martes, junio 25, 2024

Posible debacle tory en Reino Unido

La inesperada convocatoria electoral francesa tras las europeas del 9 de junio centra toda la atención política del continente, pero no son las únicas grandes elecciones europeas antes de las vacaciones de verano. También anticipadas, el 4 de Julio, fiesta en EEUU y Elorrio, Reino Unido acude a las urnas a la búsqueda de un gobierno que le aporte algo de estabilidad tras los tumultuosos años vividos y la sucesión de primeros ministros conservadores que han dejado el pabellón de su partido, el tory, hundido hasta cotas casi impensables. Que van a perder el gobierno es seguro, la dimensión de la derrota es lo que queda por saberse.

La cámara de los comunes del Reino Unido se elige por sistema mayoritario en cada una de las circunscripciones en las que se divide el país, de tal manera que el que gana en ella es el elegido para ocupar el escaño. Esto hace que gran parte de los votos no obtengan representación alguna y que mayorías no muy significativas de voto agregado puedan convertirse en grandes mayorías parlamentarias. Si las encuestas no se equivocan, y los laboristas mantienen los cerca de veinte puntos de ventaja electoral que se estiman, que es muchísimo, pueden alcanzar una victoria en la cámara con una mayoría tan absoluta que la convierta en un rodillo sin fin, con cerca de cuatro quintas partes de los escaños ocupados por diputados laboristas. Los conservadores pueden no ya perder, eso es seguro, sino obtener uno de los peores resultados de su historia, y quedar convertidos en una fuerza residual. La mayor parte de los actuales miembros del gabinete, empezando por el primer ministro Sunak, no revalidarían su escaño, y el poder y dinero asociado a los cargos políticos y representativos abandonaría en masa el partido. Por si esto fuera poco, la decisión del traidor a su nación de Niguel Farage de presentarse a los comicios con su propia formación amenaza con drenar aún más los resultados conservadores, y algunas encuestas lo sitúan muy cerca en porcentaje absoluto de votos. ¿Cómo se traduciría eso en escaños? Es difícil decirlo, y el resultado global puede ser una resta conjunta tanto para los conservadores como para los extremistas de Farage, dado que su desunión favorecería la opción laborista y la llevaría a ser aún más dominante en algunos distritos, pero eso puede depender de pocos votos y habrá que esperar al recuento. Lo cierto es que los conservadores van a recoger el fruto a cinco años de caos absoluto, iniciados tras la mayoría absoluta de Boris Johnson, obtenida a finales de 2019. Histriónico, payaso y absurdo, Johnson se reveló como el peor de los dirigentes posibles ante una crisis de primera magnitud como fue la del Covid, y a partir de ahí el gobierno entró en caída libre. Asediado por los escándalos de todo tipo tuvo que acabar dimitiendo, dejando una imagen de decadencia profunda. Otro vendrá que bueno te hará, debió pensar Johnson viendo la imagen de Liz Truss, su sucesora al frente de los conservadores, una mujer que duró en el cargo menos que una lechuga fuera de la cámara frigorífica del supermercado, en un esperpento de política y economía ficción que, durante unas semanas, hizo temblar todo el sistema financiero británico y llevó a su clase política al ridículo global. Tras esto quizás lo más elegante hubiera sido convocar elecciones directamente, pero a sabiendas de que serían destrozados por las urnas, los conservadores escogieron a un nuevo líder, Rishi Sunak, que ha demostrado ser más serio que todos los anteriores, pero incapaz de remontar el rumbo de un barco sin timón. Nada podía hacer para salvar las expectativas de un partido tocado por el fracaso de esta legislatura, con una población asediada por la inflación y las consecuencias del nefasto Brexit. Sunak ha impuesto algo de orden en sus filas, lo que le han dejado, y comparado con sus predecesores es casi un estadista, pero no podía salvar lo que no tenía arreglo. Harto quizás de todo, adelantó las elecciones unos cinco meses y la semana que viene puede recoger una derrota total.

El próximo primer ministro británico, salvo colosal sorpresa, será el laborista Keith Stammer. Lord, presenta una imagen tranquila, moderada y muy alejada del extremismo que impuso el anterior líder del partido, el fracasado Jeremmy Corbin, la versión especular de Borish Johnson. Su programa es difuso, con referencias al refuerzo en lo social, mayor colaboración con la UE pero ni palabra de revertir el Brexit y la idea fuerza de la tranquilidad y lo predecible tras el caos conservador. Puede tener una mayoría tan absoluta que sería capaz de hacer casi lo que quiera en el país. La economía será uno de sus grandes problemas, dado que no acaba de arrancar, y que la competitividad del país sigue declinando. A ver por cuánto arrasa la semana que viene.

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