lunes, marzo 18, 2024

Putin, chulesco

Por una vez, Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, estuvo espabilado y también felicitó a Putin por su victoria electoral a principios del fin de semana, para que esperar a un recuento que iba a dar un resultado arrollador. No ha habido muchas incidencias en las elecciones rusas, más allá de algunos gestos de protestas protagonizados por valientes cuyos familiares tardarán mucho en volver a ver. Urnas manchadas e, incluso, alguna quemada, pero poco más. Se produjeron concentraciones de votantes ayer al mediodía frente a los colegios, como reclamaba la oposición, pero nada que haya alterado en exceso la jornada en el país.

Putin debe estar decepcionado, no ha llegado al 90% de los votos, pero se ha quedado cerca. Un 88% de los sufragios escrutados han sido para su candidatura que, a medida que se perpetúa en el poder, obtiene un mayor refrendo popular. La eficacia del Kremlin a la hora de amañar las elecciones empieza a ser ya digna de profesionales, y es casi seguro que, dentro de seis años, si sigue vivo, Putin se volverá a presentar y sacará más del 90%, es su próximo reto. A sus 71 años se ve aún joven y con ganas, sobre todo si se compara con los aspirantes a la victoria electoral en EEUU. Tras conocerse los primeros resultados escrutados Putin compareció ante la prensa internacional en una rueda de prensa en la que él era el único protagonista, daba el paso a los entrevistadores, los señalaba para que mantuvieran los turnos de pregunta y, en general, daba la imagen de lo que es, el dueño y señor de la situación. No es que le preocupe mucho la legitimidad de su poder, porque para eso podía arriesgarse a unos comicios en los que hubiera rivales de verdad, pero ayer se le veía especialmente satisfecho por el enorme “respaldo popular” cosechado y por la victoria conseguida. Se mostraba altanero, confiado, dejando escapar de vez en cuando una sonrisita de esas que hielan la escena en la que se producen. Qué gran personaje han perdido los guionistas de cine para encarnar el papel de malo, qué desgracia tenemos que sea una persona real y con un enorme poder. De lo poco que puede entender de su comparecencia, en ruso y doblada en un inglés apresurado, Putin se mostró combativo y fuerte. Además de dar las gracias al pueblo ruso por el apoyo que había recibido, el mensaje central era que Rusia es un actor poderoso, alguien a quien no se le puede despreciar, un poder constituido en el mundo y que como tal actuará, defendiendo sus intereses. Dio por sentado que no habrá aun tregua en Ucrania en los próximos meses, porque no tendría mucho sentido rebajar la intensidad de los ataques ahora que el enemigo empieza a quedarse sin munición, me pareció entender, así que esa “operación militar especial” sigue en marcha y, tras el resultado de las urnas, es bastante probable que se intensifique, tanto en los ataques a distancia como los que estamos viendo estas semanas como por tierra, con una nueva ofensiva militar para la que no es descartable una nueva movilización de tropas. Tras los resultados, Putin se siente respaldado por la sociedad rusa para hacer lo que le venga en gana en el frente ucraniano y en todos los demás asuntos que le parezcan relevantes, y es probable que la tendencia que vemos en su poder de profundizar en el discurso nacionalista, identitario y mesiánico se agudice. La ofensiva de Putin contra occidente va en serio, no sólo porque nos considera un rival económico y geopolítico, sino porque, sobre todo, nos ve como algo inferior, como débiles, como una sociedad decadente, dividida, llena de disputas, sometida a las ideas gays, carente de fe religioso, no sometida a Dios, incapaz de ejercer la fuerza para la mera supervivencia. Si flaqueamos en la ayuda a Ucrania y le permitimos ganar la guerra, le estaremos dando parte de razón.

Ayer escuché a un analista decir que la Rusia de Putin ya ha transitado la mayor parte del camino que va del autoritarismo al totalitarismo, y es verdad. A lo largo de este mandado de seis años Putin superará a Stalin en el tiempo al frente del estado ruso, y sólo se podrá comparar ya con zares del siglo XVIII y similares. Todo lo que haga desde su posición de poder supondrá una amenaza, mayor o menor, para Europa, nuestra economía y nuestro modo de vida. No está sólo en su visión violenta del mundo, y puede que para finales de año tenga un socio fiable en Washington. Ayer el capullo Vladimiro tenía motivos para festejar, lo que es algo que nos debe preocupar, y mucho.

viernes, marzo 15, 2024

Putin, reelegido

Uno de los muchos delitos cometidos por los secesionistas catalanes que pretende borrar la infame amnistía aprobada ayer en el Congreso, en una de las jornadas más tristes de su historia, son todos los relacionados con la consulta ilegal de 2017, y el propio referéndum falso, con aquellas urnas chinas. Una pantomima que pretendía hacerse pasar por democracia, pervirtiendo todo el sentido de ese concepto, una estafa, una simulación, una gran mentira. Es lo que buscan los dictadores, refrendos falsos que vistan de elegido lo que no son sino decisiones unilaterales tomadas por ellos, despreciando a todos los demás.

Puigdemont, Junqueras y demás no son sino aprendices del maestro que, junto a las cúpulas del Kremlin, ha elevado esto de las elecciones amañadas a una dimensión casi no vista. No es de extrañar que el secesionismo catalán contase con el apoyo, explícito y encubierto, de la dictadura rusa, tanto por el daño que el proces suponía para una nación de la UE como por el mero hecho de que el gran dictador contemplase, divertido, a pequeños émulos, becarios que tratan de imitarle en fondo y forma. Sí, hay elecciones en Rusia, sí, la gente va a votar, pero de los candidatos que se presentan sólo uno va a ganar, el resto son mariachis puestos como adorno y cualquiera que pudiera ser opositor real a Putin está en el exilio, encarcelado o, directamente, muerto. La única duda de estos comicios es cuánta ventaja va a sacar Vladimiro, qué porcentaje de voto considerará el suficiente como para sentirse satisfecho ¿El 80%? ¿Más o un poco menos? No descarten que a medida que avance el domingo por la tarde algunos de los responsables del recuento electoral le ofrezcan a Putin un escrutinio ya tabulado con unos márgenes similares, y el autócrata asentirá ilusionado, dando carta de legalidad a la mentira, como ayer en el Congreso, y esperando a la mañana del lunes para que ese escrutinio maravilloso sea portada de sus medios, los únicos que pueden emitir. La dictadura casi perfecta actuando ante nuestros ojos con gran eficacia, y sin rubor alguno. Además, no faltarán algunos tontos útiles, aquí y en otras naciones, que miren admirados al reelegido líder y le vean como una esperanza frente a nuestras decadentes democracias. Otros, como Puigdemonto o Trump, ven a Putin como alguien a quien imitar, porque le envidian profundamente. Él sí ha conseguido desarrollar una dictadura de ordeno y mando, un régimen con todos los poderes a su servicio en el que sólo su voluntad dicta lo que se puede hacer o lo que no. Para el pequeño dictador que anida en el nauseabundo corazón de los secesionistas, o del magnate que aspira nuevamente a la presidencia de EEUU, Putin es el admirado, el que lo ha conseguido, el ganador de una carrera hacia la dictadura que ellos emprenden cada día y que, pena, los contrapesos y sistemas de las democracias occidentales se lo ponen difícil. “Qué basura de democracia” pensará el sedicioso en Waterloo, creyéndose ser un rey de la Cataluña histórica y mítica (los mitos nunca han existido) y que no puede ejercer su poder absoluto por no se que historias de constitución, legalidades, mayorías, jueces, derechos y demás tonterías. Si pudiera lo aboliría todo, haría una única ley en la que fuera lo que el dicta lo que se deba de cumplir sin discusión alguna ni recurso a tribunal que valga (eso es lo que aprobaron en la ilegalidad de 2017) y al que no le guste, leña, persecución, cárcel y exilio, como mínimo. Contempla Trump, desde su residencia de Florida, la posibilidad de volver a la Casa Blanca, pero está harto de que haya contrapesos que le impidan ejercer el papel de presidente absoluto que él se cree que es. “Se van a enterar esos” piensa mientras se zampa hamburguesas baratas en una habitación decorada con el estilo más hortera y recargado posible, soñando ya en cómo va a ejercer el poder a su plena voluntad, eliminado a todos los que algo el discutan. A todos. A todos. Seguro que en su escritorio hay una foto en marcada de Putin, y Trump la mira sin dejar de pensar “tú sí que sabes, tú sí que te lo has montado bien”.

La escena que hemos visto estos días de voluntarios del gobierno ruso llevando las urnas puerta por puerta a las viviendas de los residentes en las zonas ucranianas ocupadas por el ejército Z es la viva imagen de la dictadura trabajando, del voto no libre, de la perversión de la elección, de la violación de la democracia. Todo el mundo debe votar, y sólo lo permitido. El teatrillo cuesta dinero y esfuerzo, pero sirve para engañar a más de uno, y así se convierte en rentable para el dictador. Una vez ejercido su “derecho al voto” el ciudadano cierra la puerta y sabe que su hogar no es refugio para el poder si hace algo que el poder no quiere o, simplemente, si el poder determina que el ciudadano ha cometido alguna actividad ilegal.

jueves, marzo 14, 2024

Hastío electoral

Ayer se votaban en el parlamento de Cataluña las enmiendas a la totalidad del presupuesto regional, el paso previo para poder aprobar las cuentas. ERC, gobernante, y PSC, muleta, habían acordado un proyecto de cuentas conjunto, y en frente, todos los demás, desde los sediciosos de Junts hasta el PP, estaban en contra. La decisión quedaba en manos de los Comunes, lo que queda del experimento de pablemos y compañía allí. Obsesos con el decrecimiento y empobrecer a todo el mundo, votaron en contra del presupuesto por algunas de las inversiones que en él se recogían, y lo tumbaron. A los pocos minutos Aragonés adelantó las elecciones.

Las catalanas tocaban en primavera del año que viene, pero es una tradición local allí, tanto como los castellets, el hacer elecciones de manera constante cada pocos meses, en un clima de inestabilidad política absoluta. Con el adelanto de ayer el calendario electoral nacional se ha convertido en una agotadora carrera que empieza en las vascas de abril, sigue por las catalanas de mayo y se acaba, se supone, en las europeas de junio, en lo que va a ser un trimestre de constante campaña en todo el país, de enfrentamiento a cara de perro entre los partidos, nacionales y autonómicos, y de suciedad total, Vienen semanas asfixiantes de propaganda desatada y de exabruptos ante los que hay pocas vías de defensa, salvo la de eludir la actualidad. El desgobierno sanchista, que no esperaba lo sucedido ayer, se queda en hibernación hasta el resultado autonómico catalán, dado que sus dos principales socios, Junts y Esquerra, dirimirán el odio que se tienen en el tablero electoral local, y nada se podrá aprobar en un congreso en el que Sánchez requiere del acuerdo de todos aquellos a los que ha unido su triste destino. De hecho, es probable que la infame ley de amnistía, que se vota hoy, sea la única que se apruebe en este trimestre. Ojalá no fuera así, pero salvo deseable sorpresa, es lo que parece que ocurrirá. Moncloa, ante la voladura de Aragonés, ha tenido que improvisar un argumentario de urgencia, admitir que este año ya no habrá presupuestos y decir que se pone a trabajar en los de 2025, cuando es sabido por todo el que está en la administración que eso del presupuesto es algo que se empieza a elaborar a la vuelta del verano. La precariedad en la que vive el desgobierno que padecemos es tan elevada que, en la práctica, va a ejercer como si estuviera en funciones hasta que pase este superciclo electoral. De cuáles sean los resultados que se den y de si el sedicioso Puigdemont se vaya a presentar como candidato a la Generalitat dependerá la supervivencia de la coalición de gobierno. La lógica dice que en las vascas y europeas el PSOE sacará un mal resultado y en las catalanas bueno. De hecho, gran parte de la estrategia de Moncloa (Ferraz ya no existe en la práctica) pasa por que Illa saque un resultado que le permita hacerse con la Generalitat, contando así con un poder propio regional de primera división. En esa ecuación el apoyo de ERC es vital, y que Junts saque un mal resultado que debilite sus posiciones también. Todo lo demás pondría en un brete los planes de Sánchez. Un resultado en el que, como en el pasado, Illa gane pero no pueda gobernar, o que haya un acuerdo mínimo secesionista entre Junts y Esquera, o que el peso de los Puigdemoníacos sea lo suficientemente relevante como para condicionar el futuro gobierno catalán desestabilizaría aún más la posición de Moncloa. Además, una vez aprobada la infame amnistía, si el sedicioso puede volver y ocupar posiciones de poder, su desprecio hacia el gobierno central se volverá tan insultante como explícito, y la situación de desgaste a la que se puede enfrentar Sánchez sería insoportable en el tiempo. Como es muy difícil saber qué resultado acabará saliendo, toca hacer escenarios de fantasía y luego contrastarlos con la realidad.

Si el Sanchismo tiene, a priori, bastante que perder, el PP parte de una posición tan baja que sólo puede ganar. Descontando las europeas, tanto en Cataluña como en el País Vasco parte el PP de unos resultados cutres e irrelevantes, por lo que poco mérito tendrá si asciende. Que ese ascenso se convierta en relevante de cara a sus intereses y a los de la gobernabilidad regional es otra cosa, y es a lo que aspiran en Génova, quizás con más ilusión que realidad. El resto de formaciones, especialmente las que componen la macedonia de Sumar, es probable que sufran un efecto “gallego” y, si no desaparecen, se conviertan en muy poco relevantes. En todo caso, ya lo siento, tocan demasiadas elecciones. Y sí, yo también estoy cansado de la política. Mucho.

miércoles, marzo 13, 2024

Nadie se acuerda de Haití

Después del catastrófico terremoto de 2010, que causó cientos de miles de muertos, la solidaridad del mundo se centró en Haití, el país más pobre de América y uno de los más paupérrimos del mundo. Como suele suceder, pasadas las semanas, otros hechos acapararon la atención del mundo y aquella crisis fue perdiendo espacio en los titulares, pero el inmenso Forges, al que tanto se le echa de menos, se pasó meses y meses incluyendo “pero no te olvides de Haití” en la parte inferior de sus viñetas, que tenían, por obligación, anclaje en la actualidad más inmediata. Ahora que Forges ya no está nadie nos recuerda lo que pasa en ese lugar.

Por eso, que Haití vuelva a la parte alta de los titulares y el tiempo de los informativos es síntoma de que algo bastante feo está sucediendo allí, y no se equivoca si así piensa. Ya antes del terremoto aquel era un país descompuesto tras años de dictadura cruel, represión y miseria, con poca capacidad propia para salir adelante y con elementos violentos y corruptos por doquier capaces de hacer lo que sea por controlar la nación. Desde entonces las cosas han ido a peor, y el país ni si quiera ha sido capaz de entrar en una típica dinámica latinoamericana de gobiernos elegidos y derrocados por golpes militares, no. No es capaz ni de llegar a semejante nivel de decadencia, está mucho más abajo. Desde hace años Haití es pasto de las bandas criminales, que imponen el orden en las zonas que controlan, y el estado, o eso que entendemos por ese nombre, no existe en la práctica. Se han celebrado algunos comicios, violentos y con acusaciones de fraude, pero han terminado en revueltas y magnicidios, con una autoridad gubernamental que es capaz apenas de mantener la frontera de la nación con República Dominicana, país con el que comparte la isla de la Española. El asesinato del último presidente del país, Jovenel Moïse, acaecido en 2021, sumió a la nación en el caos total, y lo que ahora ha llegado hasta los medios es el resultado de una especie de guerra desatada entre bandas, señores de la droga, militares y ex miembros de fuerzas de seguridad, líderes tribales de barrio y, en general, facciones sin límite que se disputan el poder en una ciudad, territorio, barrio, y que no se cortan lo más mínimo a la hora de disparar contra quienes consideran rivales, lo que incluye a todos los demás. La población del país tiene como principal objetivo comer a lo largo del día y llegar viva a la noche, sin que ninguno de los múltiples incidentes armados que se suceden en todas las poblaciones les alcancen y les manden al más allá. El que ha ocupado provisionalmente el puesto de primer ministro desde hace unos meses, Ariel Henry, ha anunciado que ofrece su dimisión para tratar de que el país tenga un gobierno de transición unificado que pueda organizar unas elecciones, pero su anuncio tiene más de asunción de lo imposible de su mandato que de otra cosa. Lo ha hecho desde Puerto Rico, donde se encuentra desde hace varias semanas, incapaz de volver a Puerto Príncipe, la capital haitiana, porque bandas criminales varias han amenazado con disparar al avión que le traiga de vuelta sin esperar a que llegue a tocar la pista de aterrizaje. No hace ni dos semanas del asalto de alguna de estas bandas a una de las principales cárceles del país, de la que liberaron a los cerca de tres mil presos que allí se encontraban, la mayor parte por abundantes delitos de sangre, con el objeto de reclutarlos para sus filas y así fortalecer la capacidad “negociadora” de cada una de las facciones. Uno de los jefes de esas bandas que parece destacar entre los demás, apodado el barbacoa, amenazó con desatar una guerra civil total en el país sin Henry no se largaba, sin dejar muy claro cuál era la diferencia entre lo que señalaba como amenaza y la realidad que se vive cada día en las calles del país. Probablemente nadie se atrevió a preguntarle nada al personaje, ni sobre eso ni sobre cualquier otra cosa, a riesgo de acabar como abono en un vertedero.

Desde hace años se lleva planificando una misión internacional, bajo el paraguas de la ONU, en la que fuerzas de naciones principalmente africanas tratarían de establecer el orden en Haití, con vistas a que unos futuros comicios pudieran desarrollarse con las mínimas garantías de seguridad y transparencia. La degeneración total en la que se encuentra ahora mismo la situación en la isla ha bloqueado esa intervención y deja en manos de los señores de la guerra, y sus milicias, lo que suceda en el futuro. En una especie de versión real y mucho más cruenta que la novelada de Juego de Tronos, serán las armas las que decidan quién se hace con el poder, y los que no las tengan seguirán haciendo todo lo posible para sobrevivir en el que puede que, ahora mismo, sea el peor país del mundo.

martes, marzo 12, 2024

Veinte años del 11M

Ayer se cumplió el vigésimo aniversario de los crueles atentados del 11 de Marzo en Madrid, dos décadas que han apaciguado el dolor de la sociedad por la vileza que se vivió aquellos días, pero que siguen recientes en la memoria de las víctimas que sufrieron lo indecible. Ciento noventa y dos fallecidos dejan historias de dolor como para no terminar de contarlas nunca. El hecho de que entonces, y hoy también, las víctimas sean despreciadas por los políticos, que las vieron en su momento como útiles a sus intereses, centrados en mantenerse o acceder al poder, lo condiciona. Y es que el 11M también fue testigo de nuestro fracaso como sociedad. Inapelable.

Quizás fueron esos los días más desagradables que he vivido en Madrid, donde llevaba algo más de año y medio residiendo, en lo que iba a ser un traslado temporal por trabajo en contra de mi voluntad para acabar siendo mi lugar habitual de residencia y vida. Fueron distintos a los días del encierro por la pandemia, también marcados por el dolor y el miedo, pero no por la indignación, porque no había culpables en la pandemia, no existía alguien a quien achacar la culpa. No hay intelecto que haga que una proteína se configure de la manera efectiva para que encaje en nuestras células y convierta a un virus inofensivo en un letal visitante. La pandemia, en el sentido existencialista de Camus, era cruel pero absurda. El 11M, fue producto de personas, de inteligencias, de decisiones, de fanáticos yihadistas que planearon una acción cruel y devastadora, que querían causar el mayor daño posible, era un hecho evitable desde el momento en que fue una elección humana el que sucediera. Y eso lo convertía, como todo atentado, en un acto de sadismo que los que lo sufren o vemos desde fuera no llegamos a comprender del todo, por mucho que lo estudiemos. El asesinato, el poner una bomba, la eliminación física de otra persona por unas ideas propias, sean cuales sean, se convierte en una barrea infranqueable para muchos humanos, y es lo que permite que las sociedades sobrevivan, pero son elementos que se ven como naturales para unos pocos, para aquellos para los que su idea de sociedad, de vida, de fe, de lo que sea, está por encima de las vidas de los demás. Salvo en una guerra, donde muchas veces las decisiones de matar o morir están plenamente entrelazadas y se cruzan con las opciones de supervivencia de cada uno de los combatientes, el terrorismo tiene un componente de planificación fría que asusta, que te hace dudar de la consistencia del mundo en el que vives. Semanas antes del 11M había personas dando vueltas por los cercanías de Madrid, a lo mejor coincidí con algunos de ellos, que iban pensando cuál era la manera más óptima de matar, de ser efectivo con las cargas que sabían que dejarían en ese mismo vagón. Estudiaban horarios, recorridos, apuntaban datos, organizaban y preparaban un acto cuyo fin era matar a la máxima cantidad de gente posible. A diario todos y cada uno de nosotros desarrollamos proyectos propios o relacionados con el trabajo que nos exigen una preparación, una organización, disciplina, actos regulares…. No se, piense en ese grupo de amigos que prepara una obra de teatro para la función de fin de curso del colegio, o esa mujer que se ha puesto como reto hacer una carrera de 10 kilómetros este año, lo que se le ocurra. Todos organizan parte de su vida, creando huecos, para tratar de alcanzar ese objetivo. No son propósitos de año nuevo o de cambio de vida, no, sino metas buscadas, accesibles, con un tiempo dado para ser logradas, que se acerca. Entre esos millones de planes que se fraguaban a finales de febrero de 2004 uno era el de cometer una matanza en Madrid, y a ello se dedicaron muchas personas, algunos recursos económicos, tiempo, entrega, esfuerzo y sacrificio, como si de la acción más importante se tratara por parte de quienes a ello se dedicaron. Y, mierda, no hay duda de que lograron el objetivo buscado. Pasarán a la historia por causar una de las mayores tragedias que ha vivido esta ciudad, este país.

Cuando volví a casa la tarde del jueves 11 lo hice en metro. Tenía dudas, pero pensé que estaría todo tan vigilado que la posibilidad de un nuevo atentado era escasísima. Cometí un error de cálculo que no se tradujo en nada, ya que luego pudimos comprobar que la célula asesina seguía operativa, y no fue hasta la operación de Leganés cuando se pudo respirar sin miedo. En el viaje de vuelta, sobre raíles, el silencio era total, en una época en la que los móviles, también utilizados para activar las bombas, no nos tenían abducidos a todos. Ese silencio definía el estupor de una ciudad, el espanto, el miedo. La efectividad de lo que los malditos yihadistas habían planificado y ejecutado.

lunes, marzo 11, 2024

Un adiós (para JJAA)

Respiramos de veinte a treinta veces al minuto en reposo, de manera imperceptible, autónoma, sin darnos cuenta, pero sin cesar. Es la función vital más urgente y necesaria del cuerpo, y en parte sí podemos controlarla de manera consciente. Si queremos, dejamos de hacerlo, y a los pocos segundos la incomodidad nos llega, sin saber muy bien cómo, pero de todas partes. Dejamos de jugar y el vacío que empezaba a producirse se ve cubierto nuevamente de aire y todo regresa a la normalidad. Volvemos a olvidar la respiración y hacemos lo que sea sin reparar en que el aire no se queda quieto en ningún momento del resto de nuestra vida.

Para la familia AA JJAA era algo similar a ese aire que no se percibe pero que está. El mayor de sus hermanos, soltero, sin una prole asociada, era el más reservado y tranquilo de todos ellos. Sin la afición al deporte que parece ser marca de la casa en la familia, centrado en su vida de trabajo y en algunas aficiones que pasaban casi siempre por una posición estática y sentada, JJAA era una presencia constante en su familia y en la empresa común, pero para nada dado a llamar la atención. Las veces que hablé con él encontré a alguien bastante distinto al resto de los hermanos, más reservado, introspectivo, amante de lo que leía y con ganas de saber cómo era el mundo que le rodeaba. Poseía una curiosidad que, si el resto de la familia la ha volcado en gran parte a través del trabajo diario, él la centraba en cuestiones bastante más teóricas, como lo relacionado con la física y los descubrimientos en el campo de la cuántica, que son mundos en los que la lógica a la que acostumbramos a agarrarnos nos abandona, y como ese aire que mencionaba, sentimos malestar por su falta. Generoso y atento con sus sobrinos, era el respaldo de la madre, a la que acompañaba y cuidaba con mimo, pasando muchas horas con ella, a veces centrado en sus cosas, pero siempre dispuesto para que cualquier cosa que le pudiera surgir le fuera satisfecha. Era amante de la mesa, en esto sí que compartía afición con todos los suyos, y si me apuran, con el estereotipo vasco que tanto se vende, y degustaba de una manera muy propia, tan silenciosa como constante. De cuerpo generoso, el no hacer deporte le distinguía del resto y le otorgaba una figura nada atlética, en un grupo humano en el que el que no corre escala, o navega sobre las olas del mar o pedalea hasta la extenuación o hace cualquier otro tipo de ejercicio lleno de esfuerzo y, sí, también, riesgo. Veía JJAA los distintos esfuerzos de sus hermanos y cómo se enorgullecían de ello, y lo contemplaba desde la relativa distancia de la incomprensión en la que vivimos los que, como él, no damos al deporte y a sus gestas el valor que les otorgan quienes por ellas luchan. A veces le entraba la risa cuando alguno de sus hermanos empezaba a picarse con otro de ellos o con un allegado sobre si la marca que alcanzaron al subir determinada cumbre ya la habían mejorado o no era posible, o si la ola que pillaron era la más grande y la que el viento permitía superar con la tabla y vela de la mejor de las maneras posibles. En esos momentos su cara de escepticismo era casi tan auténtica como la mía, pensando en lo locos que estaban todos y lo cómodo que vivía él ajeno a semejantes esfuerzos. En eso nos parecíamos bastante, vivíamos más de lo que surge en el interior de lo que se logra con el esfuerzo físico. Era la excepción. En el trabajo, por lo que se, profesional y centrado, era de los creadores de la empresa y su papel, como él mismo, era interno, más bien reservado, pero necesario e importante como el que más. Comenzó la aventura empresarial desde el principio, con el resto, y pese a ser el mayo nunca ejerció de jefe. Parte del éxito del negocio a él se debe, como al resto de la familia.

Tanto verbo utilizado en pasado indica que JJAA ya no está. Desde finales de enero, cuando su corazón dijo basta de una manera tan brutal como repentina, vivía de prestado, gracias a la tecnología más moderna, que no mecaniza titanio, pero es capaz de mantener venas abiertas y fluidos vitales en circulación. Siempre con la esperanza de poder recuperarse, siempre con el temor de que la vida se extinguiera, JJAA se fue el pasado viernes de este mundo y deja un recuerdo inolvidable entre los suyos. El mayor de los AA ya no está, corresponde al resto de su amplia familia mantener su tributo y recordarle como era, a través del trabajo bien hecho. Un final demasiado anticipado para una vida que deseaba tanto por conocer, y ya no podrá. DEP

viernes, marzo 08, 2024

La guerra de Gaza empeora

Mientras Sánchez y los suyos traicionaban a todo el país y no cabían de orgullo por la felonía conseguida, en EEUU Biden daba el último discurso sobre el estado de la Unión de su actual mandato, un ejercicio de demostración de la unidad del país ante los problemas comunes, con el presidente compareciendo ante una sesión conjunta de ambas cámaras. Como Trump es un sanchista de pro, pasa de la unidad y contraprogramó una intervención en la que se dedicó a insultar a todos los que no son como él, muy en su línea. Sólo faltaba Bolaños junto al magnate dando saltos de alegría. No me consta que Gaza apareciese en el de Trump, pero sí en el de Biden.

Ayer se cumplieron cinco meses desde el inicio de la guerra de Gaza, comenzada por Hamas con su brutal ataque terrorista del 7 de octubre, y el balance que puede hacerse, desde cualquier punto de vista, es desolador. La franja está parcialmente arrasada, convertida en territorio inhabitable en su mayor parte. Edificios residenciales, infraestructuras y construcciones de todo tipo han sido laminadas por las tropas israelíes. Los muertos palestinos se contabilizan por decenas de miles, mientras que los refugiados son prácticamente el resto de los algo más de dos millones de personas que vivían en aquel lugar. Las bajas en el ejército israelí alcanzan varios centenares de fallecidos y heridos, los secuestrados por Hamas han sido rescatados parcialmente, pero más de un centenar siguen capturados, y son decenas los que han muerto a manos de sus captores o en las acciones militares cruzadas entre las tropas de la IDF y los milicianos islamistas. La imagen de Israel en el mundo se ha ido deteriorando sin freno a lo largo de estos meses, a partir de un pico de solidaridad por las salvajadas perpetradas por Hamas. La respuesta militar del gobierno de Netanyahu ha supuesto la digestión, para la opinión pública global, de un reguero de imágenes de extrema crueldad en la que palestinos civiles, muchos de ellos niños, mueren a diario en condiciones penosas entre escombros y llantos de sus familias que, impotentes, no pueden hacer nada para evitarlo. Los mensajes comunes de la casi todas las naciones tras el 7 de octubre han ido derivando hacia el silencio y, progresivamente, la crítica ante la actuación israelí, que va a lograr convertir Gaza en un erial, pero que no está nada claro que sea capaz de eliminar a Hamas como movimiento, aunque se cargue a muchos de sus milicianos. La actitud cada vez más descarada por parte de las fuerzas extremistas israelíes, las más ortodoxas, que mantienen una cuota de poder creciente al ser las que sostienen al gobierno (algo así como los sediciosos puigdemoníacos pero con la Tora por bandera) están alentando el incremento de la violencia no sólo en Gaza, sino también en Cisjordania, donde varios de los colonos que residen en asentamientos ilegales actúan sin mucho miramiento, realizando ataques a las residencias palestinas con las que comparten territorio de una manera similar a archipiélagos diseminados a lo largo de las colinas de ese lugar. En el norte de Israel siguen las escaramuzas entre las tropas de las IDF y las fuerzas de Hezbola, que amagan día sí y día también lanzando cohetes contra territorio israelí, pero sin decidirse a emprender una ofensiva en toda regla. Los discursos de sus dirigentes siguen la tónica incendiaria habitual en todos ellos, pero no pasan de ahí, y de momento, el temido frente libanés no acaba de concretarse en una segunda guerra, lo que es uno de los pocos hechos optimistas que existen en la zona. Esto, el que la guerra se mantenga encapsulada en el espacio de Gaza durante estos meses, contribuye a que la indignación ante lo que pasa no escales a alarma, y sigue dando margen de actuación a Israel, que puede sostener el frente bélico y sus costes, con enorme daño para la economía del país, pero con posibilidades de aguantar varios meses más. Eso no sería posible con una segunda guerra simultánea, capaz de dejar exhaustas las finanzas y capacidades de la nación.

Todos estos meses son un desastre, en el que quizás sólo los extremistas de Hamas, los sucios ayatolas iraníes que los manejan y los ultraortodoxos israelíes puedan declararse satisfechos al seguir dando rienda al odio acumulado que poseen, liberándolo en forma de asesinatos sin piedad a uno y otro lado. Sigo pensando que una de las derivadas que tenía la acción de Hamas era buscar el desastre de la imagen de Israel en el mundo, tentarle como a un toro con el capote y que embistiera, usando a los palestinos como anzuelo y carne de sacrificio. Si ese era uno de los objetivos, tristemente, se ha conseguido. El gobierno israelí empieza a ser tóxico para las naciones occidentales.