martes, junio 18, 2024

Francia inestabiliza el mercado europeo

La dinámica que ha tomado el panorama político francés tras la convocatoria sorpresiva de elecciones legislativas par dentro de un par de semanas ya está causando efectos bastante más allá del territorio galo. La semana pasada los índices bursátiles europeos cayeron con ganas, especialmente el francés, que se dejó un 6%. Nuestro Ibex cayó algo más de la mitad de ese valor. En el mercado de deuda, se ha producido un sorpasso inesperado, y es que la prima del bono francés ha superado a la del portugués. Ahora mismo la deuda emitida en Lisboa se considera más segura que la emitida en Francia. Es todo un notición, un orgullo para los portugueses y un dolor para los gabachos.

La posibilidad de que gane Le Pen en las legislativas es real, aunque es una elección mayoritaria a doble vuelta, lo que puede generar asociaciones de voto de todo tipo. En la primera se vota en todas las circunscripciones, más de quinientas, y si un candidato consigue más de la mitad de los votos ya es elegido como parlamentario. Como eso no es lo habitual, la segunda vuelta enfrenta, donde no se haya producido la mayoría que antes señalaba, a los dos que más votos han sacado y el ganador entre ellos es el que se queda con el escaño. Antes de la primera vuelta ya se ha presentado oficialmente una alianza de formaciones de izquierda, en la que se incluye lo que fuera el Partido Socialista francés, convertido ahora en poco más que un club de amigos sometido a la deriva radical de las formaciones que encabezan la alianza. También se presenta, obviamente, Le Pen, y el partido de Macron, que se presupone será el gran perdedor. Por la derecha tradicional, los Republicanos, la formación que llevó a Sarkozy a la presidencia, vive una crisis total, dividida entre los que asumen que el partido está muerto y su única opción de conseguir una cuota de poder es pactar con Le Pen y los que creen que deben presentarse en solitario para ofrecer una alternativa de derecha moderada, abjurando de todo pacto con la extrema derecha. Las escenas de vodevil vividas estos días, con el máximo dirigente de la formación, partidario de pactar con Le Pen, expulsado de su partido por el resto de dirigentes y manteniéndose encerrado en la sede como si fuera un okupa muestran hasta qué punto lo que fue el gaullismo clásico francés está tan enterrado como el socialismo. Hay también nombres en el mundo de la extrema derecha que aún están decidiendo qué hacer. Personajes como Zemmour, que en las presidenciales de hace dos años apareció como un candidato antisistema extremo, para luego ser relegado en los escrutinios reales, pueden optar por intentarlo o, directamente, ofrecer sus votos a Le Pen, cosa que sucederá seguro en la segunda vuelta, en caso de que la decisión sea entre un candidato de la formación de Marine o cualquier otro. Como verán, el panorama es caótico y es lógico que un inversor, que observa fríamente el desarrollo de los acontecimientos, tenga algo de nerviosismo por lo que pueda pasar. Lo más probable es que, sea cual sea el resultado, Macron pierda el control de la Asamblea Nacional y, por tanto, la elección del primer ministro y las directrices del gobierno. Esa situación será peor para el presidente cuanto más clara sea la mayoría que sustente el nuevo ejecutivo, y claro, una victoria de Le Pen y un gabinete comandado por Jordan Bardella, veintiocho años, el que sería su candidato para el puesto, pondría a Macron en serias dificultades. Es cierto que el presidencialismo del sistema francés es exagerado, y el inquilino del Elíseo tiene unas potestades cuasi reales, versallescas podríamos decir para recordar de donde vienen. Puede vetar decisiones de la Asamblea en determinados aspectos y condicionar la labor del primer ministro, pero la cohabitación, la convivencia entre un presidente y primer ministro de signo opuesto, es algo que ya se ha vivido en Francia en el pasado y que, sobre todo, generó parálisis y discusiones frecuentes. En el momento geopolítico y económico actual, una Francia bloqueada en el corazón de la UE es un peligro en todos los sentidos, y un riesgo para todo el proyecto europeo. Desde luego, también para nosotros.

Le Pen, si accede al poder de la Asamblea, puede mostrarse conciliadora, a lo Meloni, o bronca, a lo Orban. Más nos vale que, de estar en condiciones de escoger, lo haga por la primera opción, pero dado que el gobierno es un paso previo a alcanzar la presidencia, el sueño de Marine, es probable que optase por una agenda dura para vender un cambio en la política francesa que satisficiera a sus bases y a los protestantes que, con su voto, le pueden aupar al poder. De momento vienen semanas muy intensas en lo político y, sí, también en los mercados. A priori no esperen fortaleza en el euro hasta que el resultado de la votación se sepa.

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