lunes, junio 24, 2024

Vodeviles argentinos

Durante la segunda visita a España del populista Milei, se han repetido las escenas de vodevil que se dieron en la primera, si quieren con mayor grado de farsa, lo que, ironías de la vida, da un poco la razón a Marx. Esta vez el gobierno ha sido menos pomposo en sus desplantes, quizás porque no hay campaña electoral, y la oposición, encarnada en Ayuso, bastante más militante, usando a Milei como ariete frente a Sánchez. Entre todos han ofrecido un espectáculo patético que deja bien a las claras el nivel en el que se mueve actualmente nuestra política (subterráneo) y lo que les importa realmente la gestión a los que, en teoría debieran encargarse de ella. Nada.

Milei pregona el liberalismo a gritos enfundado en un traje de salvador de la patria, lo que ya es una contradicción en todos los términos. Más aún lo es el que, pregonando sin cesar en contra del estado, haga viajes oficiales a lo loco pagados religiosamente por las arcas públicas que tanto dice deplorar. Si no cree en ellas, puede pagarse los vuelos en aerolínea privada de su bolsillo y no cargar al arruinado erario público argentino los costes de sus frecuentes giras por el extranjero. Pero bueno, de un populista no se puede esperar coherencia, sino simple descaro y mentiras a raudales. Las medidas que lleva implantadas en el país pueden acabar revirtiendo la inflación, ojalá sea así, pero difícilmente arreglarán el desastre que décadas de peronismo y de irracionalidad social han destruido. España no es Argentina, entre otras cosas porque afortunadamente la UE no nos lo permite y ya nos ha quitado la soberanía monetaria, pero nuestros políticos se lanzan por la cuesta del peronismo de una manera que asombra a la par que asusta, y los medios que les jalean son ya casi indistinguibles de esas hordas de comentaristas insultantes que llenan de gloria lingüística las tardes en las que unos sujetos pegan patadas a un balón en las proximidades de la Casa Rosada. Ayuso vio la oportunidad de pegarle una patada en sus mismísimos a Sánchez a cuenta de la visita de Milei para recoger un premio privado otorgado por una institución liberal, y le ha concedido una medalla oficial de la comunidad de Madrid a un gobernante que, por ahora, no ha hecho mérito alguno para obtenerla. El gobierno, enfrascado ahora en cómo quitar el dinero a unos españoles para dárselo a otros, ha adoptado un perfil menor en esta visita, porque la primera ya la rentabilizó para la campaña de las europeas. Si hay repetición de las catalanas en octubre quizás hasta cursen invitación a Milei para que venga y poder hacerle desplantes teatrales para escenificar rupturas que renten votos. Entre premio y premio las declaraciones de Ayuso, sus portavoces y los socialistas competían para ver quién alcanzaba el grado más paródico, y sus gabinetes tuiteaban sin cesar, dejando claro que eso que ahora se llama X debiera estar completamente prohibido para los políticos y todos los que con ellos trabajan. El PSOE se enorgullecía de que este gobierno, y ningún otro, recibiera a Milei, y a las veinticuatro horas el canciller alemán Scholtz, socialista, agasajaba al populista argentino a las puertas de la cancillería de Berlín, dejando bastante en evidencia a sus correligionarios españoles. Para compensar, el recibimiento correcto no fue seguido de banderas, desfiles ni nada por el estilo, convirtiéndose en una visita de perfil bajo, que se dice en estos casos, pero visita a fin de cuentas. Con Milei ya fuera era obsceno ver el enfrentamiento en redes de sujetos que se dicen periodistas, que no hacen sino seguir embarrando lo que antaño aseguran que fue su profesión, y los informativos nacionales seguían abriendo sus ediciones con los ecos de una visita que no fue sino una monumental payasada por parte de quien vino, le recibieron y le ignoraron. Todo un conjunto de despropósitos que avergüenza a cualquiera que tenga un mínimo de sentido común, cosa que parece ser ya no existe entre nuestros presuntos dirigentes políticos. Y si lo hay, no genera “me gusta” en redes y, por tanto, se desprecia.

Así están las cosas. Sobre los problemas de verdad (la falta de productividad, el retraso frente a Europa, el chantaje de los sediciosos, el acceso a la vivienda, la deuda pública imparable, etc) nada de nada. Todas esas cosas son molestias para unos personajes que se dedican a presentarse sin cesar a elecciones que repiten y repiten para darse el subidón de mitinear, que es lo que les gusta. Gestionar, enfrentarse a los problemas reales, trabajar, son cosas que les espantan, porque no sabe, no quieren y no valen. A ellos les va el espectáculo de la bronca continua y sus “me gusta” asociados. Yonkis electorales los definió acertadamente alguien hace año y algo. En sus manos estamos, y así van muchas cosas. Argentinizándose.

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