollos tecnológicos y productivos que han permitido que marcas chinas sean las líderes mundiales en la fabricación y venta de coches con batería, desbancando a la norteamericana Tesla, mientras que las empresas europeas, las reinas de la eficiencia del motor térmico, han visto cómo sus propulsores y plataformas técnicas asociadas eran adelantadas por un coche, el eléctrico, que mecánicamente es de una simpleza abrumadora frente al vehículo convencional, y en el que el software de control y la batería que lo impulsa son las piezas fundamentales. La ventaja que tienen las empresas chinas en ambos aspectos es grande, y sus modelos ya inundan los mercados occidentales. Más allá de los problemas que tiene el coche eléctrico y de su, por ahora, estancamiento global en ventas, es evidente que las marcas chinas han venido para quedarse y pueden cubrir, con su inmensa capacidad productiva, el mercado europeo. Y las empresas nuestras se encuentran, de repente, con la irrupción de un competidor con carácter disruptivo, en lo tecnológico y comercial, y se han asustado. Hacen bien. Y los gobiernos, que obtienen enormes ingresos del sector del automóvil y que encuentran en sus inversiones y empleos asociados una fuente de estabilidad económica y social, empiezan a sentir escalofríos. Creo que aún no los suficientes. Por ahora hay dos respuestas posibles ante el reto chino, aparentemente contradictorias. Una es aliarse con ellos, como hemos hecho en España con el acuerdo para que Chery compre la antigua planta de Nissan en Barcelona para que monte allí sus coches eléctricos. La otra es la de imponer aranceles a los vehículos que vende China para compensar las subvenciones con las que el gobierno de aquella nación dopa a sus empresas. Esta segunda medida es el proteccionismo de toda la vida que se traduce, sobre todo, en un incremento de los precios de venta del producto al que se imponen los aranceles y en un perjuicio para el consumidor que lo compra. Es una medida que genera perjuicios globales y suele ser muestra de fracaso competitivo. En este caso, desde luego, así es.

Ante los aranceles, China puede responder de tres maneras. Una, la vía Chery, que es poner plantas productivas en Europa y terminar ahí el proceso de montaje del vehículo, por lo que un coche al 95% hecho en China pasa a venderse como europeo. Efectivo, pero lento. Las respuestas rápidas son la imposición de aranceles simétricos, por lo que la ineficiencia y el aumento de precios es generalizado. Y una tercera respuesta es la de empezar a ejercer su poder, el derivado de ser la segunda economía del mundo, y el poseedor de necesarios recursos materiales y productivos, para dejar claro (chantajear) a la UE y ver quién es el que aguanta más dolor. Las cosas ya no van sobre ruedas en el mundo del coche, y no sólo por el ERE de Ford. Europa empieza a perder, también, esta batalla tecnológica. Y lo podemos pagar carísimo.

jueves, junio 13, 2024

Derrota del gobierno alemán

El otro gran resultado, también previsto, de las elecciones europeas del domingo ha sido la estrepitosa derrota del gobierno de coalición tripartito de Alemania. Socialistas, verdes y liberales, que conforman el gabinete presidido por Scholtz, se han estrellado en las urnas. El claro ganador ha sido al CDU CSU, los conservadores de toda la vida, y el segundo partido más votado ha sido AfD, Alternativa por Alemania, la extrema derecha, que se ha convertido en la fuerza mayoritaria en lo que fue la Alemania del este. Viendo el mapa de los ganadores por distritos, es espectacular cómo se vuelve a crear la frontera entre las dos alemanias que se erigió tras la guerra, y que cayó con el muro en 1989.

El resultado electoral alemán tiene mucha miga, ya que ese país es el primero en la UE sea cual sea la estadística que usemos para medirlo, y sin él nada es posible en el continente. Aunque no somos conscientes de ello, obnubilados por nuestras miserias diarias, Alemania lleva varios años sumida en una crisis que se agrava por momentos y que empieza a tener un carácter estructural. Ya de antes, pero la postpandemia ha creado una realidad geoeconómica que resulta muy lesiva para los intereses alemanes. Su industria está siendo vencida en varios de sus sectores claves por la competencia china, siendo el caso del automóvil el más evidente y sangrante para el orgullo germánico, poseedor de las marcas más valiosas del mundo en este sector. El inicio de la guerra de Ucrania, que está cerca de allí, supuso un shock para toda la nación en lo mental y, de paso, el fin del barato gas ruso, que permitía un acceso a la energía en el pañis a unos precios muy competitivos, por lo que todo el sector productivo del país se “gasificó” en cuanto pudo. Acuerdo económico que, en la visión de los dirigentes alemanes, suponía estrechar los lazos entre ambas naciones de una manera en la que los sólidos intereses mutuos impedirían agresiones futuras. Es una visión que tiene bastante lógica y funcionó correctamente, generando beneficios tanto para Berlín como para Moscú, hasta que un día Putin decidió que eso no bastaba, y recurrió al uso de la fuerza bruta. Desde entonces los costes se han disparado en las empresas germanas, su competitividad ha quedado tocada y, en los mercados globales, pierde cuota de exportación. La enorme imbricación de la economía germana en el comercio global, es uno de los mayores exportadores del mundo, palanca para su crecimiento durante décadas, es ahora fuente de problemas, tanto por la reducción del peso del comercio global sobre el conjunto de la economía, eso que algunos llaman de manera exagerada “desglobalización” como el proceso creciente de imposición de aranceles y trabas que amenazan con encarecer todo lo que viene de fuera. En un mundo en el que la OMT, Organización Mundial del Comercio, no es capaz de imponer reglas y el recelo entre los bloques de naciones va a más los costes no hacen sino crecer, las ineficiencias con ellos y las fuentes de crecimiento basadas en el intercambio, secarse. Mucho más dependiente de la venta de bienes que de servicios, la economía germana tiembla cada vez que oye el término “arancel” en boca de una nación cliente o del bloque al que pertenece, como pasó ayer con la Comisión Europea, porque en Berlín saben que este tipo de iniciativas son respondidas de manera fulgurante y con no menos intensidad por las naciones a las que van dirigidas, y es la empresa propia que vende en esa nación la que va a resultar perjudicada en última instancia, y con ella los clientes allí y los trabajadores aquí. Como resultado de todo esto, la economía alemana lleva más de dos años en un estado de estancamiento, que no es recesivo, pero sí anémico, sin ir a ninguna parte. El desempleo permanece bajo, pero las perspectivas de empresas y consumidores son grises, y la sensación nacional es de decadencia, o más bien impotencia, ante lo que sucede en un mundo al que no logran adaptarse.

El gobierno tripartito ha tenido algunas iniciativas, vía gasto público, para tratar de remontar la economía del país, pero apenas han sido capaces de frenar la fuga de empresas, algunas de las cuales se han ido a EEUU al calor de las infinitas subvenciones verdes desarrolladas por la administración Biden en el marco de una orgía de deuda pública imparable. China ha logrado introducirse en algunos sectores, y en medio de todo esto la política se vuelve hostil, regada por la incertidumbre que se vive a pie de calle. Los extremistas de derechas claman por la vuelta de la gran Alemania competitiva y tienen fácil vender un discurso del que apenas concretan nada, porque nada saben. Si Alemania no arranca la UE no lo hará.

miércoles, junio 12, 2024

Tormentón político en Francia

No hubo sorpresas en las europeas del pasado domingo, y las encuestas de verdad, no la patraña manipulada del CIS, estuvieron atinadas. El PP ganó con el margen de votos suficiente para salvar los muebles, pero sin el necesario para darse por satisfecho, el PSOE perdió, pero no quedó noqueado, y el resto fracasaron en mayor o menor medida, a excepción de Alvise, el agitador de Telegram, que se llevó tres escaños y se convirtió en el nuevo Pablo Iglesias. Diez años después, tenemos a otro iluminado demagogo, amante de la bronca, que cosecha un excelente resultado electoral. Ahora vestido de populismo de extrema derecha.

En el resto de Europa tampoco hubo grandes sorpresas, y el ascenso de la extrema derecha se dio como se esperaba pero no tanto como se temía. En Francia es donde las consecuencias electorales han sido mayores. Ganó Le Pen, como señalaban todos los pronósticos, y, en la misma noche electoral, Macron activó el botón y convocó a elecciones legislativas. Ojo, no presidenciales, no deja el cargo, y seguirá en él tres años más, pero sí llamó a votar a la Asamblea Nacional, el parlamento de la república, que tiene importantes competencias, entre ellas la de elegir el primer ministro, pero que está algo subordinado al poder de la presidencia imperial de la república, tal y como la concibió De Gaulle. Hasta ahora el partido de Macron era la primera fuerza en la asamblea, pero no tenía mayoría absoluta, por lo que algunas normas las tenía que negociar, y otras votaciones las perdía, traduciéndose eso en imposibilidad o no para el presidente en función del tema de que se tratara. El mensaje electoral del domingo fue claro, la representatividad que tiene ahora la asamblea no es la que salió de las urnas, por lo que algo hay que hacer, y Macron ha optado por la jugada más arriesgada de todas, una apuesta al todo o nada por el que llama a los electores a elecciones, son mayoritarias por distrito a dos vueltas, en la esperanza de que la concentración de voto anti Le Pen le permita revalidar unos resultados en la asamblea que mantengan en pie su agenda de gobierno. ¿Le saldrá bien? Ahora mismo la mayor parte de las apuestas señalan que no, que el votante francés está muy cabreado con el rumbo del país, y que Le Pen ha conseguido conectar con él, y que ese miedo a la extrema derecha que, hasta ahora, ha funcionado como cortafuegos para impedirle el ascenso a la presidencia de la república ya no funciona como antaño. Los cordones sanitarios, favorecidos por el sistema electoral, han permitido que votantes de ideologías muy dispares acabasen votando de manera conjunta para que la candidata extremista no llegara al poder, pero es probable que eso no suceda en las próximas semanas. Se ha producido ya un primer acuerdo entre las formaciones de izquierda, débiles y radicalizadas, para presentar una candidatura conjunta, y lo más interesante es la fractura que ya ha surgido entre la derecha conservadora convencional, que es una sombra de lo que fue, a la hora de apoyar o no a Le Pen. Algunos de sus cuadros dirigentes sí optan por la unión al caballo ganador, mientras que otros reniegan completamente de esa postura, se mantienen fieles a lo que ha sido su estrategia en los años pasados y amenazan con fracturar el partido. Si lo que antaño fueron los republicanos, el PP de allí para entendernos, era ya una formación secundaria, tras el resultado de la bronca que están viviendo las posibilidades de volver a ser algo en la política francesa se convierten prácticamente en la nada. Curiosamente, puede acabar como el Partido Socialista francés, convertido en poco más que una marca comercial sin apenas dirigencia, votos ni poder. La capacidad de Le Pen de absorber todo el electorado de derecha, sea cual sea la intensidad de su sentimiento, es muy elevada.

El partido de Macron, la Francia en Marcha, cuyas siglas, EM, coinciden con el nombre de su máximo dirigente (no, no es casualidad) sale como perdedor en todas las encuestas, y es posible, a día de hoy, que la derrota sea la única de las realidades que ser afronte desde el Eliseo a principios de julio, tras la segunda vuelta electoral. Con un sistema de doble vuelta en cada uno de los más de quinientos distritos en los que se divide el país, el partido mayoritario puede conseguir una representación mucho mayor de lo que un sistema proporcional otorgaría. Esto, hasta ahora, ha penalizado sobre todo a Le Pen, pero puede ser, por primera vez, su gran baza para vencer. La parálisis política se cierne sobre una posible Francia en cohabitación. Y eso es malo para toda Europa.

viernes, junio 07, 2024

Elecciones europeas

Este fin de semana son las elecciones europeas. Realmente comenzaron ya ayer en Países Bajos, y será el domingo el día en el que más naciones de la UE estemos llamadas a votar, España entre ellas. El parlamento elegido tendrá por delante cinco años complejos en los que sus competencias serán puestas a prueba por la realidad hostil a la que se enfrenta la Unión y la más que posible presencia en la cámara de fuerzas extremistas, que no creen en el proyecto de la Europa Unida. El surgimiento de esas fuerzas proviene tanto del fracaso de las tradicionales a la hora de hacer frente a los retos como del miedo del electorado a esos desafíos. Y allí acuden los vendedores de crecepelos a hacer negocio.

Los partidos de extrema derecha han tomado el relevo a los de extrema izquierda a la hora de representar ese voto protesta del electorado insatisfecho y miedoso. Ambos extremos del espectro son bastante indeseables, carecen de soluciones ante los problemas y basan su existencia en el ruido que son capaces de generar, contaminando a los partidos moderados clásicos, cuyas recetas ya no funcionan como antes en sociedades que se han transformado notablemente y que se encuentran en un contexto global muy distinto. Cuando Europa regía el mundo las decisiones que se tomaban aquí condicionaban a otras naciones, en lo político y económico, y generaban réditos a quienes las tomaban, los europeos. En un mundo en el que el peso demográfico y económico de Europa no deja de menguar las decisiones de calado se toman en Washington o Beijing, y algunas nos vendrán bien y otras mal, pero es seguro que ninguna se tomará teniendo a nuestros intereses como variable decisoria principal. Lo que el gobierno de una pequeña nación europea pueda determinar sobre emisiones de CO2, ayudas a la industria de los chips o estrategias de defensa son apenas gotas en medio de un océano en el que billones de dólares, con b europea, se asignan a proyectos y empresas que poseen una visión global de futuro. Seguimos siendo, seguramente, el lugar del mundo en el que se disfruta de una mayor calidad de vida, y que oleadas de inmigrantes traten de llegar hasta nosotros desde un montón de naciones no es sino un claro indicador de ello, pero sostener ese nivel de vida requiere una productividad económica, un impulso innovador, una capacidad de trabajo y emprendimiento y, sí, un sacrificio, que no está claro que seamos capaces de mantener como conjunto de naciones. La UE sigue siendo el embrión de un proyecto glorioso, que nos ha evitado guerras desde que la Segunda Mundial casi nos arrasa, pero que no acaba de concretarse en una gobernanza coordinada que vaya más allá de los intereses nacionales. El mercado no es plenamente único, las fusiones entre empresas de la UE apenas se dan, siendo casi todas internas de cada país, las reglas de competencia que imponemos a nuestras empresas en territorio europeo no son aplicables a gigantes como los chinos o norteamericanos, que pueden burlarlas y usar su dimensión apabullante para conquistar mercados. Apenas existen multinacionales europeas entre las mayores empresas del mundo, y menos en sectores como el de la tecnología o todo lo relacionado con la IA (honrosa excepción la litográfica holandesa ASLM). Somos campeones mundiales de regulación, tanto en sectores maduros como emergentes, pero esas toneladas de legislación que se producen en Bruselas a lo loco se intentan aplicar a compañías desarrolladoras de negocio que son de otros países, y es allí donde se quedan las rentas de sus inversiones. Sectores antaño punteros como el del automóvil se enfrentan a una crisis existencial, dado el enorme retraso de las marcas europeas respecto a la movilidad eléctrica, liderada por la Toyota japonesa, la norteamericana Tesla o, sobre todo, las aplastantes marcas chinas. Y aunque no lo he mencionado, tenemos una guerra en el este que nos amenaza a todos y condiciona las formas en las que tendremos que dirigirnos e invertir durante los próximos años en materias tan importantes como la seguridad, defensa o energía. Sí, el panorama es muy muy complicado.

En clave nacional, la campaña europea ha sido, como todas las últimas, una porquería insoportable, con un presidente del gobierno que mantiene broncas con Argentina pero que está llevando la táctica Kichnerista de gobernar en matrimonio hasta sus últimas consecuencias, y un PP que cree tener los comicios agarrados pero no despega en las encuestas. Junto a ellos, una serie de partidos, a cada cual más ruidoso y patético, y algunas formaciones que pueden conseguir escaño por primera vez, recordándonos que si Ruiz Mateos o Puigdemont fueron europarlamentarios en el pasado ahora también puede lograrlo un agitador de redes sociales que no sabe nada más allá de montar broncas. ¿Qué pensarán Putin, o Xi Jinping, durante la noche del domingo, en el recuento electoral?

Subo a Elorrio el fin de semana y me cojo dos días. Nos leemos el miércoles, DANA meteorológica mediante.

jueves, junio 06, 2024

Ochenta años del día D

Hoy se cumplen ochenta años del día D, del desembarco aliado en Normandía, que supuso el principio del fin de la Segunda Guerra Mundial en el frente occidental europeo. A primeras horas de la mañana, casi sin despuntar aún el día, miles de soldados, subidos a lanchas de desembarco muy espartanas partieron de la flota que les había trasladado desde Reino Unido y acabaron en las playas normandas, bautizadas con nombres como Nebraska, Omaha, que han pasado a la historia. Frente a destacamentos de defensa alemanes, miles de ellos fueron masacrados, pero no pocos lograron hacerse con cabeceras en la costa y abrieron la puerta a la reconquista.

En los actos de hoy apenas asistirán testigos de aquellos hechos. El paso del tiempo y la biología son crueles, y casi todos los que sobrevivieron a la guerra han muerto, y apenas un puñado de veteranos son capaces de ver en sus recuerdos lo que pasó aquel día. Los hechos que fueron memoria se extinguen, al morir los cerebros que los alojaban, y pasan a ser historia, y es un hecho comprobado que la perdida de lo primero contribuye notablemente al olvido de lo segundo y, en parte, condena a una repetición. En los actos de hoy estará muy presente una nueva guerra en Europa, en el este, una de gran crueldad, en la que nuevamente hombres, y esta vez también mujeres, mueren en los frentes tratando de conquistar posiciones en medio de disparos, cohetes, drones y todo tipo de elementos diseñados para matar. Si algún superviviente del desembarco ha visto las imágenes que llegan de Ucrania será el más indicado para comprender lo que allí está pasando, para saber el miedo y el dolor que sufre cada uno de los que se enfrenta a la muerte en forma de enemigo. Hace ochenta años la mayor parte de los muertos acabaron en las playas, fueron no del bando nazi que defendía la costa, sino de los que trataban de conquistarla. Miles y miles de chavales nacidos muy lejos de allí, procedentes en su mayoría de una nación llamada EEUU que empezaba a ser la cabeza del mayor imperio del siglo, pero que aún no había ganado la guerra que así lo consagraría. Vieron la luz en las enormes, infinitas planicies del medio oeste del continente norteamericano, en un mundo joven, en expansión y crecimiento, donde el dolor de la depresión económica ya se había superado y la guerra era algo que contaban sus padres u otros conocidos, pero que siempre se desarrollaba lejos, al otro lado del océano que separaba a su inmensa nación de las del resto del mundo. Altos, bien alimentados, con un elevadísimo nivel de vida, esa chavalería norteamericana se enfrentaba su destino en las costas de un continente arrasado, que llevaba ya cinco años de suicidio programado, destruyendo todo lo que en su momento fue arte, creatividad, vida, futuro y esperanza. Frente a ellos, la maquinaria nazi, no la más mortífera de las viles ideas creadas para asesinar en el infausto siglo XX, creo que ese cruel mérito se lo lleva el estalinismo o el maoísmo chino, pero sí la más eficiente y sádica de todas ellas, la que mejor aunó en su diseño la psicopatía sádica y la eficacia industrial. Una nación, la más grande, avanzada y poderosa de Europa occidental, poseída por el recelo de la venganza y espoleada por el nacionalismo más sectario que uno pueda imaginar, llevaba años asesinando sin piedad y, en muchos casos, de manera industrializada, a todo aquel que se opusiera sus delirios de grandeza. En 1944 las tropas nazis ya retrocedían en el este, asediadas por el ejército ruso en lo que fue el frente de guerra más cruel y mortífero que los tiempos han conocido, pero controlaban el occidente europeo. Sólo en el Mediterráneo, con la toma de Sicilia y posterior liberación de parte de Italia, los aliados habían logrado hacer mella al imperio de Hitler, pero en la Europa central, la gran Alemania, que llegaba a todas partes, y su vasallo, el régimen de Vichy, mantenían el control del continente. Los bombardeos aliados empezaban a hacer mella a la industria y ciudades germanas, pero la capacidad de resistencia que mostraba el sistema productivo alemán ante los ataques era formidable, y sólo la conquista militar derrotaría al monstruo. Costaría aún casi un año lograrlo.

Hace ochenta años miles y miles de chavales desconocidos, algunos de los cuales aún sin tener claro qué era eso de Europa y dónde estaba, dieron su vida para que ustedes, nuestros padres, y abuelos, pudieran vivir en un continente en paz. Para que hoy, todos los que nos veamos a lo largo del día, nos conozcamos o no, estemos donde estamos, y vivamos en las ciudades en las que lo hacemos. El sacrificio de tantos permitió ganar la mayor de las guerras conocidas y liberar a Europa del yugo nazi. Ahora que nuevas amenazas surgen en el este y el ruido de la guerra resuena si uno le presta atención, la lección que nos dieron esos críos en las playas de Normandía adquiere un valor aún más inmenso si cabe. Infinitas gracias les sean dadas a ellos.

miércoles, junio 05, 2024

China triunfa en la Luna

Esta semana EEUU ha vivido un fracaso en su proyecto espacial. El intento de lanzar la cápsula tripulada Dreamliner de Boeing se ha vuelto a aplazar por problemas técnicos de todo tipo y está por ver si mañana se volverá a testar, como se prevé. Esta cápsula es la alternativa a las Dragon que lanza SpaceX, la empresa de Elon Musk, que sí se han mostrado efectivas a la hora de llevar astronautas a la Estación Espacial Internacional. La NASA buscaba tener dos opciones posibles por si una fallaba, y lo cierto es que una no deja de fallar mientras la otra funciona como es debido. El coste duplicado de la inversión, por ahora, no rinde como es debido.

Mientras tanto, China está avanzando en sus planes espaciales con un ímpetu notable. El gran objetivo actual de los vuelos tripulados de ambas potencias es volver a la Luna, y en el caso de EEUU la cosa cada vez está más lejos. El programa Artemisa de NASA retrasa sin cesar sus vuelos orbitales en torno al satélite y ahora mismo, no existe un módulo de alunizaje digno de tal nombre, ni de fabricación NASA ni del proyecto Starship de Musk, que están grandioso como experimental. China, por su parte, ha puesto en 2030 la fecha de la llegada de un ciudadano asiático al satélite, y de momento sus planes avanzan con paso firme. La táctica está siendo, por lo que parece, combinar largas estancias de astronautas chinos en órbita baja, en su estación espacial, acostumbrándolos a todo tipo de tareas y misiones y, por otro lado, dominar mediante sondas los procedimientos de aterrizaje en la Luna y todo lo relacionado con las órbitas de transferencia que permiten llegar y salir de allí. Este es el objeto fundamental de las sondas Chang’e, y de paso, realizar misiones científicas de primer orden. Ahora mismo tenemos a la 6 en una que puede pasar a la historia, porque su intención es la de traer muestras lunares a la Tierra tomadas de la cara oculta del satélite, la que siempre se encuentra en oposición, y que puede poseer interesantes recursos minerales, útiles para futuras misiones. LA arquitectura de la misión es muy similar a las Apolo de los sesenta, sólo que sin presencia humana alguna. China ya posee un satélite en torno a la Luna que le permite actuar como transmisor de comunicaciones, por lo que tiene cobertura completa de la misión en todo momento. La sonda, una vez que abandona la órbita terrestre y se encamina a la Luna, tiene tres partes. Una de ellas se queda orbitando el satélite, mientras que las otras dos, unidas, descienden y alunizan. La principal hace de módulo de descenso y tiene instrumentos como palas y taladros, que buscan perforar el suelo lunar y obtener muestras, tanto del regolito superficial como de lo que él cubre. Tras lograrlo, las muestras se depositan en la parte superior de la nave, en la más pequeña, que es la que, cuando termina la recolección, se eleva a la órbita lunar, dejando el módulo de descenso y el instrumental en Tierra. En órbita, el contenedor de muestras se encuentra con la fase que se quedó orbitando y, unidas, reemprenden en camino de vuelta a casa, con el contenido buscado. Es una misión de una enorme complejidad, y los recientes fracasos de sondas privadas que han intentado posarse en la Luan muestran hasta qué punto cada uno de los pasos de todo este proceso es realmente arriesgado y puede convertirse en el último de la misión. Pues bien, hasta el momento la misión es un absoluto éxito y se encuentra ya en su parte final. De hecho, el contenedor ya ha despegado de la Luna con sus muestras y, hasta donde se, se encamina al encuentro del orbitador para unirse y, a partir de ahí, realizar la maniobra de escape de la órbita del satélite para poner rumbo a la Tierra. Si todo va bien no pasarán muchos días antes de que la carga útil de la misión haya retornado hasta nosotros. Si eso se produce, China podrá presumir, con todas las de la ley, de haber logrado algo que, hasta ahora, nadie ha conseguido, de una manera automatizada y efectiva. Todo un éxito que muestra hasta qué punto la tecnología de vuelo y control robótico de Beijing está a un nivel puntero, y es capaz de desarrollar una misión de tal complejidad.

Sí, sí, traer rocas no es llevar y retornar humanos, eso es mucho más complicado, pero lo cierto es que China, con una misión como está, demuestra tener el control y procedimientos necesarios para embarcarse en un proceso tripulado, y sabemos, aunque falten detalles dada la opacidad del régimen, que llevan tiempo trabajando en la nave y, sobre todo, en los módulos de descenso lunar y retorno, en una arquitectura que replique lo ya comentado. Con este nivel de desarrollo y el ímpetu político que el gobierno le da al tema, que un chino llegue a la Luna en 2030 no es ningún disparate, sino una previsión bastante fiable. Sería un gran triunfo para esa nación.

martes, junio 04, 2024

Continuidad política en México

No ha habido grandes sorpresas en las elecciones presidenciales mejicanas, celebradas este pasado domingo. En un país donde el machismo es ley dos mujeres competían por el cargo, lo que es relevante. Por un lado, la heredera del hasta ahora presidente, AMLO, la científica Claudia Sheinbaum y, desde la oposición conservadora, Xóchitl Gálvez, de orígenes indígenas. Todas las encuestas señalaban una victoria del oficialismo y, tras el escrutinio, se ha confirmado. Sheinbaum ha sacado una gran ventaja a su oponente, cerca de treinta puntos, y accederá al mandato del Zócalo, con un perfil, se supone, mucho más técnico y frío que el de su populista predecesor.

Es curiosa la situación de México, donde la economía funciona mejor que nunca y la violencia, también, bate récords todos los días. La política de Biden de imponer aranceles a las importaciones chinas, para erosionar la competitividad del rival asiático, ha movido a varias de las empresas regidas desde Beijing a abrir sucursales en otras naciones en las que apenas hacen otra cosa que no sea el montaje final de los productos, pero que les permite vender desde ellas los bienes con el sello exportador de la nación en la que se hace el último paso, quedándose la gran parte del valor de la cadena productiva en China, que es lo deseado. Esta es la estrategia que está detrás de la nueva planta que una automovilística china va a crear en la zona franca de Barcelona, donde antaño estuvo Nissan, y la que han seguido un montón de empresas del mismo país en México. Así, el vecino del sur se ha convertido en el principal socio comercial de EEUU, en una estrategia de derivación que permite cubrir la cara al político de Washington a la hora de presumir de que ya no depende de China pero que, realmente, oculta o un circuito de inversión producción exportación que tiene a México como mero intermediario. En todo caso, el país azteca se ha beneficiado notablemente de ese flujo de inversiones y de los empleos que se han creado al calor de las mismas, y su economía carbura con potencia. En ese aspecto la nueva mandataria lo tiene relativamente fácil, por ahora, y su principal tarea será consolidar los sectores productivos creados y tratar de redistribuir parte de la riqueza generada en una nación con, todavía, grandes bolsas de pobreza. El otro problema, el de la violencia, es bastante más complejo y no está claro cuál va a ser la forma de atajarlo. En esta misma campaña presidencial se han sucedido los asesinatos de candidatos locales de una manera casi constante, con unos niveles de homicidios que son prácticamente propios de zonas de guerra. Hay estados en el país en el que el estado central no controla el territorio, sometido al arbitrio de los cárteles del narcotráfico, que imponen su ley a ritmo de “balaseras” como dicen por allí y sin piedad alguna. El ensañamiento a la hora del asesinato es una especie de competición entre los muchos sicarios que actúan y nadie está seguro en lugares donde el narco manda. Los intentos de militarizar la lucha contra el narco se han saldado con poca efectividad, militares muertos y corrupción en las esferas del ejército. El dineral que los narcos mueven, en sus negocios con el mercado norteamericano y el global, es de una magnitud tal que pueden acabar comprando cualquier voluntad que se les ponga por delante. El tráfico de personas es otro de los negocios, muy lucrativo, en el que los narcos se han involucrado plenamente, de tal manera que amplias zonas de la frontera entre México y EEUU en la práctica están sometidas al control de esas mafias, que cobran lo que no existe a los inmigrantes que tratan de buscar una nueva vida en EEUU, dejándoles tirados allá donde les plazca y en la más absoluta ruina. El Paso o Ciudad Juárez son los puntos visibles de la crisis migratoria entre ambas naciones, pero allí y en otros muchos puntos la desesperación de quien quiere pasar es el negocio de quien explota su situación, más o menos como pasa en Europa en las aguas del Mediterráneo, Atlántico o el Canal de la Mancha, con los traficantes, los inmigrantes y los cadáveres que quedan como recuerdo de la pesadilla.

En ciertos aspectos, la nueva presidenta es una incógnita y es probable que los narcos la reciban con una bienvenida calurosa, sembrada de asesinatos, para dejar claro quién manda y quién no. El papel de México en la crisis del fentanilo de EEUU es uno de los grandes puntos de disputa entre ambas naciones, pero nada de eso se podrá arreglar si el país no es capaz de imponer la ley allá donde los narcos operan. México no es un narcoestado, pero sí lo son algunas partes de su territorio, y de esas zonas los que pueden huyen. Probablemente este sea el mayor reto de la nueva mandataria. A priori, como les pasó a todos sus predecesores, sus probabilidades de fracasar son altas, a ver de lo que es capaz.

lunes, junio 03, 2024

Demasiados ciberataques

A lo largo de la semana pasada se han sucedido los ataques informáticos a empresas e instituciones públicas españolas, habiéndose conocido el nombre de varias de las afectadas. Iberdrola, Santander, Telefónica, la DGT…. La lista es larga y no incluye precisamente a pequeñas corporaciones, no. En la mayor parte de los casos se ha tratado de intrusiones que buscaban hacerse con datos personales de clientes, bien para suplantarlos o para chantajearlos amenazando con su difusión. No han sido ataques que buscaban la caída de los sistemas, sino el puro robo de información y su venta ilegal.

El objeto de estos robos y ventas es que, o bien los autores del delito o, principalmente, terceros, se hagan con bases de datos de DNIs, nombres, fechas, y demás información que puede ser muy útil para suplantar operaciones financieras opacas o para extraer dinero a los titulares o cosas por el estilo. Modernas formas de robo que buscan lo de siempre, nada más. Lo significativo de estos casos ha sido la oleada de empresas afectadas y la sensación de que se estaba ante toda una campaña de acoso, sensación que no se si es cierta o no. Los intentos de delito informático están a la orden del día y cada jornada se registran ataques de varios tipos con fines delictivos, y alguno que otro que busca testar las medidas de seguridad por un mero interés tecnológico por parte de quienes los cometen. Pocos, pero quedan hackers que no están interesados en la comisión de delitos financieros, sino en demostrar que son los más listos en la selva web. Si se ha producido un pico de ataques sería bastante interesante saber si hay algo en común en todos ellos, si hay pocas manos que los hayan ordenado. La omnipresencia de la mafia rusa y sus sistemas de desinformación acude rauda a nuestras cabezas cuando pensamos en estos asuntos, y una de las principales sorpresas que tuvo el inicio de la guerra de Ucrania es que no se produjo un proceso de ataques cibernéticos de gran escala ni sobre aquella nación ni sobre otros países occidentales. El temor a que los rusos bloqueasen sistemas de gran importancia en occidente mediante el uso de sus ejércitos de espías informáticos y granjas de bots no se concretó en casi nada, afortunadamente, pero el temor siempre está ahí. Los recientes desencuentros con Israel y el papel primordial que tiene este país en el desarrollo de tecnología de seguridad y en la cooperación en su uso (el famoso software Pegasus es de origen hebreo) inducirá a algunos a pensar que, no directamente, porque sería muy descarado, pero sí mediante una orden de no colaboración Israel puede haber abierto la puerta a que parte de los sistemas de seguridad y defensa virtuales de nuestro país hayan decaído y eso haya permitido que algunos de los que están constantemente intentando atacar lo hayan logrado. Como todo en la vida, es una hipótesis posible, pero no la veo muy probable. Lo cierto es que, a medida que la digitalización conquista más y más facetas de nuestra existencia, la cantidad de información y dinero que se esconde en la web es mayor. Las nubes, esas inmensas granjas de servidores que permiten que las redes sociales, los sistemas de compra y pago y almacenamiento operen con normalidad de manera ininterrumpida son filones de datos en los que los delincuentes pueden encontrar oro si se lo proponen. Sí, la geoestrategia puede influir, pero quizás la codicia sea suficiente para explicar una racha de asaltos tan intensa y con atacados tan célebres. Aunque las medidas de seguridad de las webs sean crecientes, la sensación de que la intimidad de nuestra información pende de un hilo no deja de ser permanente, y sospecho que habrá que tenerla siempre en mente de aquí en adelante, y actuar en consecuencia.

Los departamentos de seguridad informática son, cada vez, más robustos, y el papel de los organismos púbicos de seguridad, como el español INCIBE, claves a la hora de atajar este tipo de amenazas. Lo cierto es que nuestra vida actual ya no es posible de llevar a cabo con la red caída. Ni el ocio, ni el consumo, ni nada que nos podamos imaginar funcionaría con sistemas y servidores no operativos, y la disrupción económica y social de un ataque generalizado sería difícil de imaginar, cada vez más a medida que un nuevo sector se virtualice gracias al avance tecnológico. Es la vieja carrera militar del escudo y la flecha llevada a lo más profundo de la tecnología informática. Y los de las flechas siguen espabilando a toda velocidad. Urgen escudos.