Ayer no hubo sorpresas y la FED, el banco central de EEUU, bajó los tipos el 0,25% que se esperaba. Trump lleva presionando todo el año a Powell, de una manera indigna, para que los derrumbe para estimular la economía y ahorrarse un pastizal en intereses de la desbocada deuda federal del país, y todo con la amenaza de hacerse de manera efectiva con el control de la institución en cuanto el bueno de Jerome termine su mandato, el año que viene. Los días de decisión de la FED las bolsas suelen dar tumbos, ayer también, pero menos, y los índices de Wall Street acabaron bajando unas pocas décimas, desde la estratosfera en la que cotizan y no parecen querer dejar.
Sobra la economía norteamericana, lo más obvio es que su fortaleza es bastante mayor de la que muchos habían previsto una vez que Trump empezó a ejecutar sus desmanes. Las previsiones de recesión, disparadas desde el día en el que el magnate presentó su lista de aranceles a todo el mundo, no se han cumplido, y el crecimiento sigue a una tasa sostenida que deja atrás a las naciones europeas. Entre las fuerzas que impulsan este avance la mayor, sin duda, tiene que ver con todo lo relacionado con la inversión en IA. Cada día se anuncian nuevos desembolsos, algunos con trampa, que llevan las cifras de lo que se invierte en esa industria a niveles estratosféricos. Centros de datos, chips, infraestructuras de nube, centrales energéticas, todo lo relacionado con ese mundo está en un auge desatado, algunos lo llaman burbuja, que arrastra a una buena parte de la economía de la nación. Los acuerdos chantaje que Trump ha impuesto a otras naciones incluyen inversiones forzadas en empresas norteamericanas, especialmente de defensa y tecnológicas, lo que aumenta aún más el caliente estado de ese sector. Las implantaciones de IA en las empresas crecen y crecen, y aunque la productividad no avance aún, o al menos no haya datos que lo indiquen, los volúmenes de inversión sostienen el negocio. Entonces, ¿por qué la FED baja tipos si la economía avanza? Más allá de las presiones trumpistas, lo hace porque el mercado laboral del país lleva unos meses lanzando señales sombrías. La tasa de creación de empleo se ha frenado de manera brusca y el dinamismo que existía el año pasado ya no se ve, y la FED tiene el empleo como uno de sus dos pilares fundamentales, además de la estabilidad de los precios. También se achaca a la IA este efecto en el mercado laboral, no tanto porque algunos trabajadores sean sustituidos por software, sino porque muchas de las contrataciones habituales en las empresas, especialmente las que afectan a jóvenes titulados que empiezan sus carreras profesionales, se han hundido porque no pocos negocios han visto que la IA sí puede suplir buena parte de las funciones del personal poco cualificado. Las empresas engordan en cargos directivos y adelgazan en curritos, y eso puede ser malo a medio plazo. Estos últimos días, adicionalmente, se ha conocido que numerosas empresas van a realizar recortes de empleo neto, no sólo ya menos contrataciones, sino despidos, a la búsqueda de una mejora en la productividad y los beneficios por reducción de costes laborales. ¿Será esa la vía por la que la IA genere mejoras en la productividad? Si es así, no es un buen negocio para el conjunto de la economía y la sociedad. Amazon, el gigante tecnológico, ya ha dicho que va a despedir a unos 20.000 empleados de sus estructuras corporativas, en un ejercicio de adelgazamiento de cargos y personal que no se vincula tanto con la IA como con la reducción de costes en departamentos sobrecargados, pero a la vez ha presentado un plan en el que pretende suplir a cientos de miles de empleados de sus almacenes mediante la implantación masiva de robots con IA. Si esa estrategia funciona, la productividad por empleado de la empresa crecerá notablemente, pero también lo hará el desempleo de la economía nacional, si es que las fábricas de robots no son capaces de absorber gran parte de esos despidos. Como siempre, toda transición tecnológica genera efectos laborales, negativos a corto plazo, positivos a largo. De la velocidad e intensidad de esas variables dependerá el saldo final para el mercado de trabajo agregado.
Adicionalmente, sigue enquistados algunos problemas que lastran la economía del país y que pueden perjudicarla en el futuro. Uno, el menor, es el cierre del gobierno federal, que frena el consumo de sus miles y miles de empleados, que no cobran, Otro es la bajada de turistas que ha experimentado la nación este verano como respuesta a los exabruptos globales de Trump, y un tercero, profundo, es la política dura anti inmigración impuesta desde el gobierno, que puede frenar la llegada de población, alentar la marcha de personas de alto valor productivo y poner en problemas a sectores en los que la mano de obra extranjera es la predominante. Aún así, por ahora, EEUU sigue creciendo con fuerza, y eso al resto del mundo nos viene bien.
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