lunes, mayo 20, 2024

Accidente mortal en Irán

El otro día, al homenajear al fallecido escritor Paul Auster, mencionaba, como lo han hecho todos los que han glosado su figura, el papel que daba al azar en sus relatos, tema que el resto de escritores, y personas, tratamos de obviar, como si no existiera. Sin embargo, los hechos casuales existen, y generan efectos significativos. Llamémosle suerte, accidente o como se quiera, pero son situaciones que escapan de nuestro control y, quizás por eso, preferimos cerrar los ojos ante ellas. Sin embargo, ahí están, y como sucedió ayer en las montañas que separan a Irán de Azerbayán, pueden darse, y crear efectos totalmente inesperados.

Tras una visita del presidente de Irán, Raisi, y su ministro de asuntos exteriores, a Azarbayán, para supervisar las obras de construcción de una presa financiada con capital persa, la delegación oficial de Teherán partió de vuelta a casa en un convoy de tres helicópteros, que atravesaron una zona montañosa en la que la niebla era intensa. Poco después de despegar se supo que, al menos uno de los aparatos, había tenido que realizar un aterrizaje brusco, sea eso lo que sea, y que se había perdido el contacto con él. Las agencias internacionales empezaron a difundir la noticia y la sensación generalizada era que el presidente de Irán estaba metido, de golpe, en un señor problema. A lo largo de la tarde la información fue confusa, pero todo apuntaba a un accidente aéreo que dejaba muy pocas probabilidades de supervivencia a la cúpula iraní. La agencia oficial de noticias persa, escueta como siempre para temas serios, se limitaba a señalar que se había dado ese aterrizaje brusco al que me refería anteriormente y que se estaba tratando de acceder al lugar para tener más información. Las imágenes que llegaban de la zona eran la de un erial montañoso, con apenas arbolado, estepario, dominado por una niebla cerrada y una sensación de frío que se percibía con mirar un rato a la pantalla. Si alguien es capaz de sobrevivir en ese entorno después de un accidente tiene un cierto componente de héroe. Al parecer ha sucedido lo que uno podía esperar tras escuchar las primeras noticias y ver esas escenas. Los restos del helicóptero siniestrado han sido encontrados, completamente calcinados, y sin superviviente alguno, por lo que los medios oficiales iraníes ya dan por segura la muerte tanto del presidente como del ministro de asuntos exteriores, lo que es un golpe de primer orden a la estructura de poder del régimen. No es el definitivo, ni mucho menos, pero sí serio. Irán tiene un sistema de poder extraño, difícil de explicar y más de entender, en el que los cargos teológicos mandan más que los civiles, y donde el Ayatolá supremo es realmente el que dirige la nación. Ese papel ahora recae en manos de Ali Jamenei, que sigue vivo, a una edad muy avanzada, pero que se prodiga en público y mantiene el control del régimen con mano firme. Raisi fue elegido tras las últimas elecciones y representaba la corriente dura del islamismo chií que dicta todos los destinos de lo que sucede en aquella nación. Frente a otros caracteres más aperturistas, Raisi era partidario de la represión a la disidencia interna y de una postura de fortaleza de cara al exterior, alineado completamente con el consejo de clérigos que pastorea Jamenei. Bajo su mandato, que empezó hace poco, se ha producido la escalada de ataques entre Israel e Irán, con el primer intercambio directo de disparos entre ambas naciones, tras años de guerras proxy a distancia. Es más que seguro que la respuesta iraní que comenzó esas hostilidades abiertas, como contragolpe ante el ataque israelí al consulado iraní en Damasco, estuvo aprobada por Raisi y Jamenei, pero es realmente difícil saber hasta qué punto fue el presidente el impulsor de esa decisión o actuó en grupo sin ser él realmente el que más fomentó ese movimiento armado. La toma de decisiones en Irán es un misterio en cierta medida y nunca queda claro cuáles son las cadenas de mando que se establecen, más allá de la última palabra del Ayatolá supremo.

Por este motivo, resulta difícil saber cuáles serán las consecuencias de este accidente, más allá de un luto oficial y unas exequias que se organizarán para que sean lo más multitudinarias y propagandistas posibles, y que serán vistas por los terroristas suníes como una nueva oportunidad para atentar contra el régimen. Es probable que Raisi sea relevado por alguien de los duros, dado que son los que parecen tener ahora mismo el control del poder en el país, y que la sociedad civil iraní siga sometida al mismo control, férreo e inmisericorde, que la asfixia desde hace décadas, pero como todo acontecimiento imprevisto, y más en una zona que está caldeada hasta el extremo, habrá que ver qué es lo que pasa en los próximos días en Teherán, y los movimientos que se hagan desde la cúpula del poder.

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